2 abr 2008

COLECTIVO NPH: EL pERONISMO, LA SiMulocracia, y la MulTiTud


El Peronismo, la SiMulocracia, y la MulTiTud

O como el conflicto del campo abrió la política



Entre mitos y verdades:

I:: El Partido Justicialista, un cadáver sin sepultura
II:: La industria del campo
III:: El mito de la distribución de la riqueza
IV:: Ecología y Comunismo
V:: El Campo y la lucha de clases
VI:: Los pies de barro de la Simulocracia


I:: El Partido Justicialista, un cadáver sin sepultura

Si existe un partido antipopular, gorila por antonomasia, es el Partido Justicialista (PJ). Criminal desde 1973, con más secuestros, torturas y homicidios en democracia que todas las dictaduras militares juntas anteriores a la de 1976. Creador de las legiones de desocupados en los ’90; indultadores de genocidas y asesinos de piqueteros con Menem; ajustadores eternos e inventores del Precariado argentino; partido del orden represivo con Duhalde desde fines de 2001; e instauradores con Kirchner de la pobreza empleo, o Working Poor. El Partido [in]Justicialista simboliza la decadencia de la “Comunidad Organizada” fordista de los ’70, el pasaje posfordista a la sociedad del espectáculo político de los ’90, y la simulación espectacularizada de lo social en los 2000.

El peronismo kirchnerista inaugura la momificación del ayer. Actúa como vaciador de la herencia combativa, a través de una operación de teatralización del pasado revolucionario de la juventud setentista. Se honra lo que no se quiere repetir, se exhibe para no explicar, se muestra para ocultar, se monumentaliza para olvidar, terminando este derrotero en la feriadización del genocidio los 24 de marzo. Se rinde tributo a la memoria de los luchadores desde una hipocresía a prueba de balas. Entre tanto, los juicios a lo genocidas civiles y militares de los ’70, a este ritmo, no se van a completar ni en 30 años.

El PJ, un partido colmado de sindicalistas millonarios, patoteros y seguidistas del Capital; que renunciaron hace décadas a la independencia de clase del movimiento obrero. Dirigentes gremiales sempiternos y nepotistas. Basta con ver a Moyano y sus hijos. Para ellos, el poder es una cuestión de familia.

Estamos, no ante una crisis de representes, ni siquiera ya alcanza con decir que existe una crisis de la representación de lo político; ¡No!, es más grave y mucho más profundo, estamos viviendo la decadencia de toda la estatalidad modernista. Más autónoma es la multitud, más sellos de gomas se inscriben queriéndola representar. Existen en el país 716 partidos, meras PyMEs de la política que se venden al mejor postor en cada elección, el PJ incluido, por su puesto.

El PJ, resulta el último dinosaurio modernista de la representación de masas en retirada; el resto, resulta insignificante. Pero aún así, el Partido Justicialista, significa apenas el 30% del total del padrón y la CGT un escaso 20% de toda la fuerza de trabajo de la multitud como concepto de clase.

La distancia entre composición técnica de la multitud y la representación estatalista, partidaria y sindical, resulta abismal. Desde el 2001 los porcentajes de la abstención electoral no paran de subir. La práctica piquetera, la democracia de base, el asambleísmo y la acción directa, la contrainformación, la elaboración de un nuevo imaginario social, ha permeado a todas las capas de la multitud. Y en esto, el peronismo es un convidado de piedra.

Kirchner estafó a toda el ala progre y al peronismo de izquierda residual, que confió en el “Tercer movimiento histórico” encabezado por él. La opción es clara: es la misma que atraviesa el partido en la posmodernidad: subsumirse en el Capital y el Capital en el estado; es decir, someterse al PJ, o quedar como una comparsa acompañándolo y viviendo bajo el ala y el desprecio de los varones de la política del justicialismo. ¡Chau dirigentes kirchneristas de los movimientos sociales!, en su caso, la alternativa, no admite medias tintas: o subordinación al viejo y decrépito movimiento obrero, ser cooptados con cargos en el estado por el PJ para ser usados como peones de la represión, o pasarse a la resistencia.

De nada le valió a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) hacerle la corte al kirchnerismo por cinco años. Para el PJ, el movimiento obrero es uno sólo y le pertenece a la CGT. El peronismo retornado al gobierno en 2001, a partir de un golpe de estado de nuevo tipo, ha significado la confirmación del precariado; el achatamiento de las jubilaciones hasta reducirlas a una cifra miserable para el 90% de los pensionados; el retorno del empleo infantil como a comienzos del siglo XX; las relaciones carnales con el Imperio con más pago de deuda externa que con Menem; la reproducción de la sociedad capitalista donde más del 95% de la multitud sostiene al resto de sanguijuelas sociales patronales; la multiplicación por seis de los recluidos en prisiones como la clase excedentaria del Capital; y la pobreza del trabajo, o working poor, como antes de la llegada del peronismo al gobierno en 1945. Esto es hoy el PJ, esto es ahora el peronismo. La fuerza hegemónica del Partido Único del Capital.


