Buenos Aires, jueves 25 de febrero de 2016
Prisión domiciliaria para José Pedraza
A cinco años y medio del ataque criminal que costó la vida de Mariano
Ferreyra, militante del Partido Obrero, y provocó graves heridas a
otros militantes, como Elsa Rodríguez y Nelson Aguirre, uno de sus
principales responsables, el ex jefe de la Unión Ferroviaria José
Pedraza, fue beneficiado con la prisión domiciliaria.
La decisión de otorgarle el beneficio de la prisión domiciliaria a
José Pedraza fue tomada por dos jueces subrogantes del Tribunal Criminal
nº 21, el mismo que, tras el juicio oral, condenó al burócrata a 15
años de prisión por el crimen. El único integrante originario del
tribunal, Diego Barroetaveña, votó en contra de la medida, en
consonancia con todas las resoluciones anteriores sobre el mismo tema.
El argumento de la defensa, que encontró eco favorable en los dos jueces suplentes, es el mismo que se viene planteando desde el inicio de la causa: que Pedraza tiene más de 70 años, y su salud está deteriorada.
Nada que no sea aplicable a miles de presos, la mayoría sin condena, que, en iguales o peores condiciones de edad o salud, se hacinan en cárceles federales y provinciales, acusados por delitos de mucha menor gravedad. Claro que a ellos, a diferencia de lo sucedido con el burócrata, los jueces no los consideran sujetos dignos del "derecho humanitario" que, en cambio, pregonan con su aliado de clase.
Mientras tanto, la condena contra Pedraza, su lugarteniente, el "Gallego" Fernández, el resto de la patota, el sicario Favale y los comisarios de la PFA Ferreyra y Mansilla, sigue sin estar firme, con 12 recursos de queja en "trámite" ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Para eso, no hay urgencias ni apuros.
Suelo decir, para ilustrar gráficamente cómo resuelven los jueces en materia de prisión efectiva, excarcelaciones y arrestos domiciliarios, que si se aplicara al conjunto de la población sometida a procesos penales la lógica que usan cuando se trata de integrantes del aparato represivo estatal, o de "ricos y famosos", tendrían que convocar extras de cine para que hagan de presos, porque las cárceles quedarían vacías. El caso de José Pedraza confirma la regla, propia de una justicia clasista.
De vez en cuando, con enorme esfuerzo de lucha y movilización, arrancamos a esa justicia del sistema, alguna condena para un represor, y hasta logramos que vayan presos por un rato. Pero somos –debemos ser- conscientes que esos triunfos, tan dificultosamente obtenidos, y a veces tan fugaces, no son el objetivo final, sino sólo un capítulo casi menor de una lucha mucho más importante, larga y compleja.
La prevalencia de la lógica del sistema en situaciones como ésta, no es nuestra derrota, sino, por el contrario, la reafirmación de que debemos profundizar los esfuerzos para seguir luchando hasta destruirla.
El argumento de la defensa, que encontró eco favorable en los dos jueces suplentes, es el mismo que se viene planteando desde el inicio de la causa: que Pedraza tiene más de 70 años, y su salud está deteriorada.
Nada que no sea aplicable a miles de presos, la mayoría sin condena, que, en iguales o peores condiciones de edad o salud, se hacinan en cárceles federales y provinciales, acusados por delitos de mucha menor gravedad. Claro que a ellos, a diferencia de lo sucedido con el burócrata, los jueces no los consideran sujetos dignos del "derecho humanitario" que, en cambio, pregonan con su aliado de clase.
Mientras tanto, la condena contra Pedraza, su lugarteniente, el "Gallego" Fernández, el resto de la patota, el sicario Favale y los comisarios de la PFA Ferreyra y Mansilla, sigue sin estar firme, con 12 recursos de queja en "trámite" ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Para eso, no hay urgencias ni apuros.
Suelo decir, para ilustrar gráficamente cómo resuelven los jueces en materia de prisión efectiva, excarcelaciones y arrestos domiciliarios, que si se aplicara al conjunto de la población sometida a procesos penales la lógica que usan cuando se trata de integrantes del aparato represivo estatal, o de "ricos y famosos", tendrían que convocar extras de cine para que hagan de presos, porque las cárceles quedarían vacías. El caso de José Pedraza confirma la regla, propia de una justicia clasista.
De vez en cuando, con enorme esfuerzo de lucha y movilización, arrancamos a esa justicia del sistema, alguna condena para un represor, y hasta logramos que vayan presos por un rato. Pero somos –debemos ser- conscientes que esos triunfos, tan dificultosamente obtenidos, y a veces tan fugaces, no son el objetivo final, sino sólo un capítulo casi menor de una lucha mucho más importante, larga y compleja.
La prevalencia de la lógica del sistema en situaciones como ésta, no es nuestra derrota, sino, por el contrario, la reafirmación de que debemos profundizar los esfuerzos para seguir luchando hasta destruirla.
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