Los acontecimientos en Venezuela, tienen enormes repercusiones en la vida política de Nuestra América. Sería un error caer en posiciones “gorilas de izquierda” como también subirse al carro de quienes se esfuerzan por ver en Venezuela procesos revolucionarios de carácter socialista. En Venezuela, desde antes de la asunción del gobierno de Chávez, se venía de un proceso de luchas y altos niveles de confrontación de distintos sectores populares contra los gobiernos liberales pro-norteamericanos. Prácticamente, toda esa fuerza popular termina desembocando en el proceso electoral que lleva a Chávez a su primer mandato.
En toda la región, los 90 fueron años de resistencia frente a la avanzada de las políticas imperialistas, frente a la profundización del ajuste, el saqueo, las privatizaciones, lo cual sumado a la experiencia histórica y a la lucha revolucionaria abierta en países como Colombia, fueron expresándose en movimientos de masas, y en avances en la confrontación de los pueblos contra nuestros enemigos. En muchos países quedó herida la gobernabilidad. Es en ese contexto que surgen, como consecuencia y condicionados por la lucha, los Gobiernos que se auto-proclamaron populistas o de Izquierda en las últimas dos décadas en la región. Para el sistema sirvieron como una vía de escape hacia adelante, pero en la medida que se fue desarrollando la crisis de acumulación capitalista mundial se fue haciendo cada vez más necesario para el imperialismo yanqui no tener ningún condicionamiento para apropiarse de todo, y ante los intereses imperialista de China y Rusia en el continente se ven obligados a apretar la garra intentando sostener su dominio histórico.
¿Hay una revolución en Venezuela?
Para que podamos hablar de revolución se tienen que dar necesariamente la relación dialéctica de elementos como: la existencia de una organización revolucionaria (que implique la construcción de un ejército revolucionario) que cree las condiciones, dirija y conduzca ese proceso; la participación de las masas desde una perspectiva revolucionaria y dotarse de una estrategia revolucionaria que determine que la orientación de la revolución asuma los intereses de la clase obrera.
En Venezuela la organización que asume el gobierno y que en el camino conforma lo que se llamó el Movimiento Bolivariano, es heterogénea, de composición policlasista, donde conviven un entramado de sectores de la burguesía venezolana, militares, organizaciones sociales, campesinas, indígenas, políticos oportunistas, organizaciones combativas, clasistas y por la mayoría de los sectores más pobres. Tanto en su composición como en los intereses que persigue se alejan de una organización de carácter revolucionaria, nada tienen que ver con los partidos revolucionarios, que asumieron los intereses del proletariado y que desde esa perspectiva llevaron adelante las revoluciones en los distintos continentes. En este sentido, a diferencia de las décadas de los 50' 60' y los 70', ninguno de los partidos o movimientos de los países que aparecen como referentes de la lucha antiimperialista en nuestro continente asumen la responsabilidad de llamar a combatir al imperialismo en todos los terrenos y mucho menos de colaborar materialmente en ese sentido. Por el contrario, nos dicen por todos los medios posibles que al imperialismo hay que enfrentarlo en el terreno de las ideas, mientras que hacen negocios con éstos, y que no es tiempo para la lucha armada en nuestro continente. Plantean que la salida para los pueblos oprimidos de América es en el marco de la institucionalidad burguesa y colocándose tras los intereses de otros países imperialistas.
Por lo tanto, una organización que no asume los intereses de los trabajadores y trabajadoras no tendrá una estrategia revolucionaria de carácter socialista. Así, la “estrategia” del chavismo siguió los principios de la conciliación de clase, manteniendo la dominación de una clase sobre la otra... Así lo demuestran los resultados de la Política Económica del “Socialismo del Siglo XXI”. En este sentido la situación del pueblo venezolano es un fiel reflejo de la orientación política que tiene el proceso Bolivariano. Salvando diferencias de matices con de los demás gobiernos burgueses del ALBA, la Venezuela de Chávez y Maduro basó su economía principalmente en la explotación petrolera, y secundariamente de la exportación de otros commodities, metales y minerales. La agricultura representó entre el 3-10% del PBI (1) lo que implica que 20 años de gobierno bolivariano no revirtieron el problema del auto-abastecimiento de alimentos básicos ya que en su mayor parte sigue siendo importado, con las consecuencias ya conocidas.
