Kirchnerismo y oposición
caen en paranoia o delirios
políticos de persecución
Está bien que hay campaña electoral en la Capital y asoman las presidenciales. Pero eso no justifica que el gobierno y la oposición incurran en denuncias mutuas que implican cierto tipo de paranoia política.
EMILIO MARÍN
El diccionario de casa es una buena edición de Océano Uno, pero un poco anticuado, versión 1994. De allí extraigo la definición de paranoia: “enfermedad mental que presenta un delirio crónico de persecución, grandeza, etc”. La voy a utilizar para hacer algunas reflexiones sobre ciertas costumbres políticas y fundamentalmente en época de elecciones, que se aplican en el medio local. La aclaración obvia es que no hay que tomar lo de paranoicos al pie de la letra. No se trata de enfermos mentales sino de políticos en acción, a mil por hora, movidos por la adrenalina del poder con todo lo que esto implica, incluidas las ventajas económicas.
El último episodio de paranoia política vino del gobierno nacional. Primero por medio del jefe de Gabinete y luego con declaraciones del ministro del Interior, aseguró que en Río Gallegos había habido un atentado contra el presidente Néstor Kirchner. Los dos funcionarios catalogaron así el hecho de que un camionero hubiera volcado su vehículo en la cuadra donde el mandatario tiene una de las veintitrés viviendas que figuran en la declaración jurada de la senadora Cristina Fernández de Kirchner.
Si en forma casi automática los dos Fernández formularon la tesis del atentado, más paranoico resultó la imputación de ambos al gremio docente en huelga y los partidos políticos que lo respaldan, como corresponsables del “camionazo”.
“Es un disparate”, se defendió el intendente radical de Río Gallegos. Esa respuesta parece la adecuada, sobre todo luego que tres estudios médicos realizados al chofer, José W. Mansilla, coincidieran en que éste “presenta un cuadro psiquiátrico severo”. Uno de los informes dictaminó que “padece de psicosis paranoide con delirio” pero Aníbal Fernández siguió insistiendo con que el accidentado “no era ningún loquito” y el resto de la versión oficial del atentado.
El propio Kirchner dio verosimilitud de lo que afirmaban irresponsablemente sus dos ministros más aptos para las operaciones políticas.
Generalmente el partido que está en el poder no incurre tanto en ese tipo de errores porque como dispone de un fuerte aparato y robustos presupuestos; se supone que no necesita recurrir a esas maniobras. Cuando lo hace es porque está en decadencia, como cuando Fernando De la Rúa trataba de explicar las dificultades de su gobierno en las maniobras personales del renunciante Carlos Alvarez y la presunta conspiración del Partido Justicialista. ¿Acaso la administración Kirchner está entrando en zona de turbulencias?
La mística Carrió
Aún suponiendo que el equipo presidencial está en problemas y echa mano de versiones que trasuntan cierto grado de paranoia, aún así eso no le permitirá empardar esa competencia con Elisa Carrió. Esta es por lejos la campeona en el oficio de inventar conspiraciones en su contra y sentirse una mezcla de Juana de Arco y la madre Teresa de Calcuta.
Una de sus últimas incursiones en ese tipo de desviaciones fue el 24 de abril último, cuando declaró a la agencia DyN: “yo soy una militante cristiana, soy una liberal de izquierda cristiana y, en consecuencia, formo parte de una Iglesia militante, y me alegra muchísimo, me encanta ser perseguida, porque es signo de buenaventuranza”.
La líder del ARI y la Coalición Cívica dijo eso en apoyo a las declaraciones antigubernamentales del obispo Jorge Bergoglio, del día anterior. El cardenal es otro alambicado redactor de discursos políticos presentados como homilías y había pontificado que “la Iglesia fue, es y será perseguida con la desinformación, la difamación, la calumnia, para convencer, poner en marcha y –como toda obra del Demonio- hacer que la persecución crezca”.
El papable jesuita debería separar la paja del trigo y decir qué cosa es persecutoria de la Iglesia -y no precisamente por una mano demoníaca- y qué cosas son ciertas de las imputaciones que se le hacen a la institución y a su persona. ¿O acaso el católico Emilio F. Mignone mintió en alguna parte de su libro “Iglesia y dictadura” donde demostró la lacayuna colaboración de la cúpula episcopal y del mismo Bergoglio para con la dictadura militar?
