21 abr 2008

LA ARGENTINA EN JOSE MARTI

“ La Argentina en José Martí ”

Querido amigo RAUL RODRÍGUEZ LA O:

Hace algunos años, quizá algo más de una década, diste una serie de conversatorios sobre JOSE MARTI y CUBA, de las que participamos varios compañeros militantes de “Chau Bloqueo”, movimiento de solidaridad con Cuba, al que pertenecía por entonces.

Recuerdo la elocuencia y precisión de todas tus afirmaciones, producto de profundas investigaciones sobre el Apóstol, y conocimos de las que estabas realizando en los archivos del diario “La Nación”, órgano informativo que en la actualidad defiende con vehemencia los intereses antinacionales y antipopulares,

Recuerdo también que en una de ellas, al final y abierta la participación de los asistentes, comentamos lo que escribiera Martí al director del “The Evening Post” de Nueva York el 25 de marzo de 1889, publicada bajo el título “Vindicación de Cuba”: “...hemos peleado como hombres y algunas veces como gigantes, para ser libres...”. Vos en ese momento representabas a tantos gigantes en la lucha cotidiana por las consignas del Maestro.

En estos días, en un correo electrónico que recibo de “Chau Bloqueo”, Toto me envía la nota de tu autoría “La Argentina en José Martí” publicada por “Granma” el 9 de setiembre de 2005.

El 28 de enero recién pasado, conmemoramos el 155 aniversario del nacimiento del Apóstol de la Independencia Cubana JOSE MARTI, y al mismo tiempo de un episodio, muy poco difundido, al que me referiré.

Antes quisiera que nos ubiquemos geográficamente en el lugar de este episodio. Hace varios meses, debí trasladarme con mi familia a otra vivienda, en la localidad bonaerense llamada Villa Adelina en el Partido de San Isidro.

Esta Villa tiene una superficie de 5 km2. y una población estable, según el censo de 1991 de 57.500 habitantes. Posee varios establecimientos educacionales y un bajo índice de mortalidad infantil.

En la actualidad, producto de las políticas neoliberales de los años 90, han desaparecido la mayor parte de las importantes industrias que estuvieron aquí radicadas, lo que varió, de alguna manera, la composición socioeconómica de una gran mayoría de sus habitantes. Tiene una presencia comercial minorista, con un gran movimiento alrededor de su estación ferroviaria y en su avenida principal.

No posee una destacada actividad cultural ni existen –como en otras zonas suburbanas o de la ciudad Capital- juntas de estudios históricos. Tampoco salas de cine o de teatro. Algunos vecinos recuerdan que hace una década, un legislador local promovió reuniones vecinales destinadas a recoger información sobre la “historia menor” de la zona, es decir sobre la vida, las actividades, las instituciones, de los que vivieron con más penas que gloria. Pero poco después la muerte de este promotor frustró esta actividad hasta desaparecer.

En algún momento me pregunté sobre el origen del nombre de la localidad y de la estación de trenes, no obteniendo información alguna: lo desconocían sociedades intermedias, antiguos vecinos, comerciantes, etc. Ello obligó a hurgar, investigar en forma solitaria, recurrir a diversas fuentes históricas del Partido.

No existe un libro –ni otra publicación- de la historia de esta villa, sólo una poco difundida novela, que cuenta la vida de Adelina, ubicándola con precisión en su tiempo y sus circunstancias. (Cfr. “Adelina...la princesa” de Francisco Diurno, edición del autor,1991).

Pero antes de entrar al tema que motiva esta nota, algunas consideraciones vinculadas con tu afirmación: “...Argentina dependía , más económica y políticamente de Inglaterra...”.

Hacia fines del siglo XVIII las inversiones extranjeras estuvieron destinadas a desarrollar un país agro-exportador, provenientes casi exclusivamente de Gran Bretaña. Las que fueron directas se dirigieron a la construcción de ferrocarriles en primer término, además de obras públicas, sanitarias, viviendas, etc. y gozaron de especiales condiciones de privilegio, sin control alguno de su incorporación ni de los efectos que tendrían en la formación nacional. Así fue que a los destinados al tendido de líneas ferroviarias, no sólo les garantizaron beneficios mínimos sobre la inversión, sino también concesiones de las tierras adyacentes a las vías, cuyo fraccionamiento y venta les otorgó inmensas ganancias. La ley Mitre de 1907 las eximió del pago de impuestos nacionales, provinciales y municipales.

Otra característica fue que las líneas férreas se trazaron orientadas hacia el puerto de Buenos Aires, para el traslado rápido y barato de bienes exportables, especialmente ganado y granos. Otro episodio fue que en la década del 80, los capitales británicos tenían urgencia de colocar sus recursos financieros en áreas que no estuvieran sometidas a la competencia de otros países europeos o de otras latitudes.

Valga como dato de interés, señalar que la renta de las inversiones alcanzó altos promedios. Así en 1885 el Ferrocarril Central Argentino pagó el 10%, la Compañía de Tierras Central Argentino (encargada de la comercialización de las tierras) dio el 15%, mientras que el Banco de Londres el 11%.

