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Opinión
Solanas y otros progresistas tendrán que definirse ante la ley de medios
Como el resto de las fuerzas políticas, en la centro-izquierda hay mucha tensión y diferenciación. Como antes con el debate sobre las retenciones, ahora con la ley de medios tendrá que definirse. ¿Qué hará Pino Solanas?
EMILIO MARÍN
En las últimas elecciones, un sector de la población votó a movimientos de centroizquierda. Son aquellos que proponen graduales cambios económicos, sociales y políticos, sin afectar la naturaleza profunda del sistema capitalista dependiente.
En algunos casos les fue bastante bien. Pino Solanas, de Proyecto Sur, llegó en segundo lugar en el distrito porteño, con el 24 por ciento de los sufragios, y obtuvo cuatro diputados. Martín Sabbatella, de Nuevo Encuentro, sumó 5,6 por ciento de los votos en Buenos Aires y logró dos diputados.
Son resultados valiosos teniendo en cuenta la polarización entre los aparatos tradicionales y la poca publicidad propia que afectó tanto al director de cine como al intendente de Morón.
Hasta allí se puede estimar que el centro-izquierda, como en su momento se pensó del Frente Grande-Frepaso, tendrá un promisorio futuro. Y de hecho puede tenerlo. Pero también, como el Frente liderado por Chacho Alvarez y Graciela Fernández Meijide, puede terminar cuesta abajo en la rodada debido a sus contradicciones internas, su caudillismo y su falta de consistencia política.
Y la que se está viviendo es una situación de polarización, confrontaciones políticas en el parlamento, la justicia y las calles. En circunstancias tales las agrupaciones tienen que tener coherencia interior para no desgarrarse en medio de los tironeos de distintos sectores e intereses contrapuestos. El Frepaso terminó siendo funcional a un viejo partido y un presidente neoliberal, lo que sepultó al que prometía ser “la nueva forma de hacer política”. ¿Qué pasará con Solanas y Sabbatella?
El alcalde de Morón, en uso de licencia y que renunciará en diciembre para asumir como legislador nacional, tiene el riesgo de cooptación por el gobierno nacional. Frente a la presentación del proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisuales, Sabbatella envió una declaración desde Montevideo expresando en primer lugar su apoyo al proyecto y la necesidad contar con una ley pluralista. En segundo término, buscando correr por izquierda al gobierno, señalaba que la norma debía ir más allá de confrontar con un monopolio mediático, en referencia a Clarín. El diario suprimió la primera parte de la declaración y mantuvo la segunda, lo que cambiaba todo el sentido de la declaración.
De todas maneras Sabbatella tiene su manera de diferenciarse: dice que lo hecho por los K es el “piso” y que él propone un “techo” más elevado de realizaciones económico-sociales. De ese modo la derecha no podría utilizarlo políticamente.
Solanas recargado
Que Pino haya desplazado a Elisa Carrió del segundo lugar en la Capital Federal y con los pocos medios financieros que tenía, fue una de las cosas positivas que dejó a la centroizquierda el 28 de junio.
El veterano cineasta recogió todo lo sembrado en estas décadas de defensa de la cultura nacional y popular y en política, con sus denuncias a los partidos del modelo neoliberal, la entrega del petróleo y del ferrocarril, la corrupción de la política, la vulnerabilidad de “los nadies”, etc.
De allí que el 24 por ciento obtenido, aunque limitado a una fuerza porteña, debe ser visto como bueno para el progresismo y el campo popular.
Ahora bien, paradojalmente, el primer escollo para el crecimiento de esa fuerza al resto del territorio podría ser el propio Pino. Si los directores de cine tienen cierta fama de maltratar a sus actores y extras en bien de la película que está en su mente, Solanas tiene algunas dificultades para construir una fuerza política. Le cuesta consultar, delegar y crear equipos de trabajo. No le gustan los plenarios nacionales y menos aún que en ellos se voten propuestas de los delegados (eso se vio en los plenarios de Proyecto Sur de diciembre de 2007 en Córdoba y en junio de 2008 en Rosario).
