29 abr 2009

ASAMBLEAS EN RADIO: KIRCHNER Y EL CAOS

ASAMBLEAS DEL PUEBLO


Editorial Asambleas en Radio

KIRCHNER Y EL CAOS.

En un acto de campaña electoral realizado ayer en el Luna Park, el orador central, Néstor Kirchner, llamó a los poco más de 8000 presentes a dar una gran batalla en los comicios del 28 de Junio próximo, bajo la advertencia de que si son derrotados sobrevendrá el CAOS en nuestra Patria.
Palabra más o menos, para el kirchnerismo en las próximas elecciones el dilema es “NESTOR O EL CAOS!”. El caos sobrevendría de la pérdida de la mayoría legislativa que el gobierno experimentará en las urnas, según afirman casi todas las encuestas previas, y, dado que el kirchnerismo ha demostrado no poseer ninguna capacidad ni voluntad de negociar ni de consensuar nada con nadie que no opine exactamente igual que ellos, se vería en la imposibilidad de seguir gobernando y, el “caos” imperaría en nuestro país.
En el diccionario, por “caos” se entiende un abismo sin fondo, donde todo cae en perpetuo desorden, sin rumbo ni sentido y también una división violenta, una ruptura del orden natural, del equilibrio, de la justicia, de la sensatez. De manera que, según Néstor Kirchner, a ése estado de cosas, injusto, arbitrario, desordenado, imprevisible y abismal nos encaminamos si no votamos la alquimia electoral que la Casa Rosada pretende.
Ahora bien, si observamos la realidad en la que vive nuestro pueblo y nuestra Nación con un poquito menos de alcahuetería oficialista que la ofrecida en el acto de ayer, nos encontramos con un verdadero “CAOS” en el que estamos todos sumergidos y del que el primer responsable es, precisamente, la pareja presidencial.
O, acaso, no es “caótico” que en el país de las pampas inmensas y fértiles, de los trigales y las mieles, del granero del mundo, más de doce millones de compatriotas vivan bajo la línea de la pobreza, aunque en las estadísticas truchas de Guillermo Moreno y Néstor Kirchner estén engordando y pelechando de la buenaventura de la política económica oficialista.
O no es caótico que cuatro millones de compatriotas estén, directamente, en la miseria lisa y llana, a merced del hambre, la vinchuca y el dengue.
O no es caótico que ante un déficit de casi dos millones de viviendas
el gobierno anuncie, uno tras otro, planes de construcción que nunca se terminan y que cuando lo hacen, en dosis homeopáticas, se entregan a los punteros políticos para que hagan sus negocios habituales
No debe ser llamado “caótico” el hecho de que en la Ciudad más rica del país, nuestra Capital Federal, uno de cada cuatro porteños tenga graves problemas habitacionales y NADIE, ni los gobiernos de Ibarra, Telerman, Macri, Néstor y Cristina hayan hecho absolutamente NADA por empezar a resolverlo?
No es, verdaderamente, un caos el que ha generado a miles de hogares la sucesión de tarifazos abiertos o encubiertos y que afectan a todas las necesidades básicas de los mismos humildes que el gobierno dice defender
Cómo debe ser llamada la situación sanitaria del país humilde que el dengue ha puesto en descubierto y que ha cobrado vidas y salud de millares de argentinos, mientras los funcionarios responsables de cuidar nuestra salud se encuentran abocados más a defender su sillón de los ataques de otras camarillas –como Graciela Ocaña- o a festejar, impúdicamente, lujosos cumpleaños de quince –como Sandra Mendoza, ministra de salud del Chaco-?
Si la palabra no es “caótica”, cómo debería ser calificada la miseria creciente de decenas de miles de pequeños productores agropecuarios, cercados por la soja, el round up y la concentración de la tierra, favorecida, precisamente por éste mismo gobierno que hoy vocifera contra la patronal sojera?
Cómo describir la angustia de los productores de cítricos que reciben poco más de dos pesos por un cajón de veinte kilos de naranjas que se venden, después,
a dos pesos el kilo desde el mismo Mercado Central que controlan las patotas del Secretario de Comercio?
No resulta caótico escuchar hablar de fomentar el consumo, cuando los trabajadores ven pasar por sobre sus cabezas los temibles telegramas de suspensión o despidos, sin ninguna protección más que su voluntad de luchar para conservar el empleo?
Y qué decir de los desastres ambientales llevados adelante por empresarios amigos o asociados al poder de un gobierno que juró que la conservación del medio ambiente era “causa nacional”? Cómo hablar del Riachuelo, de la minería destructora, de las papeleras, del Polo Petroquímico, de los basurales del CEAMSE?
Qué decir de un Secretario de Medio Ambiente que luce en su CV la dudosa condecoración de haber sido el abogado defensor de los mayores contaminadores de la Cuenca Matanza-Riachuelo?
Cómo hablar de la construcción política que lleva adelante el kirchnerismo, en la que mezcla a Aldo Rico, Otahece, Luis D Elía, Moyano y Madonna Quiroz, la caricatura senil de Evita que propone la patética candidatura de Nacha Guevara, los testimoniales y los inimputables?