Cuando Chávez asumió lo hizo con una población pobre de alrededor del 80% (2) y una enorme desocupación, un gran nivel de analfabetismo, precarización de las condiciones de salud, problemas de tierras, viviendas, etc. En la primera década del chavismo hubo mejoras en las condiciones materiales de vida de los sectores más empobrecidos, que fueron como consecuencia de la implementación de programas asistenciales vinculados principalmente a la salud (Misión Barrio Adentro) y la educación (Misiones Robinson, Ribas y Sucre), subsidios como el Bono Patria, financiados principalmente con la renta petrolera, así como subsidios a la luz, transporte, agua, combustibles, etc. Estos planes se pudieron mantener con relativa holgura mientras existieron altos precios internacionales del petróleo y de las commodities en general. De la mano con estas políticas se dio la hiperinflación, desabastecimiento, achicamiento del aparato productivo, narcotráfico, contrabando de combustibles y con la caída de los precios del petróleo: pérdida de derechos laborales, hambre, pobreza, marginalidad. Toda esta situación hace que millones de venezolanos se vayan de su país, que otros tantos se opongan al actual gobierno y que fundamentalmente hayan generado las condiciones para que el imperialismo norteamericano, chino y ruso tengan una base como para intervenir más directamente en la política de ese país.
La estrategia chavista se basaba en la conformación de agrupamientos de pequeños y medianos empresarios que tenía por objeto fortalecer y consolidar un desarrollo capitalista de carácter Nacional en el sentido de intentar un margen de negociación más favorable a los capitales de origen venezolano en el reparto de las ganancias, siempre vinculados con algún sector imperialista. Solo como ejemplo la experiencia de EMPREVEN (Empresarios por Venezuela) que, como expresa este organismo: “hemos demostrado que el socialismo venezolano incluye a los empresarios, al sector productivo y a los productores. Aquí caben todos. No estamos hablando de una dictadura del proletariado, sino de un sistema mixto donde hay diferentes formas de propiedad social, diferentes tipos de empresarios. Hasta las empresas capitalistas podrán continuar existiendo... Nosotros ofrecemos un sistema de igualdad; si los empleados u obreros aceptan las condiciones explotadoras que les imponen sus dueños, eso ya es problema de ellos”.
EMPREVEN viene a cumplir la función de nexo entre el Estado (principalmente la Banca Pública a través de créditos y micro créditos) y las empresas nacionales para “dar batalla al gremio de las empresas neoliberales” generando un “empresariado nacional con conciencia social que apoyen las ideas económicas del presidente Chávez” (3). En una entrevista realizada a Carlos Monedero, uno de los responsables del proceso de transición hacia el socialismo del siglo XXI, este plantea que “el error del socialismo del siglo XX fue acabar con la propiedad privada” ... “En el horizonte no habrá empresario que tenga necesidad de tener tanto poder económico. Una sociedad realmente democrática, y por tanto socialista, es aquella donde nadie sea tan rico como para tener el control sobre la vida de tantas personas”(4).
Otro elemento en el anterior sentido es la adhesión de Venezuela a la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) que en pocas palabras se trata de un plan para construir infraestructuras en América del Sur con el objetivo de “integrar” a América Latina. Es un plan de desarrollo principalmente de Infraestructura (rutas, ferrocarriles, hidrovías, puertos, gasoductos, oleoductos, acueductos, telecomunicaciones...) financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lo que implica, por un lado, el endeudamiento de los países integrantes del IIRSA y, por otro, profundizar el saqueo de nuestros recursos naturales por las empresas, pues justamente lo que los capitales imperialistas necesitan es poder sacar y transportar todas las mercancías perfeccionando la logística con dichas obras. Por lo que, más que INTEGRACIÓN latinoamericana, es parte de un plan del Imperialismo para aplicar el ALCA de otras formas y variantes como lo son los TLCs.
