Nota publicada en Prensa Obrera 1136
Sobre el matrimonio homosexual y el 82% móvil
El fracaso de un dictamen de mayoría en favor del llamado “matrimonio gay” es otro episodio significativo de la desintegración del kirchnerismo. Ocurre que el clero movilizó a sus agentes dentro del oficialismo para imponer su oscurantismo. El salteño Urtubey y el chaqueño Capitanich, dos candidatos al relevo de los K dentro de sus propias filas, dieron libertad a sus senadores para actuar conforme al operativo de la Iglesia en esa Cámara. Con esto dieron un guiño al llamado ‘peronismo disidente’ para que los considere como alternativa para poner nocaut a los K. El riojano Gioja, que la semana que viene celebrará los acuerdos de minería que la Presidenta firmará con China, dio asueto a los estatales sanjuaninos para sumarlos a las manifestaciones del clero. En la misma línea actuaron Jenefes, de Jujuy, y Celso Jaque, de Mendoza –y hasta una senadora del Frent! e Grande, de Río Negro.
Desde la media sanción del matrimonio gay hasta hoy, los Kirchner asistieron impávidos a la ofensiva del clero. Néstor se limitó a levantar la mano en Diputados, mientras Cristina “nunca sentó posición sobre el tema” (La Nación, 7/7). No debe sorprender que acaben capitulando ante el clero: la ‘libertad de conciencia’ que dieron a sus huestes demuestra que no existe el llamado ‘proyecto de transformación’ que invocan, y que todos los K son, como dice D’Elía, “nuestros hijos de puta”, o sea una camarilla de arribistas. Se apunta a un ‘consenso’ para que salga una unión civil, que de paso enfrenta decisiones judiciales que rubricaron matrimonios entre personas de sexo diferente. Mientras tanto, sin embargo, un rechazo del Senado deja el tratamiento del proyecto original para marzo del año que viene –y hasta la posibilidad de su archivo. La demostración de fuerza de la Iglesia la convierte en árbitro de los alineamientos políticos que van a sustituir a los K en 2011. Los mismos gobernadores que se rebelaron contra el matrimonio homosexual prevén adelantar las elecciones provinciales para separase de la elección nacional y poder negociar así su apoyo a quien más les convenga. En la misma semana, la cancillería volvió a crujir cuando funcionarios del riñón kirchnerista, como Sigal o la propia Alicia Castro, han salido a cuestionar la ‘diplomacia paralela’.
Del choque al compromiso reaccionario
La disgregación oficial parece animar a la oposición capitalista del Congreso, que ahora quiere avanzar en una ‘agenda común’. Los ejes de ésta vuelven a ser la eliminación de las retenciones a las exportaciones y la devolución de la autonomía del IndeK –en este caso para beneficiar a los acreedores extranjeros que tienen títulos indexados según la inflación y para habilitar el monitoreo de cuentas por parte del FMI. La oposición parlamentaria está unida para producir la ‘transparencia’ que reclaman los pulpos internacionales. Esta ‘agenda’ no confiesa, sin embargo, uno de sus puntos vitales: la ‘reconciliación nacional’ -o sea el cese de los juicios a los genocidas. La propuesta ya la hizo Duhalde, quien fue vicepresidente cuando Menem dictó el indulto. Esto explica que Videla haya decidido abrir la boca en un jui! cio, como ha ocurrido en Córdoba, y la ofensiva del ‘service’ Yofré, quien se ha convertido en asesor de Duhalde, para reivindicar a Perón y a López Rega y en la bolada a la Triple A. Las victorias de Piñera, en Chile; Chinchilla, en Costa Rica; Martinelli, en Panamá; y Santos, en Colombia, animam a los Duhalde-Yofré-Lavagna en el armado de la ‘agenda’ de la oposición, que apunta a una victoria de la reacción política en octubre del año que viene. Las victoria de la derecha regional ha servido para que Obama extienda su política de bases militares a nuevos países (ahora Costa Rica), sin que ‘nuestros’ K, Chávez y Correa digan esta boca es mía. Correa ha rechazado el fallo de la Justicia de su país que ordena el arresto del colombiano Santos por el ataque al territorio ecuatoriano contra un campamento de las Farc. En Argentina, Macri acaba ! de confesar que contrató a los espías de la Ciudad por una orden de la CIA, la DEA y el Mossad, sin que esta ‘expiación’ haya siquiera mosqueado a los K, que tienen sus propios compromisos con ese trío nefasto. Los ‘populistas’ de América Latina han salido escaldados de su frustrada experiencia con el hondureño Zelaya, que mostró su incapacidad para defender la democracia contra un golpe imperialista. El tema del 82% móvil no debe llamar a engaño: a los opositores no los anima derivar el dinero público para los trabajadores retirados, sino resolver una crisis política que se arrastra desde el derrumbe de 2001 –el ajuste de las jubilaciones por inflación– que ya obligó a la Corte a emitir fallos a favor del reclamo de los jubilados, aunque evitando extenderlos al conjunto de ellos; con eso procura evitar el pago de las retroactividades a los jubilados af! ectados por el congelamiento de sus haberes y evita establecer el 82% móvil del último salario cobrado (incluidos los ítems no remunerativos) para el conjunto de los jubilados.