II:: La industria del campo

No se requiere proteger al patrono minifundista, ni a la PyME. Ambos, pequeños capitalistas atados al lucro, tanto como cualquier empresario. Las dos formas de propiedad privada están integradas a la mercancía y concluyen con su lucha antimonopólica, apenas logran su lugar en el mundo atado a su propio interés de clase. La multitud también es un concepto de clase, de la clase creadora de la riqueza en todas sus formas, de la tecnología, del intelecto general como cerebro colectivo y las asambleas como democracia de base. La multitud excluye a todos los patrones, como incluye a los asalariados, autoempleados y trabajadores negados, en el campo y la ciudad, de producción material e inmaterial, en blanco y en negro, que trabajan para reproducir materialmente su existencia. A la multitud no le toca la tarea prometeica de salvar al pequeño capital de los monopolios, sino terminar con todo Capital. Las tierras tienen que ser puestas en común, para su uso, goce y ahorro de todo lo producido, y no como propiedad privada para el que la trabaje. La Nueva Reforma Agraria no apela a la división parcelaria en pocas hectáreas, sino a transformar toda la tierra en un medio de producción para toda la multitud. Al latifundio no lo antagoniza el minifundio, sino la propiedad socializada. A la propiedad privada no se la extermina con la nacionalización y el estatismo; sino con la propiedad común, universal, de toda la multitud.

En la Argentina la producción agraria se triplicó en tres décadas. Al mismo tiempo, la fuerza de trabajo del campo disminuyó tres veces. Pasando de ser el 26% de la población económicamente activa, a un escaso 8 por ciento. Una economía mercantil del 3x3: Tres veces más producción, con tres veces menos personal. En términos anticapitalistas, sería tres veces más rica para que no pasen hambre 500 millones de personas, ampliando, al mismo tiempo, tres veces el tiempo libre de trabajo en el campo.

Los industriales postfordistas del campo son uno de los sectores empresarios que más ganaron con el modelo devaluatorio de los salarios. Emplean poco trabajo y el 75% sin registrar, este es el secreto de su ganancia. La medida de la riqueza capitalista es el tiempo disponible de trabajo necesario, como reducción del salario y costo del capital fijo, y el aumento del trabajo excedente como tecnología o trabajo muerto. Un incremento del tiempo disponible hecho Precariado y Excedentariado humano. Tiempo sobrante como plusvalía relativa, derroche de energía como mercancía, escasez con empleo y desempleo. Por el contrario, bajo el comunismo, la tecnología sería riqueza para todos, empezando por la fortuna de poder disponer del tiempo libre de trabajo que ya generó toda la humanidad. Bajo el capitalismo, el tiempo disponible es pobreza con empleo y trabajo negado; bajo el comunismo, es riqueza de la multitud y tiempo de ocio.

La Tendencia Postfordista del Capital (TPC) en la Argentina se asienta tanto, o más, en el campo como en la ciudad. La tierra es la línea de producción; la tecnología el capital fijo; los granos que apilan cambios genéticos para combatir plagas y herbicidas cosifican el general intellect objetivado en cada semilla; la energía solar es la fuente gratuita de vida, el gran transformador de la fotosíntesis, que sobrevienen cosechas y pasturas para engordar el ganado y producir más alimentos; y el trabajo vivo, se ubica, apenas como un vigilante subordinado, subsumido al Capital postfordista agropecuario. Rotoenfardadoras con control hidráulico, picadoras de granos autopropulsadas, segadoras automatizadas, tractores computarizados, software que controlan automáticamente la distribución de pesticidas y humedad para cada tipo de cultivo. Control del rodeo por satélite, ubicación por GPS de cada caravana enviada, pesaje automático del ganado por bluetooth, conexión por telefonía móvil y archivo en ordenadores de todo el proceso, e impresión de los datos recabados desde las propias cabinas de la maquinaria. Tractores con piloto automático, tolvas autodescargables, controladores en el hardware de la fertilización y siembra asistida robóticamente. Mapeos completos del terreno y rutas virtuales codificadas, aplicables a la producción agrícola y ganadera.

Los “fierros” inteligentes son Capital fixe, pero bajo el anticapitalismo, son el salvoconducto para un mundo libre de hambrunas. El postfordismo en el campo es tiempo libre obligatorio, como miseria y desocupación; pero bajo el comunismo, es consumo y tiempo libre para todos y todas. El campo es un industria más, que produce mercancías y servicios para la mercancía, y lo rural está inherentemente unido a la ciudad, como lo urbano a lo periurbano. El Capital es una red de productos, servicios y finanzas comanda por el estado. “¡Qué trabajen las máquinas!”, como lo hacen hoy con un mínimo de trabajo vivo, pero con criterio antimercantil. Así, bajo el anticapitalismo, la riqueza social no connotaría pobreza de masas y ganancia privada de los empresarios. Sino que, eliminados los patrones productores de mercancías, el comunismo se constituye en un proyecto social sin ganadores y perdedores.


III:: El mito de la distribución de la riqueza

El trabajo no dignifica, esclaviza. Reclamamos lo que nos consume, aspiramos al veneno que nos mata. Para terminar con el Ecocidio hay que terminar con el despilfarro de producir para el lucro privado. Forma de producción que, llevada al extremo, hace que no sean suficientes tres planetas para continuar con la ganancia empresaria.

La única redistribución de la riqueza que reconoce el estado, como forma de reproducción del Capital, es al interior de la clase empresaria nativa, extranjera y multinacional. Ya sea reteniendo rentas diferenciales (las exportaciones de commodities), como enchufando el plusvalor social a los circuitos universales de la mercancía por intermedio del Comando-Byte-Dinero a través de las acciones y fideicomisos; opciones y futuros; los bonos, su cancelación, refinanciación y nueva deuda.

