Héctor
Menéndez
Córdoba,
9 de setiembre de 2012
La diferencia notable entre la clase dominante y
el gobierno que administra en su nombre el Estado en algunos países de la América
Latina actual está acentuada por el nivel de la crisis del sistema. Casi
podríamos decir que estas diferencias normales se han vuelto excepcionales
ahora y necesitan un análisis particular. La denuncia del gobierno argentino de
una actividad destituyente de las corporaciones empresarias y de sus medios
monopólicos en 2008 / 2009 diciendo que constituían “un cuarto poder real
distinto de los tres poderes del Estado”, ha puesto en evidencia esta
contradicción y queremos analizarla para tratar de prever su curso.
En condiciones normales, la gran burguesía, poderosa económicamente en sí
misma, representa una minoría infinitesimal de la nación. Para reforzar su
dominación, debe asegurar una relación mutua definida con la pequeña burguesía
y a través de ésta con el proletariado. Y esa relación mutua definida esta articulada
fundamentalmente entre las corporaciones empresarias y los partidos de gobierno
cuyos dirigentes políticos, los que ganan elecciones, son en su inmensa mayoría
de extracción social pequeño burguesa.
Pero esta relación entre las clases en el
sistema de dominación burgués en el país dependiente está atravesada por las
notables diferencias de cada una de estas clases con las metropolitanas y
también en sus relaciones recíprocas.
La burguesía nacional del país central conquistó
su autoridad relativa sobre las clases sociales subalternas al resolver las
tareas democrático-burguesas, reforma agraria, industrialización, independencia
nacional. Estas son tareas incumplidas por las burguesías nacionales de los
países atrasados, que llegaron tarde al desarrollo capitalista y juegan un
papel secundario en la economía, dominada mayoritariamente por el capital
externo, por la empresa imperialista. De tal modo que su autoridad como clase
ante los estratos medios y la clase obrera es casi nula. Es impensable que en
una situación de crisis los contingentes de la burguesía nacional que conviven
en minoría en la Unión Industrial, la AEA ó la Sociedad Rural pudieran elevar a
un dirigente de una de sus corporaciones como candidato, como lo hizo la
Cofindustria en Italia con Berlusconi para desplazar en cuatro meses a D´Alema
en 1994. Las corporaciones de la clase dominante no ganan elecciones en el país
dependiente. La burguesía depende en mayor medida de esa relación mutua definida con la pequeño
burguesía que en el país central. Por eso el 19 y 20 de diciembre del 2001, la
sublevación de la clase media a la que le sustrajeron su ahorros con el
corralito puso en crisis histórica a los dos grandes partidos de la burguesía
al grito de ¡Que se vayan todos! Ni la UCR ni el PJ volverán a
“unirse” ni ser lo que fueron hasta esa
crisis.
La burguesía nacional del país dependiente no
controla siquiera las corporaciones históricas fundamentales del Estado burgués.
El ejército, la iglesia, la justicia, están atravesados por la dominación
imperialista. Por eso hubo y hay golpes militares, parlamentarios, civiles,
legalizados por las cortes supremas y bendecidos por la Iglesia en estos países
y no los hay en las metrópolis. Por eso los medios masivos oligopólicos en el
país colonial ó semicolonial defienden al capital externo contra todo intento
de los gobiernos locales de disputar la renta y los mercados al imperialismo.
La pequeño burguesía que es también una clase
explotada, sostiene a la burguesía en lucha
constante contra ella. Cuando una y otra vez la burguesía nacional
impotente es derrotada, sometida por el imperialismo, la pequeño burguesía
tiende a autonomizarse de la burguesía y a radicalizarse frente al
imperialismo. En el largo plazo no condujo ni conducirá al socialismo. Pero
cuando la burguesía china encabezada por Chiang Kai Sek fue arrasada por la
invasión del imperialismo japonés, un ejército de campesinos con dirección
pequeño burguesa que estaba aislado en el norte de China asumió la defensa
nacional, limpió de China al declinante imperialismo japonés al final de la
guerra y durante dos décadas el campesinado y la pequeño burguesía chinos
expropiaron totalmente a la burguesía y condujeron la experiencia histórica de
la República Popular. También la expropiación y la destrucción del régimen
burgués, tributario del imperialismo bajo la dictadura de Batista en Cuba , fue realizada por una
revolución dirigida por un contingente pequeño burgués revolucionario.
Algunos de los nuevos gobiernos surgidos
de las crisis del neoliberalismo de fin de siglo en América Latina se declaran
no burgueses, como sostuviera hace unos días Rafael Correa en su discurso anual
frente al Congreso: la “revolución
ciudadana” que aplica en el país es “cambiar el Estado burgués a un
Estado integral” o “Estado popular” el Estado Popular que
esta construyendo la Revolución Ciudadana[1]. El gobierno de Chávez mantiene el
régimen democrático burgués electoral, pero estatiza sectores cada vez más
importantes, eleva progresivamente el protagonismo de la clase obrera y de las
masas y declara abiertamente la lucha contra la burguesía nacional, por el
socialismo, y prepara la defensa contra el imperialismo con “ el pueblo en armas”. Ni
es obrero ni es burgués, pero el imperialismo lo tiene como el enemigo a
derrotar, por eso lo manda a Clarín/Lanata a reforzar la campaña contra Chávez
para las elecciones del 7 de octubre.
