29 oct 2019
DECLARACIÓN DEL NUEVO MAS
Compartimos la alegría popular por la derrota electoral que termina con el gobierno de Macri
Llamamos a prepararse para enfrentar en las calles la crisis y los ajustes que vienen
28 octubre, 2019
Como se esperaba, Macri acaba de ser derrotado perdiendo la presidencia. Un gobierno reaccionario que en la primera mitad de su mandato deliraba con una permanencia de al menos 8 años, terminará yéndose –máximo- de acá a un mes, lo que ha despertado la justa algarabía popular.
Sin embargo, Macri puede agradecerle a sus oponentes, el Frente de Todos, no solamente haber llegado hasta acá sino, incluso, haber logrado una importante remontada en relación a las PASO, logrado un resultado electoral más que satisfactorio en CABA (donde retuvo la jefatura de la ciudad), Córdoba y Mendoza así como recuperándose en distritos como Santa Fe y Entre Ríos, donde había perdido en Agosto por una importante diferencia.
¿Cómo se explica esta remontada? Ocurre que mientras el macrismo movilizó su base social reaccionaria, el kirchnerismo y los dirigentes sindicales se dedicaron a la contención. Luego de las históricas jornadas de diciembre del 2017 llamaron a “esperar al 2019” y durante esta larga campaña electoral pidieron “no salir a las calles”…
Así las cosas, si se adelantaba una elección muy polarizada, un balotaje anticipado en Macri y Fernández. Ese “balotaje” se concretó pero de una forma más conservadora; más corrido hacia la derecha por así decirlo.
Esto nos lleva a la elección de los Fernández. El Frente de Todos realizó un importante votación capitalizando un significativo voto castigo a un gobierno agente directo de los empresarios; una elección que, atención, tiene su propio peso al expresarse en una diferencia de varios puntos.
¿Qué es lo que los benefició? Por una parte, el justo odio popular a Macri luego de dos años de ajustes y crisis económica ininterrumpida. Por el otro, el recuerdo del gobierno kirchnerista que, con sus más y sus menos, gozó casi hasta el final de ciertas ventajas en el mercado mundial, entre otras, el súper ciclo de materias primas (los altos precios de las commodities que se expresaron en la primera década del siglo XXI). Un recuerdo que genera expectativas que la nueva gestión de los Fernández de ninguna manera podrá satisfacer (¡los primeros discursos poselectorales ya ha sido abriendo el paraguas!).
Por lo demás y adelantándose el choque de intereses sociales que se viene, la derrota electoral de Macri y el triunfo de los Fernández llega cuando internacionalmente se vive una suerte de “primavera de los explotados y oprimidos”: un levantamiento generalizado en los 4 puntos cardinales del globo en repudio a las condiciones voraces del capitalismo de hoy, al ajuste económico permanente, a la desigualdad, a la miseria, a la falta de perspectiva para las nuevas generaciones, así como la multiplicación de zarpazos antidemocráticos contra derechos elementales para los de abajo.
Si compartimos plenamente la alegría de la inmensa mayoría de la sociedad trabajadora por la derrota del gobierno, alertamos que lo que viene no será un “lecho de rosas”.
La economía mundial se encamina a una recesión. El país está sumido en una crisis económica dramática que en dos años acumuló una devaluación del peso por algo en torno al 300% y que este año llevará nuevamente la inflación a casi el 60%. Los salarios reales han sido pulverizados. Los índices de desocupación y subocupación están retornando a los de comienzos de los años 2000, lo mismo que los niveles de pobreza.
El país, nuevamente, está endeudado con los acreedores privados y el FMI por algo en torno a los 200.000 o 300.000 millones de dólares (la cifra exacta es difícil establecer). En los últimos dos años se han fugado de la Argentina 100.000 millones de dólares y las reservas de libre disponibilidad (es decir, sin tocar los depósitos de los ahorristas), necesarias para pagar importaciones para el funcionamiento económico y pagar deuda, están por debajo de los 10.000 millones de dólares…
Por lo demás, existe una amplia mayoría de las clases medias que se han expresando de manera reaccionaria detrás de la fórmula de Macri y Picheto y que presionarán por derecha para no ceder nada; para que la crisis la paguen, como siempre, los trabajadores y trabajadoras.
En síntesis: el país sale polarizado de la elección, transitando una cesación de pagos, sin fondos para funcionar y ni Macri ni Fernández han dado pistas acerca de qué es lo que harán a partir de mañana…
Tal es la situación, entonces, que más allá que hoy sea un día de algarabía, mañana volverá la crisis. La semana pasada comenzó una nueva corrida contra el peso que llevó al retiro de fondos de los bancos, a una creciente demanda de divisas y a que en los comercios comenzaran a escasear las mercaderías mientras los precios volaban por las nubes.
