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En los últimas semanas, ha tenido amplia
repercusión la heroica lucha de los y las combatientes del YPG
(Yekîneyên Parastina Gel – Unidades de Protección del Pueblo) defendiendo la ciudad de Kobane,
fronteriza con Turquía. Kobane es una de las principales ciudades de la
región kurda de Siria, más allá de la cual está la frontera y comienza
la inmensa región del Kurdistán de Turquía. (Ver mapa)
Las tropas del “Estado Islámico” (EI; sigla
en inglés ISIS y en árabe, Daesh) han ido avanzando allí sin que
ninguna de las fuerzas que están en conflicto en Siria hiciese gran cosa
por detenerlos. Ni el ejército de Al Assad, ni las distintas fracciones
laicas o islamistas “moderadas” en que está dividida la oposición en
guerra contra el gobierno de Damasco, han hecho hasta ahora nada
efectivo.
En cuanto a Estados Unidos y otras
potencias imperialistas, que supuestamente se han lanzado a la lucha
contra el “Estado Islámico”, le hacen una guerra muy peculiar, mediante
bombardeos cuyas víctimas principales son las poblaciones civiles que
nada tienen que ver con el EI. Ellas son, al mismo tiempo, las que pagan
las facturas de la barbarie del Estado Islámico, cuando logran ocupar
su territorio.
En verdad, las fuerzas que están
enfrentando en serio al llamado “Estado Islámico” son principalmente las
distintas organizaciones armadas kurdas, tanto en el Kurdistán iraquí
como en el de Siria. Es que en ese combate se juegan la existencia de
ese pueblo. La sanguinaria “limpieza étnica” llevada a cabo por el EI
contra otras poblaciones, como los yasidíes (una minoría religiosa kurda
que habitaba en Irak), muestra lo que les espera si caen en manos del
EI.
Pero la batalla por la defensa de la ciudad de Kobane muestra también otras cosa, que es el doble juego
de los principales participantes en la coalición que supuestamente
combatiría al Estado Islámico; es decir, la coalición que se constituyó
formalmente en la Conferencia Internacional realizada en París, el 15 de septiembre pasado.
En su oportunidad, advertíamos que “todo el
cuadro de la ‘Conferencia Internacional’ está, por así decirlo, bajo el
signo de la confusión y las incoherencias… Pero en este caso no sólo
hay abismos sino indefiniciones… demasiada neblina. Por ejemplo,
Turquía, que ha jugado un papel fundamental en la guerra civil de Siria
–donde nacería el Estado Islámico–, fue a París a adherir a la cruzada
santa. Pero, simultáneamente, en Ankara, se hace saber que el gobierno
turco se ‘abstendría’ de integrar una coalición…” (Elías Saadi, “¿Dónde
está el piloto?”, Socialismo o Barbarie Nº 305, 18/09/2014).
Esta observación se confirmaría plenamente
con lo de Kobane. El gobierno turco, que supuestamente está en lucha
contra el Estado Islámico, ha establecido un cerco militar en la frontera para aislar a Kobane,
e impedir que llegue cualquier ayuda, en hombres o armas. Así, las
tropas del Estado Islámico, que tendrían amplia superioridad de fuego,
podrían derrotar más fácilmente la resistencia de los kurdos de Kobane y
hacer otra matanza como la de los yasidíes en Irak. En pocas palabras:
mientras el EI golpea a Kobane, el gobierno turco le sujeta los brazos desde atrás a los combatientes kurdos, para que no puedan defenderse.
Esto despertó la indignación en Turquía, en
especial en la amplia región con mayoría de población kurda. En
Diyarbakir, la capital “informal” del Kurdistán turco, y en otras
ciudades se sucedieron grandes manifestaciones de protesta. La respuesta del gobierno de Turquía –miembro de la OTAN y ejemplo occidental de “democracia” en Medio Oriente– fue ametrallar las manifestaciones, con el saldo de 30 muertos e incontables heridos.
Como eso no era suficiente, el gobierno
turco mando su fuerza aérea a bombardear… pero no al Estado Islámico que
está sitiando Kobane… ¡De ninguna manera! Las bombas cayeron sobre las
montañas y aldeas kurdas que son bastiones de la guerrilla del PKK
(Partiya Karkerên Kurdistan – Partido de los Trabajadores del
Kurdistán). Así el gobierno turco rompía un alto de fuego pactado con el
PKK desde marzo de 2013.
Acotemos que entre los kurdos de Siria, la
principal fuerza política (que además conduce a la YPG que combate en
Kobane) es el PYD (Partiya Yekîtiya Demokrat – Partido de Unión
Democrática – Partido de Unidad Democrática), una organización afín al
PKK.
La cuestión nacional kurda
La política del gobierno turco es muy clara: aprovechar al “Estado Islámico” para tratar de “resolver” a sangre y fuego una cuestión nacional que se viene arrastrando desde hace larguísimo tiempo. La nación kurda –casi 40 millones de personas– carece de un estado nacional.
