Por Mariano Arreche
El Pacto Social de la UIA, la CGT y el Gobierno:En noviembre de 2008, en el Congreso de los camioneros que coronaría nuevamente al burócrata Hugo Moyano, el ex Presidente Néstor Kirchner, en lo umbrales de la crisis venidera, decía que el empleo “no sería variable de ajuste de la discusión de políticas activas”, que este problema no se resolvería despidiendo trabajadores. También Hugo Moyano, Secretario General de la CGT, expresaba: “…hay quienes quieren meter más miedo, que quieren preocupar demasiado, pero estamos prevenidos contra todo eso”.Sin embargo, los intentos de “ocultar” la realidad por parte del oficialismo y sus secuaces han chocado nuevamente contra el muro de la propia realidad de vida de los trabajadores y trabajadoras, de todos los compatriotas. El alza desenfrenada del costo de vida así lo demuestra.Los despidos y las suspensiones aumentan permanentemente. La industria metalúrgica, construcción, textil e indumentaria, entre otras, han dejado a miles y miles de trabajadores en la calle. Solamente en Córdoba, según datos oficiales, hubo más de 1000 despedidos y alrededor de 7500 suspensiones en la industria.El inicial chantaje salarial de Moyano en un show de entredichos con el sector empresario y el Gobierno (antecedido por el “pedido” de una doble o triple indemnización, por el aval a los despidos y por el “plus” miserable -por única vez- que percibieron algunos trabajadores que cobran el mínimo salarial de $1240), tuvo su desenlace grotesco con las últimas declaraciones ya moderadas y conciliadoras del Secretario General de la CGT: "Hay actividades que evidentemente han perdido producción y me imagino que las organizaciones gremiales de esos sectores no van a tener la posibilidad de tener los salarios que tuvieron en otros momentos". En lo concreto, los sectores empresarios han expresado no estar dispuestos a dar aumentos salariales, y en algunos casos, que las subas (no más del 10%) estén atadas al análisis de la producción de cada sector. En este escenario no parece disgustar a los empresarios, Gobierno y dirección pro empresarial de la CGT un número que ronde el 14%, muy por debajo de la inflación y el aumento del costo de vida. La UIA, la CGT y el Gobierno de Cristina Kirchner coinciden en la necesidad de poner toda la crisis en las espaldas de los pobres, los sectores medios y todos los trabajadores. Así lo manifiestan las medidas que vienen tomando en cuanto a política salarial, ajustes, aumentos de las tarifas e impuestazos, extensión de la desocupación, pagos de la deuda externa, entrega de los recursos estratégicos, etc. Por ello aparecen en escena nefastos personajes como Juan Lascurain, José Ignacio De Mendiguren y Guillermo Moretti (por la UIA); Hugo Moyano (Camioneros, Secretario General de la CGT), Antonio Caló (Metalúrgicos, adjunto de la CGT) y Omar Viviani (taxistas, Secretario Gremial de la CGT); y, obviamente, los Kirchner por el Gobierno. Las famosas tres patas que en algún momento buscaron formar parte de lo que se llamó “Pacto social” o “Gran Acuerdo del Bicentenario”, idea que ahora es desempolvada por el Oficialismo, ante un escenario de crisis y la necesidad de embestir con toda crueldad los intereses de los trabajadores y el pueblo pobre.¿Y la dirección de la CTA?Este escenario es visto con pasividad por la conducción burocrática de la CTA (dirección política real de la Constituyente Social), priorizando la necesidad de avanzar en acuerdos electorales en todas las provincias entre marzo y mayo hacia las legislativas de este año. Igualmente existen claras contradicciones intestinas entre el carácter popular de las bases y los objetivos colaboracionistas y conciliadores de la dirección burocrática de CTA. Es preciso tener esto presente para no caer ni en sectarismos ni en oportunismos, ya que ambas desviaciones nos conducirían al retraso de las tareas necesarias para emprender una verdadera oposición de resistencia al avance de la crisis y los ataques permanentes a las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo pobre. Precisamente se trata de