Tras las elecciones, un Macri sin maquillaje y a cara descubierta - Macri y Cambiemos, van por más
Montado en el resultado electoral el gobierno profundiza el ajuste. El triunfo en las cinco provincias más determinantes y el casi 42% de los votos obtenidos nacionalmente, obraron como señal esperada para avanzar hacia las reformas estructurales, a la par de una pretendida fortaleza institucional que le permitiría, soñar anticipadamente, con una futura reelección. La idea de no volver al pasado volcó en favor de Cambiemos el voto mayoritario, aún en lugares inesperados como la provincia de Buenos Aires o La Rioja. La polarización con Cristina fue superior a las primarias de agosto y derrumbó tanto a Massa como a aquellos gobernadores del PJ afines al oficialismo. El escenario de avanzar sobre la corrupción impulsada por el gobierno, junto al rebote que se produjo en la economía a partir fundamentalmente del mejoramiento relativo en la industria de la construcción, y de una oferta abundante de créditos para consumo a los poseedores de tarjetas Argenta y/o para viviendas en sectores medios, fueron influyentes en los resultados. El voto vergonzante a Vidal-Bullrich, sobre todo en franjas jóvenes de trabajadores ligados al peronismo, se apoya más en el desamparo social, sanitario y de infraestructura general que predomina en el conurbano luego de haber gobernado el PJ durante 28 años la provincia. Predominó la idea de lo que no se quiere, antes que medir las consecuencias de lo que puede venir. La ex presidenta seguirá siendo una corriente opositora, con 3,5 millones de votos, pero ya dejó de ser una alternativa para el conjunto. Los barones del conurbano, como veletas, se acomodan a un cambio de época, que tampoco les servirá. Se mantuvieron firmes los 415 mil votos en blanco e impugnados que se expresaron en la provincia.
Con ese caudal el macrismo apura consciente que hasta finales de 2018 dispone de viento a favor para imponer condiciones que, pese a no contar con mayoría automática, podrá validar en el parlamento, cuantas veces fuere necesario. El estado declinante de la oposición peronista, acuciado por sus propias internas, lo habilita para cerrar acuerdos y prestarse a toda clase de componendas.
Ni pacto de Moncloa
Ni acuerdo nacional
Rodeado, en el Centro Cultural Kirchner, por lo más granado del establishment empresarial, jueces de privilegios, políticos sumisos y jerarcas sindicales, el presidente delineó y llamó a consensuar líneas específicas para eliminar la inflación, equilibrar el déficit fiscal, reducir el costo laboral y hacer del país un atractivo institucional a las inversiones del capital, en la añejada idea de que allí están las bases para el desarrollo e insertar al país en el mundo globalizado. Las urnas habilitan el delirio de los vencedores y a su vez no reflejan con veracidad y subestiman las enormes reservas de lucha y la potencialidad que anida en la conciencia histórica de nuestro pueblo. No por delirantes se puede perder de vista la peligrosidad de los planes que la gran burguesía en su expresión más reaccionaria, pretende imponer a partir del respaldo obtenido. Como tantas otras veces, la estafa se consumó en la medida que se ocultó para después de las elecciones la letra chica del mandato y que hoy aparece con toda su crudeza en las medidas específicas que hacen al plan general. De hecho, la idea motorizada que “no hay otra salida para recomponer la herencia recibida” implica una nueva vuelta de rosca para volcar la crisis generada por el mismo capitalismo dependiente, sobre los intereses populares.
De dónde vienen
El proyecto, tanto por sus intereses como por el modelo neoliberal, resulta la continuidad en su versión más cruel de los noventa de Menem-Cavallo. Integración al mundo a partir de relaciones carnales con el capitalismo occidental, entrega de las riquezas y privatización de las empresas estatales, flexibilización laboral con la venia de la burocracia sindical y hasta de jueces de Comodoro Py serviles al poder de turno. La percepción montada entonces de que “estamos mal pero vamos bien” derrapó poco después con De la Rúa-Cavallo hasta que la insurrección popular de 2001 hizo añicos el intento. Que el voto mayoritario se inclinara por Menem, dos veces, en su versión peronista y que la consagración de este presidente en 2015 y la ratificación actual, haya sido en su versión radical-PRO y centro derecha, no puede ocultar que ambos reflejan intereses, según la época, determinados por la asociación monopólica gran burguesa y el imperialismo en un mundo globalizado, que dejó de ser unipolar. La intención del votante por cierto fue totalmente contraria al uso que harán del mismo la mayor parte de los mandatados. En definitiva la crisis abarca también a las estructuras políticas y sus representaciones que a poco de ser electos se preparan para quitar derechos y achicar ingresos de los trabajadores sin poner en el banquillo a la concentración económica, la especulación financiera, cadenas supermercados, bancos, etc. La clave seguirá siendo la movilización popular, pero de ninguna manera lo será un parlamento que se prepara mayoritariamente para aprobar el paquete.
