19 mar 2009

EDITORIAL DE "ASAMBLEAS EN RADIO"

COMUNICADO DE PRENSA

MOVIMIENTO ASAMBLEAS DEL PUEBLO



EDITORIAL DE “ASAMBLEAS EN RADIO” Martes 17 de Marzo
“Asambleas en Radio” es el programa de las ASAMBLEAS DEL PUEBLO
SE EMITE LOS MARTES DE 18 A 20 HORAS POR FM PATRICIOS 95.5
Conducción: Rubén Saboulard y Ana Melnik

“ UNA HUIDA HACIA NINGUN LADO.”
Por Rubén Saboulard

Acorralado por las malas noticias, perseguido por negros augurios y en medio de la creciente soledad en que la estampida de la vieja tropa de alcahuetes lo está dejando,
el gobierno kirchnerista ha decidido huir hacia adelante y avanzar hacia el precipicio.
No existe otra forma de interpretar el inesperado – pero no imprevisible- adelanta-miento electoral anunciado el viernes por Cristina y Néstor Kirchner, sino como una reacción desesperada ante la acumulación de desgracias propias, presentes y futuras, y con una debilidad gubernamental de pronóstico decididamente reservado.
A las ya viejas heridas que le ocasionara el eterno conflicto con el campo, a la pér-
dida de consenso y popularidad en vastos sectores de las clases medias, a la desesperan- za del hambre y el desempleo que el INDEC no logra disimular, a la creciente deserción y cuestionamientos de sus viejos aliados progresistas, al chantaje de los antiguos punte- ros del reciclado partido peronista, a la extorsión permanente de Moyano, a la explosiva
conflictividad social extendida a todo el país, se le ha venido a agregar el impacto certe- ro y contundente que la crisis internacional le está asestando a la economía y a la sociedad argentinas.
Hoy resulta gracioso recordar que la clarividencia de nuestro dúo Presidencial lo llevó a burlarse, hace sólo seis meses de lo que ellos mismo llamaron el “efecto Jazz” para describir la crisis internacional como si fuese algo ajeno a nuestra realidad co-tidiana y no nos fuera a afectar. Mientras tanto el capitalismo crujía en el mundo, la desocupación crecía geométricamente en los países más adelantados, las ejecuciones hipotecarias dejaban en la calle a millones de familias yanquis o españolas y los planes de salvataje caían uno tras otro junto a los mismo bancos a los que debían salvar y las bolsas se hundían en su noche triste.
Bastaron apenas unos meses para que ésta misma dirigencia política, -según ellos “la mejor de los últimos ciento cincuenta años”- entrará en pánico al descubrir, en las numerosas páginas de los informes diarios de los servicios de informaciones, que, contra todos sus pronósticos, el país se parece, cada día más, al Chaltén, poderoso volcán patagónico que no para de vomitar cenizas, lava y fuego.
No hay sector ni actor de la vida económica y social de nuestro país que no esté acusando la caída de las ventas, achicando sus gastos, reduciendo turnos de producción o, más directa y cruelmente, despidiendo personal. La construcción está al borde de la parálisis, la producción siderúrgica cayó a un 35 % de su nivel histórico, la de automo-
tores, en cambio, se fue al sótano, la venta de propiedades está paralizada, la cantidad de cheques rechazados y de morosidad crediticia se fue a las nubes, las colas en los avisos de empleo son visibles desde la distancia, los restaurantes se cierran uno tras otro y locales vacíos-en venta o alquiler-, de lo que fueran honestos y frustrados sueños de ganarse la vida, acumulan sus carteles desoídos en todos los barrios de todas las ciudades.
Ante esto, a lo único que atinó nuestro matrimonio presidencial fue al disparate, ridículo e inútil, de financiar autos, heladeras, calefones y hasta bicicletas a quienes tiemblan ante la incertidumbre de poder conservar sus sueldos de hambre en empleos mal pagos y cada día más inciertos. La plata de la ANSES, la plata de nuestros viejos,
se está dilapidando en la última mano de la timba de los amigos de los Kirchner.
La crisis capitalista no es de algunos países sino de todos y, entre ellos, de los más importantes y globalizados. Pero, en un país como el nuestro, donde casi el 80 % de la economía fueentregada a los grupos extranjeros, ya sean europeos, canadienses, yanquis o brasileros, el impacto de la crisis será violento y contundente. Si a ello se le agrega la caída en picada de los precios de los cereales y del petróleo y el despilfarro de los fondos públicos que supimos tener en el altar del clientelismo más corrupto, la fragilidad del régimen es, verdaderamente, alarmante. El infantilismo de sostener que con los pocos más de 40.000 millones de dólares de reservas el país está blindado, no resistirá más que unos pocos días de inevitable y cercana corrida cambiaria.
