3 sept 2009

ASAMBLEAS EN RADIO: "PELEAS DE DOLARES PESADOS"

COMUNICADO DE PRENSA



Movimiento


ASAMBLEAS del PUEBLO


EDITORIAL ASAMBLEAS EN RADIO, Martes 01 de Septiembre de 2009
ASAMBLEAS EN RADIO es el programa de las ASAMBLEAS DEL PUEBLO
Se emite los días martes, de 18 a 20 horas por FM 95.5 PATRICIOS
Conducción: Ana Melnik y Rubén Saboulard

“Peleas de dólares pesados”
por Rubén Saboulard

El nuevo round de ésta pelea post electoral en la que están inmersos los distintos sectores de nuestras clases “dirigentes” ha alborotado el gallinero más que la presencia de una banda de zorros.
La Ley de Radiodifusión impulsada por el kirchnerismo ha ingresado al parlamento y todo parece indicar que es voluntad firme del gobierno lograr su aprobación legislativa de manera expeditiva, aprovechando que aún mantiene mayorías en ambas cámaras.
Más allá de que, en esencia, ésta es una pelea entre quienes han sido, hasta hace muy poco tiempo, socios, amigos y hasta se podría decir cómplices, y que no están en disputa principios esenciales ni cuestiones ideológicas, lo cierto es que el proyecto de Ley es un paso adelante en la democratización de la información. Amparados en la vieja norma que les entregó la dictadura de Videla a cambio de su complicidad informativa y reforzada por la generosidad de Carlos Menem, los grupos económicos propietarios de medios se transformaron, en poco más de quince años, en verdaderos monopolios informáticos y en poderosísimos lobbies de presión política para generar grandes negociados.
A tal punto esto es así que Magnetto, el CEO de Clarín se jactaba de que mientras otros empresarios se acostaban con modelos y actrices, él “acostaba” y “levantaba” presidentes y políticos y su socia, la señora Herrera de Noble se sintió tan impune como para apropiarse de dos criaturas, hijos de desaparecidos, quienes, hasta el día de hoy y con la complicidad de jueces y fiscales, se han negado a cualquier análisis de ADN para establecer su verdadera identidad.
Pero, al margen de la anécdota, el poder económico adquirido por éstos grupos, combinado con su inmensa capacidad de extorsión, los transformó en impunes e inmunes. Asó lograron que un debilitado Eduardo Duhalde modificara la Ley de Quiebras y pesificara sus pasivos para obligar a los acreedores externos a contribuir al saneamiento de sus empresas. Así inventaron, antes, el liderazgo de Chacho Alvarez y la Alianza con la UCR; así apoyaron a Menem y Cavallo; así fueron lobbystas de la deuda externa y del FMI;
así pusieron y quitaron ministros y funcionarios y así cultivaron una política de negocios basada en el apriete.
En pocos años, los grandes grupos que controlan los medios de difusión se habían transformado, imperceptiblemente, en verdaderos dueños del país, de sus politicas y de sus funcionarios.
Pero no sólo se trata de Clarín. Gracias a la antigua Ley, también han desarrollado vertiginosamente sus negocios el Grupo Prisa, españoles, dueños de Continental y 19 licencias de radios más; el Grupo Vilas-Manzano-Monetta- De Narváez, dueños de supercanal, el tercer operador de cable del país, y de 20 licencias de radios y teve, además de varios medios gráficos. El propio Eduardo Pierri, su cable Telecentro y Canal 26 también son hijos de la prodigalidad de la ley vigente.
Los intereses afectados son enormes: estamos hablando de cifras que superan los 10.000 millones de dólares anuales concentrados en unas pocas manos que ejercen una verdadera dictadura mediática, que deciden quién y cómo habla, qué se dice y qué se informa.
Es por ésta razón que, como decíamos arriba, el gallinero está alborotado y las gallinas están al borde de un ataque de nervios. Leer, hoy, el diario Clarín y comparar sus títulos con los que este mismo diario publicaba hace sólo un año es, francamente, gracioso: han pasado de ser recontra-alcahuetes del gobierno a ser sus opositores más acérrimos. En los últimos días, sobretodo, hasta el pronóstico meteorológico y los chistes de la contratapa están al servicio de la campaña de defensa de los privilegios del Grupo Clarín. Los periodistas, ecabezados por los periodistas “estrella” de cada grupo, han asumido la defensa de los intereses de sus patrones como si se tratase de una cruzada contra el avance de la Gestapo. Así es como escuchamos Ruiz Guiñazú, en una defensa ardiente de los supuestos derechos del Grupo Prisa como jamás la oímos en defensa de los derechos de los humildes.
Bonelli, Van Der Koy, Leuco, Morales Solá, Grondona, hacen cola, sin el menor recato, para preservar las migajas que les corresponden en los privilegios de sus amos.
Los políticos de la oposición se han sumado alegremente a la defensa de los monopolios mediáticos, desnudando su identidad con los intereses de los dueños del país. Una incosolable Lilita Carrió se abraza con De Narváez, Macri, Cobos y Solá en el coro de las gallinas histéricas que convoca Clarín. Más aún: políticos desconocidos, opinólogos ignotos, constitucionalistas debutantes y oscuros especialistas son lanzados al estrellato, como autores de sólidos conceptos republicanos, en tanto y cuanto apoyen el sonido del Clarín.