El rol de director de orquesta del estado postmoderno resulta innegable. Su capacidad replicante del lucro empresario resulta fenomenal. Los subsidios cada vez más cuantiosos, a una variedad de fracciones y actividades del Capital, es la demostración más evidente que el mercado sólo funciona con la reasignación de riquezas que le otorga el estado. Ganancia expropiada al trabajo a través del superávit fiscal y devueltas a los empresarios particulares por intermedio de la Nueva Clase.

En el 2006 el Estado le obsequió al Capital $8.526 millones; en el 2007 subieron a $16.200 millones los subsidios; y para el 2008 se calculan subvenciones por otros $25.000 millones.

El estado busca evitar la bancarrota empresaria (no para conservar el consenso electoral de una clase hiper minoritaria, la clase de los patrones, menos del 5% de la población argentina), sino para impedir el riesgo de contagio que significa la toma de empresas y su puesta en funcionamiento por sus empleadas y empleados. Una clase trabajadora que viene acumulando experiencia de autogestión hace siete años, en dos centenas de establecimientos y, que, ante una nueva oleada de recuperaciones, podría superar los límites de la autonomía autoexplotada de la firma cooperativa que produce valor de cambio para el mercado del Capital; pasando a producir, anticapitalistamente, desde el puro valor de uso para la sociedad antimercantil.

El neokeynesianismo postfordista no es apto para redistribuir la ganancia en favor del trabajo. Contrariamente, es una estrategia para sostener el precio del dólar, como forma de reducción del salario de los patrones mercadointernistas y exportadores; beneficiar a la moneda de los Estados Unidos, prorrogando su condición de medida de cambio y de reserva planetaria; y acumular reservas en el BCRA para secar la plaza de dólares con la emisión de más deuda en pesos. Cerrando, de este modo, el circuito entre estado y Capital, Nación e Imperio, capital productivo y financiero. TPC = Reducción del precio de la mercancía fuerza de trabajo + Estado-Comando-Dinero + pago de la deuda = Lucro de la Matrix capitalista.

El sentido modernista, que conllevaba, que un mayor PBI era = a un mayor desarrollo social, más empleo en blanco, mejores sueldos y más salario indirecto, ha muerto. El fraccionamiento de la fuerza de trabajo (para aumentar las utilidades del Capital y disminuir su capacidad organizativa como clase antagónica, entre una cada vez más pequeña aristocracia con empleo y una cada vez mayor legión del Precariado y el Working poor) deviene, en una Tendencia Posfordista del Capital, que significa, que crecer más no connote una suba global de los salarios, sino, reducción generalizada salarial.

Aumentar el empleo ya no significa reducir la indigencia, sino incrementarla. Tener un salario no comporta salir de la pobreza, sino eternizarse en ella. Los sentidos más profundos de la sociedad dineraria, que como todo sentido siempre es una operación colectiva del lazo social, están colapsados.

Durante el 2007 el sueldo promedio en la actividad privada fue de $1.350 (U$S435). Y en el caso de los ingresos de los trabajadores en negro, recibieron, de un tercio a la mitad de este promedio, es decir, de $450 (U$S145) a $650 (U$S209). De los trabajadores negados, mantenidos con vida en stand bye, mejor ni hablar, ya que al “Gobierno de los Derechos Humanos” no se le cae la cara de vergüenza pagando planes sociales por la insultante suma de $150 (U$S48); llegando a la ridiculez de considerarlos para las estadísticas oficiales como trabajadores ocupados.


IV:: Ecología y Comunismo

Hace falta enmarcar la ecología en la lucha de clases. Bajo el capitalismo no hay desarrollo sustentable posible, ni economía sin saqueo, producción sin contaminación y ganancia sin muerte. La realidad histórica del Capital no deja lugar para salidas cosméticas, ni para campañas ecológicas que disocian la biopolítica del completo biopoder que ejerce el lucro privado sobre la biodiversidad de la biosfera. En cada vínculo humano, servicio y producto, en cada afecto mercantilizado, en cada mercancía, late completa toda la historia demoledora del Capital. En la mercancía, está representada la totalidad del ciclo de la destrucción de la energía existencial para beneficio empresario, está reflejada la dilapidación de la vida en todas sus formas como mercancía.

La única manera de frenar el colapso ecológico es disminuir el derroche de energía laboral, que “Hacen andar las ruedas de la historia”, apocalíptica del Capital. De la necesidad de producir plusvalía a partir de la vida, se desprende la malversación del resto de los recursos comunes, puestos a disposición de la ganancia empresaria. Los patrones del mundo, todos, pequeños, medianos y grandes, son una clase social vividora, que succiona la energía planetaria, a costa de perpetuarse con el exterminio de la mayoría. Menos del 5% del planeta se enriquece con el subconsumo, la represión y la muerte del 95% restante. No les importa nada el suelo y el lecho marino, los minerales y la estratosfera, el agua y el aire, el subsuelo y las especies, con tal de no extinguirse como la última clase mercantil de la prehistoria de los humanos. La burguesía son los dinosaurios de la Matrix y la multitud los mamíferos posthumanos.

Nada de este ecocidio se resuelve con parches. No basta con reciclar y disminuir el consumo. Esto no se resuelve con economía social y comercio justo. No hay espacio para la nostalgia de volver al pastoreo, el pico y la pala y la agricultura tradicional. No hay retorno premodernista posible, el salto que nos espera parte del postmodernismo y se dirige hacia el postcapitalismo, contrariamente nos encaminamos al suicidio colectivo.

