29 sept 2006

52 INTELECTUALES URUGUAYOS RECHAZAN LA FIRMA DE UN TLC CON ESTADOS UNIDOS

RECLAMAN UN DEBATE SERIO SOBRE INSERCIÓN INTERNACIONAL DEL PAIS.
Un grupo de 52 personalidades reclamó al gobierno iniciar un "debate serio"acerca de qué inserción internacional necesita el país, y rechazó la firma de un eventual TLC con Estados Unidos. En una carta pública, se pregunta sies posible ir "por más y mejor Mercosur" y afirmó que Uruguay se encuentra"ante un cruce de caminos", que definirá su futuro por las próximas décadas. A continuación, publicamos el texto de la misiva:
"Ante la eventual firma de un Tratado de Libre Comercio con los EstadosUnidos, los abajo firmantes, provenientes de una pluralidad de inserciones profesionales, académicas y políticas, deseamos expresar nuestrapreocupación ante la opinión pública sobre la forma en que se estáprocesando la discusión del tema así como también --y especialmente-- sobrelas consecuencias que a nuestro juicio se derivarían de la firma de dichotratado. Esta declaración intenta ayudar a tomar la mejor decisión paraatender los objetivos nacionales.Para un país como Uruguay la política exterior es siempre definitoria y su rumbo e implementación no sólo deben ser consistentes y previsibles, sinotambién transparentes. En este sentido, sobre un asunto tan relevante parael futuro nacional, las señales han sido confusas y las declaraciones contradictorias. Hoy por hoy parece evidente que el Poder Ejecutivo avanzahacia la firma de un acuerdo de libre comercio "lo más amplio posible" conlos Estados Unidos. Sin información adecuada, con modificaciones en los textos que se divulgan para relativizar los aspectos más críticos deinformes realizados, no puede existir --y de hecho no existe-- unadiscusión consistente y sistemática sobre lo que implica la firma de un TLC para Uruguay.
En el entendido de que todos y todas tenemos no sólo elderecho, sino también el deber de incorporar nuevas visiones y analizar lasopciones disponibles con la mayor información posible, es que nos preocupa la forma y los contenidos que hasta el momento ha tenido este debate.La sociedad uruguaya carece, además, de una explicación convincente acercade las razones que podrían conducir al Poder Ejecutivo a cambiar la estrategia de inserción internacional que postuló en la campaña electoralde 2004 y que ratificó, hace menos de un año, en la Cumbre Presidencial deMar del Plata como vocero de los países del Mercosur. Preocupados por este cambio, manifestamos que no se deben confundir los planteos tácticos --enocasiones necesariamente variables para fortalecer las posiciones del paísen las negociaciones con las naciones vecinas-- con la adopción acelerada de giros estratégicos radicales, que podrían encaminarnos en direccionescuya conveniencia resulta al menos dudosa.No es sensato dejar de lado la posibilidad de entrar de la mejor manera almercado más importante del mundo. Sin embargo, un TLC con los Estados Unidos abarca mucho más que el comercio, puesto que comprende temas talescomo propiedad intelectual, compras gubernamentales, comercio de servicios,normas de competencia, normas laborales y medioambientales, temas todos de particular interés para los Estados Unidos, No incorpora, en cambio, eltratamiento de la ayuda interna y los subsidios agrícolas que ese paísconcede a sus agricultores, aspectos que son vitales para Uruguay. En los hechos, de concretarse su firma y su posterior aprobación por el PoderLegislativo, terminará gravitando sobre buena parte de nuestra vidacotidiana, nuestra diversidad cultural y nuestras opciones de futuro como nación.Los uruguayos estamos obligados a analizar detenidamente cuál será elimpacto de la firma de un TLC en nuestros objetivos estratégicos de corto,mediano y largo plazo. Debemos ponderar con la mayor justeza posible qué sectores se beneficiarán