Kraft – Terrabusi: se podía lograr mucho más
Lamentablemente la heroica lucha de Kraft, parece, a estas horas, estar terminando en una derrota que, a priori, por ser parcial no deja de ser muy dura.
Es que el acta que firmaron ayer tres de los cinco integrantes de la interna termina aceptando que queden en la calle nada menos que 53 compañeros.
Todavía no se saben bien los nombres, ni si hay más "maniobras" de unos y otros detrás de esos números "anónimos". Pero, evidentemente, los compañeros que estarían quedando en la calle serían los que más se jugaron a la hora de la lucha. Es decir, serían los compañeros de base que garantizaron la permanencia en la planta cuyo desalojo fue el que le dio verdadera proyección nacional a la lucha: entre ellos estaría el cuerpo de delegados, al que la patronal nunca quiso reconocer, y que llegó a jugar, por momentos, un importante rol.
La verdad es que se podría haber logrado más. La de Terrabussi, objetivamente, no llegó a ser una lucha de mayor magnitud que, por ejemplo, la de FATE y el neumático del año pasado. En el caso de Kraft, por ejemplo, no se logró que ninguna otra fábrica del gremio se moviera en solidaridad con ella. Sin embargo es categórico que la represión a los heroicos compañeros que garantizaron la permanencia por días y días dentro de la planta, la instaló en la escena política nacional de tal manera, que creó las condiciones para un resultado más favorable.
Pero la política de las dos corrientes con peso en la planta –el PCR y el PTS– impidió esto. Ninguna de las dos se jugo nunca a lograr lo que hacía falta para quebrar semejante ofensiva patronal: discutir entre el conjunto de los compañeros la necesidad de ir a una ocupación efectiva y masiva de la planta. Es decir, jugarse a medidas de lucha adentro, para las que había todavía condiciones, como paros, huelga de brazos caídos, quite de colaboración o lo que fuera, para que la posición frente a la empresa en las negociaciones estuviese en mejores condiciones.
Está claro también que, en resultado de la lucha, las responsabilidades son distintas: el PCR se mostró todo el tiempo "desesperado" por lograr el reingreso de Bogado (y el resto de la interna) y poco más le importó el resto. Que Bogado finalmente no firmara el acta de arreglo con la patronal, luce como una pura maniobra para sacarse la responsabilidad de encima. Una maniobra que salta a la vista, porque el resto de los compañeros de su partido –el PCR– garantizaron el acuerdo son su firma...
El PTS mantuvo una ubicación general por el reingreso de más compañeros. Pero, durante un largo trecho del conflicto, se desacreditó ante una enorme porción del activismo por su vergonzoso comportamiento, cuando se jugó a vaciar la planta, en vez de ubicarse en la perspectiva de permanecer en ella y de garantizar un "cerco" obrero, popular y de la izquierda a su alrededor. Esto podría haber logrado incluso evitar la represión, o hacer que el costo político de la misma fuera mucho más dramático para el gobierno.
En todo caso, la lucha todavía no ha terminado. Hay que rodear de solidaridad a las decenas de compañeros despedidos y "suspendidos", montar un campamento en la puerta de la planta y así comenzar desde ya mismo la pelea por lograr su reincorporación. Mientras tanto de lo que se trata, es de ir sacando las enseñanzas de esta lucha para que las que seguramente están por delante. No se trata, por supuesto, de hacer un "recetario" de aplicación universal, porque cada situación requiere del análisis concreto de la situación concreta. Pero sí es imprescindible aprender de ella, extraer las enseñanzas que preparen mejor al activismo en una coyuntura en las que habrá, seguramente.
Lamentablemente la heroica lucha de Kraft, parece, a estas horas, estar terminando en una derrota que, a priori, por ser parcial no deja de ser muy dura.
Es que el acta que firmaron ayer tres de los cinco integrantes de la interna termina aceptando que queden en la calle nada menos que 53 compañeros.
Todavía no se saben bien los nombres, ni si hay más "maniobras" de unos y otros detrás de esos números "anónimos". Pero, evidentemente, los compañeros que estarían quedando en la calle serían los que más se jugaron a la hora de la lucha. Es decir, serían los compañeros de base que garantizaron la permanencia en la planta cuyo desalojo fue el que le dio verdadera proyección nacional a la lucha: entre ellos estaría el cuerpo de delegados, al que la patronal nunca quiso reconocer, y que llegó a jugar, por momentos, un importante rol.
La verdad es que se podría haber logrado más. La de Terrabussi, objetivamente, no llegó a ser una lucha de mayor magnitud que, por ejemplo, la de FATE y el neumático del año pasado. En el caso de Kraft, por ejemplo, no se logró que ninguna otra fábrica del gremio se moviera en solidaridad con ella. Sin embargo es categórico que la represión a los heroicos compañeros que garantizaron la permanencia por días y días dentro de la planta, la instaló en la escena política nacional de tal manera, que creó las condiciones para un resultado más favorable.
Pero la política de las dos corrientes con peso en la planta –el PCR y el PTS– impidió esto. Ninguna de las dos se jugo nunca a lograr lo que hacía falta para quebrar semejante ofensiva patronal: discutir entre el conjunto de los compañeros la necesidad de ir a una ocupación efectiva y masiva de la planta. Es decir, jugarse a medidas de lucha adentro, para las que había todavía condiciones, como paros, huelga de brazos caídos, quite de colaboración o lo que fuera, para que la posición frente a la empresa en las negociaciones estuviese en mejores condiciones.
Está claro también que, en resultado de la lucha, las responsabilidades son distintas: el PCR se mostró todo el tiempo "desesperado" por lograr el reingreso de Bogado (y el resto de la interna) y poco más le importó el resto. Que Bogado finalmente no firmara el acta de arreglo con la patronal, luce como una pura maniobra para sacarse la responsabilidad de encima. Una maniobra que salta a la vista, porque el resto de los compañeros de su partido –el PCR– garantizaron el acuerdo son su firma...
El PTS mantuvo una ubicación general por el reingreso de más compañeros. Pero, durante un largo trecho del conflicto, se desacreditó ante una enorme porción del activismo por su vergonzoso comportamiento, cuando se jugó a vaciar la planta, en vez de ubicarse en la perspectiva de permanecer en ella y de garantizar un "cerco" obrero, popular y de la izquierda a su alrededor. Esto podría haber logrado incluso evitar la represión, o hacer que el costo político de la misma fuera mucho más dramático para el gobierno.
En todo caso, la lucha todavía no ha terminado. Hay que rodear de solidaridad a las decenas de compañeros despedidos y "suspendidos", montar un campamento en la puerta de la planta y así comenzar desde ya mismo la pelea por lograr su reincorporación. Mientras tanto de lo que se trata, es de ir sacando las enseñanzas de esta lucha para que las que seguramente están por delante. No se trata, por supuesto, de hacer un "recetario" de aplicación universal, porque cada situación requiere del análisis concreto de la situación concreta. Pero sí es imprescindible aprender de ella, extraer las enseñanzas que preparen mejor al activismo en una coyuntura en las que habrá, seguramente.
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