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Fernández ha dicho que “renegociará la deuda sin quita” (una negociación “a la uruguaya” la llamó él), es decir, mediante un alargamiento de los plazos de pago.
Pero pagar (y, para colmo, íntegramente) esta nueva deuda sideral, esta verdadera estafa al pueblo trabajador, es seguir encadenados a los mismos organismos financieros contra los cuales están rebelándose los pueblos del mundo.
Para cumplir con las “obligaciones”, aun mediante alguna “renegociación”, Fernández, Cristina, los dirigentes sindicales y los empresarios están promoviendo un “pacto social”.
A muchos trabajadores y trabajadoras, ante el carácter abiertamente empresarial de Macri, les cae bien la idea de un “pacto”; un supuesto “acuerdo social” que beneficiaría a los de abajo. Pierden de vista, sin embargo, que dichos “acuerdos” siempre se han realizado en detrimento de los trabajadores y las trabajadoras.
El pacto social que promueve Fernández no le va a traer ningún beneficio a los de abajo. La idea es que los trabajadores resignen salario, empleo y condiciones de trabajo para que la economía se “estabilice”…
Es decir: se pretende que un supuesto “congelamiento de precios y salarios” pare la escalada inflacionaria. Pero más allá que este tipo de congelamiento nunca ha funcionado, la trampa es obvia: se quiere establecer un “congelamiento” en el punto actual, con el dólar y los precios por las nubes, y los salarios y el empleo por el piso; esto combinado con llamar a los trabajadores y trabajadoras a “esperar” para obtener mejoras.
La población trabajadora tienen derecho a sentirse feliz por haberle propinado una derrota electoral de importancia al macrismo; derrota electoral que, como hemos dicho, es el efecto atrasado y distorsionado de nuestra propia acción: la paliza que le dimos a Macri en las históricas jornadas del 14 y 18 de diciembre del 2017.
Todos los méritos de esta derrota electoral corresponden a los de abajo; todos sus límites corresponden al kirchnerismo y los dirigentes sindicales que, mediante la contención, dejaron que el macrismo hiciera una elección superior a la esperada.
Los votos obtenidos por Lavagna van en el mismo sentido conservador que el macrismo por no hablar de los de Gómez Centurión (que quedó 4ª en 14 provincias) y los de Espert.
De conjunto, la votación a las fuerzas patronales muestra que si bien subsiste un porcentaje minoritario valioso que vota a la izquierda, la elección resulto magra para el FITU (el Frente de Todos y el voto útil le pusieron un “techo de hierro” a sus aspiraciones electoralistas).
Harán falta todavía eventos revolucionarios para que este dique de contención –que es político y sindical- se rompa; algo que no puede procesarse sólo electoralmente como parecen creer las fuerzas encabezadas por Del Caño.
Porque, en definitiva, lo electoral es más bien una resultante distorsionada de los procesos moleculares que se procesan subterráneamente en la conciencia obrera y popular y que dependen, en definitiva, de la lucha de clases.
Esto nos lleva a la elección de la izquierda. Repetimos que el FITU ha obtenido una votación presidencial muy magra obteniendo solo el 2%, su peor elección desde el 2011. Recordemos que en las PASO dicho frente alcanzó algo en torno al 3% mientras que nuestro partido araño el 0.8%.
Una parte de estos flojos resultados electorales –repetimos, los peores desde el 2011- se puede atribuir seguramente, a razones objetivas fundadas en la polarización electoral entre las fuerzas patronales mayoritarias.
Sin embargo, también es verdad que el conservadurismo y oportunismo con que el FIT (U) abordó las elecciones, le han terminado pasando factura. Un frente jugado a obtener sólo ganancias poroteras, sólo puede ser evaluado en ese sentido (¡porque “siembra estratégicamente” poco y nada!).
Y la realidad es que en materia de “porotos” –su propia medida de las cosas- el resultado ha sido flojísimo. Lo que se vive es, entonces, una crisis de su rutinarismo y adaptación a las reglas de juego de la democracia patronal.
Es que, sin olvidarnos que nunca han condenado el mecanismo proscriptivo, en esta campaña han llegado al extremo vergonzoso de resignar la pelea por la independencia de clase, la pelea por la candidatura de Del Caño, centrándose en el llamado al corte de boleta.
