Tal como se esperaba, las elecciones del 27/10 no introdujeron cambios sustanciales en relación a las PASO de agosto. Nuevamente se ratificó una derrota electoral del kirchnerismo, se acentuó el voto castigo. El leve repunte nacional del FPV no alcanzó para evitar la profundización de esa derrota. Celebrar seguir siendo la ‘primera minoría’ o conservar la mayoría en ambas cámaras del Congreso es refugiarse en las matemáticas para eludir un hecho político constatable: los resultados en el conurbano bonaerense y en el norte y sur argentinos revelaron el rechazo con que amplios y crecientes sectores humildes sancionaron las políticas del kirchnerismo. En las grandes ciudades también se ratificó la desaprobación de la pequeña burguesía. Otra vez, el hecho de mayor importancia estuvo en la provincia de Buenos Aires, un distrito electoral decisivo. Massa duplicó a 12 puntos su ventaja sobre Insaurralde y el FPV sólo retuvo 4 de los partidos, cuando en el 2011 ganó en todos. Se agregaron a la lista de nuevas derrotas en relación a agosto, entre otros, Merlo, Quilmes y Ezeiza, del flamante secretario Granados. En Matanza se impuso ajustadamente por algo más del 1%, perdiendo cerca de 20 puntos.No por esperada, aunque sí por su valor político, está la pérdida de la banca en el Senado de Filmus, en la ciudad de Buenos Aires, y que fue para Solanas. En Santa Cruz y Mendoza se repitieron las derrotas a manos de la UCR y ahora se agregó Jujuy. La recuperación de San Juan y el repunte de Capitanich en Chaco, como la ratificación de Urribarri en Entre Ríos y el triunfo en Río Negro, hoy, más que señal de fortaleza son un certificado de pobreza.
El voto bronca
Más de un millón de votos blancos-anulados y una abstención electoral que supera el 22% son cifras elocuentes de una tendencia que no puede tildarse de pasajera ni subestimarse políticamente; más bien expresa la latencia del ‘que se vayan todos’ y la rebeldía popular. Existe, en el actual momento histórico, una corriente de nuestro pueblo que manifiesta su rechazo al juego electoral que no sólo no resuelve ni el atraso, ni la dependencia, ni las profundas desigualdades sociales, ni la democracia popular verdadera sino que consagra cada cuatro años quién de los de arriba presidirá un gobierno de monopolios, multinacionales y banqueros. Se expresa, aunque no únicamente, en el voto bronca (abstención, nulo o en blanco). Constituye una opinión política: no es ni ‘rebeldía popular en las urnas’ ni boicot electoral. Por su lado, el FIT ratificó su crecimiento electoral desde el 2011 y pasó de los casi 900.000 votos de agosto a algo más de 1.150.000 en las legislativas de octubre. Así como no cabe suscribir el balance elitista respecto al rol del parlamento expresado por los integrantes del frente, tampoco cabe no valorar un pronunciamiento político de sus votantes a favor de un programa de justas reivindicaciones obreras y populares. Sí compartimos con ellos que esta alta votación al FIT y otras expresiones populares como también el voto bronca constituyen una seria advertencia para quienes desde el oficialismo y la derecha en la oposición empujan un ajuste contra los de abajo. No hay ningún retroceso en las ideas de lucha y rebeldía.
La situación del kirchnerismo, las dificultades económicas y el fallo de la Corte
Más allá de los artificios con que el oficialismo trató de encubrir la significación política de la derrota electoral, lo cierto que el escenario para una presunta recuperación se complicó. Crecen las disputas al interior del kirchnerismo a la hora de repartirse responsabilidades. Prohijados por la propia presidente aparecen nuevos candidatos para disputarle a un golpeado Scioli la herencia del gobierno en el 2015. El propio jefe del bloque del FPV en el Senado anunció el comienzo de una “transición política y un cambio de liderazgo” (en el ‘peronismo’). La oposición de la derecha fuera del gobierno, sin lograr un espacio opositor homogéneo, comienza a preseleccionar candidatos aunque es claro el despunte de Massa, sobre todo por provenir del peronismo y del principal distrito electoral, Buenos Aires. Los monopolios y las multinacionales hacen cola para reclamar ajuste, devaluación, contención salarial y recesión para parar la inflación. Una parte importante del kirchnerismo comparte este camino, y la otra ya lo practica con el ajuste de precios actual, la inflación creciente, pérdidas de reservas, suspensiones, etc. Por otra parte, las dificultades del sector externo de la economía empujaron al gobierno a acordar con los fondos buitres, pagar los juicios perdidos en el Ciadi y abrir las puertas al endeudamiento externo, desdiciendo una a una sus promesas anteriores de no pago a los especuladores, entre otras.La Corte, a menos de dos días del traspié electoral del oficialismo le entregó su fallo sobre la constitucionalidad de la ley de medios que vino a curar en parte las heridas de la derrota. Tras largos años de conflictos y de una ley que, en la práctica, no produjo cambios significativos salvo para las huestes oficialistas, lo que en otro momento hubiera tenido un importante efecto movilizador, hoy permanece alejado de las preocupaciones populares. Además, el propio fallo no pone punto final a las disputas y deja abierto el camino a futuros litigios. Se destempla así la cacareada “gesta antimonopólica” del gobierno aunque allí están, pero esta vez como socios y amigos, otros monopolios como Chevron, Monsanto o Barry Gold. Por todo, nuestro partido ratifica su apuesta a la unidad en las calles, en las fábricas, en las escuelas y universidades del activismo combativo, la izquierda y los luchadores para frenar los intentos de ajuste contra los trabajadores y transformar un pliego de reclamos en plan de lucha camino al paro activo en defensa del trabajo, los salarios, el derecho a la protesta y el bienestar popular. Paralelamente trabajamos por la conformación de un Frente Político que vaya por un cambio de régimen político como por la construcción de una verdadera democracia popular.
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