Por último, el desarrollo del proceso no sale de los marcos constitucionales burgueses como lo demuestra el hecho de que los cambios son llevados principalmente adelante mediante las reiteradas reformas constitucionales que no trascienden la lógica del sistema capitalista, que en su articulado tiene una orientación hacia la consolidación de un Estado Benefactor en lugar de uno de carácter socialista.
Todos estos elementos marcan con claridad que el Chavismo nunca fue un proyecto revolucionario que asuma los intereses de la clase obrera.
La intervención imperialista
El American First de Trump es la profundización de la política imperialista norteamericana sobre toda la región y está siendo un duro mazazo en Nuestra América. El llamado norteamericano, avalado por el sionismo y las potencias europeas, para disputar en distintos terrenos contra su principal oponente capitalista China y su aliada Rusia.
Como consecuencia de la creciente debilidad principalmente política y también económica de la mayoría de los gobiernos autoproclamados progresistas, el gobierno norteamericano comenzó a intervenir más fuertemente sobre éstos.
En la actualidad la riqueza está tan concentrada que, los dueños del planeta, no puede permitir que ningún gobierno de los países dependientes siquiera intente tener un programa que apunte a recuperar el estado de bienestar para los trabajadores, la estatización de los bienes comunes, a tener sistemas que brinden salud, educación, pleno empleo, que en las universidades puedan acceder los trabajadores, ni si quiera que se redistribuya la riqueza, etc. En este sentido, cualquier intento de sectores capitalistas nacionales y sus gobiernos de intentar un margen de negociación en el reparto de las ganancias, en cualquier lugar del planeta va a ser enfrentada necesariamente por el imperialismo, más todavía cuando estos proyectos se puedan sustentar en base a elementos estratégicos como el petróleo, al gas, los minerales, tierras productivas, bienes comunes, todos necesarios para cualquier bloque imperialista. De hecho, sólo buscan sostenerse en alianza con alguno de esos bloques, es decir que siguen moviéndose sobre esa lógica.
Lo que representa Venezuela en términos económicos, geoestratégicos y políticos, es lo que plantea históricamente para los yanquis la necesidad de su dominio absoluto. En la actual coyuntura, la combinación de la agudización de la crisis internacional, la disputa interimperialista, la debilidad del gobierno de Maduro, la pauperización de las condiciones de vida de las masas en Venezuela, el cambio en el mapa político de la región con la mayor injerencia del FMI, son lo que le permite al imperialismo profundizar su intromisión directa en ese país. Esta intervención a grandes rasgos encuentra como aliados a sectores históricos de la reacción venezolana que gobernaron el Estado hasta antes del año 1999, sectores de la burguesía alineados al imperialismo norteamericano y apoyados por los medios masivos de comunicación, sectores militares, la Iglesia, pequeña burguesía, ex-chavistas, y sectores de masas empobrecidas descontentos con el actual gobierno...
Aprender de la experiencia
Entendemos al marxismo como una guía para la acción, como una herramienta que nos permite ver a la sociedad desde el punto de vista de nuestra clase y con perspectiva revolucionaria. En este sentido, en todo proceso debemos tener en cuenta sus características particulares, su historia, idiosincrasia, cosmovisión, cultura, pero lo fundamental es tener presente si el mismo avanza en terminar con todo tipo de explotación o no, y es una variante, por más humanizante que pueda ser, del capitalismo.
El análisis concreto de esa realidad es la que nos guía y no nuestras ganas o entusiasmo por ver una realidad que no se manifiesta en los hechos concretos. Luchamos por terminar con la explotación, y no cambiar de correa pero con el mismo dueño, porque la explotación no conoce de diferencias religiosas, étnicas, culturales, de raza, de color. La explotación es un hecho objetivo con el que hay que acabar.
