La victoria de Barack Hussein Obama frente a McCain ha significado un hecho histórico por las connotaciones de estas elecciones. Ha generado grandes expectativas y esperanzas, entre las masas estadounidenses y en el resto del mundo, de que pueda producirse un verdadero cambio.
G. Bush ha llegado a ser el presidente peor valorado desde que se realizan sondeos, la derrota que está sufriendo en Irak y la crisis económica que ha estallado al final de su mandato han marcado estas elecciones. La candidatura de McCain, aunque este trató durante toda la campaña de distanciarse de Bush, aparecía para los votantes estadounidenses como la continuidad con el actual gobierno.
Obama, aunque no utilizó el problema del racismo en su campaña, obtuvo el 95% de los votos negros, además consiguió un amplísimo apoyo de la comunidad latinoamericana. Los latinos tradicionalmente votaban a los demócratas.
Hillary Clinton trató de explotar el racismo contra los negros también para ganar las primarias con el apoyo latino. Su derrota en las primarias hizo que estuvieran a punto de pasarse a los republicanos. Las declaraciones de McCain, sin embargo, apoyando el programa de su partido que considera a los inmigrantes prácticamente como delincuentes, ayudó a Obama, que es además el hijo de un inmigrante keniano. Recordemos que millones de inmigrantes latinoamericanos se movilizaron en los últimos 1° de Mayo exigiendo su legalización.
También votaron por Obama mayoritariamente los jóvenes y los trabajadores con menos ingresos. La crisis hipotecaria ha expulsado a más de un millón de familias de sus casas y 4 millones más están a punto de perderlas. Los despidos están aumentando cada día, creciendo el desempleo en un millón doscientos mil personas más que hace un año, más de la mitad de esta cifra se ha producido en los últimos tres meses. Empresas tan significativas como la General Motors, Ford o Chrysler están amenazadas de quiebra y ya están mandando a miles de trabajadores a la calle.
La convicción en que la política económica de Bush ni su continuador McCain, iban a solucionar los problemas que había creado, dio lugar al vuelco electoral.
Un cambio en la conciencia de las masas
La votación a Obama refleja por lo tanto de forma distorsionada un avance en las conciencias norteamericanas, por un lado, por la oposición de las masas a la ocupación de Irak y la política guerrera de Bush, por las movilizaciones de inmigrantes sin papeles, por el inicio de la lucha de algunos sectores de los trabajadores (los de la Boeing obtuvieron una importante victoria en el mes de octubre) que empiezan a enfrentarse a los recortes y a los despidos.
Por otro lado porque reflejan la derrota que está sufriendo EEUU en Irak y la resistencia cada día más fuerte en Afganistán.
Independientemente de lo que signifique para la burguesía, lo cierto es que la victoria de Obama refleja un giro a la izquierda sin precedentes en EEUU.
Las celebraciones masivas, los llantos de alegría de las masas negras, muestran que habían votado por algo más que un candidato demócrata. Para las masas norteamericanas es todo un triunfo colocar a Obama en la Casa Blanca. En este sentido su llegada a la presidencia es parangonable a la de los gobiernos de Frente Popular como los que llegaron en Bolivia con Evo Morales o el de Lula da Silva en Brasil, cuando por primera vez un obrero metalúrgico accedía a la presidencia de su país.
Unas elecciones con repercusión mundial
Hay que reseñar que estas elecciones de EEUU han sido seguidas como ninguna otra en la historia. La posibilidad, luego confirmada de que ganara Obama, con un lenguaje distinto al que se ha visto en los últimos 8 años, ha producido una ola de apoyo mundial al candidato demócrata. Es curioso que de las encuestas que se realizaron en todo el mundo, sólo en Israel McCain apareció como el favorito. Recordemos que cuando Obama aún era candidato y visitó Berlín, una multitud de 200.000 personas fue a recibirlo y a escucharlo.
Hemos pasado de un presidente que era recibido con manifestaciones en contra de su presencia a uno que despierta entusiasmo en todo el planeta. Probablemente en sus primeros viajes al exterior encontrará igualmente un recibimiento parecido al que despertaba el General Eisenhower al finalizar la Segunda Guerra Mundial como el libertador que, junto a la URSS, derrotó a Hitler.
La elección de Obama ha reflejado la situación mundial, que definimos como revolucionaria. La derrota que está sufriendo el imperialismo en Irak y el ascenso de las masas en medio Oriente y Latinoamérica han empujado a las masas norteamericanas a votar por Obama. Es significativo que la nueva "primera dama", Michelle, declaró que ahora se sentía orgullosa de ser americana (como los estadounidenses se denominan así mismos). Y a pesar de que el bando republicano se escandalizó de semejante crítica no consiguió que cambiara el sentido del voto, lo cual quiere decir que en la conciencia de muchos millones de estadounidenses está arraigado el no sentirse orgulloso del país en el que viven.
Los gobiernos de Irán y Moscú han planteado que esperan una nueva era de relaciones con EEUU. Los países árabes en general han visto muy bien la victoria de Obama, hijo de un musulmán y que se apellida Hussein. El negociador palestino de los acuerdos de paz con Israel Saeb Erekat, opinó que: "Bajo el liderazgo de Obama se hará realidad la visión de dos Estados para dos pueblos". Los gobiernos de estos países esperan que EEUU deje de ser considerado el enemigo del mundo árabe y viceversa.
¿Quién apoyó a Obama?
Además de convencer a millones de trabajadores, fue la mejor opción para sectores muy importantes de la burguesía estadounidense. Fue el candidato, no de un partido obrero, sino del partido Demócrata, uno de los dos partidos burgueses que se reparten el poder en EEUU.
