Por Gina Álvarez
Según el manual de casi todos los partidos de la llamada extrema izquierda, hacer acuerdos o frentes electorales debería ser lo más sencillo del mundo. Tanto es así que, cuando los mencheviques rusos se negaban a hacerla con los bolcheviques, Lenin planteaba que no tenia importancia porque podían “formar con ellos un bloque de hecho” aprovechando el sistema de representación proporcional a la Duma y llamando a “votar por los candidatos mencheviques que queramos”.
Supuestamente, en el libro de PO, PTS, MST, MAS, IS (1), CS, PCR y otras siglas, las elecciones en la democracia burguesa son una ilusión efímera.Solo válidas para llegar a millones de trabajadores con un mensaje que se impondría, no a través de esas elecciones, sino por medio de la movilización extra parlamentaria.
Siguiendo con este razonamiento, lo importante y difíciles serían los acuerdos para luchar y organizar las tareas prácticas de la revolución, llegado el caso. No los acuerdos temporales, propagandísticos de las elecciones.
Sin embargo, todos ellos no han logrado casi nunca formar frentes electorales verdaderos y en el plano de las luchas obreras y populares no han pasado de acuerdos sindicalistas.
La unidad electoral, por muchas razones, tiene mucho pegue entre los jóvenes y los trabajadores con ideas o posturas de izquierda. Por eso, todos los partidos nombrados hablan de ella pero solo para boicotearla efectivamente. Apelan a maniobras como las “precandidaturas”, las “exigencias de un programa” ómnibus, y mientras mas imposible de acordar, mejor, y al canibalismo político sobre cuestiones secundarias para justificar la “imposibilidad de hacer un frente”. Por la conducta de los demás, claro, no la propia.
Así, el PO plantea que esta por la unidad electoral, pero solo si esta levanta un programa ómnibus, de muchos puntos, que incluya el partido revolucionario, la internacional y el rechazo al apoyo, aunque sea crítico, de regímenes como los de Chávez y Evo, obviamente dirigido a rechazar cualquier acuerdo con el MST, IS y el PCR. Por su parte, el MST acusa al PO de sectario, anuncia la creación de una “nueva izquierda” amplia y lanza, como “prenda de unidad”, a sus propios pre-candidatos Patricia Walsh para presidente, Parrilli para Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y Ripoll para legisladora.
El PO no comprende una palabra sobre el frente único y la unidad de acción – o en este caso tratándose de formaciones políticas que no son de masas - de su método. Si uno estuviese de acuerdo en hacer un partido revolucionario y una internacional como los de la Altamira ¿Qué necesidad habría de hacer un frente electoral? Lo que estaría al orden del día es la fusión en una misma organización. Lo mismo pasa con las “diferencias” sobre Chávez, Evo y otras similares. Si todos en la izquierda estuviesen de acuerdo en el largísimo programa propuesto por el PO – sin entrar aquí a discutir si esta bien o mal - ¿Qué falta haría un frente electoral? Lo que estaría al orden del día seria discutir porque no están todos en un mismo partido.
En la concepción marxista, los frentes y las unidades de acción tienen por objetivo avanzar los intereses del conjunto del movimiento y deben constituirse con puntos de acuerdo y la democracia para discutir los desacuerdos. Estos acuerdos, en el caso de la unidad de acción, son uno o dos y dirigidos a los más vastos sectores políticos y sociales (por ej.: la organización de una marcha por los derechos humanos). En el caso de un frente es por un programa corto, aunque un poco elaborado, que plantea el puñado de consignas que son centrales a la lucha de clases actual y debe precisar un carácter claro de clase.
En lo específico de los frentes electorales de la izquierda, existe también la cuestión de las candidaturas, aunque estas deberían estar supeditadas a los acuerdos programáticos. Entendemos, sin embargo, la preocupación de los partidos de izquierda en cuanto a quien encabezara las listas, ya que estos candidatos serian los agentes naturales a quienes la prensa burguesa les plantearía preguntas.
A nadie, a ningún partido, se le ha ocurrido hasta el momento proponer que todas las entrevistas a la prensa, así como la distribución de los oradores en actos públicos de alta exposición se centralicen en una comisión interpartidaria que distribuya esas responsabilidades entre todos los partidos que integran una alianza.
A pesar de que todos los partidos de izquierda se denominan “de los trabajadores”, estos insisten en promocionar para las posiciones mas visibles candidatos de clase media, profesionales o a sus dirigentes rentados desde hace décadas en el aparato partidario. Esto los aleja, en la percepción popular de su autoproclamada identidad de clase.
Tampoco se le ha ocurrido a ningún partido el proponer asambleas de base de los militantes de los partidos de izquierda para debatir programa y candidatos. Todo se arregla, o desarregla por arriba, siendo los militantes de base simples observadores pasivos de las vueltas y contra vueltas de sus direcciones.
