"El Líbano en una encrucijada."
Nota publicada por la Lit/Ci (escrita por Alejandro Iturbe)Nuevamente, El Líbano vivió fuertes enfrentamientos internos. El conflicto se inició con la decisión del gobierno proimperialista del primer ministro Fuad Siniora, aprobada por parte de su gabinetes de ministros, de eliminar la red de comunicaciones de la organización Hezbollah.Fue seguramente una medida exigida por el imperialismo, apoyada por los sectores burgueses que respaldan al gobierno de Siniora, el millonario sunnita Saad Hariri, y su organización Mufti, y el líder de la minoría drusa Walid Jumblatt.El objetivo era avanzar un paso en la "tarea pendiente" de debilitar a la organización chiita Hezbollah, que controla un verdadero "estado dentro del estado", sin la cual ningún proyecto de Líbano proimperialista "estable" es posible.Antes de adoptar esta medida, se había producido, además, una nueva y peligrosa señal amarilla para el gobierno, la CGTL (principal central sindical del país de carácter plurirreligioso cuya dirección es influida por Hezbollah) había lanzado una huelga general muy exitosa en la capital, Beirut, y en el sur de el país por aumento de salarios, contra la carestía de la vida y contra el plan de privatizaciones propuesto por Siniora.El intento del gobierno es derrotadoEl bloque Siniora-Hariri-Jumblatt hizo una pésima lectura de la relación de fuerzas existentes en el país. En primer lugar, el ejército libanés se negó a atacar a Hezbollah.En segundo lugar, las informaciones indican un mejoramiento del equipamiento militar de Hezbollah, que se suma al gran prestigio y a la influencia popular ganada por su resistencia a la invasión israelí que culminó con un triunfo sobre el ejército sionista.En este marco, los enfrentamientos se produjeron entre las milicias de Hezbollah, por un lado, y las milicias de Hariri y Jumblatt, por el otro. Por otro lado, apoyaron a Hezbollah, el Frente Patriótico del cristiano maronita Michel Aoun, el Partido Comunista Libanés y el Movimiento AMAL.El imperialismo no intervino directamente en el conflicto aunque sí lo hizo de modo indirecto como una advertencia a Hezbollah de que no pasara de ciertos límites: la IV Flota naval de EE.UU se estacionó en aguas internacionales frente a Beirut y las tropas francesas de las FINUL (cascos azules de las Naciones Unidas) realizaron un "ejercicio de simulación de combate" que realizaron en el sur del país.La tentativa de Siniora-Hariri-Jumblatt terminó totalmente derrotada: Hezbollah no solo mantiene su red comunicaciones y el control del aeropuerto sino que logró dominar la mitad de la capital y dejar como virtuales rehenes en sus casas a Hariri y Jumblatt.Desde este punto de vista, debemos carácterizar este resultado como un triunfo de las masas libanésas contra el plan imperialista.La clase obrera entra en escenaQueremos destacar especialmente la entrada en escena de la clase obrera libanésa porque se trata de un hecho nuevo de peso central en la compleja situación libanésa.En primer lugar, la huelga general lanzada por la CGTL tuvo como centro las reivindicaciones propias de los trabajadores, en segundo lugar, el éxito de la huelga solo fue posible porque los trabajadores se unieron como clase, por encima de las diferencias confesionales con que la burguesía mantiene dividido al país.Participaron de la huelga todos los sindicatos: conductores, panaderos, electricistas, trabajadores autónomos, etc.El día que realizaron uma manifestación, se enfrentaron com los militantes del partido de Hariri. La huelga tuvo gran apoyo popular ya también reivindicaba derechos de todo el pueblo y hoy la pobreza afecta al 30% de los habitantes de El Líbano.Este hecho ayuda a despejar el falso envoltorio "confesional" del conflicto libanés para clarificar el carácter de enfrentamiento de clases e intereses económicos del mismo: de un lado, la clase obrera, la pequena burguesía empobrecida (chiita, cristiana y sunnita) y sectores burgueses perjudicados por el plan económico proimperialista; del otro, la burguesía proimperialista beneficiaria de la ayuda internacional para la "reconstrucción" del y los sectores medios aliados a ella (principalmente sectores sunnitas y cristianos).Nos es casual que Saad Hariri sea un riquísimo empresario de la construcción cuyos negocios florecen aun más con esta "ayuda".Las limitaciones de HezbollahSin embargo, a pesar de su nuevo triunfo, al igual que lo hizo despues de su victoria sobre el ejército sionista, en 2006, Hezbollah se para en las "puertas del poder", llama a un gobierno de "unidad nacional" con Siniora y solo reclama una "distribución equitativa" de los cargos del gobierno (mitad y mitad para cada coalición enfrentada).Es decir, nuevamente, permite la recomposición de las fuerzas proimperialistas y la manutención del actual estado libanés, dividido por sectores confesionales en la composición del parlamento y en la formación de los gobierno.En términos estratégicos, la política de Hezbollah, no aprovechar a fondo sus triunfos y avanzar sobre las fuerzas porimperialista, es suicida.Una combinación futura de un cambio en la relación de fuerzas dentro del Líbano (por ejemplo, una modificación de la posición actual del ejército libanés y una intervención directa de la FINUL) y una recuperación de Israel de su derrota de 2006 podría dejarlo totalmente preso entre dos fuegos enemigos, con el riesgo de ser destruida como organización.En este sentido, nuestra crítica a Hezbollah se basa en la no realización de tareas esenciales de llevar a cabo en El Líbano.La primera de ellas es la liquidación de la actual estructura confesional del estado libanés y la construcción de un Líbano laico y democrático, sobre la base de un "hombre-un voto".En las actuales condiciones, este sistema seguramente daría una clara mayoría a Hezbollah y sus aliados. La segunda, es la exigencia de la salida de la FINUL, cuya presencia significa un claro recorte de la soberanía del país y una avanzada militar del imperialismo.También esta planteada la necesidad de una reforma agraria, especialmente en el norte del país, para quitarle su base latifundiaria a Hariri.Finalmente, como una cuestión central, es evidente que ningún estado libanés podrá ser estable y realmente autónomo mientras continue la permanente amenaza militar de Israel en sus fronteras.Por eso, El Líbano, si quiere sobrevivir, no puede plantearse la "coexistencia pacífica" con el sionismo sino la necesidad de destruir al Estado de Israel.Esto plantea la urgente necesidad de la unidad de los libaneses con los palestinos, comenzando por darles plenos derechos políticos a los palestinos refugiados en El Líbano, sin que por ello deban renunciar a su nacionalidad palestina o al derecho de retorno a su tierra histórica, y apoyándolos a fondo en su lucha contra Israel.Sabemos que la batalla contra Israel no es fácil porque se trata de un enemigo armado hasta los dientes con modernos equipamientos y respaldado incondicionalmente por el imperialismo estadounidense.Pero la victoria contra la invasión de 2006 mostró que es posible. Y lo será mucho más aun en el marco de una gran movilización de todas las masas árabes y musulmanas con este sentido.Para nosotros, esa gran movilización debe darse en la perspectiva de la construcción de una Federación Socialista de Repúblicas Arabes.El ingreso de la clase obrera libanesa en escena, quebrando la trampa de la división religiosa, muestra el camino para llevar adelante estas tareas.
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