Obviamente, una ‘agenda’ que apunta a ‘normalizar’ las relaciones con el capital financiero, el FMI, el clero y las fuerzas armadas choca con la lucha que caracteriza desde hace tiempo al movimiento popular. Por eso se la edulcora con fraseología democrática. Entre esta ‘agenda’ y la ‘agenda’ de los K no hay una diferencia de principios sino de abordaje y de método. Pero ante la primacía que va conquistando esa oposición, la denuncia de su política y de sus objetivos debe ocupar el primerísimo lugar en la agenda (también) de la agitación socialista y revolucionaria. Esa falta de principios en la diferencia entre las fracciones capitalistas ha quedado demostrada de nuevo con la inclusión de los pagos al Club de París en el proyecto de Presupuesto de 2011. Pero en la ‘agenda’ del Club de París figura, en primerísimo l! ugar, el pago de diferencias a los acreedores por la manipulación del IndeK y el ‘monitoreo’ del FMI.
La tarea de la hora es que los trabajadores tomemos la lucha por el 82% móvil y por el derecho de los homosexuales en nuestras propias manos, y que sobre la base de esta lucha desarrollemos una alternativa política propia. Los Yasky y los Moyano son cómplices de la política oficial contra los compañeros jubilados. Hay que sacarle la Anses a los K y a los capitalistas que se benefician con esto y ponerla bajo la dirección de obreros activos y retirados.
Marcelo Ramal y Jorge Altamira
Sobre el matrimonio homosexual y el 82% móvil
El fracaso de un dictamen de mayoría en favor del llamado “matrimonio gay” es otro episodio significativo de la desintegración del kirchnerismo. Ocurre que el clero movilizó a sus agentes dentro del oficialismo para imponer su oscurantismo. El salteño Urtubey y el chaqueño Capitanich, dos candidatos al relevo de los K dentro de sus propias filas, dieron libertad a sus senadores para actuar conforme al operativo de la Iglesia en esa Cámara. Con esto dieron un guiño al llamado ‘peronismo disidente’ para que los considere como alternativa para poner nocaut a los K. El riojano Gioja, que la semana que viene celebrará los acuerdos de minería que la Presidenta firmará con China, dio asueto a los estatales sanjuaninos para sumarlos a las manifestaciones del clero. En la misma línea actuaron Jenefes, de Jujuy, y Celso Jaque, de Mendoza –y hasta una senadora del Frent! e Grande, de Río Negro.
Desde la media sanción del matrimonio gay hasta hoy, los Kirchner asistieron impávidos a la ofensiva del clero. Néstor se limitó a levantar la mano en Diputados, mientras Cristina “nunca sentó posición sobre el tema” (La Nación, 7/7). No debe sorprender que acaben capitulando ante el clero: la ‘libertad de conciencia’ que dieron a sus huestes demuestra que no existe el llamado ‘proyecto de transformación’ que invocan, y que todos los K son, como dice D’Elía, “nuestros hijos de puta”, o sea una camarilla de arribistas. Se apunta a un ‘consenso’ para que salga una unión civil, que de paso enfrenta decisiones judiciales que rubricaron matrimonios entre personas de sexo diferente. Mientras tanto, sin embargo, un rechazo del Senado deja el tratamiento del proyecto original para marzo del año que viene –y hasta la posibilidad de su archivo. La demostración de fuerza de la Iglesia la convierte en árbitro de los alineamientos políticos que van a sustituir a los K en 2011. Los mismos gobernadores que se rebelaron contra el matrimonio homosexual prevén adelantar las elecciones provinciales para separase de la elección nacional y poder negociar así su apoyo a quien más les convenga. En la misma semana, la cancillería volvió a crujir cuando funcionarios del riñón kirchnerista, como Sigal o la propia Alicia Castro, han salido a cuestionar la ‘diplomacia paralela’.