Ahora bien qué es lo que cambia la nueva Ley en relación a la situación anterior y qué es lo que tanto alarma a éstos extraños defensores de la libertad de prensa, antiguos cómplices de todos los que la amordazaron?
Lo primero que establece la Ley es que el espacio de radio difusión, el “eter”, es propiedad de la Nación Argentina, la que, en consecuencia asume el derecho de regular su funcionamiento. En consecuencia, la Ley establece severas limitaciones a los monopolios existentes y los obliga a desprenderse de medios y licencias, en una reedición de lo que fuera el desmembramiento, en EE.UU., por las mismas prácticas monopólicas de la emblemática ITT. Pero éstas limitaciones no son, ni por asomo, similares a las que la justicia yanqui le aplicó a ITT: aquí los grupos podrán conservar hasta diez licencias de radio y teve en su poder.
Claro que la Ley sí golpea en otro sector que ha generado fortunas: el del cable. El proyecto dice que ningún grupo puede tener, a la vez, canales de teve abierta y señales de cable, en la misma ciudad, y que ningún operador de cable puede concentrar más del 35 % del mercado. En el caso del Grupo Clarín esto lo obligará a elegir entre Canal 13. el canal “okupa” que usurpa diez mil metros cuadrados del patrimonio de los porteños, y la señal de Multicanal-Cablevisión. Y también lo obligará a vender parte de su operadora de cable, ya que concentra mucho más que el permitido tercio del mercado.
También establece el proyecto de Ley que las licencias se dividirán en tres tercios: uno destinado a la actividad privada, regulada y desmonopolizada; otro destinado al sector social: cooperativas, ONG, organizaciones sociales y sindicales; y, finalmente, un tercio en manos del estado.
Cuando se explican, en líneas generales, estos aspectos del proyecto de Ley se comprende, fácilmente, la ira indignada de los intereses afectados.
Ahora, ante tal intento democratizador de los Kirchner, uno no puede menos que recordar cómo funcionaban los medios, éstos mismos medios, en los primeros años de éstos gobiernos. Mamando de la teta de la pauta oficial y viviendo de sus favores, fueron, casi todos ellos, domesticados por la lapicera y los dinerillos de Alberto Fernández. Así había sido, también en Santa Cruz, el manejo de la prensa efectuado por Néstor Kirchner: pauta publicitaria y favores a cambio de obsecuencia y titulares siempre, invariablemente siempre, oficialistas.
Recordando eso no podemos menos que descreer que tras la nueva ley haya, realmente, una política anti monopólica y verdaderamente democratizadora de la radiodifusión. Mas bien, de lo que se trata es de un duro conflicto de intereses y poder, en el que el gobierno está tratando de forzar la mano de la oposición y de sus medios afines, para conseguir estirar su permanencia en la mieles de la cajita feliz. Pero, esto no minimiza la gravedad del enfrentamiento, más bien al contrario: ya, hace varios siglos, Maquiavelo, el gran filósofo de la naciente politica burguesa, decía que los hombres pueden perdonar ofensas a la sangre y a la dignidad con mucha mayor benevolencia que si la ofensa está dirigida a sus patrimonios.
Por lo tanto, este conflicto de intereses y negocios está sacudiendo lo poco que queda de la estabilidad política del régimen, en un escenario de extremas complicaciones económicas para toda la Nación.
El Titanic se sacude cada vez más y los que pelean en su cubierta no han advertido que los botes ya se acabaron y que la escora es irreversible. Quienes ya comienzan a advertir que no hay capitán ni navío sino sólo náufragos son los trabajadores y el pueblo que vislumbran, entre el fragor de la batalla ajena, la oportunidad de imponer los reclamos de siempre, los derechos pisoteados y el sueño de Nación arrebatada.

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