Apenas unas horas después del mensaje presidencial que anunciaba una nueva escalada en el ajuste contra el pueblo, y mientras las autoridades económicas del país viajaban a Washington para sentarse en la mesa del FMI, diversos grupos de vecinos de Sáenz Peña rodeaban supermercados procurando el acceso a alimentos y recibían plomo por respuesta. En la noche y en medio de la represión, Ismael Ramírez de 13 años, moría de un balazo en el pecho. Esta escena es la muestra más clara del país que tiene para ofrecer el gobierno de Macri y sus aliados como Peppo, a un pueblo harto de pagar con su sufrimiento y con su sangre la fiesta de un puñado de monopolios, multinacionales y banqueros que están saqueando el país a plena luz del día.
Presidencia Roque Sáenz Peña y el Chaco en general son testigos en primera persona de la ruina social y económica en que se encuentran las grandes mayorías populares en los últimos tiempos. La segunda ciudad en importancia de la provincia, concentra una gran población de origen Qom y Mocoví, cuyas condiciones de vida han sido históricamente miserables, y actualmente sufren más que nadie el impacto de la crisis en curso. La principal “asistencia” estatal para estos sectores pauperizados consiste en una “tarjeta alimentaria” por un monto insultante de $180 mensuales, que encima tiene severos retrasos y es fruto de la especulación por parte de los principales comercios en la región. Este cuadro de situación desesperante es el motor de los crecientes reclamos e intentos de recuperación de alimentos.
El temor al desborde social -esperable en estas circunstancias-, lleva a los gobiernos del ajuste a agregar el condimento que faltaba: la represión. El despliegue y saturación de fuerzas represivas -tanto provinciales como federales- en toda la ciudad, derivó en una represión policial sobre los vecinos movilizados, acabando con la vida de Ismael y dejando decenas de heridos de diversa gravedad. Conociendo la capacidad del aparato represivo, la justicia y la dirigencia política para tergiversar los hechos y cubrirse entre sí, a los efectos de comprender la situación, poco importa si la bala que atravesó el pecho de este niño fue policial o civil. El de Ismael es un asesinato de la política de ajuste, entrega y represión de Macri en Argentina y de Peppo en Chaco.
Estos hechos se dan en el marco de un brutal arrebato de recursos del pueblo trabajador por parte del capital financiero nacional e internacional, habilitado por un gobierno que vino para hacer posible este robo. La respuesta obrera y popular a esta situación no se está haciendo esperar, aunque la mayoría de las conducciones políticas y sindicales estén más preocupadas en contener y dilatar que en organizar y desatar la lucha. Detrás de las múltiples peleas salariales y por los puestos de trabajo en las empresas privadas y de cada lucha de los trabajadores estatales, detrás de cada toma universitaria, de cada rechazo callejero a los tarifazos y de cada jornada de lucha del movimiento piquetero, está flotando el fantasma de la rebelión popular.
Frente a la escalada ajustadora y entreguista del macrismo y la oposición cómplice, que nos llevan a la ruina de la mano del FMI, ya no alcanza con respuestas sectoriales y aisladas. Es tiempo de impulsar sin demoras una coordinación de las diferentes luchas obreras y populares que le haga frente de manera unitaria y callejera al plan de gobierno de Macri y sus cómplices, que se oriente a construir la rebelión como arma política para sacarnos de encima a los verdaderos saqueadores. Ni espejismos electorales ni compromisos de gobernabilidad. La necesidad del pueblo trabajador pasa por la unidad de las luchas en dirección a poner en retirada a Macri, el FMI y sus socios, levantando un programa de no pago de la deuda externa, nacionalización de la banca, el comercio exterior y los recursos estratégicos del país, bajo un gobierno provisorio de trabajadores, estudiantes y fuerzas populares.
PRML 06/09/2018
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