Volviendo a Carrió, en estas últimas semanas, entusiasmada por el lanzamiento de su Coalición, la alianza con Jorge Telerman en Capital y el vuelo judicial que alcanzaron las denuncias sobre coimas en el caso Skanska, se ha desbocado ante los medios.
Precisamente, ante la imputación de contragolpe de Alberto Fernández contra el gobierno telermanista por supuestas boletas de firmas fantasmas, la renunciante diputada aseguró que Kirchner es Hitler, y que su gobierno es mucho más corrupto que el de Carlos Menem. Habría que preguntarle a los especialistas en psiquiatría, pero para mí, modesto periodista, esas afirmaciones están inspiradas en una relativa paranoia política.
El camarista Bisordi
Otras expresiones de Carrió, relacionadas con el escándalo Skanska, incursionaron en ámbitos de la justicia. Fue cuando estimó que el presidente Kirchner “hizo la embestida contra Casación para debilitarla y tratar de garantizarle impunidad a Julio de Vido” en relación al caso de los pagos ilegales abonados por la empresa sueca.
En este caso el delirio persecutorio de la matrona del ARI coincidía perfectamente con la paranoia de Alfredo Bisordi, titular de la Cámara mencionada. Al comparecer el 26 de abril ante el Consejo de la Magistratura, donde tiene un pedido de juicio político por cajoneo de las causas de derechos humanos, Bisordi coincidió con las denuncias de aquella candidata. Dijo textualmente: “me faltan nueve meses para irme, no los he molestado, no los voy a molestar, lo que pasa es que pueden llegar causas por corrupción”.
En otra convergencia de teorías con la ex diputada, el camarista había declarado a “La Nación” el 27 de marzo que, con el patagónico, “vamos hacia la suma del poder público”.
Más en concreto, el 18 de abril, acusó al jefe de Estado de estar fogoneando la denuncia en su contra y de otros tres camaristas. En rigor, Kirchner cuestionó a ese tribunal en su discurso del 24 de marzo en el ex campo de concentración del Tercer Cuerpo de Ejército. Pero quienes hicieron formalmente la denuncia ante el Consejo de la Magistratura fueron los organismos de derechos humanos y 62 sobrevivientes de esos antros. Del mismo modo hubo un escrache de HIJOS a su domicilio.
Esos denunciantes aseguraron que hay 193 causas demoradas en Casación, algunas desde hace más de tres años. Y el responsable máximo de esa negación de justicia es Bisordi, como pope del organismo. En vez de intentar rebatir estos cargos, al acusado le resulta más conveniente ponerse en víctima y declarar que hay una campaña en su contra por parte del poder político.
“Es hora de que se termine la persecución a los jueces por lo que piensan”, expresó Bisordi ante el Consejo de la Magistratura, donde aseguró que el presidente de la Nación es su enemigo número uno. Según su explicación, tal enemistad surgió de haber participado de juicios donde fueron condenados militantes de Montoneros, lo que lo habría encasillado “en determinada línea política opuesta a la del gobierno”.
Con esa interpretación de la historia, paranoica, resultaría que no existe la causa de los derechos humanos apoyada por la mayoría de los argentinos sino simplemente revanchismo de la ex guerrilla y un presidente afín a esa línea de los ´70.
Pero esa postura no la inventó el magistrado. El 10 de setiembre del año pasado, un editorial de un medio sostenía: “después de treinta años de lamer sus heridas, a veces monstruosas, los Montoneros han vuelto. Tuvieron nada menos que tres décadas para alentar su resentimiento y presentan su venganza diferida como una campaña moralmente inobjetable”. Era “La Nación” y el firmante, Mariano Grondona, otro partícipe de las campañas a favor del republicanismo que tanto dicen importarles a Carrió, Bisordi, Mauricio Macri, Ricardo López Murphy y otros vestales de la división de poderes.
Otro caso de paranoia fue asegurar, sin investigación, que el incendio del ARA Alte Irízar fue intencional, un atentado. Otros, comparados con éstos, son travesuras, como la que afectó el año pasado a Daniel Passarella, quien se quejaba de los arbitrajes y AFA, y aseguraba que el campeonato estaba arreglado para Boca. Se sabe que el campeón fue Estudiantes.
FUENTE: DIARIO LA ARENA
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