potenciar la unidad de acción en cada lugar de trabajo o territorio en la lucha por las reivindicaciones más urgentes del pueblo trabajador, por la conquista de una vida digna y la defensa de la soberanía nacional; y al mismo tiempo desarrollar una fuerte batalla política frente a las ideas y propuestas que pretenden dilapidar la lucha popular por caminos institucionalistas o de colaboración con el proyecto oficial de tal o cual gobierno de turno. Se trata de potenciar la capacidad de organización y acción del pueblo, y no de ir de furgón de cola de esta o aquella propuesta de normalización institucional, de vagas consignas de re distribución de las riquezas o de humanización del salvaje y sanguinario capitalismo. El capitalismo y los gobiernos de turno no han resuelto, no resuelven ni resolverán verdaderamente ninguna de las graves problemáticas que padecemos todos los argentinos y argentinas.¿Nuevas expectativas electorales para generar cambios?Las nuevas expectativas que se buscan generar a partir de intervenciones electorales, de abrir caminos de cambio por medio del voto, no hacen más que intentar adormecer la conciencia del pueblo y de desviar a importantes sectores combativos y honestos por caminos que no prepararán la participación en las verdaderas disputas políticas y sociales del período. En nuestro país existen innumerables experiencias de lo que significa y a lo que conduce, con las debilidades de construcción embrionaria del movimiento popular y las fuerzas revolucionarias, unir a los sectores combativos y consecuentemente luchadores, con los vacilantes, y más aún con los capituladores, conciliadores y traidores.Es común, entre los oportunistas, acomodarse y adaptarse ante cada pequeño vaivén de las condiciones políticas y sociales, pegando virajes y cambios de rumbo de acuerdo a las novedades del momento. En la intervención revolucionaria no podemos olvidar los objetivos centrales por los que luchamos y los intereses apremiantes del pueblo trabajador, y por tanto, tampoco podemos desestimar los caminos para alcanzarlos y las tareas principales del período. No se pueden sacrificar estos intereses y las proyecciones en aras de ventajas circunstanciales o del momento. Por ello, al calor de la resistencia popular y el acrecentamiento de la capacidad de acción de los trabajadores en su lucha por las mejoras en las condiciones de vida, es preciso ir formando sólidamente la organización revolucionaria, en los talleres y fábricas, barrios, escuelas, institutos y universidades, zonas rurales, etc. Nuestra clara tarea es organizar y expresar la rebeldía de los oprimidos en cada rincón de nuestra Patria y avanzar en la edificación de proyecto político revolucionario capaz de cimentar una verdadera voz de cambios radicales, de fondo, que destierren la explotación del hombre por el hombre y la desigualdad social, transformando sueños en realidades.De la Bronca a la PROTESTA POPULAR:Todos los trabajadores y trabajadoras, desocupados, estudiantes, pobres de la ciudad y el campo, debemos unirnos bajo las banderas de la lucha por una VIDA DIGNA y por la SALVACIÓN NACIONAL, causas comunes de todos los compatriotas. El Gobierno, los ricos y poderosos, quieren un pueblo dócil, que se quede de brazos caídos y de rodillas. Por ello, ante las políticas usureras de los enemigos del pueblo, y la inacción de los timoratos, debemos emprender con todas las fuerzas la articulación de la PROTESTA POPULAR por las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores y el pueblo pobre. Tenemos que ser protagonistas y no espectadores en la lucha por nuestros derechos populares pisoteados: contra los despidos y las suspensiones, por salarios acorde al valor de la canasta familiar, por trabajo genuino, por universalización y aumento del subsidio a los desocupados, por salud, educación y viviendas dignas de acceso real para todos los trabajadores y trabajadoras, por tierra para el que la trabaja, por una vida digna y la defensa de la soberanía y dignidad nacional.
FUENTE: EL SANTUCHISTA
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