Unidad, lucha y autodefensa contra el fascismo
La dolorosa desaparición de Jorge Julio López tiene que servir para que el movimiento democrático popular saque rápidas conclusiones. El fascismo ha levantado cabeza y no hay un minuto que perder porque estamos delante del caso del desaparecido nº 30.001. Como siempre, la política tiene que estar al mando. Esta es una cuestión política y hay que responderla con una justa política.
Hace falta en primer lugar la UNIDAD ANTIFASCISTA. No se puede subestimar lo sucedido porque ese secuestro trasunta una decisión del fascismo de asumir formas violentas contra el pueblo y los derechos humanos. Ha procedido con similitud a lo actuado durante los años de “Noche y Niebla” de la dictadura.
Debemos ubicar bien el blanco a atacar. Es el fascismo, o sea los sectores más reaccionarios del bloque imperialista-oligárquico implicados en la defensa del terrorismo de Estado. Allí están los policías amigos del comisario Etchecolatz, los marinos que visitan a Donda Tigel que amenaza desde su lugar de detención, los oficiales de la Compañía de Comandos de Campo de Mayo y otros en retiro que fueron al acto del 24 de mayo en Plaza San Martín, Cecilia Pando y el teniente coronel Schawb que claman por la libertad del genocida Jorge R. Videla, el general retirado Heriberto Auel que teoriza sobre las nuevas “amenazas terroristas”, el teniente coronel retirado Emilio Nanni que no quería el indulto a los militantes del MTP de la causa Tablada, los hermanos Cristelli de la “Agrupación Custodia” que atentaron contra la muestra de León Ferrari, el nazi Antonio Caponetto de la revista Cabildo, los amigos del general Menéndez que agreden a las Abuelas de Plaza de Mayo en Córdoba, los oficiales y sus aliados políticos que promueven el acto del 5 de octubre como “día por los caídos por la subversión”, el obispo castrense Baseotto que oficia misa para los neonazis, etc.
Los grupos de choque del fascismo cuentan con la asesoría política y la justificación mediática de Blumberg, Macri, Patti, Menem y la derecha peronista expresada en el gobernador Romero y Aldo Rico; el obispo Héctor Aguer, Mariano Grondona y otros.
Ese es el arco político-social enemigo, autor de los actos de reivindicación de la represión ilegal. El vocero de la oligarquía “La Nación” quiere ubicar allí a Néstor Kirchner (algo en lo que coinciden grupos trotskistas), tratando de mandarnos a una vía muerta. O más precisamente, a una derrota que se saldaría con más desaparecidos en democracia.
Algunos amigos del gobierno dicen que los fascistas no tienen de blanco a los organismos de derechos humanos sino a Kirchner por su política en la materia. Los fachos tienen de blanco al pueblo, al que esta vez quieren derrotar militar y políticamente según su balance de lo sucedido. Por eso embisten contra los militantes humanitarios, contra los testigos y jueces dignos. También contra el jefe de Estado porque hay cosas que no les gustan, como su aval a la anulación de las leyes de la impunidad, los cambios en la Corte Suprema, la consagración del 24 de marzo como día de la Memoria, etc.
Que busquemos una unidad amplia contra los nuevos grupos de tareas y procuremos la convergencia con todas las corrientes democráticas, incluyendo el kirchnerismo, no significa acordar con las políticas del gobierno. El presidente no anuló los indultos como era su deber y aún permite que los militares argentinos hagan ejercicios con el Comando Sur, la Fuerza Aéra y la Marina yanqui, además de haber hecho votar al Congreso dos leyes antiterroristas bajo la presión de la Casa Blanca. El coronel Videla, hijo del genocida mayor, aún sigue en servicio activo del Ejército. El jefe de la Policía Federal, Néstor Vallecas, fue responsable de la represión al pueblo cuando éste escrachaba a Etchecolatz. Hasta marzo de este año se hacía inteligencia en la Base Almirante Zar de Chubut. Esta política dio alas al fascismo, incubó el huevo de la serpiente fascista de Blumberg, cuyas leyes de “mano dura” policial fueron hechas suyas por el gobierno K.
Frente al riesgo de que el fascismo tome más fuerza y empalme con los monopolios, hay que movilizarse activamente. La LUCHA POPULAR es el segundo elemento de la política del PL. Es lo que la pequeña burguesía derechizada como Elisa Carrió denosta como el “modelo venezolano” de confrontación. Es lo que hay que hacer: derrotar a la derecha en las calles. Los fascistas organizan su acto el 5 de octubre y hay que hacerles un contraacto a favor de los derechos humanos. No hay que regalarles la Plaza San Martín y menos aún la Plaza de Mayo. Hay que confrontar con ellos y si es posible arrasarlos.
Esa política de confrontación requiere la AUTODEFENSA DE MASAS. Ahora sí hay que ir a marchas con pañuelos, palos y seguridad propia. Los militantes tienen que comprar armas de fuego de calibre legal y tenerlas en sus casas para impedir secuestros. Hay que cuidarse entre todos, especialmente a los testigos y abogados de las causas contra los genocidas. La PFA de Vallecas no nos va a proporcionar seguridad. La autodefensa está legitimada desde que secuestraron a López y lo hicieron desaparecer.
El PL está convencido de que aquella desaparición no es señal de derrota ni reflujo popular. La lucha democrática logró la condena del genocida Etchecolatz, por lo que los neonazis quieren salvarse de mayores derrotas. Pero no lo han conseguido y podemos aplastarlos si actuamos con una política correcta. Lo sucedido es parte dolorosa de la lucha de clases. Carlos Marx advirtió que un avance de la revolución provoca una reacción contraria de la contrarrevolución y que “la revolución a veces tiene necesidad del látigo de la contrarrevolución para seguir hacia adelante”. Que la corporización del espanto del fascismo nos haga dar dos pasos adelante para enfrentarlo y avanzar hacia la perspectiva de liberación que abrió el Argentinazo en 2001.
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