El agente que espiaba en democracia
Había sido militante del PC, del MAS y del MST hasta 2008. Denuncian que en realidad era un infiltrado que formaba parte del espionaje militar desde el último golpe de Estado. Los partidos de izquierda sospechan que no se trataría de un caso aislado.
La publicación de la lista de los miembros del Batallón 601 en dictadura dejó al descubierto una situación inesperada: algunos de sus agentes de inteligencia continúan infiltrados en partidos políticos y organizaciones sociales, aunque la Ley de Defensa de la Democracia lo prohíbe. Lo que para muchos era una sospecha se acaba de confirmar en Neuquén, donde un referente del partido de izquierda MST apareció en la nómina, secreta hasta hace algunas semanas. Desde 1983, el supuesto militante también formó parte del PC y del MAS local, encabezó marchas y protestas, y escribió artículos en revistas partidarias. Su doble vida era desconocida hasta para su propia familia. “Raúl Alejandro Tarifeño. Agente de Reunión de Información del Destacamento de Inteligencia 182. 1976-1983”, dice uno de los 4300 renglones de la lista que el Gobierno nacional acaba de desclasificar. El dato llegó a manos de los militantes del Movimiento Socialista de los Trabajadores, quienes aún no salen del asombro. “Jamás sospeché algo así. Jamás”, dice la ex legisladora del MST, Vilma Ripoll, quien compartió movilizaciones y reuniones con Tarifeño. “La infiltración de este servicio en nuestro partido confirma que el aparato represivo siguió actuando todos estos años”, señaló la dirigente que hoy presentará en los tribunales federales de Comodoro Py una denuncia penal contra los agentes del tenebroso Batallón 601 y contra el espía Tarifeño. Después de sus tareas en el Destacamento 182 de Neuquén, Tarifeño se adaptó rápidamente a la nueva realidad política: se sumó al PC de Cutral Có y se transformó en un destacado activista del Barrio General San Martín, conocido como 500 Viviendas. Con los años, el agente de inteligencia emigró al partido de Luis Zamora, el MAS, donde hizo las veces de vocero local. Según relatan algunos medios locales, el dato de que Tarifeño era “un colaborador de los servicios” se supo muchos años atrás en Cutral Có, donde su ex esposa lo denunció en el canal de televisión de esa localidad. La mujer aportó, incluso, copias de los informes que confeccionaba bajo el seudónimo de “Terán” o “Teherán”. Sin embargo, Tarifeño negó todo y atribuyó la acusación al despecho de su ex. Ya lejos de Cutral Có, Tarifeño se incorporó al MST donde fue la cara visible de las movilizaciones populares. Siempre en la primera fila reclamó desde bonos navideños para los desocupados hasta cárcel perpetua para los genocidas de la dictadura, sus jefes durante años. Metido en la piel del militante, Tarifeño escribió distintas columnas en el periódico del MST, como en la que en junio de 2007 alentó a “la más amplia unidad de acción para lograr que la fábrica Zanón siga en manos de sus verdaderos dueños: los trabajadores y el pueblo”. Tal fue la mimetización con su papel dentro de los partidos de izquierda que llegó a casarse y tener tres hijas con una joven militante del MST. Dieciséis años de engaño y mentiras terminaron abruptamente en 2006 cuando una carta oficial con el anuncio de la baja del Destacamento de Inteligencia llegó a su casa. Cuando semanas atrás sus compañeros de militancia encontraron su nombre en las listas de agentes de inteligencia fueron directo a increpar a Tarifeño, quien sin titubear aceptó ser parte del Destacamento. La publicación del listado de civiles miembros del Batallón 601 en la revista Veintitrés produjo nerviosismo en muchos de los ex agentes. En Bariloche, por ejemplo, aparecieron los nombres de dirigentes políticos como Claudio Cepeda, presidente de la Mesa Río Negro del GEN; Sergio Ezquerra, afiliado radical y asesor de un ex concejal y legislador; y Rodolfo Patricio Florido, ex encargado de Prensa del Concejo Municipal y actual conductor de un programa periodístico televisivo. Hasta ahora, ninguno de los 4.300 apellidos se había relacionado con acciones de inteligencia en la actualidad. Tarifeño es el primer caso. Su caso amenaza con convertirse en un escándalo nacional si se comprueba que, contratado por el Estado, continuó infiltrándose en organizaciones sociales y partidos políticos en plena etapa democrática de la Argentina. Los partidos sospechan que no se trata de un suceso aislado.
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