4 nov 2006

PONENCIA DE RAUL LESCANO (QUEBRACHO) DURANTE EL ENCUENTRO INTERNACIONAL "PROYECCIONES DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN AMERICA LATINA" (1º PARTE)


Introducción.
Siempre que hemos abordado la tarea determinante de definir la etapa histórica lo hemos hecho con la mayor seriedad que nos fue posible y con la responsabilidad de comprender que, de equivocarnos en esa definición, toda nuestra política está destinada al fracaso.
Así todos los elementos a tener en consideración para arribar a definir la situación histórica, fueron abordados lo más concienzudamente posible de acuerdo a nuestras capacidades políticas e intelectuales.
Entre todos éstos, cobran importancia, la definición del enemigo, de la contradicción fundamental y principal, de los agrupamientos de las distintas fuerzas sociales, de las condiciones subjetivas, la correlación de fuerzas a nivel intenacional.
Determinar cuáles son los sectores sociales enfrentados, cómo se agrupan unos contra otros y cuáles serán sus comportamientos, es lo que nos aproxima a una definición adecuada de la etapa que nos permita diseñar una política efectiva.
Desde nuestro Primer Encuentro Nacional (1996) hemos definido que la etapa era de defensiva estratégica y fundamentábamos esta caracterización en la situación política dada, donde los sectores dominantes estaban dominando sin mayores escollos, concretando la entrega más despiadada del capital social acumulado de los argentinos, incluso adecuando las herramientas de dominación (el Estado) a la nueva geografía que iban creando con sus políticas de hambre y miseria. Que esta entrega iba consumándose con niveles importantes de consenso en vastos sectores que objetivamente encolumnamos en el campo de las fuerzas revolucionarias.
También definíamos que esto lo concretaban no sin dejar de encontrar conatos de Resistencia, que a veces cobraban dimensiones de epopeyas. Y basados en estos elementos podíamos definir que la política más adecuada no era “desensillar hasta que aclare” como propuso en diciembre del 2001 algún dirigente comunista argentino, mucho menos acompañar la “corriente histórica”, sino enfrentarla en ofensivas activas que irían alimentando el necesario objetivo táctico que nos planteamos que fue construir y alimentar la Resistencia.

