22 nov 2008

NO HAY POLLOS VERDES Y UNA DERROTA ES UNA DERROTA

COMISIÓN NACIONAL SALVEMOS AL TREN
Miembro fundador del MONAREFA
Por el país a todo tren.

No hay pollos verdes y una derrota es una derrota


Gobierno sin gestión es solo corrupción




El triunfo de la lista Verde en Tren de la Costa, en la seccional Victoria del Mitre y la continuidad de la misma en la seccional Haedo constituye sin ninguna duda un gran triunfo de la burocracia y un retroceso de la clase.

Un retroceso que tenemos que entender y analizar a la luz de la gran crisis que ha sufrido la izquierda en los últimos años y que obstinadamente muchos dirigentes se niegan siquiera a ver.

Un voto de diferencia en estas elecciones significa ganar o perder, ganar o perder significa muchas veces la sombra de la cárcel para muchos compañeros o la calle para otros, tal y como nos paso con los heroicos compañeros del Roca que en algún momento enfrentaros a la burocracia desde el llano y les toco perder.

No es lo mismo pelear desde el llano o la semiclandestinidad que desde la enorme ventaja que nos da poseer para la clase los aparatos intermedios de nuestros sindicatos tales como las distintas seccionales o los cuerpos de delegados.

La diferencia entre una y otra situación es abismal y una seccional en manos de la burguesía es una nueva ancla que impide el avance de la clase en sus conquistas.

Ganar una seccional significa y ha significado poder exponer nuestras ideas a la prueba de la practica, confrontar nuestros pensamientos con la realidad y demostrar que son mejores que los del adversario.

Poseer estos aparatos nos permiten confrontar a nuestros compañeros y camaradas con la dura prueba de ser tentados a diario a convertirse en nuevos burgueses a condición de traicionar simplemente a sus ideales, nada mas y nada menos.

Poseer una seccional en manos de sectores no burocráticos permite extender al resto de la clase nuestras ideas y métodos y hacer crecer la confianza en que juntos podemos vencer al enemigo común.

Pertenecer a la clase obrera no es fácil, se necesita primero creer que lo que hacemos servirá para mejorar colectivamente la clase y la especie, necesitamos después entender, entender lo que pensamos, entender en lo que creemos.

Cuando se llega a esta etapa inmediatamente sobresalimos, y cuando sobresalimos inmediatamente somos tentados a saltar, siempre a cambio de traicionar a los que quedaron atrás.

A eso lo llamamos aburguesarnos, vivir mejor, algo muy natural y deseable, pero siempre a cambio de la traición.

El camino de la izquierda es un camino muy difícil y sembrado de supuestos atajos que nos deslumbran y prometen una y otra vez que es posible saltar etapas y que por ellas nos ahorraremos tiempo y sacrificio para nosotros y para la clase, después resulta que el desvió resulto ser una vía muerta que dolorosamente debe ser desescalada.

Nuestros dirigentes, refiriéndome ya a la izquierda, muchas veces pretendieron que transitáramos esos caminos y los que nos negamos. Porque éramos capaces de entender lo que pasaba y acto seguido como tanto nosotros como ellos éramos incapaces de escuchar y tratar de entender al otro, sobrevenía una y otra vez la ruptura.

Rupturas muchas veces manchadas de sospechas de traición, traición de la mano de dadivas que nos daba el sistema, y que muchas veces permitían que quienes se hacen llamar hijos de la clase simplemente no trabajaran, con mil y una excusas, dadas por la mas pura verborragia de la ideología.

Mientras esas rupturas ocurrían la clase nos miraba sin entender bien porque, si decíamos lo mismo, y queríamos lo mismo, tratábamos al otro compañero que opinaba mas o menos igual que nosotros como si fuera nuestro mas mortal enemigo, al mismo tiempo que nos golpeábamos el pecho diciendo que nuestra verdad era absoluta e inapelable.

Mientras esto ocurría la Burocracia tomaba posiciones en las que nosotros le dejábamos la victoria servida en bandeja.

Lo que ahora nos pasa en el Sarmiento y en el Mitre es la natural consecuencia de estas acciones, simplemente somos derrotados, y cuando eso pasa, buscamos mil y una excusas para explicar nuestra inexplicable conducta y para aparecer como los vencedores de una inexplicable derrota.

Cuando un Buguez pierde el camino se funde y debe empezar dolorosamente de nuevo, en cambio cuando uno de nuestros dirigentes equivoca el camino es la clase la que debe afrontar el quebranto.

Promover a la división de la clase es una traición, una traición lisa y llana, y como tal deben ser tratados sus promotores.

Y en el Sarmiento por lo menos, eso fue lo que paso y son sus camaradas los que deberán pedirles cuenta por los errores cometidos.

Si la semana que viene la Verde vuelve a ganar en el Sarmiento, cosa que espero no pase, deberemos echarle la culpa a nuestra incapacidad de entendernos, de llegar a acuerdos y ser un poco mas humildes en concordancia con lo que somos y no con lo que creemos que somos o nos hacen creer que somos, para empujarnos a pisar el famoso palito.



Norberto Rosendo.
CNST

La Plata, 23 de NOVIEMBRE de 2008

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