Crecen los conflictos entre potencias y puede haber más peleas y aún guerras
La atmósfera internacional, ya contaminada por las guerras de agresión de Estados Unidos contra Irak y Afganistán, se enrarece aún más con la crisis económica. Crecen los conflictos de diversa índole.
EMILIO MARÍN
La mayor parte de la humanidad desea que perdure una paz mundial, aunque esta es perforada periódica pero sistemáticamente por las potencias. Un millón de muertos iraquíes desde 2003 hasta la fecha, en una guerra lanzada con falsas pruebas, confirma esas violaciones.
¿En esta crisis financiera, económica y política, habrá más o menos conflictos armados? En principio, aunque duela, habría que ser escépticos respecto a la posibilidad de una disminución.
En primer término hay que tener en cuenta la gravedad de la crisis. Esta es un disparador de tensiones al interior de los países y hacia fuera, sobre todo de aquellos que no quieren perder posiciones internacionales y tienen las armas, en todo el sentido de la expresión, para defenderlas.
La Unión Europea marca la temperatura de la crisis laboral: “unos 4,5 millones de europeos perderían su empleo en 2009 a raíz de la crisis económica”. Así lo estimó la organización empresarial y su titular, el francés Ernest-Antoine Seilliere. Avalando el cálculo estaba a su lado el jefe del órgano ejecutivo de la UE, José M. Durán Barroso. Hasta el momento la previsión era grave pero no tanto, pues se creía que la pérdida de empleos sería de 3,5 millones.
Y no es que los gobiernos afectados se vuelvan más violentos contra otros bloques económicos y comerciales por ser sensibles a la problemática de los asalariados. Lo hacen en defensa de sus grupos económicos y financieros que reaccionan con furia, protegiendo sus mercados y clamando contra el “proteccionismo” de los demás. Si esa catástrofe social se consuma, la mayoría de los gobernantes serán cenizas al viento, como George Bush luego del incendio de Wall Street.
Se dirá que hay que tener confianza en el “Grupo de los 7” y el “Grupo de los 20”. Este se verá las caras el 1 y 2 de abril en Londres y se fantasea con acuerdos globales para “relanzar el capitalismo”. La presidenta argentina tiene ilusiones en un Banco Mundial reformulado y dinero fresco para prestar a los países en desarrollo, según opinó en Brasil. Ver para creer.
Es difícil pensar en que esas potencias, que quieren salir a flote a expensas de otras y, sobre todo, en contra del Tercer Mundo, puedan llegar a una unidad y un plan de acción. En noviembre último lo intentó Bush con el “G-20” y han pasado casi cinco meses de crisis. Ya van 7 años y medio desde el inicio de la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio, sin resultados apreciables debido a las diferencias entre las potencias y el Tercer Mundo, y por las contradicciones entre los propios imperios.
Por eso, y con la crisis económica actual como fondo, se incrementa la tendencia a la confrontación cada vez más áspera entre distintos países. Hay riesgo de guerras, además de las “habituales” de EE UU contra Irak y Afganistán, y de Israel contra los palestinos.
Imperio no cede
EE UU está en decadencia pero eso no significa que se haya resignado a ser superado por otras potencias. Está dispuesto a dar nuevos paquetes de salvatajes a sus bancos y automotrices, en detrimento de la competencia, para defender su hegemonía.
Barack Obama es conciente de ese tobogán y quiere revertirlo. En su primer discurso planteó: “menos tangible pero no menos profunda es la pérdida de confianza en nuestro país, un temor persistente de que el declive de EE UU es inevitable y de que la próxima generación debe reducir sus expectativas”.
Y una de las herramientas es la militar. El presupuesto “de Defensa” aprobado en octubre pasado por su antecesor, alcanza los 612.000 millones de dólares. Como en los frentes de Irak y Afganistán se gastará más de lo previsto, como todos los años, la partida castrense estará cerca de los 650.000 millones. Y eso si no ocurre algún nuevo conflicto, lo que es probable según este análisis.
Obama enviará 17.000 soldados más a Afganistán, duplicando las tropas en ese frente. La medida no es sólo para combatir a los talibanes sino, estratégicamente, para plantar bases en el camino del Este. Moscú y Beijing son los objetivos de mediano y largo plazo de esa movida.