En su lugar, hasta ahora, para determinar candidaturas de un posible frente electoral de la izquierda, todos los partidos han apelado a lo peor de las prácticas burguesas. Algunos ejemplos:
a) Lanzar, como hace el MST y otros, “precandidaturas” y comenzar de hecho una campana de agitación y propaganda sobre ellos imponiéndolos por sobre todo posible acuerdo. Esta es una práctica común en candidatos como Macri, Carrio, Lavagna y Kirchner, pero es absolutamente despreciable en organizaciones obreras y de izquierda.
b) Proponer, como han hecho alternativamente el PO, MST y otros, que los candidatos de esta elección se coloquen de acuerdo a los resultados electorales anteriores. El concepto burgués que los votos – que no son nada mas que el rejunte de aspiraciones y situaciones especificas de los votantes – se antepongan a los militantes y la discusión y debate políticos. El valor específico decisorio para los marxistas es la implantación en sectores obreros, la presencia de dirigentes de los trabajadores y el número de cuadros y militantes, no los votos. Por ejemplo, Gustavo Lerer tiene cero votos y su partido, el PRS, es una secta minúscula, pero es un dirigente clasista en un lugar especifico donde se libraron luchas. ¿El no tener votos ni organización política coherente, lo inhabilita para encabezar una lista electoral, digamos en lugar de Ramal, del PO, que no representa nada en el movimiento obrero?
c) La insistencia en el personalismo. PO llego a rechazar un acuerdo programático de frente electoral porque quería imponer el candidato, Altamira, contra la decisión del resto de las fuerzas y rechazo incluso la propuesta que Ramal, su segundo, ocupara la candidatura. Altamira llego a encabezar dos listas electorales de su partido simultáneamente, en dos distritos diferentes, y se presento como candidato numerosas veces para media docena de puestos.
d) Vetar de antemano, como lo hizo el PTS, a algunos candidatos y exigir a otras fuerzas para lograr un acuerdo, que las mismas pusieran tal o cual candidato y no otros. En todo acuerdo entre fuerzas distintas se pueden acordar los puntos programáticos y un método de elección de candidatos, pero no se puede imponer a otras fuerzas que candidatos pueden o no pueden presentar como propios.
e) Vetar a ciertas fuerzas de izquierda por sus posiciones políticas o ideológicas por fuera del marco del acuerdo electoral específico. Por ejemplo, el PTS ha exigido en el pasado que no se hagan frentes electorales de izquierda con partidos estalinistas, como el PCR o el PC, no por sus desacuerdos en la coyuntura de la lucha de clases, sino por su origen ideológico. Lo mismo han hecho con el MST. El MAS no se ha quedado atrás. De lo que se trata es de presentar un programa común que sirva para la coyuntura en la que se desarrolla la elección, no un acuerdo histórico en donde se exija homogeneidad ideológica. De lo contrario, partidos como el PTS o el PO, que se han destacado por descalificar incluso a otros partidos trotskistas, podrían hacer frente solo… consigo mismos. El PO llego a decir esto públicamente cuando en una elección anterior, agito bajo la consigna “Por un Frente 100% de Izquierda” y llamaba a votar exclusivamente por sus propios candidatos.
Cerca de un 8% de los votantes lo hacen por opciones de izquierda, y este porcentaje seguramente crecería significativamente si la izquierda mostrara la madurez de acordar y desacordar democráticamente mientras golpean juntos en las elecciones y las luchas.
Casi todos los referentes de la izquierda, o por lo menos los mas importantes, tendrían asegurados diputados, concejales y legisladores para proseguir entre elecciones sus campanas de agitación a favor de las luchas si lograran un frente de izquierda que obtuviera un 10% de los votos. Al mismo tiempo, tal caudal, disiparía la percepción como sectaria y marginal de la izquierda argentina y los posicionaría con una mayor audiencia para sus propuestas entre los trabajadores y el pueblo.
Las elecciones, efectivamente, no son el vehiculo mas apropiado para la movilización obrera y popular hacia el socialismo. Sin embargo, son importantes en cuanto a que brindan la posibilidad de llegar a millones e influir con ello en el debate político nacional o local. Esto ultimo a condición de que los votantes, fundamentalmente los trabajadores, los tomen seriamente. Eso no será posible mientras persista la imagen que la izquierda se fractura por puestos, por quien maneja el micrófono y se canibaliza por lo que, en las reuniones internas, tildan como carente de importancia.
Los dirigentes de la izquierda suelen ocultar su extrema debilidad política e ideológica que demuestran estos actos de sectarismo y auto proclamación infantil detrás de bravuconadas y ataques brutales contra otros dirigentes y sus reales o supuestas fallas “metodologicas”, “políticas” o “programáticas”. En realidad, detrás de estos ataques se esconde la impotencia y falta de confianza en las propias ideas y organización a las que deben preservar de todo contacto con otras para evitar ser ganadas o influenciadas por ellas.
Ni se les pasa por la cabeza que los frentes y unidades de acción tienen entre otros propósitos influenciar a aliados y aun a oponentes. No se sienten capaces de hacerlo y lo disimulan detrás de su agresividad.
PO, Partido Obrero; MST; Movimiento Socialista de los Trabajadores; IS, Izquierda Socialista, anteriormente conocido como MST-El Socialista[1].
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