Situación Política
Con la asunción de Kirchner culminaba la maniobra de reacomodamiento político de las clases dominantes tanto en relación con la renegociación de la dominación colonial y del reparto del saqueo de nuestras riquezas entre las distintas expresiones del imperialismo y los monopolios, como en relación a la crisis de gobernabilidad condensada en la consigna “que se vayan todos”.
Culminaba una maniobra, relativamente exitosa para el régimen, pero al mismo tiempo se inició un nuevo período de la lucha de clases.
El gobierno de Kirchner constituye el continuismo en la política de las clases dominantes. La continuidad jurídica del saqueo de nuestras riquezas, con el reconocimiento y pago de la ilegítima y fraudulenta deuda externa, con la “compensación” a los bancos por el megafraude contra los ahorristas, con el salvataje a las AFJPs; con la renegociación y no rescisión y reestatización de los contratos con las “privatizadas”, con el ajuste presupuestario para pagar la deuda externa, entre otros elementos, muestran claramente que este gobierno sirve a los mismos monopolios que fueron y son los artífices y ejecutores de la depredación de nuestra Patria.
Se ha profundizado la economía exportadora, que no es otra cosa que el aumento del saqueo de nuestras riquezas por los extranjeros. La política del dólar alto y los salarios bajos representa la expresión monetaria del crecimiento económico destinado a los monopolios exportadores y a los acreedores externos. Crece la riqueza total producida en Argentina pero disminuye la riqueza en manos de los argentinos y aumenta relativa y absolutamente la riqueza que los monopolios transnacionales y la usura internacional se llevan de nuestra tierra.
Ha crecido la tasa de explotación y la tasa de depredación de nuestra riqueza. En términos económicos, la ecuación de la explotación y el saqueo de la riqueza nacional luego de la caída de De la Rúa ha cambiado. Si antes había salarios en dólares más altos pero creciente parálisis productiva y alta desocupación; hoy hay bajos salarios en dólares pero un relanzamiento productivo y una reducción de la desocupación. Perversamente, hoy el saqueo es más acentuado pero el régimen presenta la disminución de la desocupación y la realidad del crecimiento económico como victorias políticas, cuando en los hechos lo que hay es un aumento en la tasa de explotación y en la tasa de depredación de nuestros recursos.
Las políticas de devastación de nuestros recursos naturales es una de las formas que adopta el saqueo imperialista en nuestra patria.
Se ha intensificado la represión sobre las luchas populares en ascenso y la persecusión política sobre los luchadores. Los procesados y presos políticos crecen en número al punto de que este gobierno ha pasado a ser el que más presos políticos ha tenido desde la vuelta de la democracia. Al mismo tiempo, son habituales las campañas de demonización de los sectores que hacen de punta de lanza de la resistencia, campañas ejecutadas a coro por el gobierno y por los grandes medios de comunicación. Campañas en las cuales las Organizaciones que protagonizamos la Resistencia somos los blancos predilectos.
El mapa de la Argentina está teñido de situaciones de violencia popular, de desgobierno, de lucha de masas. Con uno u otro signo, incluso a veces con reivindicaciones opuestas, sectores del Pueblo van cimentando un camino de lucha que da cuenta que no todo está resuelto para el Régimen.
Son a nuestro entender claros síntomas de las limitaciones del modelo de gobernabilidad que plantea el kirchnerismo. No tienen todo controlado, controlan lo institucional donde sólo está contenida y expresada una parte de los argentinos. Pero otra gran parte, la que figura en las planillas del INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) como “pobres” que son casi la mitad de los argentinos, esa otra parte, está afuera de todo, de sus medidas de gobierno, de su obra pública, de sus planes y subsidios, de su clientelismo, de sus peroratas pérfidas e hipócritas, de todo, de su sistema de dominación y de sus canales de representación.
En el país de la inflación incontenible, del descontrol de precios, del saqueo de nuestros recursos naturales, de las efemérides derechohumanosas con presos políticos alojados en los penales; en la Argentina donde las centrales sindicales parecen haber implotado o desertado, donde los desocupados están condenados a la fatalidad de su condición; en el país que pasea féretros para recuperar iniciativa y termina en un tiroteo entre patotas; en la tierra donde desaparecen forzosamente a los testigos contra los genocidas; en ese país se incuba la Rebelión que como en el 2001 pondrá a los políticos patas para arriba.
El panorama descrito nos demuestra que si bien ha existido una apreciable recomposición política del régimen, las clases dominantes se encuentran pisando terreno muy resbaladizo, están sobre un mar de conflictos al que no les encuentran la forma de afrontar con efectividad debido a la inviabilidad estratégica de su modelo social capitalista, que genera y profundiza alocadamente las contradicciones objetivas. Todo esto ha hecho entrar al sistema social en una profunda e irremediable crisis organizativa, de la que sólo se saldrá con la refundación revolucionaria de la sociedad.

