Buenos Aires, 13 de septiembre de 2012
Hacia la destrucción del sistema de asignaciones familiares
Las recientes modificaciones al sistema de asignaciones familiares consolidan una tendencia preocupante iniciada hace cuatro años: la paulatina licuación del sistema y su reemplazo por un programa de sostenimiento de ingresos para los trabajadores que poseen ingresos inferiores al salario mínimo, vital y móvil
De continuar por este camino, pronto serán muy pocos los trabajadores registrados que perciban asignaciones familiares, y quienes lo hagan recibirán montos cada vez menos significativos. Esto implicará un ahorro para el Estado, que en cierta medida podrá ser redistribuido a los trabajadores desocupados o a los trabajadores no registrados que perciben un ingreso inferior al salario mínimo.
En otras palabras, los recientes cambios implican una transferencia de recursos desde trabajadores que poseen ingresos mensuales en un rango que va desde los $ 3.000 a los $ 7.000, hacia quienes se encuentran en la pirámide de la escala de ingresos.
En su discurso de ayer, la Presidenta de la Nación volvió a insistir en la idea de que actualmente existiría una justa distribución de la riqueza entre capital y trabajo (“estamos cerca del fifty – fifty”, según sus propias palabras), y que el principal problema sería la injusta distribución del ingreso entre los propios trabajadores.
Este razonamiento rechaza explícitamente la posibilidad de avanzar sobre las ganancias empresariales (que según la propia Presidenta “la están levantando con pala”), y plantea una falsa disputa entre trabajadores. Pero lo peor es que las medidas adoptadas por el Gobierno Nacional en materia de asignaciones familiares a partir del año 2009, luego de la creación de la asignación universal por hijo, han perjudicado directamente a aquellos trabajadores registrados que poseen ingresos medios y medios – bajos.
En tal sentido, el principal aspecto de la última reforma fue modificar la base de cálculo, pasando del ingreso individual de cada trabajador al ingreso total del grupo familiar. Para justificar este cambio, la Presidenta ejemplificó con la situación de un grupo familiar conformado por un alto funcionario de una multinacional que cobra un salario de $ 500.000 mensuales, mientras que su esposa percibe $ 4.000 por mes y por ello cobra asignaciones familiares.
Desde ya que este tipo de situaciones resulta inaceptable, pero mucho más inaceptable es naturalizar que un directivo de una empresa cobre medio millón de pesos al mes, mientras muchos de los trabajadores que llevan adelante la actividad de dicha empresa con suerte perciben el 1% de dicho salario.
La modificación de la base de cálculo afecta directamente a todos los hogares donde existe más de un trabajador que percibe ingresos, ya que si todos los ingresos sumados superan los $ 6.000 automáticamente quedará comprendido en la última categoría, y percibirá en concepto de asignación por hijo la suma de $ 90, es decir, menos de lo que percibe en la actualidad.
Este tipo de situaciones son mucho generalizadas que las tomadas como ejemplo por la Presidenta de la Nación. Veamos algunos ejemplos concretos.
Si en un hogar trabajan marido y mujer con un trabajo en blanco, por ejemplo trabajadores de maestranza con 10 años de antigüedad (encuadrados en el convenio respectivo), hoy el salario de cada uno de ellos ronda los $ 2.600 en mano ($ 3.025 brutos). Si tienen tres hijos, hasta ahora percibían $ 612 por asignaciones familiares ($ 204 por cada uno). De esta manera, la asignación por hijo les representaba más del 10% del ingreso familiar neto ($ 5.200 sumados los dos sueldos, más $ 612 de asignación por hijo).
A partir de ahora, este hogar pasará a la última categoría de la escala, ya que no se considera el ingreso de cada trabajador ($ 3.025), sino el del grupo familiar ($ 6.050). Por ende, pasan a cobrar $ 270 de asignaciones familiares ($ 90 por cada hijo). Es decir, a partir del mes que viene ese grupo familiar (recordemos, dos trabajadores de maestranza, y da lo mismo cualquier pareja en la que trabajen los dos, incluso uno de ellos puede estar como servicio doméstico) va a cobrar $ 342 menos que ahora ($ 612 antes, $ 270 ahora).
Obviamente, la situación, en términos numéricos, se agrava a medida que crece la composición del grupo familiar. Si esta familia tuvo mellizos hace unos meses (5 hijos), el monto a percibir por asignaciones familiares pasa de $ 1.020 ($ 204 x 5) a $ 450 ($ 90 x 5). Es decir, casi $ 600 menos.
Como puede observarse, la medida anunciada por el Gobierno Nacional el día de ayer proyecta sus efectos sobre una gran cantidad de trabajadores asalariados, para quienes significará una reducción de sus ingresos mensuales. Por cierto que para aquel grupo familiar que percibe $ 504.000 mensuales no cambiará significativamente la ecuación económica de gastos. Por el contrario, la pareja de trabajadores de maestranza que hemos citado (y que puede ser reemplazada por cualquier grupo familiar cuyo ingreso supere levemente los $ 6.000 mensuales) experimentará una reducción neta de su ingreso mensual. Para ellos no ha habido sintonía fina.
central de trabajadores de la argentina
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