El ambientalismo light no es la salida. Estamos en un Planeta-Mundo unipolar, es decir, capitalista. Por lo tanto, sin eliminar la base material de las sociedades, que se sustentan y reproducen desde la lógica mercantil, la tierra no tiene futuro. La mercancía de la vida y la vida como mercancía, es la que se interpone en el metabolismo entre la naturaleza y la sociedad. En esa devolución, no sólo está escondida toda la relación antagónica entre el Capital y el Trabajo, sino entre el desarrollo y la depredación. No se trata de retirar tal o cual mercancía enferma y contaminante que, fuera del mercado, nos devuelve a “Un mundo feliz” del sano y limpio capitalismo. No, con la mercancía pasa como con el Capital: ella misma no es una cosa, sino el soporte de un lazo social deglutidor; como el Capital no es un objeto sino una materia viva. Si en cada gota de agua está la naturaleza, en cada Mercancía está el Capital. El intercambio no se basa en la compraventa de las cosas y servicios, sino en la mediación de un vínculo humano, entre el Capital y la Multitud, intermediado por la mercancía.

El Capital resulta un proceso destructivo de la vida, para dar a luz la ganancia patronal como muerte existencial. Además de especies animales y vegetales, ríos y mares, selvas y montañas, bosques y valles, montes y glaciares; el Capital destruye sentimientos y valores, derrocha energía en todas sus formas, y consume un innecesario tiempo de vida como trabajo superfluo. Cada individuo de la multitud es apenas un esclavo, una fuente de energía de la Matrix que se alimenta cada día, con el único objeto, de seguir nutriendo a la sociedad que lo fagocita. El Capital es un sistema antropófago.

Todo el gasto improductivo del trabajo, el tiempo excedente que le ofrenda la Multitud al Capital, y todo el desperdicio de energía EcoSocial que genera el plustiempo como plusvalor; tiene como destino, que la mercancía contenga la plusvalía que de ganancia y pueda ser acumulada como nuevo Capital, o plus Capital. Con el único fin de producir más plusvalía en base a un nuevo despilfarro de energía EcoSocial para que el Capital no se desvalorice y, así, continúe expandiendo la sociedad mercantil. Cuanto más colosal es el Capital, más grande tiene que ser la puesta en funcionamiento de toda forma de vida para su reproducción. Más crece, más destruye; más recursos gasta, más precisa; más gana, más necesita. Cuanto más engorda, más es el dispendio de materia que consume. De esto se trata, llevada hasta el final, la subsunción real del planeta en el Capital: la inclusión, la subordinación, el dominio completo de la naturaleza, el hombre y la sociedad, en el Capital Global.

En el propio sentido de la reproducción del Capital, está el arcano de su imperiosa necesidad de expandirse y profundizar la colonización de toda la tierra. Es por esto, que la batalla ecológica es un combate anticapitalista. El primer derroche en el que incurre la multitude es reproducirse como mercancía, y para ello, desgasta enormes torrentes de vida, que no haría falta, si todo el ciclo de la reproducción de la vida material de la especie no tendría que atravesar por el camino indirecto de la expoliación, el comercio, el consumo, el dinero, y el lucro privado, para de esta forma continuar con vida y al servicio del Capital. Desde el puro uso para el consumo, desde el ahorro social, desde el trabajo concreto, la humanidad podría tener el triple de habitantes que el planeta alcanza para todos. En cambio, es producto de que las sociedades actuales se rigen por la ganancia, que no le alcanzaría a la raza humana tres planetas para sostener el ritmo del desarrollo del Capital.

El despliegue de tanto trabajo excedente, dispendioso, innecesario, colapsa a la naturaleza, y con ella, a la humanidad. En contraste, con el despliegue tecnológico del presente, utilizada con sentido EcoSocial, sin el Capital, se reduciría al mínimo el trabajo necesario para reproducir a la especie; prácticamente liberándonos del trabajo obligatorio, aumentando el tiempo libre de trabajo, incrementando el consumo de manera exponencial y, al mismo tiempo, se reduciría drásticamente el derroche de energía que destruye a la naturaleza con el único fin de reproducir la sociedad de la compraventa.

Desatado el Capital transforma las fuerzas productivas en destructivas, el trabajo en desperdicio de energía EcoSocial, el consumo en mercancía, la existencia en valor de uso para la ganancia privada, la naturaleza en derroche, la vida en muerte.

La sociedad, la naturaleza artificial; está unida a la supervivencia de la naturaleza no humana, o primera naturaleza. El sustrato material de la sociedad necesita metabolizarse con la naturaleza para no extinguirse. Pero para no perecer en el intento, tiene que destruir el significante imaginario de que la única manera posible de hacerlo es transformando toda la biosfera en un único negocio.

El problema no es el consumo, sino el consumo con criterio mercantil. La barbarie capitalista no se subsana con una operación lingüística, reemplazando el término consumista por “consumo responsable”. Tampoco se soluciona añorando la vuelta al arado manual, o apelando a una sociedad de pobreza digna y subconsumista de las mayorías, mientras los indignos patrones consumen y acumulan cada vez más.