A excepción de la burguesía gusana de Miami, fiel a los republicanos y su estrategia de bloqueo a Cuba, y ligeramente de sectores del petróleo y el gas, que apoyaron abiertamente a McCain, otros sectores burgueses apoyaron, o bien equitativamente a ambos candidatos o directamente se pusieron más a favor de Obama (Véase el artículo "Los partidos burgueses frente a la crisis" de Andrés Bárcenas, publicado en el periódico Voz de los Trabajadores, órgano del grupo de militantes de la LIT-CI en EE.UU : http://www.litci.org/MateriaES.aspx?MAT_ID=1419 ).
Si lo han apoyado es porque el imperialismo comprendía que necesitaba urgentemente cambiar la visión de las masas hacia EEUU. La crisis económica mundial que empieza a afectar al conjunto del planeta tenía hasta la elección de Obama un claro enemigo, un culpable de las guerras y ahora también el origen y causa de la crisis mundial que está dejando a millones de trabajadores sin empleo y aumentando la miseria en todo el planeta.
La burguesía ha utilizado en los últimos años, fruto de la crisis que vive por la situación revolucionaria mundial, a gobiernos que le sirvan para frenar el ascenso de las masas. Ha tenido que apelar a los sectores más representativos de los oprimidos y explotados.
Así han llegado gobiernos de frente popular (de colaboración de clases, donde organizaciones obreras participan en los gobiernos burgueses), hasta con obreros a la cabeza como en Brasil, mujeres, como Bachelet o Cristina Fernández (en Chile y Argentina), indígenas como Evo Morales, socialdemócratas que tienen que cumplir alguna expectativa de las masas, como Zapatero con la retirada de las tropas de Irak, o gobiernos con retórica populista como los de Chávez. Gobiernos que más allá de que alguno de ellos haya tenido que tomar alguna medida progresiva, han servido para frenar, desviar o controlar el ascenso de las masas, permitiendo a los capitalistas continuar con la explotación de los trabajadores.
Lo nuevo es que esto ha tenido que llegar a los mismos EEUU. Así la elección de Obama le da un respiro al capitalismo mundial, y principalmente a su potencia hegemónica los EEUU.
¿Puede EEUU dejar de ser imperialista?
http://www.litci.org/MateriaES.aspx?MAT_ID=1430
La prensa mundial ha recuperado con Obama el poder hablar bien de EEUU sin sonrojarse. Vuelven los discursos sobre lo buena que es la democracia de EEUU y la capacidad que tiene la sociedad norteamericana de cambiar el rumbo de su gobierno, y sobre todo como decía un titular del diario español El País "La victoria de Obama destruye las barreras raciales y revalida a EEUU como modelo universal".
McCain lo acusaba de socialista durante la campaña electoral. Otros consideran la posibilidad de que Obama pueda acabar con el imperialismo, construir una nueva ONU (ahora si democrática), un mundo multilateral y en fin, que es una maravilla que un país que tenía segregación hace cuarenta años ahora tenga un presidente negro. Nos quieren vender la idea de que la democracia (burguesa) puede superar al Imperialismo y que un gobierno, más bien, un presidente puede hacer esto aunque sea con dificultades.
Nos tendríamos que preguntar si Barack Obama va a plantearle a Irán que ha cambio de que no continúe con su programa de energía nuclear, va a proponer el desmantelamiento de todos los arsenales nucleares que hay en el mundo empezando por el de EEUU que es el mayor de todos. Si va a exigirle a Israel que destruya sus 200 cabezas nucleares. Preguntémonos si las multinacionales estadounidenses, a partir de ahora, van a dejar de saquear a los países semicoloniales, si las bases militares que EEUU tiene por todo el planeta van a cerrarse.
El imperialismo no cambia su naturaleza aunque cambie el color de la piel de su presidente. Nosotros opinamos que el modelo que nos ponen como ejemplo es el de la democracia imperialista, que va a seguir oprimiendo a los trabajadores de su propio país y a los del resto del mundo.
El presidente electo puede llegar a dar alguna concesión, como tuvo que hacer Roosvelt en los años treinta, para rescatar la economía de la crisis del 29, con los planes de obras públicas, y frenar el ascenso obrero que dio lugar a las grandes organizaciones sindicales en EEUU. Pero lo cierto es que irremediablemente la crisis económica, como todo gobierno capitalista, la va a intentar hacer recaer en las espaldas de los trabajadores.
Los gobiernos de los países capitalistas lo son para administrar los negocios de la burguesía. Para que Barack Obama pudiera (que no es su intención) cambiar el papel de los EEUU en el mundo y acabar con la explotación de los trabajadores o con la discriminación racial y la opresión de la mujer, tendría que destruir el Estado burgués, o sea, acabar con el capitalismo.
Las guerras, invasiones y agresiones del imperialismo van a continuar mientras exista el imperialismo. Decía Clausewitz, que la guerra era la continuación de la política por otros medios. Y el imperialismo no puede mantenerse sin imponerse militarmente. EEUU ha sido hasta ahora el gendarme mundial del capitalismo, el que quiera Obama contar con el apoyo de los otros países imperialistas del mundo no cambia que el apoyo que quiere es para que el sistema siga existiendo.
Obama no va a destruir el sistema sino que lo va a encabezar para que pueda perdurar. En este sentido su gobierno tiene un carácter preventivo frente a la posibilidad, por la crisis económica, de un fuerte ascenso de las luchas. Para acabar con el sistema, no bastan los Obamas en el gobierno, es necesario que sean los trabajadores los que directamente tomen el poder con la revolución socialista y destruyan el estado capitalista.
Esto que dijo Marx, al que ahora citan los economistas y periodistas de todo el mundo por la crisis económica, no ha sido nunca desmentido por la historia.
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