¿Hasta cuándo las tropas
de la Minustah van a seguir
ocupando Haití?
La Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah) tiene un mandato que se vence hoy. Argentina tiene cerca de 600 militares en el contingente, que debería abandonar ese país pues no resolvió sus problemas sino que los agravó.
En estos días la ONU tendrá que considerar qué hace con la misión apostada en Haití desde junio de 2004. Es que originalmente su mandato era por seis meses prorrogable por dos lapsos iguales. Luego, sin cumplir sus cometidos –salvo que se considere tal a elecciones muy cuestionadas y postergadas en cinco oportunidades-, la resolución 1702 fijó como fecha límite el 15 de febrero de 2007.
Ante el agotamiento del tiempo, lo más probable es que en el Palacio de Cristal y con el voto decisivo de Estados Unidos, Naciones Unidas revalide la estancia del contingente por un año más.
Así lo pidió esta semana una reunión de vicecancilleres de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala, Paraguay, Perú y Uruguay, realizada en Lima. Allí también asistieron el secretario general de la OEA, Miguel Insulza, y el guatemalteco Edmond Mulet, el político de mayor rango en la Minustah como delegado del secretario general de la ONU.
Pero más allá de esta solicitud surgida desde Perú, las tropas seguirán porque así lo quiere la administración Bush. Esto fue así desde el principio. Washington sacó por la fuerza al presidente Jean Bertrand Aristide en febrero de 2004, secuestrándolo y depositándolo en Africa. Los marines ocuparon Puerto Príncipe, la capital, codo a codo con soldados franceses y canadienses, colocando un presidente títere como Boniface Alexandre y un primer ministro, Gerard Latortue, traído directamente desde Miami.
Como EE UU ya estaba empantanado en dos teatros de guerra (Irak y Afganistán), su representación en el Consejo de Seguridad prohijó las Resoluciones 1529 y 1542 que crearon la Minustah.
Los nueve países latinoamericanos reunidos este lunes en Lima, sobre todo Brasil, Argentina y Chile, son los que en aquel momento asumieron alegremente la ponencia de la Casa Blanca. El comando militar estaría a cargo de generales brasileños y la jefatura civil para el embajador chileno Juan Gabriel Valdés, quien opinó que la fuerza debía quedarse diez años. La Argentina también ocupó lugares destacados en lo castrense, con un envío de 600 efectivos a cargo de un capitán de navío.
El discurso común de los presidentes del Mercosur fue que la Minustah era “diferente” porque tenía hegemonía latinoamericana, a diferencia de otras expediciones en lugares del mundo donde se reportaban crímenes, violaciones y saqueo. A casi tres años de establecida, se podrá hacer el balance de la Minustah. Eso podrá discutirse, pero desde el vamos se supo que era una creación a pedido de George W.
Puros fierros
Haití tiene en su haber histórico ser la cuna de la independencia latinoamericana y caribeña pues ya en 1804 constituyó la primera república luego que su población negra batiera a las tropas del mismísimo Napoleón. Aunque los argentinos crean que son los primeros en todo, deben reconocer que su primer gobierno patrio asumió seis años más tarde que los esclavos libertos de la mitad occidental de la isla “La Española” a la que tres siglos antes había arribado Cristóbal Colón.
De ese momento promisorio, Haití se cayó a la última posición entre países del hemisferio, según su calidad de vida. El 80 por ciento de su población vive en una estremecedora pobreza. Las causas, diferentes y complejas, ubican en lugar destacado a la injerencia del imperialismo estadounidense y las parasitarias clases dominantes, en particular durante los largos años de la dictadura del clan Duvalier.
Luego de la primera ocupación militar a cargo de la marinería, entre 1915 y 1934, se podía deducir que el arreglo de los dramas haitianos no pasaba por una intervención militar. Y menos por tropas norteamericanas, de resultas de cuya dominación quedó que una de las principales industrias locales –si se la puede llamar tal- es la fabricación de la pelota de béisbol, deporte que los haitianos no practican.
Pese a esa contundente lección de la historia, Washington ha insistido en la solución militar cuando está a la vista que lo que el país afectado necesita ayuda económica, financiamiento para el desarrollo, programas sociales, médicos, escuelas y hasta alimentación y medicinas. No hace falta ser muy sagaz para darse cuenta de qué puede demandar la nación que marcha a la cola del pelotón de países quebrados de América Latina.