Una de las empresas inglesas, el Ferrocarril Central Córdoba, tenía su radio de acción en esa provincia mediterránea, con extensiones hacia el norte del país. Para lograr con mayor eficiencia su finalidad, consideraron más rentable extender un ramal hacia la ciudad de Rosario (de rica producción agropecuaria) y continuar hacia el puerto de Buenos Aires. Aprobado el proyecto por ley de1903, se realizó el tendido de vías, llegando en el partido de San Isidro a las proximidades del camino del fondo de la Legua, que estaba suficientemente transitado por los pequeños productores de las quintas ubicadas allí y próximo al otro camino que lo unía al partido de San Martín. Ese lugar fue el elegido como una primera terminal, por supuesto que provisoria y que es donde actualmente se encuéntrala estación Villa Adelina. Ya existía en los alrededores una incipiente población de horticultores, algún horno de ladrillos y un molino harinero, y el sitio era conocido como la villa de las Lomas de San Isidro o de los Italianos.

¿Quién es ADELINA?

Para ese entonces era Administrador General de este ferrocarril, DUNCAN MACKLAIN MUNRO, nacido en Escocia en 1884 de una encumbrada familia de la nobleza británica. Emigró a Buenos aires en 1868 y a su llegada se incorporó a una de las empresas ferroviarias. Perteneció a los más destacados círculos sociales y comerciales de los residentes extranjeros, donde conoció a Catalina Elena Hipwell con la que se casó en 1886: ella tenía 19 años y él 24. Al año tienen su primer hijo Elida María, a la que seguirán tres más.

Elida María Munro se casó en Buenos Aires, donde transcurrió la vida de todos los mencionados, con otro encumbrado joven de esa colectividad Tomás Diego Drysdale. Corría el año 1894 y el 16 de setiembre de 1896 nació nuestro personaje ADELINA DRYSDALE MUNRO.

Duncan Macklain Munro ocupó los más altos cargos de la empresa ferroviaria, cuando el 19 de abril de 1909 arribó el primer tren a esa terminal provisoria de, como dijimos, la villa de las Lomas de San Isidro, que hubiera sido el nombre natural que hubiera llevado la estación. Pero por esas cosas de la historia, que muchas veces no cuenta la historia, y de los intereses económicos, fue bautizada con el nombre de su nieta Adelina.

En tanto Adelina quedó huérfana de padre cuando tenía escasos seis meses. La madre volvió a contraer nupcias, ahora con el ministro italiano Conde Francisco Bottaro Costa en 1903 y tiempo después, cumpliendo sus funciones diplomáticas regresó a Roma con su familia. Adelina tenía 10 años, lo que nos hace suponer que no habría conocido ni las inmediaciones de las estaciones que llevarían sus nombres. Vivió y frecuentó los ambientes vinculados a las funciones diplomáticas de su padrastro, se casó, tuvo hijos y vivió en Europa hasta el momento de su muerte a los 46 años, en 1950.

Estación y pueblo JOSE MARTI.

El 28 de enero de 1953 se conmemoró el centenario del nacimiento de JOSE MARTI. Diversas instituciones oficiales, culturales y del ámbito universitario lo recordaron con actos de homenaje. Los órganos de prensa lo destacaron de diversas maneras.

“La Nación” del 26 de enero publicó una nota de Adolfo Mitre que tituló “Martí y nuestro país” que decía: “Martí y nuestro país. El 13 de setiembre de 1882 este diario publicó el primer artículo de los muchísimos que durante una década escribiera quien, muy poco después, fue designado corresponsal permanente de La Nación en los Estados Unidos. Su última nota es del 20 de mayo de 1891... cómo peleó, cómo padeció el varón ilustre de quien cumpliránse pasado mañana el centenario del advenimiento a la solidaridad y la pasión del continente, prócer de Cuba, prócer de América, cuya vida no figura en las páginas de nuestra historia, pero cuyo ejemplo respondió a lo mejor del espíritu argentino, al cual también enriqueció con sus servicios, sus enseñanzas y sus sugestiones”.

El miércoles 28 de enero, en la página 1, columna 1, el diario dice: “A José Martí se le rendirán hoy homenajes. Una plaza de la ciudad llevará el nombre del prócer cubano. La placa colocada en su base dice: ‘José Martí. 1853-1895. Murió por la libertad de su tierra. Homenaje de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires’ ”. A continuación dá cuenta que la Asociación Cultural Argentina para Defensa y Superación de Mayo (ASCUA) recordó en su reunión del día anterior la figura de José Martí. En la página 2 de esa edición, su columna editorial está dedicada a Martí y finaliza diciendo: “Por eso reconocemos en él a una de las glorias más puras de que pueda ufanarse América”.

