12 ago 2009

MUCHAS VECES LA PELOTA SE MANCHA

Entre Julio Grondona y el Grupo Clarín, el fútbol es un negocio que pagan muchos

Esta semana se sabrá si el fútbol rueda otra vez o si hay guerra judicial entre la conducción vitalicia de la AFA y la empresa de televisión que lo tiene comprado hasta 2014. Entre ambos, la pelota sí se mancha.
EMILIO MARÍN

Este viernes tendría que comenzar un nuevo torneo del fútbol, luego del campeonato que ganó Vélez Sarsfield con ayuda del referato en detrimento de Huracán.
Pero hace días que ese reinicio está condenado a demorarse, debido a las diferencias económicas que hoy lucen insalvables entre la cúpula de la AFA y Torneos y Competencias Sports. Desde 1991 y aún antes, rige un contrato para que esa empresa dominada por el grupo Clarín tenga el monopolio de la televisión de los partidos hasta 2014.
Los reclamos del eterno Julio Grondona para que TyCS aporte más dinero de los 268 millones de pesos que tendría que poner este año, han llevado a un callejón sin salida. Las dos partes están reuniendo a sus aliados para alinearlos en torno a una u otra partida. Hoy Grondona reunirá al consejo directivo afista, aunque el cónclave se hará en Ezeiza, bien lejos de cualquier posibilidad de escraches como el sufrido en AFA.
La firma privada citó para la misma fecha a los titulares de clubes de fútbol con la intención de hacerles saber cómo es el contrato. Marcelo Bombau, presidente de TyCS, quiere advertirles que los clubes terminarán demandados judicialmente si aquel contrato es dejado de lado. El convocante dice contar con el visto bueno de clubes de Primera División, temerosos de una ruptura del vínculo legal con la televisión privada.
El diferendo se disparó hace varios días, cuando el secretario general de Futbolistas Agremiados, Sergio Marchi, declaró que el torneo no se podría reanudar si los clubes no saldaban deudas con sus jugadores. El “rojo” ascendía a 40 millones de pesos. La mayoría de los clubes, salvo aquellos con fama de ser ordenados y tener sus cuentas al día (casos de Lanús, Estudiantes y Vélez), tendría deudas millonarias con sus planteles.
El ex ferretero de Sarandí, hoy con departamentos en Puerto Madero y otras residencias por el estilo, quiso apurar a la TV para que oblara el doble de la cuota de este año. La solución pasaba porque TyCS pusiera 12 pesos por cada abonado, sacando la cuenta de que hay 5.6 millones de clientes.
La firma representada por Bombau se mantuvo en una cerrada negativa, argumentando que tenía un contrato vigente y elevado su canon a 268 millones. La televisión del fútbol local no es un negocio que supere los 300 millones, se justificó.
Sin embargo esos números no deben ser tan estrechos, porque unos días más tarde el empresario televisivo propuso adelantar 40 millones a los clubes para satisfacer el pedido de los futbolistas. Ya era tarde. “Don Julio” pedía el objetivo dinerario de máxima: 500 o 600 millones anuales o bien dar de baja el contrato.

Negocios SA
Como parece obvio, los intereses populares no están contemplados por ninguno de los bandos en pugna. Ambos fueron socios y el resultado de su maridaje no fue favorable a los sectores más amplios de la sociedad, donde el fútbol es pasión con los colores de cada hinchada y los de la selección.
Hasta ahora el aficionado a ese deporte tiene que pagar un abono a la televisión por cable, para ver los partidos, salvo un partido de los viernes que suele transmitir la televisión pública, que paga 6 millones de pesos anuales por esa dispensa de TyCS. Esa TV privada ha cedido a Canal 7 derechos sobre la televisación de los partidos del campeonato mundial de Sudáfrica 2010, obviamente que no en forma de beneficencia.
Ese abono mensual permite ver fútbol a los clientes de Multicanal y Cablevisión, con sus cables abonados del interior. Pero no todos los partidos, pues los más importantes van codificados y requieren otro precio o bien el sistema de “pagar para ver”.
Ese mecanismo es perverso y elitista, correspondiendo a TyCS la mayor responsabilidad por su continuidad hasta dentro de cinco años, si su negocio no se corta antes. Esta crisis, con el eventual parate del fútbol, vendría bien para que se reflexione un poco sobre las desventajas de uno de los mecanismos más representativos de los años ´90: la privatización de la percepción del deporte masivo por excelencia.
Los goles podían ser de Palermo, Montenegro, Sand o Fuertes, pero en el fondo eran todos marcados por TyCS y su socio de estos años, el señor Grondona. ¿Hasta cuándo se iba a permitir semejante privatización de sentido elitista? Se dirá que hay otras cosas más importantes que recuperar que el fútbol televisado, como el petróleo, el gas y las telecomunicaciones.
Y es cierto. Pero una cosa no quita la otra y no siempre en la vida se empieza por lo más importante. No estaría mal que uno prenda la tele, donde se ve tanta basura, y por aire le lleguen los partidos del equipo del que se es hincha, sin tener que pagar primero. Y esto no está desconectado de otra pelea política y social mucho más importante, que es el derecho a tener una información amplia por radio y televisión abierta, sin pasar por el filtro y la caja de Clarín, Telefé, América 2 y otros zares como TyCS.

