12 nov 2006

DÉCIMOQUINTA VOTACIÓN CONTRARIA AL BLOQUEO EN LA ONU
Abrumador número de países
le dijo a Bush que la corte
con el bloqueo contra Cuba

Esta semana la Asamblea General de las Naciones Unidas votó contra el bloqueo estadounidense que afecta a Cuba, y lo hizo por el mayor número de votos desde que en 1992 se pronunció al respecto. Fue una gran victoria de la patria de José Martí.
EMILIO MARÍN

El cuadro adjunto que muestra la secuencia de las votaciones en la ONU sobre el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba es muy elocuente: en 1992 hubo 59 países que apoyaron la moción tendiente al levantamiento de esa medida y en 2006 ascendieron a 183. Eso quiere decir que en catorce años la opinión pública mundial, mayoritariamente adversa al bloqueo, se volvió aún más representativa.
Ese vuelco se vivió especialmente en la categoría de los que se abstenían o se ausentaban, que a partir de 1996 (cuando se aprueba la ley Helms-Burton de recrudecimiento del bloqueo) empezaron a adherir a la moción cubana de levantamiento del bloqueo. Solamente un país quedó en la ridícula postura de abstención y su nombre, ignoto, lo dice todo: Micronesia.
Ese giro de los ex abstencionistas y ausentes tuvo que ver no con la solidaridad de principios con la isla sino con un criterio mercantil práctico. Los países de la Unión Europea, por caso, optaron por levantar la mano contra la superpotencia porque eran afectados en su comercio con La Habana y con Washington, sufriendo perjuicios económicos. Sus compañías eran multadas, sus ejecutivos perdían las visas de ingreso a territorio estadounidense, sus barcos no podían entrar en esos puertos si en los seis meses anteriores habían atracado en uno de la mayor de las Antillas, etc.
Ese viraje europeo y de otras potencias capitalistas como Japón y Canadá son la refutación práctica del argumento del Departamento de Estado de que la medida no implica bloqueo sino un “embargo bilateral” que hace exclusivamente a relación suya con La Habana.
Pero resulta que 183 países –sobre los 191 miembros de la entidad mundial que lamentablemente mantiene su sede en Nueva York- piensan que se trata de un bloqueo, medida propia de tiempos de guerra, contraria a la ley y el comercio internacionales.
La representación argentina ejercida por César Mayoral, siguiendo instrucciones del presidente Néstor Kirchner y el canciller Jorge Taiana, votó bien. En esto siguió con la costumbre de varios años atrás, ya que incluso en la época de las “relaciones carnales” menemistas se cuestionaba el bloqueo, verbigracia en la V Cumbre Iberoamericana de San Carlos de Bariloche, en 1995.
Esta postura argentina solamente se vé ensombrecida cuando se considera en Ginebra la supuesta violación de los derechos humanos en la isla, meneada por la administración Bush. Allí nuestros delegados suelen abstenerse, para marcar sus diferencias con el sistema político vigente en Cuba. Con Carlos Menem, Fernando de la Rúa y el primer año de Eduardo Duhalde se votaba a favor de la moción estadounidense presentada por algún gobierno anticomunista de Europa, caso República Checa, u otro “lamebotas yanqui” de Latinoamérica como Honduras o Perú.