Si tenemos en cuenta el ejemplo de Chile, donde el Gobierno de Allende llega de la mano de elecciones, por dentro de las instituciones, y no saca los pies del plato de la legalidad burguesa, negándole al pueblo la defensa armada de las conquistas obtenidas, no sólo fue una derrota sin siquiera la posibilidad de combatir, sino que no se pudo evitar los asesinatos, las torturas y las desapariciones. De todas maneras, fue heroica la resistencia de las organizaciones revolucionarias, entre otras, las del MIR, del Frente Patriótico y la resistencia del Pueblo Mapuche, contra la dictadura de Pinochet. Esta fue una de las dictaduras más largas del continente y fue el primer gobierno en llevar adelante las reformas económicas liberales. Desde otro lado, Nicaragua fue un ejemplo de una guerra civil prolongada que terminó en una insurrección armada tomando el poder. Los resultados de la victoria insurreccional, fueron al tiempo una derrota para el pueblo ya que, por más que la revolución había sido garantizada por un pueblo en armas, el frente que tomó el poder fue de dirección poli-clasista. Este no avanzó ni siquiera en un proceso de desarrollo de economía mixta, cediendo ante el imperialismo y terminando en otra derrota para los pueblos. No existen experiencias de revolución por la vía institucional, lo cual no es razón suficiente para invalidarla completamente, pero sí es claro y no es intención desarrollar acá que no hay revolución en el marco de las instituciones del Estado Capitalista. Tampoco que se constituya un gobierno surgido de la lucha popular por la vía armada da garantías de que sea una victoria para la clase trabajadora, no depende sólo del método. A nuestro entender, los procesos revolucionarios de Nuestra América deberán ser siempre dirigidos por las organizaciones que asuman los intereses de la clase trabajadora en armas sin conciliar, ni negociar nada con la burguesía, lo que no implica, bajo ningún punto de vista, que los revolucionarios no debamos quizá circunstancialmente establecer acuerdos momentáneos desde una posición de fuerza con sectores de la pequeña burguesía o burguesía mediana acosada por el imperialismo. La cuestión central debe ser que los revolucionarios no nos embarquemos en proyectos en los cuales los intereses de clase trabajadora no sean los que primen, por el contrario reafirmar la justeza de entender que no hay más reformas que hacer, y que la tarea es dar todo en la conquista del socialismo.
CONCLUSIONES
La concentración de la riqueza por el (los) Imperialismo/s y la consecuencia de crisis de acumulación capitalista no permite que ningún país dependiente aspire a tener siquiera un programa de Independencia Política y Económica, aún sin cuestionar en lo más mínimo al capitalismo. De ahí, durante mucho tiempo, las permanentes confrontaciones sobre todo verbales contra el chavismo del Rey de España pero fundamentalmente del imperialismo norteamericano. En un contexto de agotamiento político y económico del Gobierno de Maduro es donde cobran cuerpo las políticas intervencionistas norteamericanas parados en sectores reaccionarios autóctonos, aún débiles, sino apoyo popular real y sumamente divididos.
Como ya se mencionó todos los cambios han sido en el marco de las instituciones del sistema y no se han tomado medidas de carácter anticapitalistas sino por el contrario y, en el mejor de los casos, se intentó un programa Económico de Desarrollo Nacional asociado al imperialismo. Si no hay cambios reales en la lógica de desarrollo de las relaciones de producción (control de los medios de producción) donde se pueda dar la necesaria relación dialéctica entre los aspectos materiales y los ideológicos, difícil será en consecuencia avanzar en la construcción de los nuevos sujetos de una nueva sociedad. La historia nos enseña que la consciencia del pueblo está en estrecha relación con las relaciones sociales, y sin el cambio de las mismas no hay posibilidad de cambio revolucionario. Como el proyecto político del chavismo es el de caminar en los marcos del sistema capitalista y por lo tanto de su institucionalidad, la situación actual es una consecuencia de esa política.
Por lo tanto, si las medidas no van en el sentido de terminar con el sistema de explotación, contra la propiedad privada, quedando sólo en reformas, está claro que no se puede combatir al capitalismo con su misma lógica, terminando por fracasar, cambiando algo para que nada cambie.