Todo es política
Se está frente a un conflicto no sólo deportivo-comercial sino también de fuerte raigambre política. La idea de este cronista, de que una nueva ley de radiodifusión permita sacudir el dominio monopólico, también lo es.
El tratamiento que le dan al diferendo los distintos programas y medios de Clarín, revela que no se ruboriza en defender a capa y espada su negocio. El matutino del mismo nombre, Olé, radio Mitre y obviamente los espacios de TyCS, saturan con comentarios críticos de la figura de Grondona y a favor de que se respete el contrato que invoca Bombau.
Allí se advierte la maniobra oportunista del monopolio. En estos años de buenos negocios conjuntos con el pope de la AFA, ese conjunto de medios no se distinguió precisamente por un espíritu crítico de Grondona. Y éste era exactamente el mismo dirigente de la AFA y la FIFA, al que muchos cuestionaban –también en esta columna- por sus manejos empresariales del fútbol, los contratos televisivos y sus antecedentes de dirigente entronizado en 1979 con la dictadura militar.
¿Recién ahora los periodistas y medios pertenecientes a Clarín descubren quién es ese personaje?
Ahora sí lo critican y más aún lo hacen porque aseguran que Grondona habría hecho un pacto con Néstor Kirchner para desenganchar a la AFA de TyCS y abrocharla con Canal 7 y en definitiva el gobierno.
Bombau fue quien tiró esa noticia, sin comprobación alguna. En esta Argentina pos 28 de junio y con Kirchner perdidoso, toda crítica que le pegue al patagónico es bienvenida en esos ámbitos y dada por buena por el matutino, La Nación y otros medios de comunicación.
Ese rumor asegura que el Estado pondría los 500 o 600 millones de pesos requeridos por Grondona para facturar el pase del año en el fútbol argentino. Así el eterno dirigente tendría las arcas llenas para pagar a los clubes y éstos a los jugadores. Y el ex presidente se ganaría la popularidad perdida al lograr que las imágenes antes pagas del deporte entren gratis a todas las casas.
Sin detenerse a pensar ni un ratito, los diputados de la oposición conservadora, del PRO, la UCR y la Coalición Cívica, salieron disparados a declarar en contra del pacto Grondona-Kirchner. Y a presentar pedidos de resolución en la Cámara para que esa supuesta operación no se lleve a cabo. El argumento de esa oposición es que hay una crisis seria y el Estado no debe poner 500 millones de pesos para estos menesteres.
Es cierto que hay otras prioridades, como el combate a la pobreza y el sostenimiento del empleo, ante la crisis capitalista foránea y local. Pero esos diputados no tuvieron el mismo punto de vista ahorrativo para que el Estado no pusiera 21.739 millones de pesos en subsidios y aportes al campo, en 15 meses. Al contrario, reclamaron y chantajearon al Estado para que pusiera ese dinero exigido por la Mesa de Enlace.
Poner semejante dineral del fisco para que lo administre la caja de Grondona tampoco parece ser una buena solución. Habría que intentar por otro lado: que el Estado intervenga legalmente y el contrato con TyCS sea anulado; que se apruebe en forma urgente la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual y se arbitren los mecanismos técnicos para que el deporte (y tantas otras cosas importantes de la política y la cultura) llegue por aire a todas las familias, en forma gratuita, vía Canal 7. Y que Clarín y sus socios (“americanos” dijo Bombau) de Liberty, HTM&F y el fondo estadounidense Fintech, se vayan al descenso.

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