La lucha docente | Marchas y contramarchas de un conflicto irresuelto
Martes, 11. Abril 2017
El conflicto docente, promediando el mes y medio, se mantiene sin resolución a la vista. Para hacerle frente a los paros y las movilizaciones, Cambiemos decidió radicalizar su postura, ratificando la no convocatoria a paritaria nacional y el techo salarial por debajo del 20%.
Durante marzo, la docencia demostró con contundencia sobrada su disposición a la pelea; así se vio en el acatamiento a los paros -muy masivo en las provincias de punta y alto en las menos movilizadas- y sobre todo en las manifestaciones callejeras. Más de la mitad del país está sin acuerdos. Hay casos críticos como el de Santa Cruz, donde al ofrecimiento de la gobernadora Alicia Kirchner del 3% los gremios respondieron con una semana de paro y fuertes movilizaciones en las principales ciudades. Por su peso y por la profundidad de la lucha, la provincia de Buenos Aires es el ojo de la tormenta.
Con un gobierno decidido a no dar el brazo a torcer, cuesta entender la actitud de la conducción Celeste de la CTERA. En su discurso ante la marcha federal, Alessio anticipaba lo que vendría: la espera a que el gobierno llame a negociar. Fue la conducta que asumió SUTEBA y el resto del Frente Gremial con su “encuesta” a los docentes, herramienta desmovilizadora que fue correctamente denunciada como tal en las seccionales combativas que ratificaron la soberanía de las asambleas. Al cierre de esta edición, tras semanas de huelgas y demostraciones callejeras, CTERA dispuso el montaje de una carpa frente al Congreso, el domingo a la noche, una medida aislada y sin aviso a la base de los gremios, a la cual se convocó recién a partir de la represión policial. Para agregarle una nota de color, sus referentes la defendieron diciendo que “el gobierno había pedido medidas de protesta creativas”...
Otro elemento a tener en cuenta es el fallo de la jueza que obliga al ministerio de Educación a convocar la paritaria nacional y que tiene un doble filo. Por un lado, es un revés judicial y político para el gobierno, dando por tierra con su particular interpretación respecto de que en realidad no está incumpliendo la ley. Pero, por otra parte, le ofrece a la conducción de las centrales docentes una vía de escape de la huelga y la movilización, volcando la pelea hacia el incierto pantano de los tribunales. Fiel al estilo que viene manteniendo, el ministro Bullrich ya dijo que apelará el fallo y descartó el llamado a paritaria.
Desde el comienzo, el motor de la pelea surgió de la bronca de las bases, y su canal de organización fueron las seccionales combativas e incluso los delegados por escuela, que contrastaron con la tibieza de las conducciones: acciones planificadas a un mes, paros semanales convocados por redes sociales, expectativas puestas en llamados ministeriales que no llegaban, dan cuenta de un gremialismo acostumbrado a la negociación que se vio desorientado ante un gobierno que no pretende negociar nada. Es imposible encontrar una salida favorable a los docentes sin asumir que el gobierno busca una derrota de la lucha en toda la línea, y que las medidas deben estar a la altura de ese enfrentamiento.
La bronca por abajo no está apagada. La represión la noche del domingo dio pie para una nueva jornada de paro nacional, además de ampliar la base de apoyo a la lucha y de renovar el compromiso de los docentes que venían acusando desgaste. Hoy más que nunca la responsabilidad de romper el techo salarial y hacerle pagar a Bullrich su negativa a la paritaria nacional está en los sectores combativos, en su llegada a la base y en la posibilidad de darle continuidad a los paros y la pelea callejera.
Con un gobierno decidido a no dar el brazo a torcer, cuesta entender la actitud de la conducción Celeste de la CTERA. En su discurso ante la marcha federal, Alessio anticipaba lo que vendría: la espera a que el gobierno llame a negociar. Fue la conducta que asumió SUTEBA y el resto del Frente Gremial con su “encuesta” a los docentes, herramienta desmovilizadora que fue correctamente denunciada como tal en las seccionales combativas que ratificaron la soberanía de las asambleas. Al cierre de esta edición, tras semanas de huelgas y demostraciones callejeras, CTERA dispuso el montaje de una carpa frente al Congreso, el domingo a la noche, una medida aislada y sin aviso a la base de los gremios, a la cual se convocó recién a partir de la represión policial. Para agregarle una nota de color, sus referentes la defendieron diciendo que “el gobierno había pedido medidas de protesta creativas”...
Otro elemento a tener en cuenta es el fallo de la jueza que obliga al ministerio de Educación a convocar la paritaria nacional y que tiene un doble filo. Por un lado, es un revés judicial y político para el gobierno, dando por tierra con su particular interpretación respecto de que en realidad no está incumpliendo la ley. Pero, por otra parte, le ofrece a la conducción de las centrales docentes una vía de escape de la huelga y la movilización, volcando la pelea hacia el incierto pantano de los tribunales. Fiel al estilo que viene manteniendo, el ministro Bullrich ya dijo que apelará el fallo y descartó el llamado a paritaria.
Desde el comienzo, el motor de la pelea surgió de la bronca de las bases, y su canal de organización fueron las seccionales combativas e incluso los delegados por escuela, que contrastaron con la tibieza de las conducciones: acciones planificadas a un mes, paros semanales convocados por redes sociales, expectativas puestas en llamados ministeriales que no llegaban, dan cuenta de un gremialismo acostumbrado a la negociación que se vio desorientado ante un gobierno que no pretende negociar nada. Es imposible encontrar una salida favorable a los docentes sin asumir que el gobierno busca una derrota de la lucha en toda la línea, y que las medidas deben estar a la altura de ese enfrentamiento.
La bronca por abajo no está apagada. La represión la noche del domingo dio pie para una nueva jornada de paro nacional, además de ampliar la base de apoyo a la lucha y de renovar el compromiso de los docentes que venían acusando desgaste. Hoy más que nunca la responsabilidad de romper el techo salarial y hacerle pagar a Bullrich su negativa a la paritaria nacional está en los sectores combativos, en su llegada a la base y en la posibilidad de darle continuidad a los paros y la pelea callejera.
Facundo Palacios (NO TRANSAR)
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