4 mar 2009

DIERON POR SUPERADO INCIDENTE DIPLOMÁTICO CON EE UU

La relación de Argentina con EE UU seguirá teniendo altibajos y contradicciones

El gobierno argentino dio por cerrado el nuevo roce diplomático con Washington, luego que el embajador de nuestro país dialogara telefónicamente con el titular de la CIA. No fue el primero ni será el último incidente.
EMILIO MARÍN

Héctor Timmerman recibió un llamado el jefe de la Central de Inteligencia Americana, León Panetta, y dio una versión de ese diálogo donde éste se disculpaba por sus dichos de la semana anterior. Ahora Panetta se hacía cargo de haber dado por bueno un comentario de un informante latinoamericano, según el cual Argentina, Ecuador y Venezuela tenían problemas de inestabilidad política debido a la crisis internacional. Ese informante habría sido un alto funcionario de Colombia, durante la gira por el Norte con el canciller uribista Jaime Bermúdez. “Fue un error”, dice Timmerman que le admitió su interlocutor el sábado. “Con esto nuestro gobierno da por cerrado el problema”, le concedió nuestro embajador.
¿Pero realmente están terminados los problemas del vínculo de Argentina con la hasta ahora mayor potencia del planeta, bien que en decadencia? Es muy difícil pensar tan cándidamente porque los hechos prueban que, se tome el lapso que sea, la tirantez aparece sistemáticamente entre los dos gobiernos en los 25 años de democracia. La excepción es el período de las “relaciones carnales” de Carlos Menem, Domingo Cavallo y Guido Di Tella, quienes tuvieron el “sí fácil” con Bush padre y Bill Clinton.
Pero en general es una relación contradictoria y con altibajos, incluso aunque los presidentes argentinos de turno imaginen un panorama más armonioso.
Cristina Fernández ilustra perfectamente ese choque entre la imaginación y la realidad. Ella estuvo en setiembre del año pasado en Nueva York, en ocasión de la Asamblea General de la ONU, y disertó ante el Consejo de las Américas fundado por los banqueros Rockefeller y actuamente presidido por Susan Segal. Allí les recordó que desde 2004, cuando había sido invitada por primera vez, venía disertando ininterrumpidamente en ese Consejo, ora en Nueva York ora en Buenos Aires. La escuchaban atentamente el subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, Tom Shannon, y el embajador en Buenos Aires, Earl Wayne.
Los inversionistas y banqueros aplaudieron cálidamente a la mandataria. Esta vez y las anteriores. Un par de días antes habían batido sus palmas los directivos de tecnológicas que cotizan en la bolsa Nasdaq: Cisco, Microsoft, Intel, Yahoo, Verizon, Boeing, Dell, Blackberry, Sabre Holdings, Medtronics, Intelsat, Motorola, Nextel, Oracle y otras firmas. La buena onda caracterizó la jornada, mucho más desde que la oradora les confirmó que pensaba pagar al Club de París y reabrir el canje con los bonistas que quedaron fuera del canje de 2005.
Si la relación era tan buena en setiembre de 2008, ¿por qué se echó a perder en febrero de 2009 con los dichos del zar de la CIA? Este último incidente pareció más grave porque fue el primero bajo la nueva administración demócrata, en la que los Kirchnen cifraron tantas esperanzas.

Un hombre errático
Algunos funcionarios argentinos y los medios de comunicación del país que mejor comulgan con el Departamento de Estado, siempre han ponderado a Shannon como un amable componedor de los desaguisados. Al embajador Wayne lo ubican en la misma línea.
Una de las muestras de esa consideración especial que les merece el subsecretario del Departamento es que cada vez que viene es recibido por la presidenta de la Nación. Es un trato que no reciben otros enviados de gobiernos del mundo.
Shannon vio abierto el despacho de Cristina el 10 de abril, el 10 de julio y el 27 de agosto de 2008. Y en todos los casos, secundado por Wayne, habló maravillas de la relación con el gobierno local, al que calificó de “socio importante”. Se refería sobre todo a la consolidación de la democracia en la región, la lucha antinarcóticos y el antiterrorismo, y otros rubros.
En sus raids diplomáticos por Buenos Aires, el segundón de Condoleezza Rice aprovechó para reunirse con Carlos Fernández, Alberto Fernández, Sergio Massa y Jorge Taiana. Pareció una sobreactuación del Ejecutivo argentino abrirle de par en par las puertas de toda la administración.
En el fondo no era más que la continuidad del trato dispensado a Wayne, al que también todos los ministros lo recibían a agenda abierta, excepto en los momentos más ríspidos del incidente de la valija con los 800.000 dólares.
A contramano de tantos elogios a Shannon, este cronista se permite recordar que en su visita de julio pasado declaró que “Estados Unidos no ha entrado en recesión y eso ayuda a otras economías”. Era falso. Sabía que desde diciembre del año anterior, 2007, esa economía estaba efectivamente en recesión.
En su periplo de agosto pasado, tuvo una segunda gaffe, al asegurar que “el candidato de su partido, el republicano John McCain, tiene chances de remontar en las preferencias de los votantes y ganar las elecciones”. Todos sabían entonces que McCain iba a perder por paliza.

