29 oct 2008

"QUEMEN A LOS BANQUEROS"

EDITORIAL “ASAMBLEAS EN RADIO”, Lunes 27 de Octubre
Asambleas en Radio es el programa de las ASAMBLEAS DEL PUEBLO
Se emite por AM 1530 CADENA ECO los lunes y jueves a las 17 horas.
Conducción: Fernando Martin

“Quemen a los Banqueros”


“No toquen a los trabajadores! Quemen a los banqueros!!”, aunque parezca difícil de creer, esos decían los carteles que portaban los manifestantes que bloquearon la zona de Wall Street, el pasado viernes. Consignas no muy distintas, aunque gritadas en italiano, se corearon en la multitudinaria concentración en repudio a la politica económica de Berlusconi, en Roma, al día siguiente. Situaciones similares de protesta comienzan a perfilarse en el resto de los países afectados, incluidas las supuestas economías emergentes, en particular China y la India.
En el múltiple lenguaje de la globalización, las voces parecen reunirse en un idioma común, “Que la crisis la paguen los capitalistas!”. Y todas esas voces se aúnan para certificar el ingreso de la crisis a una nueva esfera, a una nueva y temida dimensión: la de la protesta callejera, la de las multitudes reclamando contra el hambre, contra las suspensiones, contra los despidos…
Es que, más allá de las ilusiones de los cagatintas del régimen, los planes de soco- rro y salvataje caen, uno tras otro, como fichas de un diabólico dominó, arrojando cifras siderales en ese agujero sin fondo que es la crisis del capitalismo. El crédito se acaba, las empresas comienzan a percibir que ya no hay ventas ni luminosas expectativas de
crecimiento y, en defensa de sus sagradas billeteras, empiezan a despedir trabajadores,
suspender horas extras, cancelar proyectos, diferir obligaciones, etc. etc. El índice de desempleo asusta en España, donde ya superó el 10 %, aterroriza a EE.UU. y Gran Bretaña, donde trepa día a día, amenaza al resto de las economías centrales…
Y los pueblos perciben que, después del fracaso de los millonarios salvatajes, después de la ineficacia de los discursos de Merkel, Gordon, Berlusconi o Bush,
después de la sucesión de estériles cumbres borrascosas, el rescate de los banqueros y usureros pasará por hacerles pagar a los pobres el costo de la obscena fiesta, a fuerza de hambre, miseria, desocupación.
El puñado de usureros internacionales que han manejado las economías globales no acepta ni aceptará la responsabilidad de la catástrofe. El capitalismo ha fracasado,
los capitalistas han derrochado trescientos años de historia de la humanidad en el altar de los usureros, de los mercaderes del templo, de los judas de los pueblos. Han sumer- gido en la miseria a un tercio de la población del planeta, mientras que los dineros del salvataje de los usureros alcanzan para paliar el hambre mundial durante cincuenta años!. Han arrastrado al mundo a la contaminación de los suelos, las aguas y los cielos, en su afán de lucro y dividendos incesante. Han masacrado en sus guerras a pueblos enteros y nos han hecho conocer el horror nuclear para asegurar sus negocios.
Sin embargo, no han podido sobrevivir a su propia obra de destrucción. Como dice la Biblia, “el que a hierro mata, a hierro muere” y ese es el camino que, inevitablemente, elegirán los usureros, los dueños de las riquezas. Ellos intentarán que los pobres del mundo paguemos la fiesta, ellos pasarán de las advertencias a las amenazas, de los discursos a la represión, del miedo a la desesperación, del salvataje global al sálvese quien pueda y se lanzarán contra los pueblos para, como modernos dráculas, sacarles las ultimas gotas de sangre.
Pero no les resultará fácil conseguirlo. Esos carteles frente a Wall Street anticipan