Respecto al primer caso, en agosto de 2008 la entonces secretaria de Estado Condoleeza Rice, y el ministro del Exterior polaco, Radek Sikorski, rubricaron un acuerdo para instalar en Polonia baterías de misiles “Patriot”. El dispositivo se articula con radares de localización lejana y pronto aviso a radicarse en la República Checa.
El mandatario ruso Dimitri Medvedev estimó que “la instalación de las nuevas estructuras antimisilísticas tiene como objetivo a Rusia”. Y advirtió que reforzaría su ejército y modernizaría sus armas nucleares. Este año Rusia invertirá 43.000 millones de dólares en adquisición de armamento, de los que “25 por ciento será utilizado en la mejora del envejecido arsenal nuclear” (Ansa-DPA 18/3). Hasta 2011 lo gastado en el rearme militar alcanzará los 140.000 millones de dólares.
Moscú no cree en lágrimas ni en las promesas de paz de la OTAN, con la que interrumpió relaciones desde que ésta instigó la agresión de Georgia contra Osetia del Sur, en agosto del año pasado. Sólo las reanudó en el corriente mes. No conforme con su aproximación desde Afganistán ni con la sumatoria de Polonia y República Checa a la OTAN, la canciller Hillary Clinton ha reiterado que también quiere la incorporación de Georgia y Ucrania. Rusia se siente en peligro mortal y toma sus recaudos.
Todos toman previsiones
Las autoridades chinas insisten en su tesitura de un mundo multipolar y a favor del desarrollo y la paz. Fue en ese ambiente que han podido avanzar en el crecimiento económico y mejorar índices de desarrollo humano. Es uno de los pocos países que viene cumpliendo las Metas del Milenio, erradicando la pobreza y mejorando las condiciones de vida de 1.300 millones de chinos.
En medio del actual “desorden bajo los cielos” del mundo, la China de Hu Jintao seguirá creciendo. Según la estimación del FMI, aumentará 6,8 por ciento su Producto Bruto Interno, en contraste con la performance negativa de EE UU, Europa y Japón.
Ya en enero de este año, la nación socialista ubicó a su economía como la tercera del ranking, sólo detrás de EE UU y Japón, relegando a Alemania al cuarto puesto. Su PBI fue valuado en 3.5 billones de dólares.
Según el Consejo Nacional de Inteligencia de EE UU, para 2025 China habrá superado a Japón como segunda potencia económica. Y muchos juzgan que unos años más tarde, Beijing estará en condiciones de desplazar a la economía estadounidense de lo más alto del podio.
¿Acaso Washington va a mirar impávido ese desplazamiento? La respuesta más probable es que no. Hará todo lo que esté a su alcance para demorar o impedir ese sobrepaso oriental. Eventuales agresiones a partir de la cuestión del Tibet o del intento de conversión de Taiwán otra vez en la “Segunda China”, o de repetir la Guerra de Corea, etc, no se pueden descartar. No serán cosas que van a ocurrir hoy pero pueden suceder mañana, dentro de algunos años.
Y tanto Hu como el premier Wen Jiabao están preparándose para resistir cualquier agresión. El 4 de marzo pasado el parlamento chino difundió su previsión de gastos militares, que serán de 70.200 millones de dólares. En 2008, la partida ya había subido un 17,6 por ciento y con este nuevo incremento se duplica con relación a 2006.
Desde otro ángulo, la decisión de Nicolas Sarkozy de que Francia se reincorpore a la conducción de la OTAN, de donde salió en 1966 con Charles de Gaulle, es otra demostración de que muchos países olfatean conflictos, incluso guerras, y no quieren quedar a la descubierta ni aislados.
Esto es así sin contar los aprestos bélicos entre Pakistán e India, los roces entre Corea del Norte y del Sur, la invasión de Colombia a Ecuador y el pleito con Venezuela, el diferendo peruano-chileno por fronteras marítimas, los golpes de Estado en Africa, las amenazas de bombardeos israelíes contra Irán y la IV Flota patrullando mares de Latinoamérica y el Caribe.
En setiembre de 1938 el premier británico Neville Chamberlain regresó de Munich con un papel firmado por Adolfo Hitler donde prometía la paz luego de deglutirse Checoslovaquia. Al año siguiente Berlín empezaba la guerra. Hay que tener cuidado con los papelitos.
22 mar 2009
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