Por más buenas intenciones que tengan los sectores revolucionarios venezolanos, los destacamentos clasistas honestos “para dar la disputa” dentro del Movimiento Bolivariano les ganará la impotencia y asistiremos a un nuevo fracaso. El problema a resolver para dar pasos hacia una salida revolucionaria es construir una dirección que pueda dar esa orientación al movimiento de masas, planteando por delante como objetivo estratégico el problema del poder en manos de la clase trabajadora, levantando un programa que se plante frente a todos los intereses imperialistas, que asuma un camino independiente de todos los partidos burgueses y sus representantes, que se plante en las exigencias de las reivindicaciones populares y obreras y en la defensa de los derechos conquistados, que plantee la necesidad de la construcción de poder popular hacia el gobierno del pueblo trabajador que ponga todas las riquezas en manos del pueblo resolviendo sus necesidades y nos permita avanzar hacia el socialismo rompiendo con las relaciones de explotación.
El elemento decisivo: la participación de las masas con perspectiva revolucionaria
Una de las principales y más importantes características es que el proceso venezolano desde antes de la aparición del gobierno de Chávez es un proceso de masas, que el Mov. Bolivariano impulsó aumentando su nivel en la participación política pero encorsetándolo, limitándolo, cooptándolo y en determinadas situaciones lumpenizándolo, bajo su dirección.
Lo que a las revolucionarias y revolucionarios nos debe interesar es justamente la participación política del pueblo trabajador. La historia nos demuestra que las masas organizadas, cuando hacen experiencias de poder, cuando se organizan y asumen los intereses de su propia clase y comprenden que es necesaria la liberación como pueblos se embarcan en procesos revolucionarios por más líderes, caudillos, partidos del sistema que puedan surgir para frenar esos procesos. Las masas trabajadoras decididas y conscientes de cambiar el estado de cosas es el factor determinante en estos procesos de liberación. Esta es la contradicción principal y situación explosiva para cualquier proyecto burgués que se quiera llevar adelante.
A pesar de la crisis económica y social sigue siendo muy importante la resistencia de los sectores populares a los gobiernos pro-yankees, independientemente del apoyo o no al gobierno de maduro. La posible desembocadura del conflicto en una guerra civil implicará la formación de milicias populares, la intervención de sectores del ejército bolivariano, y una enorme porción del pueblo en las calles en una confrontación mucho más abierta con los intereses imperialistas que pueden derivar hacia una confrontación con la intervención directa militar norteamericana.
Lxs revolucionarixs no debemos tomar parte por alguna de las dos direcciones que están en disputa ya que están vinculadas directamente a uno u otro sector del imperialismo. Nuestra tarea debe ser, donde nos encontremos, poner toda nuestra energía en construir una fuerza revolucionaria, guiada por los intereses de nuestra clase, ligada a las masas, dispuesta a darle batalla al imperialismo en todos los terrenos, determinada a vencer. En lo concreto, nuestra solidaridad con el pueblo trabajador de Venezuela debe ser efectiva participando, movilizando, realizando todas las acciones contra los intereses imperialistas y sus gobiernos socios.
Entendemos que la revolución es socialista o es caricatura de Revolución, y que la cuestión fundamental pasa por luchar para acabar definitivamente con el mayor flagelo de nuestra clase: la explotación. Cuestión que sólo la Cuba revolucionaria supo resolver, a la vez que nos enseña que para no dar ni un paso atrás en este elemento determinante, el único camino es profundizar e internacionalizar la revolución, y sigue siendo esa la materia pendiente para los revolucionarios del todo el continente.
Por la unidad de los pueblos frente al imperialismo.
Por la Unidad Latinoamericana de las organizaciones revolucionarias
Por la construcción de una patria Socialista donde la explotación sea cosa del pasado.
1- Informe económico y social. Elaborado por la oficina económica y comercial de España en Caracas. Agosto de 2018.
2- ¿Hay más pobre en Venezuela con Hugo Chávez? 06-10-2004. J Torres López y A Montero Soler. Rebelión
3- La batalla contra los empresarios “neoliberales” apenas comienza. Entrevista. HYPERLINK "http://www.la-encrucijada.com/?fbclid=IwAR0q0aiLBCqwCk2Kc-7Zjbv3fbUyGsXIENkfYGY24YOEGKOpSaUlojYPQ0w" \\t "_blank"www.la-encrucijada.com
4- Entrevista Juan Carlos Monedero, responsable de formación del Centro Internacional Miranda. 02-10-2007
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