Socialmente sobra riqueza, pero escasea personalmente para la mayoría de la multitud. Lo que se requiere es el reparto de los frutos de la vida, pero para ello se precisa una cosmovisión anticapitalista. No se pueden repartir los frutos en el capitalismo, porque nacen como mercancía para ser expropiados y acumulados como nuevo Capital, o sea, para no ser distribuidos socialmente. Bajo el Capital, como relación social planetaria, como sistema mercantil, como robo y malversación a escala universal de los empresarios y sus estados, antes que se empiece a producir, ya está hecho el reparto en beneficio de la ganancia privada.

La producción como mercancía sobredetermina toda la naturaleza y la sociedad. La base material de la política, como burocracia, es la gestión de la ley del valor. No se enmienda el sustitucionismo del Gerenciariado democratizando a la gerencia, sino extinguiéndola. El Gestionariado es el producto político del plusvalor social y de las utilidades del Capital garantizada por el estado. No hay Partido Único del Capital sin plusvalía. No hay mercancía sin estado, ni Nueva Clase sin Capital.

El Capital está dispuesto a exterminar buena parte de la vida en la tierra con tal de perpetuarse. Se produce en exceso porque se trabaja para el Capital. Si se trabajara exclusivamente para reproducir la vida, el tiempo de trabajo sería infinitesimal comparado al de la actualidad, y la riqueza social sería patrimonio de toda la raza humana. En cambio, se fabrica para el Capital, se produce por producir, se superproduce hasta la crisis de superproducción porque no hay a quien venderle con la matriz hegemónica de precarización laboral, excedencia y pobreza con empleo. Entonces, llega la destrucción capitalista como competencia militar para recomenzar un nuevo ciclo de ganancias hasta el próximo colapso. Debacles cada vez más brutales, pero como involucran cada vez a más habitantes del planeta convertidos en la multitud productiva, establece condiciones más propicias para alumbrar un Sistema-Mundo comunista que salve a toda la biodiversidad de la tierra. La revolución social de la multitud es la contracara de la guerra de exterminio del Capital. El porvenir de una guerra civil universal desplegada por la Tendencia Postfordista del Capital en todo el planeta.

La Tendencia Postfordista del Capital, del último cuarto de siglo, sigue incólume. Cinco años de gobierno y aquí están los resultados: más indigencia que en el 2001, peor distribución de la riqueza, más endeudamiento, inflación de dos dígitos y prácticamente la misma pobreza. Este proceso fue denunciado mientras se producía, pero ahora, la realidad está ahí, explotando como trabajo y represión, delito y prisión, suicidio y asesinato.

¿Qué más se necesita para darse cuenta? El estado de derecho, la independencia económica, las burguesías nacionales y la justicia social han muerto. Finish, la humanización del capitalismo es imposible. En la nueva “Hora de los hornos”, la consigna del momento no admite ambigüedades: anticapitalismo o exterminio.

Basta de repetir, como un rezo victimizante, eso de la “distribución de la riqueza”. No la hubo, ni la habrá. Lo repetimos: no la hubo, no la hay, ni la habrá bajo el capitalismo.

El Peronismo ha devenido en el hecho maldito de la revolución social. La muralla que frena el cambio anticapitalista, la emboscada para toda política de características multitudinaria, el respirador artificial del Capital-Parlamentarismo y el enemigo de la democracia asamblearia.

Están los condimentos para servir el manjar de lo nuevo, no para sazonar al apolillado peronismo.

El peronismo tiene que atravesar su propio ¡Qué Se Vayan Todos! Hay que sepultar el último cadáver de la política moderna.


V:: El Campo y la lucha de clases

1.- La autonomía del sector del campo que integra la multitud, está subordinado al Capital, así sea un propietario que se autoemplea con su familia. Un proletario en potencia en la modernidad. Y bajo la posmodernidad, si pierde su campo, ni eso.

2.- Su condición de clase, de productor autoempleado y subsumido realmente en el Capital, lo radicaliza en métodos y consignas.

3.- No hay que caer en la defensa de ningún propietario patrón. Sea pequeño o mediano. Esa es la línea progresista y de buena parte de la izquierda del Capital, que hace reformismo económico con la ilusión de sintonizar tácticamente con el conflicto.

4.- El sector obrero en el campo no aparece en el conflicto, porque casi no existe. Es solo el 8% de toda la fuerza de trabajo del país.

5.- La vieja reforma agraria no va más. La tierra no es para el que la trabaja, sino para que las máquinas inteligentes la trabajen. No se opone el minifundio al latifundio, sino la propiedad común a la privada. No hace falta re-poblar de trabajadores el campo, sino expropiar las tierras para que la tecnología transforme el tiempo libre de trabajo en riqueza social y no en desempleo.

6.- No existe antagonía entre el campo y la industria. El campo está tan tecnificado como la industria. El campo es una industria. El campo no es el subdesarrollo fordista y la ciudad el desarrollo postfordista. Para el campo el Excedentariado del trabajo, para la ciudad el Precariado, y para ambos la pobreza con empleo, ese resulta el rol que le reserva el Capital al Trabajo.

7.- Terminar con la dicotomía campo versus ciudad. Lo periurbano ha invadido la posmodernidad.

8.- La multitud del campo: obrero agrícola, desocupado y autoexplotados, no tiene que salvar al pequeño, mediano o gran patrón; sino únicamente aliarse al resto de la multitud de la ciudad.

