SOLANAS/SABBATELLA/CTA: "DISCUTIR LA RENTA MINERA"

Solanas dice que la minería “es el único rubro que no deja una sola divisa al país. Esto es saqueo despiadado, es un escándalo". “El problema de la Argentina es que la minería es la única rama de la economía a la que se le permite exportar sin exigencia de reingresar las divisas”, insiste en el sitio web de su partido. Consiguientemente, el segundo de los “ejes” de su programa incluye recuperar la renta minera.
Su socio Sabbatella anuncia por la radio, como colofón de su última arenga, que uno de sus grandes objetivos como diputado es “discutir la renta minera”.
Y la pata “sindical” del trío, De Gennaro, publica en la agencia periodística de la CTA, ACTA, el 08/07/2008, la nota “El saqueo” (nos detendremos en este texto porque los datos que enarbola no dejan ningún margen de duda sobre su pensamiento y sus propósitos). Comienza lamentándose de que la dictadura de Onganía entregó para el cultivo de hortalizas tierras de Jáchal cuyas rocas “contenían 18 gramos de oro por tonelada” (no está hablando de vetas auríferas, sino de metal diseminado en la roca. Pero ese oro no se extrae de la roca con un martillito y paciencia, sino volando la montaña, moliendo la roca y separando el mineral y su contenido metalífero mediante lixiviación: una sopa de polvo de roca con agua y cianuro, por ejemplo). Y continúa De Gennaro: si a los proyectos en ejecución “se le suman Pascua Lama y Pachón, en San Juan; la Alumbrera y Agua Rica, en Catamarca y Diablillos y Condoriacu en Salta, estaríamos hablando de 2.137 ton de oro, 34.721 ton de plata y 16.500.000 ton de cobre, lo que a los precios actuales, sumaría algo más de 250.000.000.000 millones de U$S. Sí, usted leyó bien: Doscientos cincuenta mil millones de Dólares. Si consideramos los 30 proyectos mas avanzados, incluyendo estos 7, los valores superan los 400.000.000.000 millones de dólares”.
Eso dice De Gennaro, y se le hace agua la boca: está contando los billetitos de los emprendimientos mineros más contaminantes y destructivos, los que van a arrasar con los glaciares, van a requerir un consumo gigantesco de energía y van a acabar con el agua —o la van a contaminar— que necesitan para su consumo y sus producciones los pueblos que están al pie de esos emprendimientos (que, en definitiva, somos todos). Claro, él y sus cómplices Solanas y Sabbatella, como capitostes de la política y la burocracia, se piensan como los que van a meter mano en el negocio, no como desocupados a causa de la contaminación o como intoxicados o muertos por el mismo motivo.

Nos quieren matar

Aunque se hacen gárgaras con la protección del ambiente y la salud de la población, permanentemente el discurso de Solanas y todo el arco nacionalista-populista vira a la obtención de regalías de parte de estas actividades criminales: inevitablemente, desemboca en “pagan muy poco, o nada, pónganse”. O sea, “si quieren destruir nuestro país y matar a su gente” —su gente humilde, principalmente, los privilegiados tienen otros recursos— “garpen” (ya lo dijimos hace un año, ¿lo recuerda?).
Eso no es todo. Solanas es un paladín de la energía nuclear: a quien haya visto "Argentina latente" (2007) le consta su insistencia —ya empalagosa— en promocionarla. ¿Por qué porfía en incrementar la producción de energía, incluso echando mano a la nuclear? Eso se comprende cuando se lo relaciona con su proyecto de continuar y acrecentar la minería a cielo abierto, la cual demanda un ingente consumo de energía (piénsese que el consumo eléctrico de La Alumbrera es equivalente al 80% del de la provincia de Tucumán).
Y la energía nuclear no sólo es cara, peligrosa y contaminante, sino que hoy la obtención del uranio que requiere ¡sólo puede hacerse mediante el ya mencionado procedimiento de la voladura de roca, lo cual origina polvo radiactivo y nubes de gas radón, con terribles consecuencias para la salud humana!

¿Y cuáles son los antecedentes de este vegetal?

Pino nos llevó a todas las derrotas: apoyó a Frondizi en el 58, a Perón en el 73 —ya sabemos cómo resultó eso, ¿no?—, a Menem en el 89, a la Alianza en el 99 y a Kirchner cuando se planteó el balotaje en el 2003. Y ahora, claramente, representa una de las líneas sucesorias del peronismo, para que todo siga igual, para que no podamos salir de este círculo siniestro. Pocos —todos ellos peronistas— pueden exhibir un itinerario político tan consecuente en el objetivo de llevarnos al desastre.
Solanas está ahí para taponar cualquier escape —del electorado descontento— hacia la izquierda, o sea hacia el cambio. Pino no es sólo el continuismo de todo lo peor, sino también una de las cartas que el peronismo prepara para tener a mano cuando necesite reciclarse. Si a usted no le gusta esto, déjelo plantado.

VECINOS MEMORIOSOS.
25-6-09.

La casa en llamas
(Parábola del Buda)

Gautama, el Buda, enseñaba
la doctrina de la rueda de los deseos, a la que estamos uncidos, y nos recomendaba
renunciar a cualquier apetencia para así, ya sin pasiones,
hundirnos en la Nada, que él llamaba Nirvana.
Un día sus discípulos le preguntaron:
—¿Cómo es esa Nada, maestro? Todos quisiéramos
liberarnos de nuestras ansias, según recomiendas, mas dinos
si esa Nada en la que entraríamos es comparable
a la unión con todo lo creado cuando al mediodía
yacemos en el agua sin sentir el peso
del cuerpo, indolentes, casi sin pensamientos. O cuando
en el lecho, apenas conscientes, tiramos de la sábana
segundos antes de hundirnos en el sueño; dinos
si esa Nada de que hablas es una Nada radiante y buena o si es
una simple Nada; fría, vacía y sin sentido.
Guardó silencio el Buda largo rato; después,
con indiferencia, dijo:
—Ninguna respuesta hay para vuestra pregunta.
Mas aquella misma noche, cuando se hubieron ido, a quienes
hasta aquel momento no habían abierto la boca, refirió el Buda,
sentado todavía bajo el árbol del pan, la siguiente parábola:
—Vi no hace mucho una casa que ardía. Las llamas
devoraban el tejado. Al acercarme advertí
que en su interior quedaba aún gente. Fui
a la puerta y les grité que el fuego llegaba ya al tejado y que debían
por tanto salir inmediatamente. Mas allí nadie
parecía tener prisa. Uno me preguntó,
mientras le chamuscaba el fuego las dos cejas,
qué tal tiempo hacía fuera, si llovía,
si hacía viento, si existía otra casa
y cosas por el estilo. Sin responder,
salí de nuevo. Éstos, pensé, se abrasarán, mas
seguirán preguntando. En verdad, amigos,
a quienes el suelo que pisan, la planta de los pies no queme tanto
que sientan deseos de cambiarlo por otro cualquiera,
nada tengo que decirles.
Así habló Gautama, el Buda.
Pero también nosotros, que no cultivamos ya el arte de la tolerancia,
que cultivamos más bien el arte de la intolerancia, nosotros,
que con consejos de índole terrena incitamos al hombre
a liberarse de sus verdugos humanos,
a quienes viendo acercarse las escuadrillas de bombarderos del capitalismo
siguen preguntándonos
cómo concebimos esto, cómo nos imaginamos aquello,
y qué será de su hucha y de su pantalón de los domingos después de una revolución,
a ésos, poco creemos tener que decirles.

Bertolt Brecht, "Historias de almanaque", Alianza Editorial, Madrid, 1980.