Se dirá que la fuerte personalidad de un líder es la primera condición de una fuerza política en Argentina, pero sólo con ese factor no se construye poder. Pino en las últimas décadas de intermitencias políticas no ha sido capaz de forjar esa herramienta amplia. Sí ha sido eficiente para filmar excelentes películas como Argentina Latente, La próxima estación y ahora Oro Sucio. Por eso hay quienes dicen que como político es un talentosísimo director de cine.
Hablando de liderazgos, allí radica uno de los problemas que afrontará Proyecto Sur. ¿Es que alguien se atreverá a disputarle ese sitial a Pino? Allí no, pero puede ocurrir que alguno de sus aliados sí lo haga. Tendrán que estar atentos a lo que decida Víctor De Gennaro, el demorado mentor del “Instrumento Electoral para la Unidad Popular”, quien tiene un objetivo casi público y otro más velado. El primero es sacar al rival Hugo Yasky de la secretaría general de la Central de Trabajadores Argentinos. El segundo podría ser desplazar a Solanas de la candidatura presidencial para 2011.
Contradicciones de película
A propósito, si el director de películas lograra sacar a flote su candidatura presidencial, querría decir que su diputación fue “testimonial”. En octubre de 2010, si no antes, estará comenzando la campaña para las presidenciales.
Pero esa no es su principal contradicción. Solanas parece no tener claro quién es el enemigo principal en política y ese es un déficit capital.
Este viejo luchador antimenemista, que recibió varios tiros en sus piernas por esa condición, en los últimos dos años acometió contra los Kirchner como si fueran peores que el hombre de Anillaco. Su argumento es que el gobierno prorrogó la concesión de Cerro Dragón en Chubut y Santa Cruz, y que tiene una política minera entreguista y contaminante. Todo eso es cierto pero hay que poner esos disvalores en contexto, agregar otras falencias (desigualdad de ingreso, pagos de deuda externa, tropas en Haití, etc) pero también ver las cosas positivas de estos seis años.
Entre éstas, la recuperación relativa del empleo, el aumento de jubilaciones, las reestatizaciones del Correo, Aguas y ramales ferroviarios; las retenciones a la soja, las nacionalizaciones de Aerolíneas, fondos del Anses y Lockheed; el aporte a Unasur, los acuerdos con Cuba y Venezuela, la solidaridad con la democracia en Honduras, el proyecto de ley de medios, etc.
Y frente a esa realidad contradictoria, Solanas ha embestido en forma unilateral contra el gobierno como si éste encarnara lo más reaccionario.
El 5 de julio de 2008 Claudio Lozano votó con los diputados de la derecha en contra de la resolución Nº 125. Reporteado el 22 de julio por InfoSUR y preguntado si había votado con la derecha, contestó: “En realidad, lo que uno tenía que elegir era con qué derecha votaba”. Si así fuera, él votó con la peor, la de Francisco De Narváez, Federico Pinedo, Oscar Aguad, etc.
Cuando los gremios aeronáuticos empezaron la campaña para recuperar Aerolíneas y Austral, Solanas y Lozano plantearon que lo mejor era mandar a la quiebra esas empresas y fundar una nueva. El disparate habría privado a los argentinos de una línea de bandera por un tiempo, perdiendo rutas internacionales y dejando en la incertidumbre a 9.300 familias.
Las idas y vueltas se repitieron el 12 de agosto pasado en Diputados, cuando la Mesa de Enlace quería impedir que se prorrogara por un año la facultad del PEN para fijar retenciones. Solanas instruía votar por el no junto a la oposición conservadora; Lozano no dio quórum y finalmente se abstuvo, dando una mano indirecta a la Sociedad Rural y su amigo Eduardo Buzzi.
Habrá que ver qué decide Solanas sobre la ley de medios, porque tratándose de un tema que tanto pregonó fue preocupante no verlo el 27 de agosto, ni en el acto en la Rosada ni en el del Congreso. Proyecto Sur dice que tiene “un proyecto propio” y que quiere que el tema se discuta después del 10 de diciembre, en sintonía fina con Clarín. ¿Cómo votará si Diputados lo trata nomás a fines de setiembre? La duda está instalada porque en los diarios del 14 de julio último el diputado electo saludaba el diálogo convocado por el gobierno diciendo que “era una buena iniciativa”. Luego se fue a España a dar un curso de cine y volvió diciendo que no había que concurrir al diálogo porque era una farsa, copiándose del discurso catastrofista de Elisa Carrió.
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