9.- Nada de imaginario precapitalista del buen salvaje, opuesto al general intellect cosificado en la semilla con cambio genético y las máquinas inteligentes. La utopía no es reaccionaria, no va hacia atrás, no es preburguesa; sino que apunta al futuro. Es poscapitalista, transhumana, postmercantil.

10.- La multitud no tiene que tomar partido por ningún sector en la puja interburguesa. Ni apelar al trabajo digno y la distribución de la riqueza, verdaderos disparates bajo la Tendencia Posfordista del Capital.

11.- Reivindicar la acción directa y el poder asambleario. La correlación de fuerzas se crea, la clase se construye, la multitud se organiza. Los dirigentes del campo, todos, se quieren bajar hace rato de esta lucha. Son las bases los que se lo impiden. La política de cambio es el método. El sentido del método es la disputa política entre el Capital y el Trabajo mediado por el estado.

12.- El estado no redistribuye la renta a favor del trabajo. Eso terminó con el fordismo. Hoy el estado es sólo redistribuidor al interior del bloque capitalista, nativo y universal. La distribución desde el estado, como nunca antes, es un momento de la producción de la plusvalía empresaria.

13.- Las retenciones es para borrar del mapa la pequeña propiedad. Una tendencia inmanente del Capital. Y esos pequeños capitalistas se bajan de la lucha apenas logran su lugar bajo el sol, y dejan colgados del pincel a la multitud, hasta la próxima crisis.

14.- Las retenciones es para aumentar los saldos exportables de EE.UU. y Brasil. Es una medida proteccionista para los grandes capitales extranjeros, muchos de los cuales operan desde la Argentina.

15.- Con las retenciones móviles el Gestionariado pasa a ser una aspiradora de riquezas, una especie de capitalismo de estado sin la propiedad directa de los medios de producción. La prisión fiscal del 24% del PBI es récord histórico. Con la soja, el estado es más que un socio, pasa a ser el dueño del lucro sin los riesgos de poseer un Capital. Maneja la ganancia sin necesidad de la propiedad. Disocia lucro privado de propiedad estatal. Subsume la ganancia en lo político y el Capital en el estado.


VI:: Los pies de barro de la Simulocracia

Hay que encuadrar este conflicto dentro de la crisis capitalista mundial. En el imperio no hay desacople posible, ni un afuera, ni autonomía nacional. La crisis del gobierno con el campo ni siquiera resulta exclusivamente económica, sino que es una crisis política.

Los cacerolazos del martes 25 de marzo no fueron solamente “Piquetes Paquetes”. De forma tenue, pero firme, muestra el hilo rojo del ¡Qué Se Vayan Todos! (QSVT). Hemos vivido el preludio de cómo sería una caída extrainstitucional del peronismo. Para que la historia política se abra, el peronismo tiene que vivir su QSVT.

Los D’Elía y Pérsico, Depetris y Tumini, pudieron correr a la multitud en la calle porque eran pocos. Ni siquiera un 10% de lo que fue el 19 de Diciembre de 2001. Con una insurrección como la del 19+20, cuya magnitud y composición estuviera teñida, hegemónicamente, por la multitud como concepto de clase del trabajo en la posmodernidad, ni todos los militantes a sueldo del Frente Para la Victoria (FPV) serían suficientes para detener el colapso del gobierno.

Pero la fuerza de choque kirchnerista nos mostró lo que tendremos que enfrentar en el territorio, las universidades, los edificios públicos, las empresas, campos y rutas. Además de la policía y las fuerzas de seguridad, el PJ-FPV apelará a las patotas de la CGT y a la militancia con Banelco de los ex piqueteros. Sin tener que descartar la irrupción del ejército, con la que coqueteo el propio De la Rúa a fines del 2001.

No puede ser que en la Argentina hagan política estatal solamente el matrimonio presidencial. El estado posmoderno destruye las mediaciones, disuelve el Capital-Parlamentarismo en el Capital-ejecutivismo, y después apela a la cruda violencia como opción recurrente para el ejercicio del poder político. La soberbia de los gobernantes, y el desprecio ante la acción política de la multitud, va a significar la tumba de la Nueva Clase Política.

El fogoneo mass mediático de la política ficción, encabeza por la Multimedia de Hadad y el Grupo Clarín, ha recibido un cachetazo proferido por el mundo de lo real. No se puede vivir bajo la gobernabilidad de la Matrix. Da tanto asco el oficialismo de Todo Noticias (TN), su burda manera de operar mostrando el conflicto cuando le conviene, demonizando piquetes a la espera de la represión estatal legitimada por este medio, trabajando en tándem con el gobierno, ordenando cuando es hora de dialogar y cuando de levantar el paro; que hasta el propio Canal 7, de la televisión estatal, resulta menos repugnante.

Por más esfuerzos que hagan las empresas de los media para ocultar la verdad, la simulación no es igual que la realidad. La alianza políticos+encuestadores+mass media crea un agujero negro de sentido, donde todos, van a terminar siendo subsumidos por la antimateria de la política ficción. Más a flote quieren sacar el barco escoriado de la democracia simulada, más se hunden por la acción directa y asamblearia de la multitud.

El patrimonio discursivo de los medios masivos de información y entretenimiento ha concluido con las nuevas tecnologías. Y eso los debilita, los irrita, los enferma, porque los retira del sitial del poder simbólico que poseían bajo la modernidad.

