15 sept 2009

DEBATE POR LA LEY DE MEDIOS: DOS PESOS PESADOS Y UN AUSENTE

Por Marcelo Yunes

Por peso propio del tema y por interés, el proyecto de “ley de servicios de comunicación audiovisual” ocupa el centro del debate político y, por supuesto, de la agenda mediática. En el ring están, de un lado, los Kirchner; del otro, los grupos multimedios, encabezados por el mayor, más poderoso y más histérico por la iniciativa, el Grupo Clarín. Podemos dejar de lado sin más trámite las cínicas invocaciones a la “lucha contra los monopolios” (Kirchner) y a la “defensa de la libertad de prensa contra el autoritarismo” (Clarín). El trasfondo de la disputa es, en cierto modo, la situación abierta desde la derrota electoral del oficialismo: una puja entre un gobierno burgués cada vez menos tolerado por la burguesía y una clase capitalista que no se termina de decidir entre soportarlo dos años más o tomar las medidas para sacárselo de encima, pagando un serio costo político e institucional. Pero tanto el proyecto de medios oficial como las críticas de la oposición tienen en común la negación más absoluta de un actor esencial: los trabajadores de prensa.
La pelea de los Kirchner con buena parte de los grupos mediáticos y en particular con Clarín es parte del tironeo general gobierno burgués–burguesía que busca nuevo gobierno, pero tiene a la vez un costado específico. Que hace tanto a la estrategia política de los Kirchner (con la contra de que para casi todo el mundo es un producto con fecha de vencimiento próxima) como a los planes de expansión de Clarín. Más abajo veremos eso en detalle.
Por otra parte, hay que señalar que además del peso económico propiamente dicho (Clarín es uno de los fundadores de la AEA, la entidad empresaria que nuclea a los grupos más poderosos del país), la cuestión de los medios y de su propiedad, regulación y administración tiene una importancia muy superior a la de, digamos, dos o tres décadas atrás. Los cambios tecnológicos, económicos, políticos y culturales advenidos desde la mundialización–globalización capitalista (desde los años 80–90 del siglo pasado) le confieren a la “mediasfera” un lugar de una preponderancia impensada. Sin exagerar, puede decirse que hoy los grandes grupos de medios son actores políticos y económicos (en ese orden) de primerísima magnitud. No hay más que ver el rol de los medios en proveer personajes políticos (Fujimori y Collor de Melo), crear otros (por dar un solo ejemplo, De Narváez), sostener y, sobre todo, hacer tambalear gobiernos cuando éstos no satisfacen el paladar de la gran burguesía (en América Latina, huelga dar nombres).
En consecuencia, el marco regulatorio de propiedad y de licencias de comunicación es no sólo un botín económico, sino una arena de disputa por espacios de poder político. Naturalmente, ambos planos se retroalimentan.

Qué busca la Ley de Medios del kirchnerismo
Empecemos por establecer con claridad algunos términos del debate. Un argumento usado hasta el cansancio es que hace falta una ley para derogar “la ley de la dictadura”, esto es, la 22.285 de 1980. Esto es una verdad que no llega a ser a medias; tal vez es un cuarto de verdad. Porque la realidad es que el actual marco regulatorio de la actividad de los medios de comunicación, incluyendo los requis

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