7 abr 2009

OBAMA ESTARÁ EN CUATRO CUMBRES MUNDIALES EN VEINTE DÍAS

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opinión

La OTAN festejó 60 años con Obama y el resto de aliados, apuntando contra Afganistán

A medida que pasan los primeros 90 días de su gobierno, se puede apreciar más claramente que Barack Obama implica una continuidad esencial con ciertos cambios respecto a la administración Bush. La OTAN, agradecida.
EMILIO MARÍN

Cuando Obama asumió el 20 de enero, en un día para congelarse por el frío reinante en Washington, entibió las esperanzas de millones de personas. Su lema había sido el cambio es posible. Supuestamente comenzaría una nueva era, aventando las peores políticas de su predecesor, entre otras las que enseñorearon la guerra en dos países agredidos luego de 2001 (Irak lo fue varias veces con anterioridad, desde la Guerra del Golfo). El perfil del afroamericano infundía esas creencias. Su pertenencia al partido demócrata, cortando la seguidilla republicana, colaboraba en sembrar esa ilusión de que un tiempo mejor se avecinaba para los norteamericanos.
A la luz de los hechos tales expectativas han quedado reducidas a polvo. Verlo al presidente concurrir al festejo en Estrasburgo-Kehl por los 60 años de la OTAN, una verdadera máquina de matar, pulverizó las últimas dudas que pudieran quedar sobre su condición de jefe del imperio. No fue una reunión cualquiera: la delegación norteamericana acudió a esas ciudades fronterizas de Francia y Alemania para reforzar la guerra contra Afganistán. Fue a comprometer el envío de 21.000 soldados propios más y a pedir que los aliados pusieran 5.000 más, que se sumarán a los 62.000 que están allí desde que en 2001 Bush invadió la tierra gobernada por los talibanes.
Ese gigantesco ejército nutrido por tropas de 42 países y bautizado como Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF), no ha logrado “pacificar” el país, aún luego de derrocar su gobierno y ocupar el territorio. Obama ya había dicho durante la campaña electoral contra John Mc Cain que en caso de ser electo retiraría la mayor parte del contingente que opera en Irak, pero que reforzaría el de Afganistán.
Aclarando que el “retiro” del país árabe es relativo, pues dejarán allí 50.000 soldados por varios años, está a la vista que el nuevo inquilino de la Casa Blanca está llevando a cabo su estrategia afgana.
Fue hábil e inteligente para embretar a las naciones de la OTAN en la continuidad de la ocupación de ese teatro de guerra. En Estrasburgo, apremió a esos aliados a poner más tropas y ayuda financiera agitando el espectro de Bin Laden. Les dijo que Al Qaeda estaba en mejor situación de realizar actos terroristas en Europa que en Estados Unidos.
El recuerdo del 11 de marzo de 2003 en Atocha y el 7 de julio de 2005 en Londres, jugaron a su favor. De allí que 19 de los 28 miembros de la OTAN prometieron enviar nuevos efectivos, armas y presupuesto. Una porción de esos refuerzos tiene un objetivo político: garantizar las elecciones del 20 de agosto próximo, cuando está previsto designar un nuevo presidente que reemplace al desgastado títere Hamid Karzai. Es importante para Obama y la OTAN que en Kabul haya otro fantoche similar pero con cierta legalidad formal, y que los talibanes no hagan volar todo por los aires.

