Alcanzó una corrida cambiaria armada por los grandes fondos de inversión internacionales para que la oposición patronal se postre ante Macri y el gran capital. De este modo el Peronismo Federal va aún más allá de los compromisos asumidos por Pichetto en su reciente gira por Wall Street, donde recitó un libreto a gusto de los tenedores de deuda de la Argentina. Ahora, con los 10 puntos acordados con el macrismo, el acuerdo alcanza un estatus político, diluyendo las diferencias entre las distintas listas que se están armando de cara al proceso electoral.
Aunque están redactados bajo la forma de una declaración de principios, los 10 puntos constituyen un programa de gobierno integral. Como no podría ser de otro modo, el punto más importante está al final: “cumplimiento de las obligaciones con nuestros acreedores”. En momentos donde el crecimiento del riesgo país resulta imparable, triplicando al de los países de la región, el propósito de pacto que se está enhebrando es presentar ante los banqueros y fondos de inversión un compromiso unánime del pago de la deuda pública.
Pero los 10 puntos van mucho más allá, haciendo suyo el programa que el macrismo quiso y no pudo aprobar por la rebelión popular de las jornadas del 14 y 18 de diciembre del 2017. Bajo el eufemismo de “creación de empleo a través de una legislación laboral moderna” se introduce la reforma laboral reclamada con especial énfasis por la Unión Industrial para bajar las indemnizaciones por despido, terminar con la ultra actividad en los convenios colectivos y rebajar significativamente los impuestos patronales. También se plantea la cuestión que más insiste el FMI, que es la reforma previsional. El punto figura del siguiente modo: “consolidación de un sistema provisional sostenible y equitativo”. Acá las palabras no fueron elegidas al azar. En el lenguaje de los tecnócratas del FMI, “sostenible” significa que debe aumentarse la edad jubilatoria a 70 años y “equitativo” que deben eliminarse los derechos previsionales de los trabajadores que estuvieron en negro durante un lapso de su vida laboral y terminar con los regímenes especiales. Junto con la reforma laboral y previsional se plantea la “reducción de la carga impositiva, a nivel nacional, provincial y municipal y enfocado en los impuestos más distorsivos”, o sea, la reforma fiscal que también reclama el Fondo y que figuraba dentro del trípode reaccionario que el macrismo quiso y no pudo imponer a fines del 2017.
Entre los puntos pactados figura el “respeto a la ley, los contratos y los derechos adquiridos con el fin de consolidar la seguridad jurídica, elemento clave para promover la inversión”. Se trata de un planteo requerido en beneficio de las empresas privatizadas y de los monopolios petroleros y gasíferos, para defender sus contratos leoninos y los subsidios pactados.
El pacto entreguista hace gala de una gran hipocresía cuando se pronuncia por “un Banco Central independiente” en momentos que queda en evidencia el absoluto sometimiento del conjunto de la política económica y de sus instituciones al tutelaje del FMI. Detrás del reclamo de la “autonomía” se esconde la pretensión del capital financiero internacional de usar el Banco Central como una institución propia, que no dependa de los vaivenes que son propios del electorado. Estamos ante un planteo antidemocrático de fondo, que da preminencia a la burocracia del Estado y al capital sobre las decisiones de la población.
Quienes han oficiado de voceros del acuerdo han señalado que los 10 puntos vienen a combatir la incertidumbre que genera el crecimiento en las encuestas de Cristina Kirchner. Sin embargo, aunque la ex presidenta desista de sumarse a este pacto, lo cierto es que sus voceros más renombrados se han encargado de señalar que un eventual gobierno suyo cumplirá puntualmente con los pagos de la deuda. Alberto Fernández recordó los pagos equivalentes a 200.000 millones de dólares en concepto de capitales e intereses de deuda que realizó el kirchnerismo en sus 12 años de gobierno, y para despejar toda duda citó el reconocimiento de la deuda con el Club de París, a la que tildó de irregular, solo para mostrar que se pagó todo sin distinción. Kicillof se ha manifestado en el mismo sentido y acaba de emprender un viaje a los EEUU para jurar en el terreno el compromiso de pago a los buitres internacionales. El kirchnerismo acaba de señalar que también respetará la deuda tomada por Macri, superior a los 150.000 millones de dólares, con el argumento curioso de que fue suscripta por un “gobierno democrático”, aunque no explicó por qué ellos pagaron la que tomó la dictadura militar, entre la que figura la del Club de París.
El éxito de estos 10 puntos y su capacidad de frenar la corrida contra los activos del país, sea su moneda o sus títulos de deuda, están por verse. Parece muy difícil que una mera declaración de principios pueda superar la quiebra de fondo en la que se encuentra la economía nacional, con una deuda que alcanza casi el 100% del PBI, con un Banco Central con patrimonio negativo y endeudado por casi un billón de pesos en Leliq a una tasa superior al 70%, y más en general con un desequilibrio que en términos capitalistas reclama proceder a una mayor desvalorización del trabajo y de los capitales.
El fracaso casi seguro de estos 10 puntos mostrará los límites de este armado político precario. Dejará sobre la mesa, sin embargo, la posibilidad de una vuelta de tuerca más: que el pacto se transforme en una lista electoral común. Es lo que vienen planteando ya Lousteau y Lavagna, al postular una “unidad nacional”. Los dos ex ministros de Cristina Kirchner buscan por esa vía condicionar al macrismo y también a la oposición, para formar un gobierno de unidad nacional que garantice el pago de la deuda y reúna la masa crítica que le permita avanzar en el ajuste de fondo que reclama el FMI. Pero los problemas para concretar esta lista de unidad son varios. El primero de ellos es qué pasa con la candidatura de Macri, ya que los promotores del acuerdo reclaman que ceda su lugar en beneficio de Vidal.
Más allá de los vericuetos de la crisis política, lo que nos importa marcar acá es que los 10 puntos muestran que el programa de fondo de los partidos capitalistas es la postración al FMI y descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores.
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