29 jul 2018
RAZONES PARA NO ESPERAR AL 2019
Apuntar a derrotar a Macri en el 2019 es ser cómplice del gobierno en las penurias que provoca
RAZONES PARA NO ESPERAR
La actual crisis político-económico-social que sufren los habitantes del suelo argentino, que derivó en un pedido de auxilio nada menos que al FMI por parte del gobierno cipayo y antiobrero de la Alianza Cambiemos (PRO-CC-UCR), no es obra de equivocaciones o incapacidades por parte del oficialismo, sino consecuencia de políticas aplicadas conscientemente para estructurar una sociedad a la medida de los intereses del poder económico.
Primera Parte
TRAGEDIAS CON NOMBRE Y APELLIDO
Valentino tenía 5 años. Vivió su corta vida en un barrio populoso de Lomas de Zamora, parte del Conurbano bonaerense sur. Un accidente que provocó que un vidrio se le clavara en el corazón y le causó parálisis cerebral, lo había hecho dependiente de una máquina para sobrevivir. Esa máquina funcionaba a electricidad. O sea, era electrodependiente. Los padres, humildes miembros de la clase trabajadora argentina, recibieron una factura de luz por 60 MIL PESOS, consecuencia de las políticas oficialistas. Nunca pudieron pagarla. La empresa, Edesur, criminalmente, les cortó el servicio por falta de pago. Valentino murió. Ningún responsable está preso ni mucho menos procesado.
Esa historia, esa vida, esa muerte, ese oprobio, esa tremenda injusticia, define la época marcada por el gobierno del ingeniero Mauricio Macri, nieto de la Mafia calabresa, hijo de un corrupto que se hizo rico con obra pública negociada con corruptos gobiernos militares y de una miembro de la asesina oligarquía argentina; que estatizó sus deudas privadas para que los pagáramos todos los habitantes de este sufrido pueblo; que fue condenado por contrabando de autopartes, que robó el canon que debía pagarle al Estado por la concesión del Correo, que fugó las divisas que hurtó del país para depositarlas en cuentas off shore que nunca declaró, y que sigue enriqueciéndose, él y su familia, con las políticas antiobreras y antipopulares que estableció desde su llegada a la presidencia en diciembre de 2015.
Pero por supuesto, no es la única historia. Hay más, que confirman la regla.
Santiago Maldonado fue asesinado por las fuerzas represivas manejadas por la impresentable Patricia Bullrich. Murió ahogado según dicen, pero no se tiró a nadar al río Chubut por gusto: fue empujado a las heladas aguas, como mínimo, por un operativo ilegal de la Gendarmería, cuando tomó parte en una acción de protesta por el saqueo de las tierras al que es sometido el pueblo mapuche. Por intentar hacer justicia, Santiago pagó con su vida, cobrada por quienes les guardan las propiedades mal habidas y los privilegios a empresas y terratenientes. Mientras tanto, sus asesinos, materiales e ideológicos, gozan de su impunidad.
Rafael Nahuel era un joven mapuche. Tenía 22 años y los que lo conocieron supieron de su bondad. Participó de una protesta por el saqueo de tierras por parte del Estado, corporaciones y terratenientes en la zona del lago Mascardi, y fue asesinado por un tiro por la espalda en una emboscada realizada por el grupo Albatros de la Prefectura. Su asesino, el cabo primero Francisco Javier Pintos, también goza de su libertad y su impunidad.
Facundo Burgos era un pibito tucumano de apenas 11 años. Su crimen fue andar en moto como acompañante de un amigo. Fue asesinado, baleado por la espalda por la policía tucumana. Los policías responsables del asesinato están en libertad.
Pablo Kuloc era un joven de 18 años que sí, se había dedicado a la delincuencia. Pero que en cualquier país civilizado hubiese merecido ser juzgado por su conducta por el poder judicial. En la Argentina de Macri, por el contrario, fue merecedor de un tiro por la espalda por un oscuro policía que fue recibido, respaldado y elogiado por el presidente y le dio nombre a la doctrina fascista del primer mandatario y sus acólitos: Chocobar.
Esteban Rossano, un pibe de 19 años, pasó 42 días detenido desde el 14 de diciembre de 2017, acusado de atacar a las fuerzas represivas en una marcha de la que no participó, hasta que finalmente el juez Bonadío, el mismo que dictó su prisión preventiva, lo sobreseyó. Gendarmes le plantaron piedras en su mochila. Ninguno está siendo investigado.
Eso es el gobierno del mafioso Mauricio Macri.
En este país gobernado por un delincuente probado, como puede verse, ser joven y pobre es delito. Tanto como ser trabajador, luchador político o social, jubilado, estudiante, docente, campesino, originario.
Y protestar ante las injusticias hace a una persona merecedor de las peores condenas
¿Esperar al 2019 ante el fascismo?
No parece ser lo más sensato.
Gustavo Robles
http://www.pctargentina.org/razones18.htm
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