La vinculación societaria entre las petroleras inglesas que iniciaron la explotación en la cuenca offshore de Malvinas y las empresas que actúan en el continente argentino es contundente (ver nota Clarin 20/3/10). Esta interrelación devela un aspecto desconocido de la cuestión: quienes son los que realmente armaron el negocio del petróleo en Malvinas. Sabíamos que formalmente eran cuatro empresas británicas: DESIRE, ROCKHOPPER, FALKLAND OIL&GAS Y BORDERS SOUTHERN. Pero ahora sabemos que detrás de ellas, a través de la inversora anglo estadounidense BLACKROCK, están vinculadas con el negocio dos de las más grandes petroleras de Argentina: REPSOL - YPF y Panamerican Energy (BP-Bridas). Y también el banco Barclays, nombrado por el gobierno como Coordinador del canje de la deuda externa. (VER SOCIOGRAMA )
Los argentinos tenemos derecho a preguntar y a saber cómo se ha llegado y permitido esta grave situación que lesiona gravemente nuestra soberanía. La respuesta es que ha habido groseros errores políticos, mala praxis y también complicidades.
Los errores parten del planteo que la “Argentina no tiene hipótesis de conflicto”. Concepto repetido hasta el cansancio por el Canciller y la ministra de Defensa. Quién llegó a afirmar recientemente que Argentina puede afrontar en un futuro un “conflicto por el agua”. Mientras tanto, hoy, los británicos han militarizado (probablemente hasta con submarinos nucleares) y comenzado a explotar la plataforma de Malvinas, estimada en 60.000 millones de barriles de petróleo, el equivalente a 30 veces nuestra deuda externa. Con el debido respeto, ante la política del avestruz, de no querer ver lo que está delante de sus narices adoptada por la Sra. Ministra, habría que advertirle que no se trata de una “hipótesis de conflicto” sino que ESTAMOS ANTE UN CONFLICTO, Y SE TRATA DEL PETROLEO Y LA PROYECCION ANTARTICA.
La mala praxis queda evidenciada de manera patente en el accionar de la Cancilleria, cuya directriz no ha variado sustancialmente desde que se firmaron los acuerdos con el Reino Unido (RU) en los ‘90. Desde que se puso en vigencia esta política, la Argentina no ha recuperado ni un solo km2 de superficie, ni un solo kilogramo de pescado, ni un solo barril de petróleo. La palabra fracaso no alcanza para reflejar los resultados obtenidos. La “política de Estado” de Argentina en relación a Malvinas, lamentablemente solo ha rendido beneficios al “Estado” Británico. Resulta sin duda un caso de pésima praxis lo actuado por nuestra diplomacia frente al Tratado de Lisboa, que incorporó como territorios de ultramar de la Unión Europea, a las Islas Malvinas y su proyección antártica (una insólita decisión). Nada se hizo para evitarlo, a pesar que solo hubiera bastado que uno solo de los 27 países miembros de la UE se opusiera. Sin pestañar nuestra presidenta nos dice ahora que su principal desvelo es llegar, no a un ALCA, sino a un ALCUE, un Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea.
Lamentablemente las complicidades de sectores del gobierno con las empresas petroleras con intereses en Malvinas no acaban allí. La reticencia del Sr. Boudou a cancelar el contrato con la Barclays, solo se explica por la reticencia presidencial a adoptar esa indispensable medida. Y asimismo resulta inadmisible que REPSOL-YPF haya admitido la incorporación de un accionista (Blackrock) que a su vez es accionista o está vinculado directa o indirectamente a todas y cada una de las empresas petroleras británicas que pretenden operar en Malvinas. Recordemos que al incorporarse el grupo Eskenazi (de conocida cercanía con los Kirchner) como socio minoritario de REPSOL-YPF, el gobierno dijo que la petrolera había sido “argentinizada”. Muy lejos está esa empresa de defender los intereses de los argentinos. Muy cerca están los funcionarios que consintieren estos actos del calificativo de alta traición.
La estrategia británica siempre estuvo clara: vienen por el petróleo y se armaron militarmente para ello. Pero saben que no pueden llevarse todo el botín, porque el mundo empezó a mirar lo que está pasando en el Atlántico Sur. Son 5.000.000 de km2 en disputa, con recursos incalculables. Van a pretender mostrar un “acuerdo” con la Argentina. Están preparando una limosna disfrazada posiblemente como derecho de reparación ambiental para querer conformarnos. Y el gobierno como si operara en tándem con la diplomacia británica, les está haciendo peligrosamente el juego. En vez de regionalizar o sudamericanizar el conflicto, lo ha reducido al mínimo al ponerlo en cabeza de la provincia de Tierra del Fuego. De esta forma lo ha equilibrado… a favor de Inglaterra, al contraponer no los 41 millones de habitantes de Argentina, contra 2.000 kelpers; sino los menos de 130.000 habitantes de Tierra del Fuego, contra 2.000 isleños. Y a la par avanza sospechosamente e impunemente con curiosas componendas. Como la cesión que acaba de realizar la Sra. Presidenta de la mitad de las regalías petroleras de la Cuenca de Malvinas, a favor de la provincia de Tierra del Fuego. Como para que sea la gobernadora Fabiana Rios la que -bajo el amparo de ese convenio y del artículo 124 de la Constitución nacional- salga a negociar con los isleños, las petroleras británicas, e incluso con el Reino Unido, unos acuerdos petroleros aun mas deplorables y denigrantes de los que firmó el canciller Di Tella en 1995, inspirado en la política de las “relaciones carnales”.