Se veía venir
George Bush sufrió una paliza electoral en las legislativas del martes 7, cuando perdió el control del Capitolio y varias gobernaciones claves. Y tuvo otra caída memorable al día siguiente en la Asamblea General del 61º Período de Sesiones, presidido por la jurista y representante de Bahrein, Haya Rashed Al Khalifa.
El canciller cubano Felipe Pérez Roque fundamentó la moción cubana mediante un texto donde puntualizó varias objeciones al bloqueo y luego, apartándose del mismo, improvisó para refutar los conceptos del representante norteamericano Ronald Goddard.
Pérez Roque detalló que el bloqueo ha causado a su país daños económicos directos por 86.100 millones de dólares y ha afectado al comercio internacional. “El bloqueo norteamericano –detalló- prohíbe también a las empresas del resto del mundo, las de sus países, señores delegados, exportar a Estados Unidos productos que contengan materias primas cubanas e impide a esas empresas exportar a Cuba productos o equipos que contengan más de 10% de componentes norteamericanos”.
Como Goddard había dicho que el bloqueo es un pretexto de Fidel Castro para disimular sus fracasos, el canciller lo desafió a levantar el bloqueo y quitarle la excusa.
La alusión al límite de bienes que tengan más del 10 por ciento de piezas “made in USA” se comprobó el último mes, cuando un niño cubano fue privado de recibir un premio, una cámara fotográfica, porque Nikon adujo esa limitación. Raysel Sosa había ganado ese premio en el XV Concurso Internacional Infantil sobre Medio Ambiente realizado en Argel, pero debió regresar a casa con las manos vacías.
Ese límite a veces frustra otros negocios no ya en perjuicio de Cuba. Brasil y España se vieron impedidos de vender aviones a Venezuela porque el instrumental tenía componentes del Norte y éste le bajó el pulgar a la operación.
Tantas arbitrariedades basadas en la fuerza bruta fueron logrando un efecto inverso, pues creció la ola de simpatía con el país más débil objeto del acto de agresión.
El resultado de la votación del miércoles venía anticipado por varias resoluciones y documentos previos.
En julio último fueron los integrantes del Mercosur que, en su XXX Cumbre de Córdoba y con la presencia de Fidel Castro como invitado, reiteraron su postura favorable a Cuba.
A mediados de setiembre, un centenar de socios del Movimiento de Países no Alineados se dio cita en La Habana para su XIV Cumbre y votó una resolución similar.
Finalmente, la semana pasada fue el turno de los veintidós gobiernos de la XVI Cumbre Iberoamericana, que en Montevideo emitieron un comunicado condenando el bloqueo.
La condena a Bush en la 61º Asamblea de Naciones Unidas se veía venir. Lo único que faltaba saber era por cuánto iba a perder. Y fue goleada, como las veces anteriores.

Las razones del apoyo
Sobre los 191 miembros de la ONU, la aplastante mayoría está constituida por países de sistema capitalista porque la opción por el socialismo sólo la mantienen unos pocos: Cuba, Corea del Norte, Vietnam y China, y esta última con muchas reservas. Hay otros con gobiernos de una impronta nacionalista y hasta revolucionaria, como Venezuela e Irán. Pero los pertenecientes de cuerpo y alma al sistema capitalista son los más numerosos. ¿Qué explica entonces que Cuba pueda ganar las votaciones relativas al bloqueo con el sufragio de esas naciones que poco o nada simpatizan con el socialismo?
Este es un tema muy interesante de analizar, porque la víctima del bloqueo no anda repartiendo millones de dólares para comprar votos, ni tiene 750 bases militares en 172 países –como EE UU- para amedrentar a nadie. No está en su naturaleza. En todo caso podrán acusarla de tener más de 20.000 médicos laborando en 68 países y muchas veces en zona de catástrofes como en Pakistán y en la Indonesia del tsunami.
La cancillería cubana viene enhebrando en los últimos catorce años una victoria tras otra con armas políticas, ganando la “Batalla de Ideas”.
La superpotencia se aísla ella misma, al asesinar a 655.000 iraquíes, invadir Afganistán desde octubre de 2001, amenazar con la “guerra preventiva” a medio mundo, ignorar las resoluciones de la ONU que contradicen sus designios, no suscribir el protocolo de Kyoto sobre cambio climático, mantener los subsidios millonarios a su producción agrícola, reforzar las políticas neoliberales del FMI y el Banco Mundial, etc.
Pero el mérito grande de las victorias en la ONU es de Cuba. Cada acusación del imperio tiene su réplica bien fundada. Por ejemplo, en los medios afines a Washington como el Grupo de Diarios de América (aquí “La Nación”) se hace campaña diciendo que Fidel Castro impide el uso libre de Internet.
Los cubanos han demostrado que no es así, citando un estudio de la revista PCWorld del mes pasado sobre la conexión a Internet a diversos países. De allí surge que “muchos usuarios particulares tienen acceso hoy mediante pago a anchos de banda que en ocasiones superan los cien mega bites por segundo (Mbps), gracias a la extensión de las conexiones de alta velocidad y la fibra óptica”. Eso no le es permitido a Cuba. Un usuario corporativo o un particular, en Europa, Asia o EE UU, tiene una velocidad de conexión a la red de redes mayor que la que tiene toda Cuba, con once millones de habitantes”. La isla sólo tiene autorizado desde EE UU, a partir de 1996 y vía satélite, 65 Mbps de ancho de banda para la salida y 124 Mbps para la entrada.

FUENTE: EDITORIAL DIARIO LA ARENA (LA PAMPA - ARGENTINA)

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