La forma-Estado democrática se ha transformado en un Estado de Emergencia Perpetuo. La democracia en Exceptocracia. Pero lo más relevante, es que su crisis permanente es producto del fantasma de la insurrección irrepresentable de la multitud. Exceptocracia = Espectro de crisis política.

Subsunción real de la sociedad en el Capital no es meramente una categoría económica, sino política, o más precisamente biopolítica.

Subsunción real del trabajo en el Capital= biopoder de la Exceptocracia=Precariado+Excedentariado+Working Poor=biopolítica de la multitud.

No hay mediaciones, se pasa del país “normal” al colapso sin escalas. Por eso, bajo estas circunstancias, el programa de transición resulta inaplicable. Cuando se abre una crisis política hay que prepararse para el anticapitalismo sin transición.

Los ex setentistas, los modernistas, están desarmados. Carecen de nuevas categorías para interpretar lo que pasa. O las conocen y las desprecian. Apelan a “Patria sí, colonia no”, o “En defensa del gobierno nacional y popular”, y a todas esas invocaciones nostalgiosas carentes de materialidad social en el 2008. El proceso histórico está en su contra. Están jugando un partido con la cancha inclinada, viven remontando una pendiente. Su fortaleza es debilidad, su violencia desesperación.

Posteriormente al 2001, y bajo la Simulocracia, siempre está enmascarada la Crisis Orgánica. A poco más de 100 días de que asumiera Cristina Fernández de Kirchner (CFK), irrumpe la crisis de hegemonía que no fue resuelta en la última elección presidencial. ¿Por qué? Porque CFK ganó con 3 votos de cada 10 posibles. Los partidos y sindicatos apenas si representan a la minoría de la sociedad. Este es un fenómeno que explotó en 2001, pero que siguió progresando durante todos estos años. Se pudo constatar en todas las elecciones parciales del 2007 y mucho más después de Octubre de 2007. CFK no ganó las elecciones, sino el rechazo a todos. Y la segunda vuelta no era contra ninguna fuerza sistémica, sino contra el QSVT. Y una vez más se constata (cuántas veces más hará falta para sacar las conclusiones revolucionarias del caso), que quien se abstiene de votar es básicamente la multitud, y que con su ausencia preanuncia su posterior presencia destronante en el territorio.

La apatía electoral es el síntoma del fin de la simpatía por la Nueva Clase del Partido Único del Capital. El paso previo a una furibunda antipatía:

No es quietismo sino espera.
No es resignación sino reflexión.
No es anomia sino auto-nomos.
No es representación sino expresión.
No es reclusión sino irrupción.
No es fascismo sino asambleísmo.

El poder de la democracia ya no sale de las urnas porque se quebró el consenso en el sistema Capital-Parlamentario, y entonces gana el éxodo que precede a la acción directa. La crisis de autoridad es la contrafigura de la desobediencia social. La soberanía retorna a la multitud a partir de su creación política extrainstitucional. El Nuevo Poder Instituyente está latente, producto de la caída de un gobierno que sale de las urnas con pocos votos. El Poder Constituyente es soberano y la soberanía proviene de las asambleas de la multitud.

Toda la Nueva Clase perdió una oportunidad histórica luego del 2001, no cambiaron ni van a cambiar, y la multitud lo sabe. La multitud ya no reclama una democracia participativa desde el estado, sino que la practica fuera de él. La New Class traicionó al soberano por 25 años y ahora lo siente como su enemigo. ¡En horabuena!, cosechan lo que sembraron.

El estado está en peligro porque no puede absorber ninguno de los principios destronantes que animaron el 2001 y el 2002. El capitalismo está empantanado, porque su imaginario no posee ningún pensamiento alternativo más allá de las utopías modernistas como el socialismo y el fascismo. Los significados sociales y políticos del pasado le resultan inservibles: socialdemocracia y reformismo, neoliberalismo y populismo.

Toda la vieja vida política sobrevive conectada al respirador artificial de la simulación y la resistencia al cambio. Un respirador cuya llave de corte puede ser cerrada en cualquier momento por una multitud antisistémica. Cuanto más el futuro se lleva por delante un presente moribundo, más el gobierno se refugia en el pasado como mito. Pero el hiato inabordable para el poder del Capital es el QSVT. Por ahí no pasa, porque sino no sale con vida. Puede fagocitarse hasta las mejores prácticas previas al 2001, como algunos Organismos de DD.HH., pero no puede construir un sentido alternativo que sintonice con lo nuevo en construcción. El presente lo condena, entonces emprende una retirada al pasado, una neurosis de repetición, una fuga hacia el peronismo, una caricatura histórica, un repliegue mítico a un imaginario repudiado por la mayoría en la actualidad.

CFK tiene una legalidad muy cuestionada, producto de las Colectoras y el fraude electoral, y una legitimidad esmirriada al haber ganado las elecciones el rechazo a todos. El consenso hacia el sistema de partidos está roto y a CFK la sostiene la Nueva Clase, la aristocracia con empleo y, por el momento, todo el bloque capitalista.

Es todo un mundo el que se está viniendo abajo. Si esto es así creciendo la economía, cuando esta se lentifique, o aumente la inflación, el working poor y el excedentariado, el orden burgués va a recurrir a la violencia al descubierto para perpetuarse.

El martes 1º de abril presenciamos otra teatralización de “La Plaza del SÍ al Kapital”, como la del 25 de mayo de 2006. La Simulocracia se desplegó en todo su esplendor. Pero es eso, simulación, puesta en escena, una triste comedia, una burda parodia, una [anti]multitud.

