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SOBRE LO OCURRIDO EN LA ESMA
Un acto repudiable de sectarismo y oportunismo
El 27 de diciembre pasado el Ministerio de Justicia de la Nación
organizó un brindis por el cierre del año. Nada inhabitual sino fuera
porque el lugar elegido para ello resultó ser el predio de la ex Esma,
centro clandestino de detención, tortura y muerte de la última dictadura
genocida.
Para nuestro partido, los campos clandestinos son, antes
que nada, testimonio material de los crímenes aberrantes del terrorismo
de estado tras el golpe de 1976 y de los padecimientos y resistencias de
miles de compañeros luchadores populares. Es en esta condición, de
testimonio, como realizan el mejor aporte a la construcción de la
memoria popular activa en las prácticas del presente, sin olvido ni
impunidad.
Este repudiable acto
(imaginamos que no ha sido el único), que sale a la luz en medio de las
pujas por arriba, muestra un comportamiento político sectario y
oportunista. No resulta extraño en un gobierno que ejercita un doble
discurso, y no sólo en lo referido a los derechos humanos. Mientras
pretende apropiarse de la lucha que por más de 30 años dieron organismos
de derechos humanos y organizaciones populares, gremiales,
estudiantiles y políticas contra la impunidad a los genocidas; en el
presente, como contracara, elude su responsabilidad política en más de
veinte asesinatos por represión estatal o paraestatal y su inacción
deviene en complicidad con las desapariciones de Julio López y Luciano
Arruga.
Cabe preguntarse que tiene que ver con los derechos de
nuestro pueblo la sanción de la nefasta ‘ley antiterrorista’ o que el
teniente coronel médico Berni encarcelara a más de sesenta luchadores
desocupados en Campo de Mayo, lugar de otro de los infaustos centros de
detención clandestinos de la última dictadura.
Por ello, sin
oportunismo político o electoralero, nos sumamos al repudio a este acto
organizado por el Ministerio de Justicia. Y entre otras razones, nuestro
partido perdió a cinco camaradas, desaparecidos de la Esma junto a
Azucena Villaflor, María Ponce de Bianco, Esther B. de Careaga, las
monjas francesas y otros dos compañeros cuando, en la Iglesia de la
Santa Cruz, en diciembre de 1977, intentaban denunciar en la prensa los
crímenes del golpismo.
7/01/201
OSCAR KUPERMAN
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