El editorial del diario La Nación de este viernes es un aval y una naturalización sin vueltas de la violación de niñas. Su contenido ha sido repudiado por un amplio abanico de voces, entre ellas la de los y las trabajadoras del diario mitrista. Sin embargo, es importante buscar a fondo las razones de su función política.
Comienza afirmando que hay niñas madres “a una edad en que debieran estar jugando y atendiendo (sic) su educación”. En la largada, nomás, el/la editorialista de La Nación formula la problemática depositando sobre las propias víctimas la responsabilidad sobre su propio padecimiento. No hay adultos ni mucho menos Estado que sea responsable de que 3000 niñas menores de 14 años al año, tengan que llevar a término gestaciones que son el fruto del sometimiento sexual y social.
La Nación describe a “mamás precoces” que se plantan frente a madres adultas que buscan “hacerlas abortar”. Serán denominadas como “madrazas” incluso por la cínica pluma que editorializa en la cobardía del anonimato.
La violación y posterior gestación dentro del útero inmaduro de una niña es un canto a la vida para La Nación: “...resulta admirable y emocionante ver desplegarse el instinto materno”, festeja la/el editorialista, afirmando que las expresiones contrarias a la práctica del aborto por parte de niñas serían la expresión de una “teoría reñida con el derecho a la vida”, aquella que sostenemos quienes luchamos por el aborto legal. Una síntesis de todo el “sanbenito” recitado en cada audiencia del Congreso y en muchas otras editoriales del diario de la burguesía nativa y foránea. Por los Morales y los Moisés de Jujuy y por todas las fracciones de la iglesia católica, cuyo ascendente sobre los editoriales de La Nación, es más que conocido.
Contrasta la enorme centralidad que se la da en el texto a la palabra de las niñas embarazadas, cuando esta sirve para hacer política contra el aborto legal, con el empecinamiento en silenciarlas cuando las mismas niñas toman la palabra para afirmar que aquel embarazo es el fruto de un abuso, de un daño que su padre, tío, padrastro, vecino o hermano les perpetró. En estos casos las/los editorialistas hablan de manipulación por parte de las mujeres adultas, de las madres, adhieren al falso diagnóstico del “Síndrome de alienación parental” (SAP), y forman asociaciones de jueces, abogados y periodistas destinadas a preservar el lugar de regimentación social que es la familia, aunque su dinámica se funde en el sometimiento y la violencia contra las niñas y mujeres. Las dos caras de un mismo armado político e ideológico.
Al menos 1 de cada 5 mujeres han sido abusadas de niñas, en general por aquellos que el discurso oficial, el que sostienen el Estado y las iglesias, convierte en aliados “naturales”: familiares, curas. La Nación, la iglesia y sus expresiones políticas, son conscientes de que una sociedad edificada sobre estos cimientos es una sociedad domesticable con más chances de ser puesta al servicio de intereses económicos y sociales minoritarios.
Es La Nación y es la burocracia sindical que marcha a Luján, y es Piumato usando la sede de la CGT para defender libros con proclamas contra la lucha de las mujeres y son quienes hoy nos piden que nos retiremos de las calles para mejor garantizar el futuro electoral de una alternativa a Cambiemos.
Educación sexual
La/el editorialista vuelve varias veces sobre lo deseable que es que haya educación sexual. Sin embargo, este discurso se inscribe en el campo de la cerrada defensa del artículo 5 de la Ley de Educación Sexual del año 2006, para así poder implementar una “educación sexual” que sostenga los principios defendidos en la editorial del diario, que impartan la maternidad obligatoria, natural e instintiva, la equiparación de embriones y fetos con personas, avalen la condición abortista del régimen social cuando de condiciones sociales de explotación y miseria se trata, la desprotección a las mujeres que buscan la maternidad, el silencio ante la violencia y el ataque sexual y la condena y revictimización cuando las mismas niñas toman la palabra para levantarse frente al ataque sexual.
Esta práctica y este discurso tiene dentro del Estado sus perros guardianes, la iglesia católica y cada vez con mayor presencia y fuerza, aunque no con el mismo estatus jurídico, la evangélica.
Movimiento de mujeres
La crudeza y el cinismo de quien desde una clase social acomodada, baja línea sobre lo que las mayorías deben pensar y hacer, tienen que servir de testimonio para dimensionar el daño que una alianza con las iglesias conlleva. Quienes hoy arrían las banderas del movimiento de mujeres en nombre de sostener alianzas con la reaccionaria iglesia para desplazar del aparato del Estado al reaccionario Macri, no hacen más que convertirse en una reaccionaria alternativa política que confirmará el incremento en presencia y poder frente al Estado de parte de los responsables ideológicos y materiales de este editorial de La Nación.
Horrorizarse frente a esta editorial es un primer paso necesario. Su contenido se combate en las calles e impugnando y llevando adelante un frente común de organizaciones que impugnen las alianzas políticas con el clero. Marchemos hoy en todo el país, derrotemos el vaciamiento de la marcha que los sectores K intentaron sin éxito y pongamos en pie el Paro Internacional de Mujeres para el 8M para exigir aborto legal, educación sexual, presupuesto, trabajadoras y trabajadores estables atendiendo denuncias y siguiendo los casos, todo bajo el férreo comando del movimiento de mujeres, porque ninguna representante del gobierno podrá dar cumplimiento a nuestras aspiraciones.
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