Una acumulación de problemas que ahora parece haberles estallado en la cara: la posición de Del Caño que “con 20 diputados” se resolverían los problemas, el haber tenido en su léxico prohibida la palabra anticapitalismo justo cuando el mundo estalla, el haber votado la emergencia alimentaria -sin ninguna necesidad, salvo criterios electoralistas- en unidad nacional con las fuerzas burguesas, el haberse negado Del Caño a alertar sobre el pacto social que viene en dos debates presidenciales sucesivos, el no haber planteado en 2018 el “fuera Macri” porque “no se tenía recambio de izquierda a mano” (¡una aberración oportunista vergonzosa!), el haberse gastado millones para llamar por teléfono a los votantes de Zamora para que los voten a ellos; el haber llevado adelante una campaña rutinaria, de aparatos, no militante…
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Es decir: otros tantos elementos de adaptación inercial e insensible a las reglas de juego de un frente al que llamamos públicamente a votar críticamente por criterios de independencia de clase. Esto a pesar que ellos mismos se transformaron en un frente de “media independencia de clase” colocando el centro en el llamado al cortar boleta (como ya señalamos).
El problema de fondo es la búsqueda de ganancias inmediatas sacrificando las perspectivas políticas. Problema que, en ausencia de “porotos” se agrava porque, entonces, no queda nada.
El FIT ha resignado así tanto la educación política de franjas de los trabajadores, que debería ser el objetivo principal de una campaña electoral revolucionaria como, además, y muy grave, educar equivocadamente –en criterios instrumentales y oportunistas– a toda una nueva generación militante que integra las filas de la izquierda y que no tiene suficientes reservas cuando venimos de más de 30 años de democracia burguesa.
En fin, y más allá de lo anterior, queremos destacar que nuestro partido, aguantándose una vez más sin ceder en sus criterios principistas las reglas de juego proscriptivas, realizó una campaña electoral histórica en las PASO, que nos permitió instalar a Manuela Castañeira como una de las principales figuras de la izquierda argentina.
Y no solamente esto: tenemos el orgullo de haber presentado a la única precandidata a presidente mujer de esta elección, buscando no sólo “encarnar” uno de los movimientos de lucha más importantes de los últimos años sino buscando ayudar a que el ejemplo de lucha de este movimiento puede irradiarse sobre el conjunto de los de abajo. Esto en el sentido que es en las calles donde, en definitiva, podemos obtener nuestros reclamos.
Realizamos una campaña electoral militante sin ceder a las presiones y criterios de aparatos (o mini aparatos), a tiza y carbón; una campaña donde pusimos en cuestionamiento no meramente al “modelo”, sino al capitalismo como tal.
Y con esa campaña principista de independencia de clase y socialista, obtuvimos 180.000 votos de los cuales estamos orgullosos.
Pasadas las elecciones el Frente de Todos ha ratificado que quiere que Macri se quede hasta el último día, el 10 de diciembre. Mientras llaman a los trabajadores a esperar, ya están abriendo el paraguas afirmando que la “herencia es muy pesada” (eso a modo de frenar cualquier expectativa de mejoras y reclamos).
Compartimos la alegría por la derrota de Macri. No confiamos en el nuevo gobierno kirchnerista o poskirchnerista. Sólo confiamos en las luchas de los trabajadores y trabajadoras para obtener sus derechos.
Y nos parece fundamental sostener a partir de mañana el mismo programa que defendimos durante nuestra campaña electoral: la ruptura con el FMI y el no pago de la deuda externa; la prohibición por ley de despidos y suspensiones y la expropiación bajo control de los trabajadores de toda empresa que despida masivamente o vaya al cierre; el aumento generalizado al 100% de los salarios indexado mensualmente; la nacionalización de la banca, el comercio exterior y los grandes depósitos de divisas (defendiendo, a la vez, a los pequeños y medianos ahorristas); el congelamiento de precios y la garantía estatal del abastecimiento de los productos de primera necesidad; la instauración inmediata de retenciones progresivas a los grandes productores y exportaciones agrarios; el rechazo a toda reforma laboral así sea por sector, jubilatoria o tributaria regresiva, así como el apoyo a las rebeliones populares que están en curso en Latinoamérica y en el mundo cuestionando un capitalismo que no se aguanta más.
Desde mañana, nuestra militancia estará al lado de los trabajadores, las mujeres y la juventud en cada reclamo, enarbolando un programa anticapitalista y construyendo la izquierda que crece: el Nuevo MAS.
Comité Ejecutivo del Nuevo MAS, 27 de octubre del 2019, 24 horas.
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