y cuáles no, así como qué medidas compensatoriasse deberían adoptar --y a qué costo-- para los perjudicados. Tenemos quepreguntarnos en qué medida un TLC limitará los grados de libertad de la política económica, por ejemplo, a través de la liberalización de lascompras gubernamentales. Resulta también imperativo cuantificar cuál seráel costo de las medidas en materia de propiedad intelectual que impone un TLC, por ejemplo, sobre el precio de los medicamentos (y su impacto sobreSalud Pública y el ingreso de los hogares). No podemos eludir el estudiodel efecto que la liberalización de los servicios --presentes y futuros-- tendrá sobre nuestras posibilidades de desarrollo a largo plazo. Debemosindagar cómo se verán afectadas las posibilidades de innovación nacional enlos años por venir así como las consecuencias que un TLC tendría sobre el medio cultural, entre otros aspectos.Nada de lo dicho se puede hacer en plazos perentorios --exigidos por lostiempos de la otra parte y, digámoslo también, por apresuramientos localesque parecen reñidos con una política de pasos sólidos y consistentes, en una dirección debidamente evaluada--.
Otros países que consideraron que convenía a su interés nacional suscribir un TLC con Estados Unidos destinaron varios años a formar negociadores capacitados y confiables para la ciudadanía, a sopesar los costos y los beneficios y a llevar a cabo una prolongada y nunca sencilla negociación. Con estos antecedentes resultaclaro que no es razonable proponerse que Uruguay firme un TLC con Estados Unidos en los próximos seis meses. Los uruguayos debemos preguntarnos, con sinceridad y rigurosidadintelectual, si es posible ir "por más y mejor Mercosur" y a la vezconcretar un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.
Los abajo firmantes consideran que no se debe confundir las dificultades coyunturalesdel proceso de integración regional con los rumbos básicos de largo plazo.En definitiva, los problemas de la coyuntura, por serios que sean, existen en todas las experiencias de integración conocidas en el mundo.Consideramos que la adecuada inserción regional del país --que debe construirse cada día y en la cual nuestro país debe ser actor de primera línea-- no es sólo la apuesta estratégica central de Uruguay sino además su camino principal hacia el desarrollo económico (entendido comoincorporación de capacidades y conocimientos en la producción de bienes yservicios) hacia la justicia social y hacia la estabilidad políticademocrática. El país se encuentra ante un cruce de caminos que sin duda definirá sufuturo por las próximas décadas. Con al intención de sumar, demandamos másestudios a fin de disponer de información indispensable así como la divulgación amplia de dicha información. Exhortamos pues a que con rigor seinicie un debate serio acerca de qué inserción internacional necesitamospara construir un modelo de desarrollo que nos haga más prósperos y con el cual podamos estar identificados todos los uruguayos. Hugo Achugar, Celia Barbato, Nicolás Bentancourt, Roberto Bissio, BrendaBogliaccini, María Bonino, Gerardo Caetano, Miguel Cardozo, LiliánCeliberti, Roberto Conde, Hugo Cores, Alberto Couriel, Jack Couriel, Anna Danieli, Alvaro Díaz, María Díaz, Elsa Duhagon, Alma Espino, Raúl Gadea,Rodolfo Gambini, Lucy Garrido, Daniel Gil, Eduardo Gudynas, Pablo Harari,Jorge Irisity, Luis Macadar, Manuel Martínez Carril, Alberto Methol, Carina Narbondo, Pedro Narbondo, Alvaro Padrón, Gabriel Papa, Adela Pellegrino, Gabriel Peluffo, Inés Peñagaricano, Marcelo Pereira, María Angélica Petit, Rosario Peyrout, María Josefina Pla, Omar Prego, Solana Quesada, José Quijano, Octavio Rodríguez, Lala Severi, Javier Silva, Judith Sutz, RubenSvirsky, Carmen Tornaría, Walter Tournier, Ivonne Trías, Guillermo Waksman, Mario Wschebor.

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