11 nov 2016

LA ASUNCION DE TRUMP PROFUNDIZA LA ETAPA DE CRISIS IMPERIALISTA ABIERTA CON LA CAIDA DEL LEHMAN BROTHERS

Juan Giglio y Nico Kobane 
Cuando se produjo el quiebre del Lehman Brothers en 2008, desde nuestro partido aseguramos que comenzaba a plantearse un nuevo escenario político y económico mundial, ya que la crisis no había impactado en cualquier lugar, sino en el centro del imperialismo, razón por la cual abarcaría al conjunto del planeta durante un período muy prolongado.
Desde ese punto de vista no existe ninguna posibilidad de revertir la debacle sin un aplastamiento del movimiento de masas por parte de los yanquis o alguna de las principales potencias. Un triunfo estratégico que les permita imponer una nueva etapa de súper explotación obrera, única manera de revertir la fenomenal caída de la tasa de la ganancia.
Eso hizo posible el “boom” de los 90, cuando la derrota de la Revolución Política china, con la masacre de la Plaza Tianamen, le permitió a los imperialistas yanquis y europeos contar con la existencia de millones de semi esclavos en cientos de miles de fábricas, que produjeron durante varios años con un costo laboral mínimo.
Obama no pudo avanzar en ese sentido y cada vez que lo intentó se vio obligado a “retroceder en chancletas”, debido a la reacción combativa de los trabajadores y los pueblos de todo el mundo. Por eso, junto al Papa y los resabios del otrora poderoso stalinismo, se jugó implementar pactos defensivos para desviar, canalizar o evitar las insurrecciones.
Ese ha sido el objetivo del “5 más 1” firmado con Irán y los imperialistas europeos o las “Conversaciones de Paz de la Habana” para desmovilizar a la histórica guerrilla de las FARC. Mientras tata de hacer funcionar a estos acuerdos, Estados Unidos no puede pasar a la ofensiva en ninguna parte del mundo, sino todo lo contrario.
La crisis yanqui, que provocó su división en dos grandes facciones que apoyan a diferentes bandas en Medio Oriente, fue aprovechada por otros imperios menores -como el ruso o el chino- que salieron a disputarle zonas de influencia y negocios. Esta situación fue aprovechada por el pueblo kurdo del norte de Siria, que está llevando a cabo la “Revolución de Rojava”.  
Para quienes no entendieron la profundidad del cambio producido en 2008, la llegada de Obama habría significado el comienzo de la recuperación capitalista, convirtiendo a los EE.UU. en la “locomotora” de ese hipotético proceso. Pero el presidente negro no hizo más que profundizar la crisis, hipotecando al estado y acrecentando la miseria de millones.  
El triunfo de Donald Trump, inesperado para los que pifiaron estos análisis, no ha sido más que la expresión de estos cambios, que empujaron a millones de desencantados -que antes votaban por los demócratas- a repudiar a Hillary, Obama y compañía, responsabilizándolos por los despidos, la caída de los sueldos y la falta de oportunidades.
Trump -que es tan reaccionario como estos y no resolverá nada- ganó votos realizando promesas que crearon expectativas entre quienes más sufrieron el ajuste, que no lo votaron para que persiga a chicanos y negros, sino para que cree millones de nuevos puestos de trabajo y para deje de entrometer al país en nuevas guerras.
Este gobierno, que es el más débil de la historia de los EE.UU., explotará -más rápido que tarde- por los aires en la medida en que no cumpla con estas promesas demagógicas, unificando en la lucha a los desencantados que lo votaron con los indignados que no lo hicieron, y que ya empezaron a ganar las calles con el slogan “este no es mi gobierno”.
La fragilidad y contradicciones que golpearán al ejecutivo conducido por este patético empresario, facilitará e incentivará el desarrollo de nuevos procesos insurreccionales, beneficiando en los hechos a los revolucionarios, que contaremos con mejores condiciones para disputar la dirección de amplios sectores del movimiento obrero mundial.
La existencia de estas condiciones no niega ni relativiza la violencia con la que enfrentarán las movilizaciones tanto el imperialismo yanqui, como el europeo y sus lacayos locales, que al verse débiles actuarán como “animales heridos”, no vacilando a la hora de reprimir con ferocidad a su enemigo principal, que es la clase trabajadora en lucha.
La etapa abierta con la caída del Lehman Brothers, que con la asunción del presidente Trump se profundiza y enriquece, será de extrema polarización entre las fuerzas de la Revolución y la Contrarrevolución. Es que para las masas no existe ninguna posibilidad de disputar el poder sin la existencia de un período como el que se avecina.

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