26 feb 2018

DECLARACION POLITICA DEL FAS


Por FAS: Convergencia Socialista, Partido Guevarista y Frente de Acción Revolucionaria
El movimiento obrero, especialmente su vanguardia, debe aprovechar la situación crítica que se abrió entre los de arriba a partir de la enorme “Batalla del Congreso”, una contienda de carácter histórica que dejó malherida a la pretendida Reforma Laboral de Macri, la burocracia sindical y los monopolios.
La clase trabajadora debe salir a luchar y tomar las cosas en sus propias manos, eliminando las barreras entre lo “político” y lo “sindical”, ya que la lucha por el salario, las condiciones de trabajo o para evitar los despidos - que debe encabezar cualquier pliego de reivindicaciones - no es suficiente. ¡Es necesario y existen condiciones para ir por mucho más!
Para esto, el activismo clasista debe impulsar asambleas en las empresas, los barrios, las escuelas y universidades para organizar las protestas en contra de los techos salariales y a favor de la indexación automática de acuerdo a los índices reales de inflación, uniendo para eso a los trabajadores sindicalizados con los que no lo están y reclamando que se blanqueen o pasen a planta permanente a todos los que no están en esa situación.
Para enfrentar la sistemática carestía de la vida y la inflación - que es un verdadero impuesto al salario - el movimiento obrero debe exigir e imponer el control obrero de la producción, la distribución y la comercialización en todas las ramas y sectores de la economía que tengan un efecto sobre el nivel de vida de los trabajadores.
¡Basta de engaños al servicio de las ganancias de los grandes monopolios! Los trabajadores deben saber cuánto, cómo y a qué costos se produce todo, de manera de garantizar el abastecimiento a y un control de precios verdaderamente efectivo. ¡Ningún hogar obrero y popular debe dejar de cubrir sus necesidades básicas elementales!
Hay que conquistar la jornada de 6 horas para todos los asalariados, repartiendo el trabajo excedente entre los millones de desocupados. Esta medida, tiene que ser acompañada por un Plan de Obras y Servicios Públicos - trenes, caminos, escuelas, hospitales, subtes, viviendas, etc. -  que garantice la plena ocupación junto con un aumento de la calidad de vida del conjunto de la población, que se beneficiará con esos emprendimientos. 
Las comisiones electas de trabajadores de fábricas y grandes empresas tienen que determinar cuántos trabajadores nuevos se necesitan y tomar en sus manos la tarea de contratarlos. Hay que garantizar el suministro de carne barata para todos; la única forma de lograrlo es que el movimiento obrero exija, más que críticas moralistas a los oligarcas, el monopolio estatal del comercio exterior de las carnes, lácteos, oleaginosos y cereales.
Hay que expropiar y poner bajo control de los trabajadores las grandes extensiones de tierra y explotaciones agrícolas, los frigoríficos y las cadenas de supermercados que se opongan a estas medidas. Hay que exigir e imponer la reestatización de todas las privatizadas - en primer lugar las petroleras y gasíferas - y ponerlas en manos de sus trabajadores, que de esa forma estarán en poder de quienes más preparados están para hacerlas eficientes y productivas.
El gobierno y su policía y la gendarmería, la burocracia sindical y sus matones atacarán desde el principio este tipo de luchas y reclamos que cuestionan el poder de los que siempre lo ejercieron para enriquecerse. Hay que evitar y detener las agresiones preparando, no para el futuro, sino ahora mismo, los organismos obreros, populares y estudiantiles de autodefensa, las comisiones conjuntas de activistas y partidos de izquierda para proteger las huelgas y los luchadores.
Para que las luchas sean realmente efectivas es necesario impulsar su radicalización, mediante huelgas con ocupaciones y paros activos en los lugares de trabajo, en vez de las huelgas domingueras y pasivas que ofrecen los burócratas sindicales, y en muchos casos, los dirigentes de la izquierda más social democratizada.  Una manera táctica de lograr que las luchas avancen en su unificación es haciendo votar en las asambleas y plenarios de delegados la exigencia a los burócratas para que estos convoquen a medidas de lucha del conjunto.
Sin embargo este es un escalón de características tácticas para que las bases hagan una rápida experiencia con los dirigentes tradicionales que todavía conservan cierta autoridad. La izquierda y los sectores combativos tienen que hacer esto al mismo tiempo convocar al “desborde” de los podridos cuerpos orgánicos de las conducciones traidoras, organizando una Asamblea Nacional de Trabajadores que vote un Plan de Lucha Independiente y comience a instalarse como alternativa de dirección. 
En ese sentido es necesario hacer como en Brasil, donde los sindicatos y listas combativas pusieron en pie el CONLUTAS, que actúa como una gran coordinadora nacional con su propia agenda de luchas. La única manera de torcerle el brazo a las patronales y al gobierno será poniendo en pie y haciendo fuerte un organismo de estas características, que de entrada no contará con la misma fuerza que la CGT, pero que en la medida en que se lo extienda y popularice ganará la simpatía de amplias capas de la clase trabajadora y el pueblo pobre.

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