Por Marcelo Ramal: "La estación Once de Macri, Scioli, Kirchner y los demás" -Editorial de Prensa Obrera Nº 1262
Editorial de Prensa Obrera Nº 1262
LA ESTACION ONCE DE MACRI, SCIOLI, KIRCHNER Y LOS DEMAS
Por Marcelo Ramal
La responsabilidad política y social en las inundaciones
El desfile de reproches mutuos en torno de las inundaciones, entre el kirchnerismo, Macri, Scioli y otros, sólo ha servido para desnudar la responsabilidad de todos ellos en el desastre. Las razones de la inundación en La Plata no son diferentes a las que hundieron a barrios enteros de la Capital algunas horas antes. Por un lado, la especulación inmobiliaria desenfrenada, que ha copado el suelo urbano a expensas de espacios verdes imprescindibles para el drenaje de las aguas. En la provincia, ese desarrollo se expresa en el auge de los barrios privados, que resuelven su propia urbanización a costa de provocar desequilibrios explosivos en el resto del municipio –entre ellos, en los desagües.
Por otra parte, esa misma especulación ha encarecido el suelo, empujando a la población más explotada a las villas y asentamientos. Desde el año 2001, la población villera creció un 55% en el gran Buenos Aires. Para algunos, “a pesar del crecimiento económico” (Clarín, 26.12.2012). No, lo que reflejan estos datos es el carácter capitalista de la recuperación económica piloteada por los K, que agravó todos los antagonismos sociales. En ese cuadro, La Plata y sus barrios no son una excepción: sin vivienda accesible en el casco urbano platense, la población trabajadora se dirigió a los terrenos ociosos de las zonas más baratas e inundables.
Esta orientación social iguala a los Macri, Kirchner y Scioli. Pero ¿qué decir del centroizquierdista Binner y el FAP? En Rosario y las grandes ciudades de Santa Fe, las construcciones de lujo también han arrojado a los trabajadores a la periferia. La obra pública es funcional a la especulación con el suelo, mientras los municipios y comunas padecen la mayor indefensión. En 2012, las gigantescas inundaciones en el cordón de San Lorenzo sólo tuvieron como respuesta la autoorganización popular, con el apoyo activo de la banca del PO en Capitán Bermúdez.
En definitiva, las inundaciones han puesto en la picota a todo un régimen político y social.
El agua y el ajuste
El desastre mostró hasta qué punto los estados nacionales, provinciales y municipales actúan para agravar la anarquía en el uso del suelo y la polarización social. Se ha dicho hasta el cansancio que el presupuesto macrista está subejecutado. Pero la parte que se ejecuta apunta a acentuar el apetito del capital financiero, como ocurre con el traslado de la jefatura de gobierno a Barracas (para ‘poner en valor’ al sur), la peatonalización del centro y, en compensación, el trazado de nuevas y contaminantes autopistas. La urbanización de villas está fuera de la agenda oficial, como lo estuvo con Ibarra y otros. Lo mismo ocurre con el necesario desarrollo de espacios verdes públicos. En la provincia, el brutal! ajuste en curso suspendió la ejecución de todas las obras de infraestructura. Los recursos que De Vido entrega directamente a los intendentes podrán servir para conspirar contra Scioli, pero no resuelven ninguno de los problemas cruciales de los barrios. El SITRAIC ha caracterizado a esas obras con fondos nacionales como ‘cosméticas’, ya que no apuntan en ningún caso a vivienda, control de las inundaciones o cloacas. La ciudad de La Plata es un retrato de esta orientación social: mientras los barrios están sin obras, avanzan los planes para expandir el puerto sobre espacios verdes. Al mismo tiempo, las industrias del conurbano continúan echando sus residuos a los desagües y arroyos, sin el menor control. Otro “elefante” del ‘modelo’, la autoridad de la cuenca Matanza Riachuelo, mostró su completo fracaso en esta crisis.
Lápida al ‘modelo’
La tragedia de las inundaciones ha colocado otra lápida sobre el ‘modelo’ oficial, a igual título y gravedad de lo ocurrido hace un año en la estación de Once. Los defensores del gobierno sostienen que la ausencia de inversión pública es la consecuencia de haber ‘privilegiado al consumo popular’. Se trata de una impostura, si se tiene en cuenta que los salarios de la década ‘ganada’ nunca superaron, en su mejor momento, a los de los malditos años 90. Lo cierto es que el ahorro nacional fue dilapidado en sostener a los parásitos de las concesiones privadas de servicios públicos; en financiar la fuga de capitales, que sacó del país 80.000 millones de dólares en cinco años; y sobre todo, en el pago de la deuda externa, que consum! ió el presupuesto público y cuando no fue suficiente, las arcas del Banco Central y del Anses. En las mismas horas en que la población del área metropolitana se debatía entre la indefensión y la muerte, la administración económica ´nacional y popular´ prometía cargar sobre el país otros 12.000 millones de dólares de deuda externa, en favor de los fondos buitres. En cambio, la elemental canasta de medios de consumo que muchas familias lograron conformar a lo largo de los años –una heladera, un lavarropas, un televisor- fue devorada en minutos –no por las aguas, sino por una orientación social. De un plumazo, el 'modelo' devolvió a miles de trabajadores a la bancarrota del 2001 y 2002.
Programa
La orientación expoliadora de quienes nos gobiernan se deja ver incluso en las ‘salidas’ que les proponen a los inundados: Macri ofreció créditos blandos sólo a quienes estén “al día” con el abusivo ABL que se paga en la Ciudad. La tragedia es el pretexto de un nuevo saqueo impositivo. La misma oferta formuló Scioli, horas después, en la provincia.
En estas horas, la militancia del Partido Obrero de las zonas afectadas está trabajando codo a codo con los vecinos inundados, participando material y físicamente en todas las iniciativas de organización para hacerle frente al desastre; organizando y orientando a los afectados para dirigirnos al poder político con todas las reivindicaciones urgentes y con un programa. Planteamos: asistencia inmediata de todos los estamentos del Estado a los barrios inundados, bajo la intervención y el control de los propios afectados. Indemnización inmediata por los daños causados, con la sola comprobación de domicilio; Ningún descuento salarial a los trabajadores afectados. El estado de emergencia, si realmente es tal, debe partir de la suspensión inmediata de los pagos de la deuda usuraria, y la aplicaci! ón de sus recursos a un plan de viviendas y obra pública, en el marco de una reorganización urbana integral que debe contemplar la nacionalización del suelo.
Cristina, Macri y Scioli se dedican a echarle culpas a un fenómeno “climático”, “único” y “excepcional”. Algunos de sus defensores se acuerdan del ‘cambio climático’, como si de ese modo pudieran despojar al desastre de su contenido social y político. No pueden, porque hasta el cambio climático es una consecuencia de la irracionalidad capitalista, y del manejo de los recursos naturales en función del beneficio privado.
En las horas del temporal, Cristina Kirchner contraponía por cadena nacional a su gobierno con la Inglaterra y la Europa de “los ajustes despiadados”. Pero la bancarrota capitalista se estaba expresando con toda su fuerza en el país, bajo la forma de una catástrofe y como consecuencia de la misma orientación de los denostados gobiernos europeos.
Toda la fuerza y la solidaridad con los inundados y su lucha. Reforcemos la lucha por oponerle, a los gobiernos y partidos del desastre, una alternativa obrera, de izquierda y socialista.
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