Marco Internacional.
La dominación imperialista es altamente inestable. Como en la Historia de todos los grandes Imperios, en su momento de mayor decadencia es cuando se vuelven más bestiales. El tener que resolver militarmente toda la política es un claro síntoma de descomposición de los imperialistas.
Así tanto en Irak como en Afganistán se encuentran en una situación de empantanamiento donde además de ir perdiendo paulatinamente consenso internacional (principalmente en el caso de Irak) se han topado con formidables fuerzas populares que resisten efectivamente la invasión.
La aventura del sionismo israelí pretendiendo aniquilar a las heroicas milicias del Hizbullah no sólo le propinó un duro revés militar sino además provocó dos situaciones colaterales pero no menos atendibles; una la descomposición acelerada del régimen sionista derrotado en la guerra y otra la extensión masiva del prestigio del Sheij seied Hassan Nasrallah y de la Organización de Liberación Hizbullah.
La República Islámica de Irán continuando con su Plan de desarrrollo nuclear, desoyendo y desafiando las amenazas norteamericanas, haciendo gala de soberanía y cohesión nacional, que además se ha lanzado a la construcción y fortalecimiento de una fuerte alianza antiimperialista a nivel mundial, como lo muestran sus acuerdos recientes con La República Bolivariana de Venezuela, con la República Socialista de Cuba y la Cumbre de No Alineados.
Dicha cumbre muestra la revitalización de una articulación a nivel estados de una política de enfrentamiento antiimperialista.
Por otra parte Corea del Norte, desafía ostentosamente el poderío y la prepotencia norteamericana y avanza también con su plan nuclear.
En tanto en América Latina los yankis intentan volver a retomar las riendas, contrarrestar las iniciativas bolivarianas y abortar el despertar de los Pueblos.
Los fraudes electorales vergonzosos operados en Méjico, Ecuador y Perú, el intento de desestabilización y golpe en Bolivia, la cooptación descarada del gobierno uruguayo con el TIFA; los informes del FBI para desprestigiar al gobierno de Lula; los esfuerzos exitosos de los EEUU en ONU para impugnar a Venezuela en el Consejo de Seguridad; etc. Todas operaciones donde puede verse la ofensiva norteamericana en la zona.
No por principio, sino fundamentalmente por cuestiones de estrategia los revolucionarios organizados en América Latina estamos obligados a coordinar nuestras luchas y construir una estrategia de derrota continental al Imperialismo.
Todas las organizaciones revolucionarias tienen el deber histórico de prepararse para repeler eventuales avanzadas de los yankis en nuestro continente, tienen que prepararse para defender los espacios que hemos ido conquistando y que los yankis pretender boicotear y aniquilar. No hay problemas venezolanos, ni crisis bolivianas, ni dificultades colombianas, sino Cuestiones Latinoamericanas. Si no lo comprendemos así no estamos comprendiendo la naturaleza del enfrentamiento planteado.

La vía
Definir la etapa, tener presentes los distintos elementos políticos que contemplamos a la hora de asumir estas definiciones son las variables que nos condicionan para señalar la vía principal (no excluyente) de desarrollo de la acción revolucionaria. Y en ese sentido es que consignamos que el camino es insurreccional atendiendo a contener todos los caminos y vías de los argentinos que luchan, y para eso, para ser capaces de recorrer ese camino que es la Insurrección Popular Armada es que vamos preparando organizaciones populares y de masas capaces de asumir formas de organización y disciplina que les permitan calificar adecuadamente un proceso de Rebelión Popular victorioso.
La Historia Argentina nos ofrece referencias concretas a las formas más efectivas de concretar los anhelos populares, remontándonos a los combates de Buenos Aires y toda la Ribera contra las invasiones inglesas, el surgimiento de las primeras formaciones militares que ya entonces fueron necesarias; la Revolución de Mayo, la rebelión de los orilleros, las luchas de las montoneras, la irrupción de las nuevas capas sociales enfrentando la degradación del estado oligárquico en 1890 y de las capas obreras en 1945, la historia misma de la Resistencia contra las dictaduras que parieron gestas como las puebladas de Córdoba, Rosario y principales ciudades en los finales de los 60 y principios de los 70; los piquetes de los 90, y finalmente el 19 y 20 de diciembre de 2001 son simplemente referencias ineludibles que trazan un camino, una conducta política de las masas nacionales en su búsqueda por la definitiva independencia social y política. Son las referencias que consideramos a la hora de sustentar el camino insurreccional, que contempla el protagonismo de las masas en cada una de las etapas de la guerra revolucionaria.

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