Recordemos que muchos de los grandes centros urbanos son opositores a CFK. Si el gobierno tiene una semana completa de desabastecimiento, si tan siquiera no suspenden las retenciones móviles, si la multitud que sostiene los piquetes en asamblea se mantiene consecuente, van a desalojar las rutas para que las ciudades no se rebelen ante el desabastecimiento. Y como los autoempleados del campo, las comunidades, una parte de la clase obrera campesina y el pequeño arrendador y productor no se lo van a permitir, van a reprimir. Si esto pasa, la violencia de la crisis política va a quedar al descubierto y todo el bloque empresario se quedará a la intemperie sin representación gubernamental.

El mismo Eduardo Buzzi, de FAA, dijo que no quería otro 20 de Diciembre. Ese es el peligro que sobrevuela para el gobierno y el Capital.

Los precios de los alimentos se están disparando. Entonces, la pobreza con empleo aumenta, los trabajadores negados no alcanzan ni a la línea de subindigencia y empiezan los saqueos a los comercios.

CFK se quiso recostar sólo en el PJ. Pero el PJ es impresentable para construir consenso social. Por eso resucitaron al FPV. A la Plaza de Mayo el gobierno no convocó como PJ, sino como FPV. Hay que acicalar el cadáver.

A CFK no le alcanza con el PJ, pero tampoco con el FPV. La semana pasada, tuvieron que apelar a difundir solicitadas con todos los que respaldan al gobierno:

1. Los políticos de centroizquierda y los académicos del mandarinato mayordomos del Capital.
2. El Partido Comunista, a través del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC), y la entrega a Carlos Heller de la vicepresidencia de la Asociación de Bancos Públicos y Privados de la República Argentina (ABAPPRA).
3. Los intelectuales marxistas para los tiempos pacíficos y los artistas progres.
4. Las organizaciones sociales y los organismos de DD.HH. cooptados.
5. Todos cerrado filas con la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Asociación Empresaria Argentina (AEA), la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Todos comprometidos con la continuidad del sistema mercantil para seguir ocupando su sitio en la reproducción de la mercancía y perpetuarse en su condición de clase dominante.

El Ancien Régime, moribundo desde el 20-D, siente el peligro de su extinción. Si hay una crisis política mayúscula el “viejo mundo” va a respaldar al estado y el Capital como en el 2001.

El concepto Multitud es fundamental para entender la nueva composición técnica y política del trabajo. La multitud está sola. Cuenta únicamente con si misma, sus organizaciones y asambleas, su conciencia y su fraternidad, y su odio de clase contra las viejas instituciones de los patrones. Refundar la posthumanidad resultará un esfuerzo titánico. La multitud no precisa ninguna forma multisectorial que la exceda en su composición de Clase. Los patrones son escasamente el 4 por ciento de la población, el resto es multitud.

El método asambleario está ganando terreno. El mandar obedeciendo no resulta una simple consigna. La organización espontánea y la espontaneidad organizada es biopolítica multitudinaria en acción. Estas prácticas del común pueden más que todos los militantes juntos. Toda la vieja militancia no puede organizar nada comparable. Apenas si puede desplegarse cuando la anónima multitud toma la iniciativa.

La decisión política está del lado de la multitud. Con todas las contradicciones del caso. Los dirigentes del campo y la ciudad están desesperados por miedo a que el conflicto se les desmadre.

Al gobierno le conviene pararse en la posición progresista, ecologista de última hora y distribucionista de la renta; y ubicar enfrente como su único contrincante al Barrio Norte y la oligarquía. Pero eso es falso. Ni cien Hebe de Bonafini juntas, ni todo el universo de los organismos de DD.HH. socios del gobierno, puede suturar la incongruencia entre la dimensión simbólica y la defensa real del Capital que hace el estado.

El conflicto por las retenciones está sobreimpreso en un malestar global contra la política estatal. Una antagonía que continúa cocinándose a fuego lento. En las últimas semanas una parte de la multitude tuvo, bajo el conflicto por las retenciones móviles, un catalizador para expresar los agravios que viene acumulando. Después de tanta afrenta, pobreza con empleo, robo fiscal, inutilidad del parlamento, elecciones amañadas, doble discurso, cuerpos francos reprimiendo luchas obreras, precarización y despidos, inflación y despojo, ejercicio del poder discrecional y verticalización política, siempre aparece una gota que rebalsa la copa. Y ahí, no se vuelca la multitud a la acción por la última ofensa, sino que se abre la Caja de Pandora destronante por todo el desprecio proferido a la multitud durante los últimos años.

La multitud sigue afilando su pasión constituyente. El ejercicio destronante de la política ya es una conquista irrenunciable. La dicotomía ya no es Dictadura-Democracia, sino Democracia vs. Poder Instituyente de la Multitud.

Que quede claro: No solo no ha muerto el QSVT, sino que en el momento menos pensado puede hacerse presente.

La acción autónoma, autoorganizada y autoconciente de la multitud, es la que marca los tiempos de la lucha.

Antagonía al Estado-Capital.
Asambleísmo de la Multitud.
Poder Constituyente del Trabajo.

1 de abril de 2008

Colectivo Nuevo Proyecto Histórico

Work in progress…


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:: El Peronismo, la SiMulocracia, y la MulTiTud

O como el conflicto del campo abrió la política

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