Adónde van
Los pilares de la presentación presidencial, a dos años de su gestión y con el impulso que le otorgan los resultados de octubre, fueron expuestos con mayor detalle por sus ministros. Además de los consensos y discrepancias, no faltaron las insinuaciones de Triaca sobre la dirigencia gremial para destapar chanchullos o acudir a los carpetazos en caso de hostilidad manifiesta sobre las medidas a implementar. El caso del ‘Pata’ Medina, su decapitación y la prisión donde se aloja, surgen repetidamente en esas reuniones. La andanada principal sobre los trabajadores, más allá de la seguidilla de aumentos cotidianos, giran alrededor de sus derechos laborales y jubilatorios. Se trata de acordar en lo esencial los profundos cambios regresivos y ajustes que implica en la vida común antes de su presentación al Congreso.
Reforma previsional
Pretenden elevar, pese a la desmentida oficial, la edad jubilatoria a 70 y 67 años de varones y mujeres en esta primera instancia con la falacia que el sistema no se sostiene dado la desproporción existente de 3x1 entre cantidad de jubilados y trabajadores activos. A su vez el gobierno no oculta el manejo distorsionado de los Fondos de Garantía Sustentable ni los negociados efectuados con la venta de las acciones pertenecientes al ANSES. Pero el ajuste más sensible e inmediato incluye un cambio en la actualización de los haberes jubilatorios. Reemplazar la fórmula de movilidad que rige desde 2009 y actualiza los montos semestralmente, por otra que ajusta trimestralmente de acuerdo a la inflación. La movilidad incluye para su cálculo otras variables como la recaudación y estimaciones paritarias, que aumentan sus recursos en relación con los trabajadores en actividad. Dicho índice se aplica también para la asignación universal por hijo.
El gobierno pretende que ahora jubilaciones y AUH se actualicen por inflación. De ese modo, se reducirán las subas que los beneficiarios perciben cada año y que ya de por sí son notablemente bajas. Pesos 7.246 la mínima. El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) calculó la suba prevista para 2018, entre el índice actual y el que pretende el gobierno, en los beneficiarios de la mínima la pérdida sería de $900 por mes y en la AUH de $150 menos por hijo. Siendo los jubilados más de 15 millones y a su vez el sector más débil del estrato social, los CEO del macrismo encontraron allí un “ahorro” de $ 100 mil millones para achicar el déficit. Cambiemos en campaña había defendido el 82% móvil.
Reforma laboral
No se queda solo en la baja salarial o cambio de condiciones laborales, ni de convenios por empresa en lugar de los actuales por ramas o actividad. No se trata solo de precarización mayor, sino que atenta contra derechos ya adquiridos que se pretenden borrar retrotrayendo la situación a décadas pasadas, como si fueran esos derechos la causa de la crisis sistémica que acarrea el capital monopólico en sus entrañas y en la región. Si en Brasil pudieron aprobar dicha legislación mediante un parlamento pirata y la figura presidencial menoscabada y sin credibilidad alguna, los intentos del ministro Triaca de cerrar acuerdos con la CGT y el moyanismo, carpetazos de por medio, supondrá una claudicación total de la burocracia sindical y, también, en su papel de referentes históricos del peronismo. Están en jaque las 8 horas y van por una jornada de 10hs. Reducción de contribuciones patronales en detrimentos de las cajas y fondos jubilatorios. Precarización mayor con contratos basuras e inestabilidad laboral. Eliminación de la indemnización actual y su reemplazo por un fondo constituido por aportes del 12% de los salarios obreros. De tal forma que son los trabajadores los que financian su propio despido. Ello abrirá, más allá de las decisiones legislativas, una grieta mayor con las bases y delegados obreros cuya perspectiva correrá parejo al crecimiento de las luchas y de la unidad organizada del combativismo, el antiimperialismo y la izquierda revolucionaria.