Por otra parte –y como decíamos la semana pasada- hay un país en lucha y en camino a la sublevación que los medios del régimen –oficialistas o no- se esfuerzan por ocultar. El conflicto docente, el de los empleados públicos, las peleas de los pobres de toda pobreza en las provincias lejanas, la irrupción de los villeros en las autopistas, los hospitales paralizados, los chacareros al borde de las rutas, la Richieri cortada por piqueteros, los vendedores ambulantes enfrentando a las patotas de Macri, los desalojables resistiendo los lanzamientos, la interminable lista de fábricas que cierran y son recuperadas por sus trabajadores, y así podríamos seguir un largo rato con esta crónica del país que se incendia mientras los que hundieron el país que arde traman, obscenamente, como seguir manoteando la caja hasta el último minuto y hasta el penúltimo centavo.
De éste infierno al que, en gran medida, nos condujeron ellos mismos, el dúo presidencial apuesta a salir por arriba, aunque corra el riesgo cierto de caer al vacío. Adelantar las elecciones es anticiparse a las peores noticias, pero, es, también, reconocer la inevitable cercanía de esas terribles noticias y, en ese sentido, hacer que ellas adelanten su llegada. La incertidumbre que generará ésta medida alentará a los especuladores, a la fuga de capitales y a los que apuestan al dólar; paralizará las pocas inversiones posibles; postergará pagos, tumbará la recaudación fiscal, cesará la obra pública y aumentará el parate general de la economía.
Si el dúo presidencial se hubiese molestado en analizar los antecedentes de éste tipo de manotazo de ahogado, podría haber encontrado una buena lección en el fracaso de Alfonsín cuando, hace veinte años, adelantó las elecciones para tratar de conjurar la crisis económica de aquella época. Todos sabemos cómo fue el final de Alfonsín: terminó acelerando y potenciando ésa crisis y, en el medio de la vorágine, la inflación, los saqueos y el caos, tuvo que huir del poder y entregarle la banda presidencial a Menem antes de lo pensado y en las peores condiciones de humillación política que jamás hubiese imaginado.
Si como todo indica, el parlamento avala ésta decisión kirchnerista, nuestro país se encamina a tres meses de una inolvidable y despiadada pelea por el poder entre los tres grandes bloques políticos del régimen: el “neo duhaldismo” de Macri, Narváez, Solá y Cía. de impresentables ; el “social- radicalismo” de Carrió, Juez, Binner, Lopez Murphi y Stolbitzer y el “kirchnerismo residual mas mercenarios en actividad” nucleados por lo
que queda de la cajita feliz.
Pero, más allá de su combate, de sus insultos y sus denuncias, todos ellos admiten una coincidencia básica: hay que asegurar lo que llaman la “gobernabilidad” del país o, como dijera ayer Felipe Solá, con una sinceridad no habitual en él, “nos puede suceder cualquier cosa, menos que volvamos al 2001!”. Se refieren, por supuesto a que los tres grandes bloques políticos en los que está dividido el régimen harán lo imposible por evitar que sea el pueblo, movilizado en las calles, el que imponga una dirección y un programa contra la crisis que afecte los intereses de los que crearon la crisis. Por eso es que ninguno habla de medidas concretas para evitar los despidos y las quiebras, los de-salojos y el hambre, las suspensiones y las quitas en los salarios.
Ninguno habla de que los que se enriquecieron a dos manos hundiendo a la sociedad, devuelvan algo, aunque sea algo, de todo lo que se robaron. Claro, no sea cosa que al pueblo se le ocurra, también, incluir entre los que deben devolver lo robado a los políticos enriquecidos en la función pública del país que arruinaron.
En estos meses que vienen, mientras ellos se abalanzan, borrachos de ambición, sobre los restos de la caja y afinan la puntería de sus fusiles para amedrentar al pueblo, la procesión seguirá en las calles, la bronca irá en aumento porque aumentará la injusticia social, y, es muy probable que las campanas empiecen a doblar por éste régimen que agoniza bajo las lluvias del otoño.
ASAMBLEAS DEL PUEBLO

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