DE APROVECHAMIENTO FORESTAL
La organización ambientalista recalcó que lo que se busca con esta ley no es parar con el uso maderero racional de los bosques nativos, sino detener los desmontes irracionales y la tala rasa.
POSADAS (Misiones) y FORMOSA (Formosa), 15 de diciembre de 2006.- Juan Carlos Villalonga, Director Político de Greenpeace Argentina, aseguró que “lo que se busca con la Ley de Presupuestos Mínimos para la Protección Ambiental del Bosque Nativo no es parar con el uso maderero racional de los bosques nativos, sino detener los desmontes irracionales y la tala rasa”.
Villalonga, formuló estas declaraciones durante sendas conferencias de prensa que ofreció en Misiones y Formosa adonde viajó para explicar los alcances y objetivos de la Ley que ya cuenta con la probación en general de la Cámara de Diputados.
La norma, que establece “una moratoria a los desmontes hasta tanto cada provincia desarrolle un ordenamiento territorial en sus bosques nativos para que el territorio sea utilizado de manera racional, compatibilizando las necesidades sociales, económicas y ambientales" fue nuevamente demorada en su tratamiento en particular (artículo por artículo) esta semana dadas las fuertes diferencias en cuanto a su aplicación.
La Ley de Bosques fue impulsada por Greenpeace y otras organizaciones ambientalistas y cuenta con el apoyo de numerosos grupos campesinos e indígenas como la Federación Agraria Argentina, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) y la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas en Argentina (ONPIA), sin embargo, es fuertemente resistida por los sectores madereros y sojeros de las provincias del norte que planean expandir estas actividades.
Siguiendo con lo que dicta la ley, señaló que mientras el proceso de ordenamiento territorial se esté realizando se suspenden los desmontes, que implican la transformación total del bosque para usos agrícolas y ganaderos, pero dejó bien en claro que “no paraliza ningún tipo de aprovechamiento forestal que se esté haciendo del bosque. Mientras no signifique desmonte o tala rasa, la actividad maderera sustentable puede continuar.”
El Gobierno Nacional, en su Informe Geo Argentina 2004, consideró que "la Argentina se encuentra en estado de emergencia forestal y si se mantiene la meta de llegar a los cien millones de toneladas de producción de granos, tendría que extenderse la frontera agropecuaria entre 12 y 15 millones de hectáreas, con lo que en los próximos años estaríamos convirtiendo a la actividad agropecuaria el 50 por ciento de la actual cobertura de bosques nativos".
“Quienes tengan la intensión de hacer las cosas correctamente no tienen que tener ningún tipo de temor a esta ley. Además, en el proceso de ordenamiento del territorio todos van a tener la oportunidad de poner sobre la mesa cuáles son sus planes y como se puede compatibilizar producción con conservación”, señaló Villalonga.
La norma establece diez criterios ecológicos y categorías de conservación que apuntan a planificar las actividades forestales, agrícolas y ganaderas evitando la fragmentación y degradación del bosque nativo, y establece como prioritario cuidar a los bosques que actualmente ocupan y utilizan comunidades indígenas y campesinas.
“Es lamentable que tengamos que seguir esperando que los diputados se dignen a aprobar esta Ley. Los bosques nativos y las comunidades campesinas e indígenas que los habitan no pueden esperar más. Mientras ellos discuten, las topadoras avanzan sobre el monte y su gente”, señaló Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace Argentina.
En la Argentina, por año, se desmontan 250 mil hectáreas de monte nativo, principalmente en el Chaco Seco, donde se produce el 70% de la deforestación anual por culpa de la expansión agrícola (en la mayoría de los casos soja transgénica) y ganadera. El Chaco Húmedo y la selva pedemontana de las Yungas forman parte también de la lista de áreas amenazadas. La Selva Misionera alberga la más alta biodiversidad del país, pero sólo queda un 7% de la superficie original, y la mayor parte se encuentra en nuestro país, ya que en Paraguay y Brasil ha sido prácticamente destruida. A la destrucción del bosque para conversión en tierra de cultivo se le suma el reemplazo de selvas por forestaciones implantadas, para uso industrial.
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