Todos los maestros del marxismo desde Marx hasta
Trotsky negaban la posibilidad de una dictadura democrática pequeñoburguesa.
Hasta entonces, el campesinado y la pequeña burguesía urbana habían sido
incapaces de una epopeya como la de los chinos ó los cubanos. Entonces decían -
como Trotsky - que tal dictadura pequeño burguesa era una utopía irrealizable[2]. Pero todo cambia, las
clases sociales también. La pequeño burguesía quizás haya sido la clase social
que más ha cambiado con la evolución histórica de la economía y la sociedad
capitalista. La reducción en flecha del número de campesinos, la urbanización
acelerada, las revoluciones tecnológicas y el crecimiento de técnicos y
científicos, la concentración monopólica imperialista del capital que proletarizó
grandes contingentes de pequeños productores y comerciantes, la derrota
histórica del proletariado, han hecho que, aún manteniendo características
propias, esta pequeño burguesía no sea la de los jacobinos, ni la de 1848, 1871
ó 1917. El marxismo no es un dogma. Debe actualizarse para determinar los
alcances y las limitaciones de la clase pequeño burguesa en cada período de la historia , en cada país, y
en sus interinfluencias con el proletariado y la burguesía. Las experiencias
que vive este nuevo movimiento nacional en América Latina es un campo propicio.
Pretender reducir el análisis a la dicotomía del esquema
proletariado/burguesía, que seguirá siendo válido en el largo plazo histórico,
no permite comprender la situación concreta presente, el corto y mediano plazo,
y este es el objeto fundamental del marxismo.
La derrota social se extendió a las propias
burguesías de las naciones dependientes. La nueva libertad del gran capital, conquistada
por la histórica derrota de la clase obrera y de las masas desde mediados de
los años setenta, se convirtió en la panacea universal e hizo surgir gobiernos
como el de Menem ó el de Sánchez de Lozada. Con ellos las burguesías nacionales
que crecieron desde el fin de la guerra sustituyendo importaciones casi se
extinguieron. De esa derrota surgieron gobiernos diversos, neodesarrollistas
unos, socialistas siglo XXI otros. En general con una relación nueva, distinta
con el imperialismo y con las corporaciones de la clase dominante. El
protagonismo pequeño burgués es mayor en estos gobiernos y los intentos de
autonomía varían de acuerdo a su audacia y plantean nuevos interrogantes acerca
de su comportamiento respecto de la amenaza imperialista que trata de
socavarlos. ¿Tendrán la conducta de anteriores direcciones burguesas nacionales
ó pequeño burguesas nacionalistas del movimiento nacional? ¿Huirán como Perón,
se suicidarán como Getulio Vargas, ó en las actuales condiciones históricas
serán consecuentes y se aliarán con Chávez y el Alba en la lucha por expulsar
al imperialismo expropiando y estatizando?
En la medida en que el gobierno en nombre de la
burguesía nacional intenta ofrecer alguna resistencia al capital extranjero, se
ve obligado en mayor o menor grado a apoyarse en el proletariado. Debe atraer a la clase obrera, para así
ganar un punto de apoyo para la resistencia a las pretensiones excesivas del
imperialismo, y al mismo tiempo disciplinar a los mismos obreros poniéndolos
bajo el control de una burocracia adicta. Es esta doble necesidad la que
explica la contradicción del gobierno de CFK con relación a la CGT. Desconoce la de Moyano , alardea de
interlocución directa con los trabajadores, pero al mismo tiempo necesita
organizar la nueva CGT Balcarce.
El gobierno mantiene condiciones macroeconómicas
y políticas para sostener la producción y el consumo frente a la crisis
mundial, la caída de la demanda global y los dumping, subsidia y le promete la
clase dominante la eliminación de la doble vía - indemnización de la ART y
juicio – denunciando la “industria del juicio” de abogados y
jueces corruptos sin decir palabra sobre cómo la tercerización del riesgo con
la ley menemista de aseguradoras trajo consigo la caída de los índices de
seguridad por las empresas y un aumento de la siniestralidad. Los jueces y
abogados corruptos sirven mayoritariamente a los patrones inhumanos que cuando
la indemnización la paga el seguro no cumplen las normas de seguridad en el
trabajo. Por lo tanto las indemnizaciones deben estar calculadas de acuerdo al
grado de cumplimiento de las normas de seguridad en el trabajo. Deberán
ajustarse automáticamente por la inflación y no por los acuerdos que puedan
lograr el Estado y los patrones en el Consejo del Salario una vez por año
apretando a los dirigentes sindicales designados por el ministerio de trabajo.