lo que viene: vamos a vivir una durísima pelea, una gran batalla social entre los que se enriquecieron y forjaron esta crisis terminal de la sociedad y se niegan a pagar las consecuencias de sus actos, por un lado y los pueblos del mundo, por el otro, unidos en el reclamo de pan, paz, trabajo, solidaridad, justicia, libertad.
Y está no es una batalla más en nuestra larga historia de enfrentamientos y conflic- tos. La batalla que viene será una marca, un quiebre en la historia de la humanidad. De lo que suceda en el puñado de años que se avecina, dependerá el signo de muchos si- glos. La caída de los imperios de oriente, muchos años antes de Cristo, signaron una época. La destrucción de Roma marcó otra. El ascenso del capitalismo y la Revolución Francesa fueron el inicio de otra era en la historia humana.
Hoy, en las estrellas está escrito que una nueva época se avecina, una época de gloria para los hombres, de justicia, de dignidad, de solidaridad. Está escrito en las estrellas porque en cada una de ellas y en cada constelación está la sangre de Espartaco,
los sueños de Aníbal, el sacrificio de Atahualpa y Moctezuma, están Moreno y Castelli,
Robespierre y Dantón, el Che y Camilo, Artigas, Bolívar, San Martín, Maxi y Darío, está la sangre de los nuestros, abonando, desde tiempos inmemoriales la tierra que vamos a cultivar.
Eso es lo que está en juego en la crisis que empezamos a transitar. Y, los tigres de papel que se arrogaron durante décadas los derechos divinos -que ningún dios les conoce
dió- a decidir por encima de los hombres, hoy se rompen, como papeles viejos, ante el viento de los tiempos y ya no asustan a nadie. EE.UU. pierde todos los días su miserable guerra contra los pueblos islámicos, recoge sus muertos y su vergüenza en Irak y en Af- ganistán. Israel, su sanguinaria espada en Medio Oriente, fue corrido del Líbano por la milicia de sus pueblos y por la guerrilla de Hezbollah y languidece en la crisis política de sus dirigentes corruptos y violadores. Gran Bretaña ha debido reconocer que la minúscula e inofensiva republiqueta de Islandia ha estafado a sus ciudadanos, empresas y organismos oficiales en depósitos multi millonarios sin garantías ni devoluciones.
Todos se les animan a los tigres de papel.
Estos son los que parecían poderosos jinetes del Apocalipsis capitalista, los gen- darmes de la desigualdad y la barbarie, el verdadero Eje del Mal, las fuerzas de choque de los usureros y los mercaderes del templo. La crisis se les vino encima y, ante sus primeros embates, resultaron patéticos magos de oz, gigantes de cartón, vozarrón de bocinas de papel, ídolos de barro…
Pero no se rendirán así nomás, sin pelea. Ellos, los dueños de los bancos a los que los manifestantes de Wall Street quieren prender fuego, lucharán por su oro, por sus privilegios, por seguir perpetrando la injusticia. No vacilarán en recurrir a todos los medios a su disposición para seguir siendo ricos en medio de la miseria…
Por eso, todos los que habitamos la miseria y todos los que creen que no hay futuro si no es entre todos, debemos unir nuestros brazos, nuestras fuerzas, nuestros corazones y nuestros puños y reunirnos en una gran confluencia anti capitalista, en un inmenso frente para acabar con los miserables y los usureros, con los opresores y sus alcahuetes.
El capitalismo se cae, es verdad, pero los capitalistas tratarán de caerse encima nuestro, tratarán de aplastarnos, intentarán que el sacrificio sea, una vez más, el nuestro. El futuro es una puerta por la que pasaremos sólo si estamos unidos, los pueblos del mundo, contra la raza de los usureros, sus cagatintas y sus gendarmes. Estamos ante
el principio de la verdadera historia de la humanidad, la que debemos, por primera vez, construir entre todos. Lo otro, lo que termina será recordado, en algún futuro luminoso no más que como una parte vergonzosa de la prehistoria bárbara de nuestra especie.

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