Las contradicciones
En sus tertulias con funcionarios argentinos, Shannon y Wayne siempre enfatizan la ayuda que supuestamente dio EE UU durante la crisis de 2001. La realidad provee de ejemplos en sentido contrario, como la conducta del Citibank y otros bancos de origen estadounidense, junto a los de otros países, fugando 16.000 millones de dólares en ese año crítico.
Esos diplomáticos han presumido que su país iba a ayudar a Argentina para que pueda reestructurar su deuda con el Club de París. Lejos de colaborar, tal conducta llevaría a pagar 6.700 millones de dólares de una deuda que necesita una previa revisión para depurar todo el segmento que pueda ser ilegal. EE UU, miembro de ese Club, se beneficiaría del pago, suspendido hasta hoy.
Los intentos periódicos por mejorar las relaciones tuvieron en la visita de Shannon en julio pasado una nueva expresión: se dejó constituído un comité mixto de alto nivel que funcionó por primera vez en Buenos Aires. Se pactó una siguiente cita en Washington en noviembre, que terminó haciéndose en febrero de este año, con Shannon de anfitrión y de la parte argentina, el vicecanciller Victorio Taccetti y el embajador Timmerman. Se aseguró, por las dos partes, que todo estaba en óptima condición. Y una semana más tarde, los dichos de Panetta, generaron otro corticircuito (uno más y van…).
"Las palabras de Panetta son una inaceptable injerencia en los asuntos internos de nuestro país, y mucho más proviniendo de una agencia que tiene una triste historia de intervenciones e interferencias en la región", dijo el canciller Taiana. Wayne fue llamado al Palacio San Martín para que diera explicaciones y recibiera las quejas del gobierno nacional.
El arco político y social argentino, y no sólo el PEN, se sintió disgustado por esa intromisión del jefe de una agencia tan poco democrática. Sin embargo muchos de los opositores políticos guardaron un sospechoso silencio. Y algunos medios alineados en la derecha del espectro, cuestionaron la reacción de nuestra cancillería. Morales Solá, por caso, se alineó con Wayne en estos términos: “el calvario no ha terminado para el embajador norteamericano, quien ya gastó el camino entre su despacho y la cancillería para escuchar protestas por cada cosa que se dice en Washington sobre la Argentina de los Kirchner” (“Gaceta Ganadera”, 27/2).
Está a la vista que durante la administración Bush el imperio se disgustó con algunas políticas adoptadas por los Kirchner. El choque de noviembre de 2005, durante la IV Cumbre de las Américas, que arruinó el proyecto del ALCA, fue un ejemplo de esa falta de sintonía. En diciembre de 2007, apenas asumida Cristina Fernández, desde EE UU se hizo estallar el escándalo de la valija de Guido Antonini Wilson. La presidenta contestó que se trataba de una “operación basura”. La relación amistosa de la Casa Rosada con Hugo Chávez, juzgado como el malo de la película por Bush, fue otra piedra de desencuentros. ¿Acaso el nuevo tiempo de Obama disipará todos esos desencuentros? A poco más de un mes de asumido, Panetta echó sal en esas heridas.
Además, hay que tener en cuenta que no se trata sólo de divergencias por motivos políticos, históricos e ideológicos. También hay causas objetivas: EE UU es el imperio; y Argentina es del Tercer Mundo, con una economía no complementaria sino competitiva en varios renglones con la de la superpotencia. Esta es también una fuente inagotable de contradicciones.

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