Esa verdad elemental la comprendió Cuba, que hace varios años envió numerosos médicos para colaborar con campañas de salud de los sufridos haitianos. Y esos galenos no atienden en zonas residenciales de Puerto Príncipe sino en lugares recónditos donde ni los profesionales nativos quieren desempeñarse.
Bush ni siquiera cumplió con sus promesas de financiamiento. En 2005, apremiado por la ONU, dijo que daría 50 millones de dólares para Centroamérica y el Caribe.
Los gobiernos que se autodefinen como progresistas –Néstor Kirchner, Lula da Silva, Michelle Bachelet y Tabaré Vázquez, entre otros- insistieron en el envío y continuidad de las tropas de la Minustah. Hasta Evo Morales mantuvo a los soldados bolivianos.
En este momento la misión tiene 7.200 cascos azules, de los cuales 6.600 son militares, unos 1.700 son policías y un centenar son civiles. Como los de cualquier otra fuerza multinacional, éstos no tiran con hondas; utilizan fusiles, blindados y helicópteros, e imponen bajas a la población civil en sus barrios pobres como Cité Soleil. Igual que en otras hechuras de la ONU, allí tienen conchavo soldados jordanos, nepalíes, marroquíes, filipinos, pakistaníes, etc, a tantos dólares el mes, asignados a los lugares donde hay mayor peligro. Aunque a algunos les duela, son mercenarios.
Que los argentinos vuelvan
La incorrecta decisión de que Argentina intervenga en la Minustah fue decidida por el presidente Kirchner y el ex canciller Rafael Bielsa bajo el paradigma de las “intervenciones militares humanitarias”. Esta es también una doctrina estadounidense, destilada por una cumbre de la OTAN, que ha servido para justificar las operaciones imperiales en Somalia, Ruanda, Kosovo, Timor Oriental y, en cierto sentido, Irak.
Esto se ha visto corroborado en la isla caribeña, donde desde el derrocamiento de Aristide hubo 1.600 muertos sin que la Minustah sirviera para impedirlo. Y luego fue la propia misión la que comenzó a matar. Se considera su represión del 6 de junio de 2005, cuando murieron cerca de 50 personas humildes, como el jalón de inicio de las masacres, generalmente cometidas en barrios de Cité Soleil y con la excusa de “perseguir bandidos”.
En diciembre de 2006 y enero de 2007 hubo nuevas masacres en esa populosa concentración de Puerto Príncipe, siendo asesinados 70 pobladores.
Y no se puede decir que se trata de “errores” o “excesos” de tal o cual jefe militar. Por el comando máximo de la Minustah pasaron los generales brasileños Augusto Heleno, Urano Teixeira da Matta Bacellar y José Elito Carvalho de Siqueira, sin mayores cambios (el menos proclive a la represión, Bacellar, apareció sugestivamente suicidado en enero de 2006).
Los antecedentes de los vicecomandantes también son de terror. En 2005 estaba en ese puesto el general chileno Eduardo Aldunate Herman, ex miembro de la Brigada 'Mulchén' de la DINA, a la que se le imputan muchos crímenes durante el pinochetismo. Entre otros, el del economista español Carmelo Soria.
Entre los militares argentinos también hay elementos de mentalidad fascista. El capitán de navío Bernardo Schweizer, integrante de la Minustah, fue echado de la fuerza por enviar mails cuestionando la política de derechos humanos del gobierno.
Hay un hecho sintomático de que la partida de nuestras tropas estaba mal parida. El 16 de julio de 2004, cuando viajó el primer contingente a bordo del transporte “San Blas”, quien los bendijo y despidió fue el obispo castrense Antonio Baseotto, un admirador de los vuelos de la muerte y el terrorismo de Estado.
En vez de traer de regreso a esas tropas, el gobierno insiste en enviar más. El 5 de febrero salió el Batallón Conjunto Argentino 6 y como parte del mismo fueron 225 efectivos de las guarniciones de Santa Cruz, el pago chico presidencial. Si tanto le preocupa Haití, ¿por qué no lo ayuda con trigo, carne, medicinas, herramientas y máquinas?.
FUENTE: EMILIO MARIN (DIARIO LA ARENA - LA PAMPA - ARGENTINA)
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