Otros medios de prensa de nuestra ciudad hicieron crónica de los actos conmemorativos y de ellos destacamos lo publicado por el suplemento rotograbado de “La Prensa” del domingo 25 de enero, pág. 2, que en un recuadro titula: “Martí, el Quijote de la Manigua”, debido a la pluma del escritor y periodista César Tiempo y que termina: “En la tumba del Moisés mambí se grabaron estas palabras: Martí, los cubanos te bendicen. Cumple cien años y está vivo. Lo estará siempre”.

En otra sesión del diario “La Nación” del día del centenario, se dijo: “Una estación ferroviaria se denominará José Martí. Como un homenaje más de respeto y admiración a la figura del patriota cubano, el Ministro de Transportes de la Nación ha resuelto designar con el nombre de José Martí a la actual estación Villa Adelina del Ferrocarril Nacional General Belgrano”. Este fue el único medio de prensa que publicó la noticia.

En la fecha de la conmemoración, el Ministro de Transportes dictó la Resolución Nro. 81/53 en cuyos considerandos dijo: “Que los nombres de las estaciones ferroviarias constituyen una forma apropiada para recordar hechos históricos o gestas de la emancipación de los pueblos. Que es justicia rendir homenaje de respeto y admiración a la figura del auténtico prócer de nuestra América, el patriota cubano JOSE MARTI, quien diera su vida en aras de la libertad de su patria. Que nada es más apropiado que asociar a nuestros ferrocarriles al conjunto de homenajes que se le tributarán en la fecha a tan ilustre ciudadano”. Y como ya se dijo, designó José Martí a la estación Villa Adelina.

Por su parte el Honorable Concejo Deliberante de San Isidro, el 25 de setiembre de 1953, aprobó por unanimidad la Ordenanza Nro. 2834 cuyo artículo 1ro. dispuso: “ Desígnase con el nombre de “José Martí” al actual pueblo de Villa Adelina”.

Según testimonios recogidos, la estación lució los carteles con el nombre de Martí, hasta que, misteriosamente (ya que hasta el momento no hemos hallado documentos al respecto) estas designaciones desaparecieron, volviendo al nombre original.

Ante la carencia de pruebas documentales, suponemos que después del golpe de estado del 16 de setiembre de 1955, se eliminaron en forma tan ilegal como arbitraria estas denominaciones. Es de recordar que el 5 de marzo de 1956 se dictó el decreto-ley 4161 que llevaba por título “Prohibición de elementos de defensa y afirmación ideológica o de propaganda peronista”. Tal vez se desconocía que Martí había muerto el 19 de mayo de 1895, 65años antes. Por entonces el país mantenía relaciones diplomáticas con el dictador cubano Fulgencio Batista.

José Martí

José Martí fue un gran protagonista de la historia latinoamericana, que al igual que san Martín, que Bolívar y otros prohombres, lucharon por la libertad de sus pueblos y el continente. Pero además de ello, sorprende la variedad, en contenido y forma, de su quehacer literario en poesía, teatro, novela, cuento, periodismo, ensayo, crítica, oratoria e incluso traducción. Fue colaborador de una veintena de periódicos del continente, socio corresponsal en Nueva York de la Academia de Ciencias y Bellas Artes de San Salvador, representante de la Asociación de Prensa de Buenos Aires en Estados Unidos y Canadá, cónsul de la Argentina, Uruguay y Paraguay también en Nueva York, Presidente de la Sociedad Literaria Hispanoamericana e incluso representante del Uruguay en la Conferencia Monetaria Internacional Americana (Washington, 1891). Como se dijo fue corresponsal del diario “La Nación” en Nueva York y mantuvo una estrecha amistad con el general Bartolomé Mitre.

“No solamente escribió con amor y profundidad de conocimientos en defensa de la Argentina, dando a conocer sus grandes valores humanos y riquezas materiales, sino que además mantuvo relaciones de amistad con excelentes personalidades de ese país como los ex presidentes Manuel Quintana y Roque Sáenz Peña a quienes conoció en la Conferencia Internacional Panamericana de Washington celebrada en Estados Unidos entre octubre de1889 hasta abril de 1890, así como Vicente G. Quesada, Miguel Tedin, Carlos Aldao y Carlos Carranza. En sus escritos podemos encontrar referencias y menciones a figuras argentinas de relevancia nacional e internacional como José de San Martín, Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, Juan Bautista Alberdi, Manuel Belgrano, Juan Manuel Ortiz de Rosas y el poeta Víctor Olegario Andrade”. (cfr. Raúl Rodríguez La O”, La Argentina en José Martí, La Habana, 9-9-2005).

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Es extraño entonces que el nombre de una persona casi desconocida, Adelina Drysdale Duncan y ajena por completo a nuestra historia, prevaleciera por el del prócer latinoamericano. Quizá habrá que repetir las palabras de Adolfo Mitre de 1953: “ José Martí, prócer de América, cuya vida no figura en las páginas de nuestra historia ”.

Miguel Angel Lafuente

Villa Adelina
Abril de 2008
milafu@hotmail.com

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