Esta situación clama que se despabile el Parlamento, que parece estar enteramente en Babia ante estos acontecimientos. Y también el Poder Judicial frente a las denuncias ya presentadas. Clama por Justicia, antes que sea demasiado tarde, como la historia de la película que ganó el Oscar.
Mario Cafiero-Javier Llorens.
20/03/2010
Los argentinos tenemos derecho a preguntar y a saber cómo se ha llegado y permitido esta grave situación que lesiona gravemente nuestra soberanía. La respuesta es que ha habido groseros errores políticos, mala praxis y también complicidades.
Los errores parten del planteo que la “Argentina no tiene hipótesis de conflicto”. Concepto repetido hasta el cansancio por el Canciller y la ministra de Defensa. Quién llegó a afirmar recientemente que Argentina puede afrontar en un futuro un “conflicto por el agua”. Mientras tanto, hoy, los británicos han militarizado (probablemente hasta con submarinos nucleares) y comenzado a explotar la plataforma de Malvinas, estimada en 60.000 millones de barriles de petróleo, el equivalente a 30 veces nuestra deuda externa. Con el debido respeto, ante la política del avestruz, de no querer ver lo que está delante de sus narices adoptada por la Sra. Ministra, habría que advertirle que no se trata de una “hipótesis de conflicto” sino que ESTAMOS ANTE UN CONFLICTO, Y SE TRATA DEL PETROLEO Y LA PROYECCION ANTARTICA.
La mala praxis queda evidenciada de manera patente en el accionar de la Cancilleria, cuya directriz no ha variado sustancialmente desde que se firmaron los acuerdos con el Reino Unido (RU) en los ‘90. Desde que se puso en vigencia esta política, la Argentina no ha recuperado ni un solo km2 de superficie, ni un solo kilogramo de pescado, ni un solo barril de petróleo. La palabra fracaso no alcanza para reflejar los resultados obtenidos. La “política de Estado” de Argentina en relación a Malvinas, lamentablemente solo ha rendido beneficios al “Estado” Británico. Resulta sin duda un caso de pésima praxis lo actuado por nuestra diplomacia frente al Tratado de Lisboa, que incorporó como territorios de ultramar de la Unión Europea, a las Islas Malvinas y su proyección antártica (una insólita decisión). Nada se hizo para evitarlo, a pesar que solo hubiera bastado que uno solo de los 27 países miembros de la UE se opusiera. Sin pestañar nuestra presidenta nos dice ahora que su principal desvelo es llegar, no a un ALCA, sino a un ALCUE, un Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea.
Lamentablemente las complicidades de sectores del gobierno con las empresas petroleras con intereses en Malvinas no acaban allí. La reticencia del Sr. Boudou a cancelar el contrato con la Barclays, solo se explica por la reticencia presidencial a adoptar esa indispensable medida. Y asimismo resulta inadmisible que REPSOL-YPF haya admitido la incorporación de un accionista (Blackrock) que a su vez es accionista o está vinculado directa o indirectamente a todas y cada una de las empresas petroleras británicas que pretenden operar en Malvinas. Recordemos que al incorporarse el grupo Eskenazi (de conocida cercanía con los Kirchner) como socio minoritario de REPSOL-YPF, el gobierno dijo que la petrolera había sido “argentinizada”. Muy lejos está esa empresa de defender los intereses de los argentinos. Muy cerca están los funcionarios que consintieren estos actos del calificativo de alta traición.
La estrategia británica siempre estuvo clara: vienen por el petróleo y se armaron militarmente para ello. Pero saben que no pueden llevarse todo el botín, porque el mundo empezó a mirar lo que está pasando en el Atlántico Sur. Son 5.000.000 de km2 en disputa, con recursos incalculables. Van a pretender mostrar un “acuerdo” con la Argentina. Están preparando una limosna disfrazada posiblemente como derecho de reparación ambiental para querer conformarnos. Y el gobierno como si operara en tándem con la diplomacia británica, les está haciendo peligrosamente el juego. En vez de regionalizar o sudamericanizar el conflicto, lo ha reducido al mínimo al ponerlo en cabeza de la provincia de Tierra del Fuego. De esta forma lo ha equilibrado… a favor de Inglaterra, al contraponer no los 41 millones de habitantes de Argentina, contra 2.000 kelpers; sino los menos de 130.000 habitantes de Tierra del Fuego, contra 2.000 isleños. Y a la par avanza sospechosamente e impunemente con curiosas componendas. Como la cesión que acaba de realizar la Sra. Presidenta de la mitad de las regalías petroleras de la Cuenca de Malvinas, a favor de la provincia de Tierra del Fuego. Como para que sea la gobernadora Fabiana Rios la que -bajo el amparo de ese convenio y del artículo 124 de la Constitución nacional- salga a negociar con los isleños, las petroleras británicas, e incluso con el Reino Unido, unos acuerdos petroleros aun mas deplorables y denigrantes de los que firmó el canciller Di Tella en 1995, inspirado en la política de las “relaciones carnales”.
Esta situación clama que se despabile el Parlamento, que parece estar enteramente en Babia ante estos acontecimientos. Y también el Poder Judicial frente a las denuncias ya presentadas. Clama por Justicia, antes que sea demasiado tarde, como la historia de la película que ganó el Oscar.
Mario Cafiero-Javier Llorens.
20/03/2010
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