La Presidenta volvió a usar la cadena nacional para los denominados “anuncios sociales”.
Así, dispuso que se otorguen asignaciones familiares para los trabajadores temporarios, por caso, los que se desempeñan en la zafra. Luego, un pago de doscientos veinte pesos, por única vez, a las personas que reciben pensiones no contributivas (por vejez, invalidez o familia numerosa).
El anuncio, en realidad, es una denuncia contra el oficialismo, porque el derecho que ahora se hace para los temporales debió haber formado parte de la asignación por hijo, establecida tiempo atrás, ya que estos trabajadores se encuentran desocupados una buena, sino la mayor parte del año. En lugar de pedir perdón por su olvido, la Presidenta agarró la cadena para que la aplaudan. El anuncio no contempla el pago retroactivo de esta asignación. Mientras tanto, a los salarios familiares y a las asignaciones falsamente universales se las va comiendo la inflación
El asesor de imagen del oficialismo, que vetó el 82% móvil para la jubilación mínima, va armando con estas mezquindades una campaña electoral.
A la hora de financiar estas medidas, la presidenta no tocó un peso de los excedentes del Tesoro, ni, en el caso de los cosecheros, tampoco se le ocurrió gravar a los grupos azucareros o cítrícolas, cuyos balances “estallan” al compás de los altos precios.
En cambio, y como viene ocurriendo, la “política social” será financiada por la Anses, o sea, por las contribuciones de los obreros y por los jubilados que no cobran lo que les corresponde.
El resto del discurso de la Presidenta fue sólo “doctrinario”. Así, llamó a “pensar” si “los que hemos tenido la suerte de tener un título no deberíamos aportar un poquito a esa universidad, en becas para los que no van a poder llegar”. Del mismo modo en que los jubilados financian la asistencia social, los universitarios (estudiantes y egresados) deberían sostener el gasto educativo. Un ajuste a la inglesa, a la irlandesa o a la italiana, que ha puesto a los estudiantes de esos países en la calle. La prioridad de la plata acumulada, los K la destinan al Club de París.
La Presidenta no perdió oportunidad de culpar de la carestía a los trabajadores. La inflación, dijo, “no es por aumento de salarios, sino también (es decir, que los salarios son una de sus causas) por excesiva rentabilidad”. O sea que en el “acuerdo social” al que convoca el gobierno, los trabajadores tendrán que hacer su aporte al ajuste que ese acuerdo supone. Lo que eventualmente deberían poner los empresarios, les sería compensado con creces por el restablecimiento de la ley de ART menemista, que fija un tope a las indemnizaciones por accidentes de trabajo. ¿Pero qué tope de precios se puede imponer a un capitalista que exporta o a los especuladores con bonos argentinos, que tienen una perspectiva de ascenso descomunal? Estos discursos y anuncios están ‘precalentando’ el ajuste que reclaman los flamantes socios K! : el club de Paris y el FMI.
2 dic 2010
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