La remozada OTAN
Para fortalecer ese pacto agresivo (antes contra el mundo socialista, hoy contra cualquiera que desafíe el “siglo americano”), el mandatario estadounidense usó todas las armas a su alcance. Desde su carisma personal, con un discurso dialoguista que contrastó con el imperativo de Bush, hasta la agitación del peligro de Bin Laden, en lo que no se distinguió del texano. Obama empleó todos los recursos, incluso la buena onda de su esposa Michelle, que en esta gira europea anduvo a los abrazos con la reina Isabel II y, más cómodamente, con Carla Bruni, esposa de Nicolas Sarkozy.
En tren de seducción, el morocho declaró en Estrasburgo, al lado de su colega francés: "necesitamos aliados sólidos. No pretendemos ser los patrones de Europa. Queremos ser sus socios".
Eso era exactamente lo que los oídos franceses querían escuchar, pues se estaban reincorporando a la directiva de la OTAN después de 43 años de alejamiento. Bush daba toda la impresión de ser el patrón de estancia que trataba a todos, incluso a los capataces, como a los despreciados peones. El nuevo presidente trata a los capataces como tales. Sabe que necesita de su ayuda en el terreno afgano y para otros menesteres, vista la debilidad de Estados Unidos a nivel global luego que estallara la crisis económica.
Y sabe también que en Afganistán, donde está pidiendo que entren más unidades de ocupación, habrá bajas producto de la resistencia, atentados y hasta del “fuego amigo”. Por eso cree que es mejor dejar a los aliados contentos, para que puedan contrarrestar la previsible ola de críticas que habrá en cada país de la ISAF cuando haya bajas propias.
El visitante estadounidense no ahorró piropos a sus colegas europeos durante la Cumbre atlántica, tratando de disolver la sospecha de que aprecia más a los británicos. Su táctica buscó acercar al eje franco-alemán, que ha tenido algunas contradicciones con la dupla Washington-Londres.
"La OTAN es la alianza más exitosa de la historia moderna. Y la regla de base de esa alianza es que la seguridad de Europa es la seguridad de Estados Unidos, y viceversa", les habló Obama, casi como un encantador de serpientes.
Con una mediación personal ante Turquía logró que se aceptara la designación del premier danés, Anders Fogh Rasmussen, como nuevo secretario general del pacto en reemplazo del holandés Jaap de Hoop Scheffer. A cambio ofreció a Ankara puestos de responsabilidad en la OTAN y alguna manito para forzar el demorado ingreso a la Unión Europea.

La OTAN es la misma
Con secretarios generales como Rasmussen o De Hoop Scheffer, y antes con el “socialista” español Javier Solana, con comandantes militares como Dwight Eisenhower, el primero, hasta el actual, general Bantz Craddock, la OTAN es un instrumento de las potencias imperiales. En Estrasburgo, Obama ratificó el plan bushista de instalar en Polonia y República Checa las baterías antimisiles y estaciones de radar, pese a las airadas protestas de Moscú.
Para saber cuál es el sentido del bloque no hay que atender a sus documentos. Si fuera por éstos habría que creer que nació “defensivo” y para proteger a Occidente de los embates de la ex URSS. Pero resulta que fue fundado el 4 de abril de 1949 y recién en 1955 hubo una movida del otro lado, creándose el Pacto de Varsovia. ¿Quién amenazó a quién?
Al cumplir 50 años el tratado atlántico, en 1999, sus miembros celebraron con Bill Clinton y brindaron por un hallazgo teórico: “la doctrina de la injerencia humanitaria”. Es que entre marzo y junio de ese año habían agredido a la ex Yugoslavia, provocado varios miles de muertos y una destrucción material que pretendió volverla a la Edad de Piedra. El argumento fue que Belgrado había violado los derechos humanos de los albano-kosovares en Kosovo. Esta región yugoeslava fue seccionada, convertida en un protectorado de la OTAN y proclamada su independencia en 2008. El primero en reconocerla fue naturalmente EE UU.
Con resistencia de Francia y Alemania, la OTAN fue parte del dispositivo que también agredió a Irak. Amén de aportar tropas y recursos, los países miembros fueron cómplices y prestaron sus aeropuertos y puertos para el aprovisionamiento de los invasores, incluso para los vuelos secretos de la CIA con prisioneros rumbo a la tortura y la desaparición.
Esta es la OTAN real, responsable del 75 por ciento del gasto militar en el mundo, y ya se vio con qué consecuencias por su naturaleza de gendarme mundial, que no puede ser cambiada. Es su esencia, como la del FMI y el Banco Mundial, que tampoco puede ser mudada como han querido hacer creer el presidente norteamericano y sus aliados dentro del G-20 reunido en Londres el 2 de abril.
En esas dos cumbres y en la tercera, que se hace en Praga entre Estados Unidos y la Unión Europea, Obama ha buscado solidificar sus alianzas políticas, económicas y militares. Recién después de eso que considera fundamental, irá a Trinidad y Tobago a la V Cumbre de las Américas, el 18 de abril. Así queda clara cuál es su prioridad y la continuidad básica del imperio con cambios tácticos y de estilo respecto a Bush.
A propósito de la OTAN, ¿cuánto tiempo más demorará el gobierno de Cristina Fernández en renunciar al tratado firmado en 1997 por Clinton para Carlos Menem, que hizo de Argentina un “gran aliado especial extra OTAN”?

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