En realidad, lo que debería haber dicho Néstor Kirchner es que se debe elegir entre el caos de injusticia y barbarie que su gobierno administra y el caos no menos bárbaro y temible que proponen sus padrinos, socios y amigos de ayer y enemigos de hoy, como Duhalde, Solá, Cobos, Macri o Reuteman, porque, como decíamos antes, ya estamos, hasta el cuello, sumergidos en éste cambalache caótico
al que nos han conducido unos y otros.
Pero, para sorpresa del iracundo orador de anoche, la palabra CAOS, también puede ser entendida de otras maneras. Según Hesíodo, en la antigua mitología griega, CAOS fue el primer dios elemental en surgir durante la creación del universo y estaba compuesto por el aire, el viento y la niebla; su género era femenino y se la consideraba madre de otras deidades magníficas y primordiales tales como Nix (la noche), Eter (la luz), Hémera (el día) y, junto a su hija Nix, era la diosa del destino y de ella surgió el huevo cósmico que daría lugar al universo conocido. En consecuencia, lejos del carácter despectivo y atemorizador que Néstor Kirchner quiso darle, en las antiguas y sabias tradiciones mitológicas helenas, el caos era el vacío del cual surgía la esencia vital y al cual sucedían los demás dioses.

Tal vez –y para su pesar- Néstor Kirchner tenga razón en éste sentido: la muy probable derrota de la pandilla gobernante en las próximas elecciones, la pérdida de su mayoría parlamentaria, la diáspora de sus tropas, la estampida de los mercenarios, la espalda de los poderosos, la deslealtad de los que fueron considerados amigos y socios, la crítica despiadada de los mismos grandes medios de comunicación a los que les entregó señales, emisoras y licencias, presagia la llegada de un caos fundacional, mitológico, del que está, definitivamente, excluido.

Y, en el otro bando, el de la oposición capitalista, el bando de los ex amigos y ex padrinos, el de los amantes despechados, el de los socios desairados, tampoco hay grandes razones para festejar la caída del kircherismo y el caos que sobrevendría. Nada hay comprado ni asegurado, en nuestra política que les brinde la tranquilidad de suponer que serán ellos los herederos y de pensar que el pueblo argentino seguirá mucho tiempo más con la cabeza baja ante tanta injusticia y tanta miseria.
Lo único que hay seguro en el horizonte político es que el régimen que nos ha hambreado, que ha continuado la entrega de nuestros recursos naturales, que ha bastardeado la soberanía nacional y ha usufructuado los fondos públicos en beneficio propio, como pocos en la historia, ése régimen agoniza, trastabilla y está punto de caer.
Y está por verse cuál es la historia que será escrita en los próximos tiempos y está por verse quién será el que la escriba. El pueblo argentino tiene mucho que decir, mucho que reclamar, mucho que escribir en la historia que viene y poco, muy poco tal vez nada que perder ni lamentar ante el ocaso de los que soñaron ser dioses y eran, apenas estampitas de cartón.

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