Del choque al compromiso reaccionario
La disgregación oficial parece animar a la oposición capitalista del Congreso, que ahora quiere avanzar en una ‘agenda común’. Los ejes de ésta vuelven a ser la eliminación de las retenciones a las exportaciones y la devolución de la autonomía del IndeK –en este caso para beneficiar a los acreedores extranjeros que tienen títulos indexados según la inflación y para habilitar el monitoreo de cuentas por parte del FMI. La oposición parlamentaria está unida para producir la ‘transparencia’ que reclaman los pulpos internacionales. Esta ‘agenda’ no confiesa, sin embargo, uno de sus puntos vitales: la ‘reconciliación nacional’ -o sea el cese de los juicios a los genocidas. La propuesta ya la hizo Duhalde, quien fue vicepresidente cuando Menem dictó el indulto. Esto explica que Videla haya decidido abrir la boca en un jui! cio, como ha ocurrido en Córdoba, y la ofensiva del ‘service’ Yofré, quien se ha convertido en asesor de Duhalde, para reivindicar a Perón y a López Rega y en la bolada a la Triple A. Las victorias de Piñera, en Chile; Chinchilla, en Costa Rica; Martinelli, en Panamá; y Santos, en Colombia, animam a los Duhalde-Yofré-Lavagna en el armado de la ‘agenda’ de la oposición, que apunta a una victoria de la reacción política en octubre del año que viene. Las victoria de la derecha regional ha servido para que Obama extienda su política de bases militares a nuevos países (ahora Costa Rica), sin que ‘nuestros’ K, Chávez y Correa digan esta boca es mía. Correa ha rechazado el fallo de la Justicia de su país que ordena el arresto del colombiano Santos por el ataque al territorio ecuatoriano contra un campamento de las Farc. En Argentina, Macri acaba ! de confesar que contrató a los espías de la Ciudad por una orden de la CIA, la DEA y el Mossad, sin que esta ‘expiación’ haya siquiera mosqueado a los K, que tienen sus propios compromisos con ese trío nefasto. Los ‘populistas’ de América Latina han salido escaldados de su frustrada experiencia con el hondureño Zelaya, que mostró su incapacidad para defender la democracia contra un golpe imperialista. El tema del 82% móvil no debe llamar a engaño: a los opositores no los anima derivar el dinero público para los trabajadores retirados, sino resolver una crisis política que se arrastra desde el derrumbe de 2001 –el ajuste de las jubilaciones por inflación– que ya obligó a la Corte a emitir fallos a favor del reclamo de los jubilados, aunque evitando extenderlos al conjunto de ellos; con eso procura evitar el pago de las retroactividades a los jubilados af! ectados por el congelamiento de sus haberes y evita establecer el 82% móvil del último salario cobrado (incluidos los ítems no remunerativos) para el conjunto de los jubilados.
Obviamente, una ‘agenda’ que apunta a ‘normalizar’ las relaciones con el capital financiero, el FMI, el clero y las fuerzas armadas choca con la lucha que caracteriza desde hace tiempo al movimiento popular. Por eso se la edulcora con fraseología democrática. Entre esta ‘agenda’ y la ‘agenda’ de los K no hay una diferencia de principios sino de abordaje y de método. Pero ante la primacía que va conquistando esa oposición, la denuncia de su política y de sus objetivos debe ocupar el primerísimo lugar en la agenda (también) de la agitación socialista y revolucionaria. Esa falta de principios en la diferencia entre las fracciones capitalistas ha quedado demostrada de nuevo con la inclusión de los pagos al Club de París en el proyecto de Presupuesto de 2011. Pero en la ‘agenda’ del Club de París figura, en primerísimo l! ugar, el pago de diferencias a los acreedores por la manipulación del IndeK y el ‘monitoreo’ del FMI.
La tarea de la hora es que los trabajadores tomemos la lucha por el 82% móvil y por el derecho de los homosexuales en nuestras propias manos, y que sobre la base de esta lucha desarrollemos una alternativa política propia. Los Yasky y los Moyano son cómplices de la política oficial contra los compañeros jubilados. Hay que sacarle la Anses a los K y a los capitalistas que se benefician con esto y ponerla bajo la dirección de obreros activos y retirados.
Marcelo Ramal y Jorge Altamira
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