Reforma impositiva
En política tributaria el tira y afloje con los gobernadores gira alrededor del pacto fiscal y la unificación de las cajas previsionales en primer lugar. La reducción del impuesto a los ingresos brutos que alcanza en promedio el 75% de los recursos directos que disponen las provincias y que más allá de las compensaciones que se puedan lograr vía coparticipación o el regateo sobre el impuesto al cheque, suponen fuertes ajustes en las economías regionales. Por otro lado el aumento en los impuestos inmobiliarios por encima del 50% en 2018, a las bebidas y gaseosas, a los combustibles, a las tarifas de transporte de luz y gas próximamente inciden preponderantemente en los bolsillos populares ya de por sí castigados por los achiques que conllevan las reformas laboral y previsional. Evidentemente que el pedido presidencial “todos tienen algo que ceder” a los empresarios reunidos en la Bolsa de Comercio el 02/11, inquietos por el aún no clarificado impuesto a la renta financiera, no se compadece en nada con el furibundo hachazo a los deseos de bienestar y a los intereses populares que implica el proyecto.
La lucha continúa
Lo llamativo y a su vez contradictorio es que el respaldo obtenido por Cambiemos en las urnas ocurre en el período de mayores y sucesivas movilizaciones reivindicativas, democráticas y políticas efectuadas. De allí que sacar rápidamente conclusiones de “amplia corrida a la derecha del electorado” o “se viene la noche” sería un simplismo que no considera que ni el voto en una democracia cada vez más degradada institucionalmente ni la farsa que significa mentir para ganar y después no cumplir sin que nadie pague las consecuencias, no implican necesariamente un aval a las medidas anunciadas ni a la profundización del rumbo impreso para que sean los trabajadores y el pueblo, otra vez, los que paguen los platos rotos de una fiesta nunca compartida. Por otro lado sería subestimar las reservas de lucha existentes para la acción concreta y en el terreno de la calle los barrios las fábricas y las aulas, como otras tantas veces cuando desborda la bronca e indignación frente a tantos derechos conculcados. Las inmensas movilizaciones de marzo, docentes, estudiantes, obreros y mujeres del “ni una menos”, el paro de abril, las marchas del 2x1 y las que vinieron luego por la desaparición de Santiago Maldonado, junto a las distintas y numerosas expresiones por reclamos sectoriales que suceden diariamente en el país, hablan de un pueblo movilizado que pasada las elecciones deberá hacer el balance respectivo, descartar proyectos ajenos a los intereses del proletariado y buscar la unidad en la acción, sin creer ni esperar que desde el Parlamento vendrán soluciones. Allí están, después del 22, otra vez desocupados, piqueteros y precarizados lanzados a las calles por pan y trabajo frente al incumplimiento oficial y con la mira puesta en diciembre, allí cuando las necesidades quedan expuestas abiertamente en la mesa de los que menos tienen. Macri ha crecido en votos, legisladores y gobernaciones, pero no tiene el control de calles ni barrios ni fábricas. No podrá impedir la unidad de acción desde abajo donde los programas reivindicativos y democráticos ligados a las necesidades mínimas son los que unen y organizan hacia una perspectiva mayor. Sigue abierto el reclamo por la desaparición forzada y muerte de Santiago Maldonado, de los obreros en Cresta Roja, en el Inti, choferes de UTA, los docentes contra el “plan maestro” etc., pero fundamentalmente de los obreros del ingenio Ledesma cuyos propietarios, los Blaquier, responsables también por crímenes de lesa humanidad en el apagón de 1976, desconoce conquistas salariales y niega el derecho de la organización gremial.
Hacia estimular el auge de luchas y ampliarlo fue orientada nuestra propuesta de voto bronca. Cerca de 1,1 millón de votos en blanco y anulados -sin considerar abstenciones- dan cuenta de la existencia de parte de esta corriente. De la misma manera, será tarea central promover la lucha, paralelo a la denuncia y desenmascaramiento del proyecto macrista. Mientras tanto hacemos nuestras las banderas de la revolución obrero-campesina de octubre en Rusia al cumplirse los 100 años y que junto a otras fuerzas políticas conmemoramos este 11 de noviembre en Parque Rivadavia.
Andrés Zamponi
FUENTE: RED JAUREGUI
15 nov 2017
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