Sergio
García
Periodista
político. Dirigente del MST
Coordinador
de la web “Portal de la Izquierda”
La situación del
imperialismo norteamericano, de cuyo seno sale gran parte de la contraofensiva
económica sobre las masas del mundo, está en debate; también su relación con
otras potencias imperiales. Más de ocho años de crisis sistémica evidencian las
nuevas relaciones entre potencias regionales y de alcance global. China sigue
su expansionismo comercial, intentando despojar de recursos estratégicos a
países periféricos. La crisis global le contrajo los mercados centrales y su
economía decrece. Aun así juega un rol de carácter imperial. Otro actor es
Rusia, que tras largos años reinició su actuación como poder regional en
Ucrania, Siria y en sus relaciones comerciales y militares con Europa
occidental. Es el otro cambio evidente. Estos actores, junto al imperialismo
europeo comandado por Alemania y Francia, son parte del entramado imperialista
que actúa de conjunto a nivel global.
La actuación de estas
potencias no elimina que EE.UU. sigue siendo el imperialismo dominante y nadie
pudo ocupar su lugar. El método dialéctico es esencial para entender el
fenómeno: la crisis capitalista desnuda la debilidad yanqui como nunca antes y
a la vez no niega que sigue actuando fuerte en donde puede. Valen como ejemplos
su política hacia Cuba, su accionar frente a Irán, los acuerdos comerciales que
discute con Europa y el lanzamiento del TPP como ofensiva hacia el Oriente y
Latinoamérica, intentando un nuevo salto de saqueo neocolonial. Mientras,
mantiene la supremacía del dólar, de su aparato militar y la mejor tecnología de
punta. Esto coloca como tarea prioritaria la lucha contra todos los planes
imperialistas: contra las recetas de austeridad de la troika en Europa; contra
la injerencia china en los países que intenta saquear; contra la injerencia
rusa en su zona de influencia y levantando una campaña amplia contra el TPP y
sus consecuencias.
Crisis
de la Unión Europea y perspectivas
Desde el inicio de la
crisis capitalista, Europa no pudo reponerse: de modo recurrente muestra signos
de decadencia. La UE comandada por Alemania mantiene su presión para imponer
planes de austeridad y los países europeos más pobres son quienes más sufren
ese ahogo y chantaje. El ejemplo de Grecia, de brutales exigencias de la troika
y de capitulación de Syriza ante ellas, fue una cruda realidad. También padecen
esa política los países centrales, como Francia, que acaba de vivir una huelga
contra la reforma antilaboral que pretenden aplicar.
El desafío es qué
hacer ante las exigencias de la troika. Creemos que no es posible construir una
Europa para los trabajadores, la juventud y los pueblos si se sigue atado a los
dictados del Banco Europeo, la Comisión Europea y el FMI. Por eso, junto a
apoyar cada lucha social y plantear medidas coordinadas de movilización, hace
falta levantar un proyecto alternativo que ligue integralmente el no pago de
las deudas -para poder satisfacer demandas sociales- con un camino alternativo
al euro y a la UE. Si no, es creer que dentro de ese andamiaje imperialista se
pueden lograr cambios progresivos. No es así. Sólo preparando una política de
ruptura que imponga un «no pago» soberano se puede avanzar. ¿Es fácil? Claro
que no. ¿Hacen falta tácticas y ganar peso social? Claro que sí. Pero lo
primero es definir que un «plan B» antiausteridad y a la vez anticapitalista es
el eje de la política a seguir. Bregamos por empujar ese proyecto, apoyando las
movilizaciones que se preparan para el 28 de mayo.
Experiencias
de izquierda
En Europa hay crisis
de viejos regímenes y se fueron abriendo espacios para nuevas experiencias de
izquierda. Grecia con Syriza fue la de más veloz avance y también más veloz
fracaso. Marca dos cuestiones: la posibilidad de derrotar a nivel electoral a
viejos partidos y la imposibilidad de provocar cambios estructurales sin
confrontar decididamente con la troika apoyándose en la movilización popular.
Vendrán otros fenómenos y posibilidades. De ahí la importancia de sacar
conclusiones correctas.
Es válido y necesario
impulsar frentes o movimientos políticos amplios desde la izquierda, partiendo
de acuerdos programáticos de carácter anticapitalista y siendo parte del
proceso vivo de lucha de clases. En Grecia, se expresa en la reorganización de
quienes no avalaron la capitulación de la mayoría de Syriza. En España, una
gran franja de la población lo manifiesta en el apoyo a Podemos, que expresa
por un lado esa búsqueda positiva, combinada con un retroceso programático y
moderación de propuestas así como algunas buenas experiencias de su ala
izquierda anticapitalista. Es un proceso abierto, que en líneas generales
acompañamos, opinando que a mediano plazo solo puede jugar un rol positivo si
su política es de ruptura con el régimen del ’78 y la complicidad del PSOE, con
quien no puede haber gobierno progresista posible. La salida «por izquierda» es
con otros actores políticos y sociales, apoyados en la movilización,
impulsándola y tomando -entre otras banderas- el derecho de Catalunya
a su independencia. Hay también experiencias como el Bloque de Izquierda en
Portugal, que nuclea diversas posturas, y un retroceso del NPA en Francia, que
perdió espacio político. Creemos que así como es correcto impulsar y participar
de fenómenos amplios de izquierda, también hace falta una estrategia organizada
para actuar en esas experiencias, para no caminar, con ojos vendados, hacia un
fracaso. Por la política del imperialismo y sus aliados, toda fuerza que no sea
sólida programáticamente y activa en la lucha de clases no resiste presiones.
La organización consciente y planificada de una estrategia anticapitalista y socialista
es decisiva, legado leninista que mantiene plena vigencia.
La crisis capitalista
global no muestra signos de recupero. Nos preparamos para un interregno de años
de revueltas sociales, nuevos fenómenos políticos, oportunidades para la
izquierda, a la par de una contraofensiva del imperialismo y sus aliados que no
se debe minimizar. Esta realidad de experiencias en Europa también está
presente como desafío en la Argentina, en donde la decadencia del FIT por
negarse a conformar algo grande y amplio, más su división constante en las
luchas, plantea la tarea urgente de construir algo nuevo y diferente desde la
izquierda anticapitalista. Miles de simpatizantes de izquierda y de quienes
vienen de apoyar antes al kirchnerismo están a la búsqueda de una alternativa.
Comencemos a construirla entre las organizaciones que estemos dispuestas. En
ese camino, fortalecer al MST contribuye a gestar esa nueva y gran alternativa
que hace falta.
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