Su población está repartida entre otros cuatro estados: Turquía (la
mayor parte), Irak, Siria e Irán. Es la más numerosa nacionalidad en el
mundo sin un estado propio.
Aquí no vamos a hacer la historia de una
cuestión nacional de unos de 2.600 años de antigüedad. Digamos sólo que
la cuestión kurda es una de las tantas bombas de tiempo
que dejó el trazado de las fronteras de Medio Oriente dispuesto por los
imperialismos que ganaron la Primera Guerra Mundial (1914-18)[[1]]
y que fueron ratificadas por los vencedores de la Segunda (1939-45)…
con el agregado de otra bomba de tiempo, la de Palestina-Israel. ¡¡Mucho
de eso está hoy en cuestión!! [Ver: Luis Paredes, “A cien años de la
Primera Guerra Mundial – Una lenta desintegración del orden mundial”, Socialismo o Barbarie Nº 307, 02/10/2014]
El carácter de los estados y los gobiernos
en que fue repartido el pueblo kurdo, empeoró aún más las cosas. En
todas las partes en que fue desmembrado, ha sufrido de privación de
derechos, persecuciones y masacres. Pero eso también ha provocado una resistencia sostenida y legendaria.
Esta ha tenido dos centros principales, el Kurdistán turco y el iraquí,
que a su vez han seguido rumbos políticos diferentes. En algunos
momentos, esas divergencias hasta implicaron choques armados entre sus
principales fuerzas, el PDK (en Irak-Irán) y el PKK (en Turquía-Siria).
En Irak (e Irán) ha primado, entre otros,
el PDK (Partîya Demokrata Kurdistan –Partido Democrático del Kurdistán),
afín a Occidente.
En Irak, durante la dictadura de Saddam
Hussein, el pueblo kurdo fue víctima de un verdadero genocidio, con
ataques de gas tóxico contra sus aldeas. En esos momentos, EEUU miró
para otro lado, porque Saddam Hussein estaba a su servicio, haciendo una
guerra criminal contra Irán.
Pero en 1990, el dictador de Irak intentó
apoderarse del enclave petrolero de Kuwait, sin permiso de Washington.
EEUU le sacó “tarjeta roja” y en 1991 lo derrotó en la Primera Guerra
del Golfo. Simultáneamente, el imperialismo yanqui instrumentó el
justificado odio de los kurdos de Irak contra el régimen de Saddam
Hussein, sosteniendo en el norte del país la creación de un enclave
kurdo autónomo, dirigido principalmente por el mencionado PDK (Partido
Democrático del Kurdistán) y otras agrupaciones políticas semejantes.
Esta entidad federal autónoma, tiene sus propias fuerzas armadas, que
ahora se han enfrentado duramente con el EI.
En el Kurdistán de Turquía y Siria, la fuerza política predominante son, en cambio, el PKK (y el PYD afín), que dirigen fuertes organizaciones armadas.
El PKK originariamente se reivindicaba como
un partido “de los trabajadores” y “marxista-leninista”. En verdad,
nunca fue una organización obrera ni realmente socialista, sino un partido nacionalista de “extrema izquierda”,
por así decirlo. Ha tenido una compleja evolución ideológica desde la
caída del Muro de Berlín y de la prisión de su líder Abdullah Öcalan en
1999, con una deriva teórica y programática “posmoderna”, que en parte
hace recordar al neozapatismo mexicano.[[2]] Sea como sea, el PKK conserva un arraigo hegemónico indiscutible en las masas kurdas de Turquía y Siria.
EEUU y demás imperialismos occidentales,
tienen frente al PKK una actitud opuesta a la que observan ante el PDK y
la entidad kurda de Irak. Washington clasifica al PKK como una
“organización terrorista”, y la CIA operó para la captura de Öcalan,
refugiado en Kenia, y su entrega a Turquía.
Lo paradójico es que hoy son las organizaciones armadas afines el PKK las que están combatiendo en serio al Estado Islámico en Kobane, mientras que el democrático gobierno turco colabora abiertamente
con esa fuerza islamo-fascista. Más de mil combatientes kurdos de
Turquía fueron impedidos por las tropas turcas de cruzar la frontera
para incorporarse al YPG. Y ese bloqueo afecta también gravemente el
paso de armas y municiones.
En cambio, el gobierno turco colabora con
el PDK de Iraq, enviándole armas. Pero el PDK iraquí, en su curso
pro-occidental, se ha desentendido de la suerte de la mayoría del pueblo
kurdo, que vive en Turquía y Siria.
…………………………
[1].- Tratado de Lausana de 1923: ¡desde Suiza, disponían el reparto de la torta de Medio Oriente!
[2].- Ver: Solidaridad Kurdistán, “El confederalismo democrático, propuesta libertaria del pueblo kurdo”, 09/17/2013, www.alasbarricadas.org/noticias/node/26224
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