A pesar de estos anuncios en el discurso
presidencial del día de la industria, celebrando nuevas inversiones, al mismo
tiempo el empresario dueño de la mayor empresa después de YPF y bandera de la
UIA, la AEA y toda la “Corpo”, Paolo Rocca de Techint, lanzó un
ataque al gobierno denunciando atraso cambiario, salarios altos y planteando
una recuperación para 2018. Supuestamente para después que ellos logren destituir
a la presidenta, no ahora.
La respuesta del gobierno fue igual de dura.
“Quieren la devaluación para bajar los salarios y gobernar ellos como
antes”, dijo CFK. “El Estado subsidia los insumos de Techint en
alrededor de 400 millones de dólares y la empresa vende sus productos
difundidos de hierro más caros en el país que en Brasil, México y los EE.UU.
porque el Estado impide la entrada al país de productos siderúrgicos a precios
de dumping de otros países sin cuya protección Paolo Rocca debería
quebrar” dijo Kicillof, el viceministro de economía.
Algunos “izquierdistas” dicen que
Kirchner es igual que Menem. Otros, “nacionales”, sostienen que CFK
encabeza un nuevo movimiento nacional histórico y demandan verticalidad con
ella. Las medidas contradictorias y ambivalentes del gobierno en política
interior y exterior alientan posiciones enfrentadas a su respecto. Hacen
difícil una caracterización precisa y una prognosis clara de su porvenir en un
mundo capitalista en crisis. Y los trabajadores avanzados necesitan preveer.
¿Cómo sintetizar el voto de Argentina en la ONU
junto al imperialismo occidental contra Kadafi primero y Siria después con el
protagonismo para suspender a Paraguay del Mercosur por el golpe contra Lugo y
la entrada consiguiente de Venezuela? ¿Cómo unir la declaración de interés
público de los hidrocarburos y la decisión de expropiar el 51 % de las acciones
de Repsol, la expropiación de Ciccone Calcográfica para imprimir la moneda por
el Estado, la reserva del 20 % de la frecuencia de la telefonía móvil
otorgándosela a la empresa estatal Arsat, la reforma de la carta orgánica del
banco central y la promoción del crédito productivo, la profundización del
control de cambios para enfrentar la restricción externa por la falta de
dólares con la continuidad de la extranjerización de la economía que aumenta la
salida de divisas, la asistencia de los ministros al Council of América reunido
en Buenos Aires para tomarles declaración?
El discurso de Paolo Rocca debemos interpretarlo
como una toma de posición de la clase dominante. Hay empresarios como De
Mendiguren y varios Pymes que tratan de reflotar la CGE, que apoyan la
propuesta desarrollista del gobierno a pesar de las regulaciones del Estado y
de las estatizaciones pero están en minoría. En las corporaciones empresarias
domina el eje Techint – Clarín, es decir el capital externo. Ellos
vendrán por más. La destituyente del 2008 fracasó y el gobierno fue
plesbicitado con el 55 % de los votos en el 2011 pero no abandonaron ni
abandonarán su hipótesis de cambiar este gobierno. Esperan que la cambiante
situación económica mundial, que los planes imperialistas para América Latina
después de Honduras y Paraguay progresen y ellos encuentren nuevas
oportunidades. Para esa eventualidad hay que prepararse.
CFK no decide en soledad. Su pensamiento,
atravesado por dos épocas históricas contrapuestas que refuerzan su origen
social intermedio, está sometido a las condiciones de una época de transición y
a las contingencias de la lucha de clases. No es ajeno a las posiciones de los
trabajadores avanzados, de las comisiones internas y cuerpos de delegados
surgidos desde diciembre del 2001, de los propios dirigentes sindicales y la
corriente que encabeza Héctor
Recalde reflotando La Falda y Huerta Grande. Tampoco al
“abrazo del oso” que intenta el imperialismo y la
“Corpo”. No hay que quedarse en la agenda del Clarín ni del
gobierno. Hay que intervenir en todos y cada uno de los problemas con la
política antiimperialista y de clase. Apoyar entusiastamente las medidas
progresivas y combatir sin miedo las concesiones e ilusiones desarrollistas.
POST
SCRIPTUM
Terminado este trabajo leí en el diario las
cartas intercambiadas por Paolo Rocca y la presidenta. Creo que las
“aclaraciones” del empresario símbolo implican una retirada que
muestran al gobierno dominando la situación. La respuesta presidencial no
retira ninguna de las afirmaciones de ella ni de sus ministros evaluando a
Techint, ni los datos sobre subsidios, precios y salarios. Como este artículo
esta centrado en un análisis más general decidimos mantener lo que habíamos
escrito antes de las cartas mencionadas.
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