Lunes 29 de octubre de 2007
Con la victoria de Cristina Fernández de Kirchner, con casi un 45% de los votos, se ha votado por la continuidad de la política del gobierno de Kirchner.
Mientras los trabajadores y grandes sectores del pueblo pobre votaron con la ilusión de mantener cierta estabilidad económica luego de la recuperación posterior a la enorme crisis capitalista del 2001, amplios sectores de las clases medias de las principales ciudades del país votan por Carrió, y en menor medida por Lavagna, dándole menos importancia a la recuperación económica (que los ha beneficiado incluso más que a los trabajadores), criticando los aspectos más “autoritarios” de la gestión kirchnerista y buscando una mayor “normalidad institucional”.
En este marco le fue mal a los candidatos de la derecha que hicieron alarde de la mano dura y la represión (Sobisch, Patti, Blumberg), pese a que -con una notoria diferencia con respecto de la izquierda- contaron con una enorme presencia en diarios, radio y TV. Lo mismo sucedió con el repudiado ex ministro de economía de De la Rúa, Ricardo López Murphy, que no logró siquiera ser electo diputado por la provincia de Buenos Aires.
Lo que deja en claro esta elección es que, basado en un ciclo excepcional de crecimiento económico (aunque muy probablemente no duradero) de la economía internacional, la clase dominante de conjunto ha logrado superar el enorme trauma que ella misma había provocado con la más alta desocupación en la historia nacional y la confiscación de los ahorros de las clases medias. Los analistas burgueses se entusiasman pensando que se está volviendo a reconstruir un cierto bipartidismo donde Kirchner pelearía por el PJ y Carrió representaría la tradicional mezcla de sectores “progresistas” y “gorilas” que representó históricamente la UCR. Tanto Cristina Fernández como Carrió tienen la ilusión de que el crecimiento argentino será de largo plazo y de lo que se trata es de edulcorar mejor las medidas que se toman contra el pueblo trabajador. Sin embargo, cualquiera que observe con alguna atención la escena internacional verá, como hoy mismo publican distintos medios, que hay grandes nubarrones sobre la economía norteamericana y sobre el conjunto de la economía internacional, a los que Argentina no podrá escapar. Como dijimos durante la campaña electorial, si la recuperación económica de K, con cuatro años y medio de crecimiento record, no ha logrado incorporar al 43% de la clase trabajadora que está en negro y cobra salarios de hambre, el panorama que se avecina será mucho peor. La deuda externa, a pesar del discurso oficial, continúa siendo un enorme drenaje de recursos para la economía nacional: en el presupuesto 2008 se establecen para el pago de intereses más fondos que para educación y salud sumados. En las próximas horas se comenzarán a discutir la implementación de ajustes en las tarifas del gas y la electricidad domiciliarios, mientras que la inflación sigue carcomiendo los bolsillos del pueblo trabajador. El matrimonio K es totalmente consciente de que en el mandato de Cristina Kirchner esta situación provocará una tendencia al aumento de los reclamos de los trabajadores y por eso su propuesta central es hacer un Pacto Social con los empresarios, que día a día desnacionalizan empresas y fugan su dinero al exterior, y con todas las alas de la podrida burocracia sindical, para impedir la emergencia del movimiento obrero al que oficialistas y opositores temen enormemente.
Desde el 2004 hemos visto una gran cantidad de conflictos impulsados por delegados de base y comisiones internas combativas que intentan superar a las direcciones burocráticas, a las pautas salariales del gobierno y a las enormes trabas a la organización sindical en los lugares de trabajo. Es en la perspectiva del desarrollo de estos procesos, que por ahora en su mayoría no se han transformado en conflictos políticos contra el gobierno, que debemos analizar el futuro y los desafíos de la izquierda.
En las elecciones, donde toda la “discusión” política se rige por el monopolio absoluto de los grandes medios de difusión capitalistas que dejan por fuera a todas las opiniones de aquellos que nos oponemos al sistema (e incluso en este caso, el aparato punteril del PJ y el gobierno se organizaron para que no haya boletas de todos los partidos en los cuartos oscuros), la izquierda obtuvo un magro resultado.
El Frente de Izquierda y los Trabajadores por el Socialismo (FITS), del cual el PTS forma parte, obtuvo más de 95.000 votos en todo el país. El PO, casi 115.000 (bajando sensiblemente sus resultados anteriores). Lamentablemente, la negativa de PO a integrar este importante reagrupamiento de la izquierda clasista impidió constituir un polo que hubiera partido de 200.000 votos, no sólo frente a los partidos burgueses sino también frente a falsas variantes de izquierda como Pino Solanas (que obtuvo 290.000 votos), quien fuera fundador del FrePaSo y que, por su carácter de clase y su política, no puede ser ninguna alternativa para los trabajadores. También en ese marco, se puede comprobar la desastrosa política del MST de Vilma Ripoll, que coqueteó con Solanas y terminó presentando una candidatura con un programa y una política ambiguos que le provocó una enorme pérdida en su caudal previo de votos, aún cuando tuvo una notoria aparición mediática superior al del resto de las fuerzas de izquierda.
Aun dentro de estos estrechos marcos, en esta campaña electoral nuestro mayor logro fue difundir la idea de la necesidad de la independencia política de los trabajadores para levantar un programa obrero anticapitalista. Ahora, de lo que se trata es de participar en las luchas obreras, estudiantiles y del conjunto del pueblo, impulsando el reagrupamiento de la izquierda que se reclama clasista con la clara perspectiva política de sentar las bases de la construcción de un gran partido de la clase trabajadora. Aunque hoy, con todo el enorme aparato mediático se nos intente convencer de que las variantes burguesas son fortísimas e inatacables, debemos esforzarnos por explicar a los trabajadores conscientes y a los estudiantes de izquierda, a los luchadores combativos contra la impunidad de los genocidas y por los derechos de la mujer, de que toda su actividad será favorecida por la desilusión que provocarán en las grandes masas las políticas empresariales de Cristina K y que deberemos prepararnos para mayores convulsiones cuando la crisis capitalista internacional en ciernes complique el panorama relativamente tranquilo que han tenido en los últimos años las clases dominantes en Argentina. Esa es nuestra apuesta y, agradeciendo a los casi 100.000 compañeros y compañeras que han votado al FITS, los convocamos a participar activamente con esta política y esta perspectiva.
José Montes y Christian Castillo por la Dirección Nacional del PTS
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