7 ene 2013

SOBRE LO OCURRIDO EN LA ESMA


Un acto repudiable de sectarismo y oportunismo

El 27 de diciembre pasado el Ministerio de Justicia de la Nación organizó un brindis por el cierre del año. Nada inhabitual sino fuera porque el lugar elegido para ello resultó ser el predio de la ex Esma, centro clandestino de detención, tortura y muerte de la última dictadura genocida.
Para nuestro partido, los campos clandestinos son, antes que nada, testimonio material de los crímenes aberrantes del terrorismo de estado tras el golpe de 1976 y de los padecimientos y resistencias de miles de compañeros luchadores populares. Es en esta condición, de testimonio, como realizan el mejor aporte a la construcción de la memoria popular activa en las prácticas del presente, sin olvido ni impunidad.
Este repudiable acto (imaginamos que no ha sido el único), que sale a la luz en medio de las pujas por arriba, muestra un comportamiento político sectario y oportunista. No resulta extraño en un gobierno que ejercita un doble discurso, y no sólo en lo referido a los derechos humanos. Mientras pretende apropiarse de la lucha que por más de 30 años dieron organismos de derechos humanos y organizaciones populares, gremiales, estudiantiles y políticas contra la impunidad a los genocidas; en el presente, como contracara, elude su responsabilidad política en más de veinte asesinatos por represión estatal o paraestatal y su inacción deviene en complicidad con las desapariciones de Julio López y Luciano Arruga.
Cabe preguntarse que tiene que ver con los derechos de nuestro pueblo la sanción de la nefasta ‘ley antiterrorista’ o que el teniente coronel médico Berni encarcelara a más de sesenta luchadores desocupados en Campo de Mayo, lugar de otro de los infaustos centros de detención clandestinos de la última dictadura.
Por ello, sin oportunismo político o electoralero, nos sumamos al repudio a este acto organizado por el Ministerio de Justicia. Y entre otras razones, nuestro partido perdió a cinco camaradas, desaparecidos de la Esma junto a Azucena Villaflor, María Ponce de Bianco, Esther B. de Careaga, las monjas francesas y otros dos compañeros cuando, en la Iglesia de la Santa Cruz, en diciembre de 1977, intentaban denunciar en la prensa los crímenes del golpismo.
7/01/201
OSCAR KUPERMAN

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